martes, 10 de julio de 2012

FORMAR EMPRENDEDORES EN LA ESCUELA, NO EMPLEADOS. EL RETO DE NUESTRA EDUCACIÓN


FORMAR EMPRENDEDORES EN LA ESCUELA, NO EMPLEADOS. EL RETO DE NUESTRA EDUCACIÓN
Leo en el ABC de España que una treintena de empresas españolas se propone fomentar en los niños el espíritu emprendedor. Y para ello van a subsidiar una serie de iniciativas.
Muy positiva esa noticia.
Hay que transformar en su modelo, propósito, estrategias, recursos, técnicas y orientación la educación.
La escuela, y la educación pública, son un resultado de la revolución industrial del siglo XVII.
Fue ese portentoso fenómeno, el más importante ocurrido en la humanidad en toda su historia, que desplazó progresivamente el eje de la economía de los campos a las ciudades.
Fue el nacimiento como actor social relevante del burgués, del ciudadano; es decir, de los que vivían en ciudades o burgos, a diferencia de los campesinos y siervos que languidecían en los campos a expensas de las arbitrariedades y abusos de los grandes terratenientes.
Los que profesan aficción por el enfoque marxano (de Carlos Marx, aclaro), han satanizado el término "burgués" al grado que los burgueses (todos los que vivimos en ciudades o burgos) lo creemos un insulto, algo despectivo.
De hecho, lo han circunscrito a los dueños de fábricas y grandes comercios. Pero burgués lo único que significa, en su etimología, es habitante de un burgos o ciudad.
La revolución industrial y el predominio político y económico de la ciudad sobre el campo, provocó la emigración progresiva de campesinos a las ciudades, tras la promesa de un salario y escapar a la ferocidad y el latrocinio de hacendados y capataces.
Esos campesinos formaron, alrededor de las ciudades, cinturones de miseria, barrios insalubres. Y carecían de educación formal para ser entrenados y habilitados para producir en las grandes plantas de manufactura.
Los industriales, en un momento en que crecía la demanda de bienes manufacturados y se abrían mercados a las buenas o a bombazos, requerían operarios calificados. Y eso presionó para que los Estados instituyeran la educación pública obligatoria.
Así nacieron las escuelas.
Así también nacieron dos instituciones, hoy en crisis: los empleos y los sueldos.
Durante décadas, la función del sistema escolar y universitario fue proporcionar profesionales calificados a la industria y a la sociedad, eran factorías de empleados.
Hoy no hay empleos.
Las universidades gradúan desempleados.
Y por más que inventen postgrados, maestrías, doctorados y certificaciones para reciclar esa masa de titulados desempleados, a los que se promete que se aumentan su cualificación eso les ayudará a encontrar un puesto de trabajo, la realidad es que las empresas hoy aplican recursos como el downsizing, la tercerización, el outsourcing, la subcontratación y otros medios semejantes para reducir su plantilla laboral y huir de demandas y cargas fiscales.
El camino, entonces, es desarrollar no empleados, sino emprendedores que agreguen valor relevante y generen clientela y negocio.
La educación dominicana, la educación mundial tiene que replantearse en función de nuevas prioridades y un nuevo contenido.
Enseñar a los estudiantes a pensar y discernir, a conceptualizar y evaluar, a la toma de decisión documentada.
Enseñar valores de tolerancia, aceptación, manejo de la frustración, resilencia, respeto, solidaridad, compasión y perseverancia, orientados a la sana convivencia con otros.
Enseñar destrezas, habilidades y competencias centradas en los propios talentos, para añadir valor relevante y construir diferenciación y preferencia.
Enseñar los elementos claves de la cultura formal: a escribir, a leer, las funciones matemáticas, el análisis lógico y los conocimientos generales sobre la naturaleza y la sociedad, la historia y la cultura.
Enseñar a arriesgarse, a crear, a pensar distinto, a encontrar soluciones no convencionales, a aprender del error.
Y enseñar a producir, a dirigir personas y a coordinar esfuerzos, a trabajar por meta y a evaluar por rendimiento, la disciplina y el esfuerzo sostenido tras un resultado.
Tenemos que formar nuevos ciudadanos, sin una visión parásita ni dependiente.
Y todo esto, formando personas que sepan manejarse digitalmente y que, por lo menos, dominen el inglés como segunda lengua.
Si no asumimos un cambio de la educación nacional hacia donde señalé, estaremos frustrándoles la vida a miles de jóvenes que se preparan para carreras que no tienen espacio ni demanda en nuestro país.
Sólo en la UASD hay más de 7,000 estudiantes de periodismo (comunicación social) ¿para trabajar en cuáles periódicos?
Ese dato debe alarmarnos y hacernos ver la estupidez del actual modelo.

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