martes, 10 de julio de 2012

LA ESTAFA DE LA GLAXOSMITHKLINE Y LAS FALSAS PATOLOGÍAS



LA ESTAFA DE LA GLAXOSMITHKLINE Y LAS FALSAS PATOLOGÍAS
La Corporación farmacéutica británica GlaxoSmithKline (si es que decir británico, o norteamericano, o suizo, o senegalés tiene algún sentido, pues estas corporaciones no tienen nacionalidad ni alma, solo interés de lucrar a toda costa), acaba de recibir una multa billonaria en los Estados Unidos por estafar a la sociedad norteamericana, y, de paso, a toda la humanidad.
¿Su delito? Inventar falsas patologías para vender sus potingues.
Hubo una época en que existía la profesión de farmacéutico.
El médico prescribía y el farmacéutico preparaba. De ahí el mortero que simbolizaba la profesión, donde el farmacéutico mezclaba, maceraba, componía la receta.
Luego llegaron las corporaciones farmacéuticas con sus productos preempacados y redujeron a los farmacéuticos a simples despachadores de productos listos para usar. La profesión perdió dignidad y sentido.
Las corporaciones farmacéuticas originales perdieron, progresivamente, su sentido científico y profesional: se transformaron en compañías dominadas por el afán de lucro, la gestión agresiva y el marketing feroz.
Y cada vez más evolucionaron no hacia respaldar la salud de las personas sino en atenuar síntomas, pero no eliminar la enfermedad.
Para esas corporaciones no es negocio que estemos sanos.
El negocio comienza cuando enfermamos y su real negocio es que no nos curemos, sino que lidiemos con momentáneas mejorías seguidas de recaídas que nos aten al consumo de sus pastillas, ungüentos, inyectables y jarabes.
No contentas con fomentar que se traten síntomas sin eliminar y encarar causas, de manera que haya una masa de enfermos que sostengan la industria, han visto con ojos de avaricia al resto de la población que todavía no ha caído en sus garras.
Y para eso inventan falsas patologías.
Así, cualquier cosa es digna de diagnosticarse como una enfermedad.
Y vemos cómo se diagnostica y tipifica como patología el chatear, el hablar por BB, el uso del Facebook y cualquier situación que les permita vender sus fármacos.
Una manada de profesionales frívolos busca convencernos de que estamos mal y necesitamos medicación.
Escriben artículos, dan entrevistas, van a programas y nos pintan tétricos futuros posibles para llenarnos de pánico y corramos hacia la medicación salvadora.
La patologización de conductas naturales y lógicas, desde la tristeza por la pérdida de un ser querido a la desilución o el desencanto, fenómenos naturales, lleva a la reinterpretación interesada para convencernos de que no estamos bien y necesitamos un fármaco.
Y se aprovechan del gusto por automedicarse y de cierto propiciamiento de una cultura hipocondríaca, que se fomenta deliberadamente desde medios de comunicación.
Hace tiempo estas corporaciones perdieron su sentido, propósito y razón.
Hoy son máquinas de producir dinero y la salud de sus clientes es lo que menos les importa. De hecho, es lo que no les conviene.
Mientras más enfermos y dependientes de fármacos, mejor.
Es una industria de la enfermedad y de la muerte, no de la salud.

No hay comentarios:

Publicar un comentario