martes, 10 de julio de 2012

¿DÓNDE HAY QUE IR PARA PROSPERAR Y SALIR A CAMINO?


¿DÓNDE HAY QUE IR PARA PROSPERAR Y SALIR A CAMINO?
Retornan de España con una mano delante y otra detrás, luego de diez o más años residiendo en aquel país amigo.
La crisis económica mundial de los llevó de paro. Perdieron sus casas, sus empleos, sus escasos bienes, sus ahorros.
Vuelven "con la frente marchita", como en el tango de Gardel.
Los dominicanos, isleños, tenemos pasión por abandonar las costas que limitan e irnos.
Estamos convencidos de que aquí "no hay vida" ni oportunidades, y que la hierba siempre es más verde al otro lado de la cerca. Sobre todo, estamos convencidos de que aquí ni hierba hay.
Nos marchamos de cualquier manera.
Con "machetes", con papeles falsos, con "propiedades" puestas a nombre nuestro para engañar al cónsul tras la visa, en yolas... hasta en el tanque de lastre del Regina Express que provocó aquella infausta tragedia y dio origen a la mejor película dominicana hasta la fecha, de nuestro gran amigo y cineasta Aglisberto Meléndez.
El asunto es largarse.
Dejarle este país a "los políticos".
E ir a instalar nuestro jolgorio, nuestra bachata, nuestro sancocho, nuestra alegría a lugares que creemos más propicios.
Soñamos con volver prósperos y de retirada al lar propio, como vencedores.
No así, derrotados, sin un euro qué compartir.
Según César Medina, se agolpan en los consulados y la embajada en España criollos que ni siquiera tienen para costear el pasaje de regreso, clamando por asistencia para volver al país.
Vienen a partir brazos, a buscársela como Dios ayude.
Aquí, fruto de una vieja tradición, tienen solidaridad, apoyo, un plato de comida y un techo, porque los dominicanos hemos aprendido a compartir nuestra pobreza y a ser solidarios.
Ese es un valor de nuestra comunidad.
Se comparte el trago y se comparte el bocado. Así somos.
El asunto es no entender que no hay que irse de aquí para prosperar.
¿No vinieron al país desde España los españoles y prosperaron?
¿No vinieron desde Italia los italianos y prosperaron?
¿No vinieron desde El Líbano y otros países del medio oriente los "turcos" y prosperaron?
Tenemos que aprender de la cultura del emigrante, la cultura del que sale a trabajar con disciplina, dedicación y ganas de salir adelante. Sólo esa cultura nos hará prosperar.
El lugar donde estemos es lo de menos.
En Estados Unidos hay pobres de solemnidad.
Vivimos en un mundo de prosperidad y abundancia.
Los Lama, los Corripio, los González Cuesta, los Mainster, los Haché, los Hazim, los Lif, los Ramos, los Vicini, los Hazoury y tantas familias de inmigrantes de España, El Líbano, Italia, Alemania, Francia, Estados Unidos, Turquía, Israel y otros países vinieron al país con una mano delante y otra detrás, a trabajar y salir a camino. Aquí prosperaron, se enriquecieron e hicieron mejor al país con sus aportes.
Si de esos países vienen acá y prosperan, el problema no es el cambio de país, el asunto es el cambio de mentalidad.
Con la mentalidad de no pagar el precio del éxito, no disciplinarnos, no procurar añadir valor relevante y no actuar con calidad y competencia, no importa donde estemos, estaremos destinados a fracasar.
Nuestro problema no es la pobreza económica, es la pobreza mental, que nos mantiene en la precariedad y la miseria.
Si cambia la mente, la mente cambia la realidad, pues la realidad externa es un reflejo de nuestra realidad interna, ya que nosotros creamos la realidad propia a partir de nuestra visión interna que dirige nuestra acción, nuestra conducta.

La pobreza es un estado mental que se traduce en una situación de precariedad financiera.
Ese estado mental es un estado de dependencia, ignorancia, impotencia, indefensión y carencia de iniciativa. Es una mentalidad de perdedor.
Esa cultura que genera hábitos de pasividad y reactividad, de quejas y de resignación, es lo peor de la pobreza.
Necesitamos una mente de abundancia y prosperidad. Empoderada. Proactiva. Determinada a triunfar. Que busque y vea las oportunidades prodigiosas que se abren alrededor. Convencida de que se puede. Y de que se hará.
Si hay ese cambio, cualquier lugar es bueno para prosperar. Sólo necesitamos personas a nuestro alrededor a las que añadir valor y servir.
Para nuestra fortuna, Dios ha provisto más de 7,000 millones de individuos, más que suficientes para uno salir adelante.
El lugar donde tenemos que ir para prosperar no está afuera, está adentro.
Es nuestra mente. Son nuestros hábitos. Es nuestra cultura.
Eso es lo que tenemos que cambiar. No el lugar donde estamos, sino a nosotros mismos.

1 comentario:

  1. Las personas que retornan vienen sin historial local de trabajo, sin mayores contactos y relaciones, ese tejido de apoyo social a nivel productivo que uno va creando con los años con las personas con las que uno trabajo en un empleo. Arrancar se les hace más duro. También está el bajo salario que se paga en el país y las condiciones de vida más primitivas, distintas a las que se disfrutan en una gran capital. Vienen también con la postura de quien tiene algún tipo de experiencia o competencia superior, proveniente de su estadía en un país del primer mundo, lo que genera roces y choques con los que no han salido y provoca discusiones y malquerencias. No será fácil la reinserción en un país donde no se generan nuevos puestos de trabajo para cubrir ni siquiera parcialmente el volumen de nuevos profesionales y técnicos que egresan cada año de nuestras universidades e institutos.

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