miércoles, 19 de diciembre de 2012

EL CTRIMEN QUE NADIE QUIERE RECORDAR: LA MUERTE DE ÁNGEL SEVERO CABRAL



EL CRIMEN QUE NADIE QUIERE RECORDAR: LA MUERTE DE ÁNGEL SEVERO CABRAL


Por Aquiles Julián

“La necesidad de la muerte de Trujillo surgió como surge en una comunidad cualquiera la necesidad de matar una alimaña que se convierte en un peligro para todos sus miembros.”
            Ángel Severo Cabral

Escribo esto el martes 18 de diciembre del 2012, aniversario del asesinato en 1965, hace 47 años, del héroe de la gesta del 30 de Mayo Ángel Severo Cabral.
Fue un crimen pagado, como tantos, a cargo de esbirros, que permanece convenientemente olvidado porque develaría muchas verdades y desenmascararía falsas proceridades de reales canallas.
Esa muerte robó al país a uno de sus héroes más probos y de vida más ejemplar. Que supo resistir las seducciones del trujillismo y se negó a servirle. Que supo ir con dignidad a la cárcel y nunca renunciar a su determinación de quitarnos de encima a aquel tirano. Que supo reunir hombres y coordinar anhelos hasta que se produjo el golpe maestro que inició el fin de la tiranía.
Admiro a todos los héroes del 30 de mayo.
Todos tienen mi respeto, mi admiración y mi gratitud.
Pero admito que uno de mis favoritos lo es Ángel Severo Cabral Ortiz.

EL MITO DE LA “REVOLUCIÓN DE ABRIL

Ángel Severo Cabral fue asesinado delante de su esposa y sus dos hijas. Del crimen hay fuertes indicios que comprometen a uno de los falsos héroes de la falsa “revolución” de abril: Manuel Ramón Montes Arache, quien sirvió a la causa de Ramfis Trujillo hasta el último día que aquel respiró y que hoy se nos vende como un prócer, cuando toda su vida fue un rufián.
De gente como él está llena nuestra fementida proceridad, sobre todo aquella de las últimas décadas.
Héroes verdaderos, como Ángel Severo Cabral, terminan ignorados y arropados por “héroes” de conveniencia, fruto de la infame alianza entre el trujillismo y, asómbrese, el perredeísmo y la seudoizquierda, que toda la vida le han hecho el trabajo sucio a aquellos.
Montes Arache, el que soltó y permitió escapar a la ira popular al criminal del SIM y uno de los asesinos de las Mirabal, Alicinio Peña Rivera, acción que lo revela y pone en evidencia sus intereses y valores, los motivos que motorizaban sus acciones encubiertas como “constitucionalistas”, era el mismo que había participado en el complot para asesinar al presidente venezolano Rómulo Betancourt y el mismo que luego traicionaría a su amigo Francis Caamaño Deñó, cuando aquel dio un giro a la izquierda.
Sin embargo, murió en olor de santidad, condecorado como héroe nacional.

¿QUÉ INTERESES MOTORIZARON LA LLAMADA “REVOLUCIÓN DE ABRIL”?

Aquel movimiento no tuvo nada de constitucionalista ni de patriótico, pese a toda la parafernalia retórica que perredeístas e izquierdosos han montado para encubrir la verdad profunda de aquel acontecimiento.
Se trató, en realidad, de un intento de una parte de las FF.AA. comprometida con Ramfis Trujillo para reponerlo en el poder.
La ida de Ramfis Trujillo en noviembre de 1961 era una última y desesperada jugarreta para lograr que la OEA y los norteamericanos levantaran las sanciones al país.
Sin embargo, esa acción terminó por resquebrajar el férreo control policíaco-militar y generó la primera ruptura significativa en las fuerzas armadas de la tiranía (que no de nuestra nación, porque era un ejército local de ocupación contra los propios dominicanos, como fue constituida desde sus orígenes por los interventores norteamericanos), al insubordinarse la Base Aérea de Santiago y reclamar la salida del país de todos los Trujillo.
Aquello escapaba a los planes urdidos y dio un giro a la situación. El entonces presidente titular, Joaquín Balaguer, se vio obligado a pactar con los líderes de la Unión Cívica Nacional, UCN, un gobierno colegiado, con representación de la iglesia y de los dos sobrevivientes conocidos de la trama que dio fin a la vida de Trujillo, formándose el Consejo de Estado.
En enero de 1962 Balaguer fue sacado del poder. La intentona de golpe de Estado que montó Rodríguez Echavarría fracasó. Dos coroneles: Rafael Fernández Domínguez y Elías Wessin y Wessin, liberaron a los miembros del Consejo de Estado retenidos en el Palacio Nacional y les devolvieron la autoridad.
Ramfis Trujillo vio frustrado sus planes de retornar en pocos meses al país y los sectores más proclives al trujillismo en las Fuerzas Armadas se vieron relegados a un segundo plano, mientras jerarcas militares de segunda categoría se aliaban a los cívicos para alcanzar nombradía y promoción jerárquica.
Y fue ese sector repentinamente venido a menos de los antiguos cofrades de Ramfis los que conspiraron para alcanzar que aquel retornara al país.
Esa y no otra es la real historia de la “revolución” de abril. Lo demás es retórica barata para engatusar incautos. Y lo han logrado en muy buena medida.


UNO DE MIS HÉROES FAVORITOS

Ángel Severo Cabral Ortiz nació en el 21 de febrero de 1910 en San José de Ocoa. Su padre era Heriberto Cabral Tejeda y la puertorriqueña Segunda Ortiz, nativa de Ponce.
Los Cabral es una familia de origen portugués, en que han sobresalido militares, políticos, educadores y profesionales, emparentada con una gran cantidad de familias dominicanas.
Estudió en el Colegio Santo Tomás de Aquino y luego en la Escuela Normal.
Concluido el bachillerato hizo carrera universitaria en la entonces Universidad de Santo Domingo, graduándose de agrimensor y también de doctor en Derecho, en 1952.
Desde sus años universitarios las inquietudes políticas y patrióticas le procuraron sinsabores, siendo apresado por ellas durante la tiranía.
En San José de Ocoa fue de los fundadores de la Sociedad Teosófica, aquel movimiento místico que forjaran Helena Blavatsky y otros y  que culminó con Krhisnamurti.
Trujillo buscó, como lo haría con otros, incorporar a Severo Cabral dentro de su maquinaria de cortesanos. Nunca le aceptó un cargo, con todos los riesgos e inconvenientes derivados de esa entereza suya.
Y resistió hasta el máximo el afiliarse al Partido Dominicano, lo que le tachaba de inmediato de desafecto al régimen.

NOMBRE EN CLAVE: “PLUTARCO”

A sabiendas de que arriesgaba no sólo su cuello, sino la suerte de su esposa e hijas, pero igual por ellas (era imposible sustraer sus hijas a la libinosidad de Trujillo, quien no sólo satisfacía sus instintos sino que también aprovechaba para humillar y rebajar a las familias con esa acción infame), Ángel Severo Cabral se lanzó a organizar la resistencia interna al dictador.
Obtuvo para esos fines “La Palmita”, el carnet del Partido Dominicano sin el cual no se podía viajar al interior, pues quien no lo poseía era detenido en las numerosas postas militares de control a lo largo de las carreteras dominicanas.
En notas para la posteridad, el mismo Severo Cabral escribe: “Escribí, con Tapia, (José Francisco Tapia Brea), los fines de la organización, con anotaciones para un plan de gobierno.”
Con diversos pretextos y razones que alejaran sospechas sobre sus reales fines, se dio a la tarea de detectar y agrupar el creciente descontento con un régimen feroz que no se detenía ante nada.
Tanto en el Sur como en el Cibao, Severo Cabral mantuvo contactos y forjó relaciones destinadas a dar término al latrocinio trujillista. Y se gestaron organizaciones como  Acción Democrática Dominicana  y el Frente Cívico de Unidad Nacional, ambas entidades promovidas por Ángel Severo Cabral.
Él mismo cuenta: “Celebramos, en mi casa, una primera reunión con representantes de San Juan, Azua, San Pedro de Macorís, la capital y San Francisco de Macorís. Allí fueron aprobadas las bases de la organización así como su designación de Acción Democrática Dominicana.
 Más tarde el Lic. Tapia hizo contacto con una organización que estaba surgiendo en Santiago, con fines semejantes a la nuestra, y resolvimos unificarlas.
 En una próxima reunión figuró también como asistente el Dr. Federico Carlos Alvarez y en ella resolvimos llamar a la agrupación resultante Frente Cívico de Unidad Nacional, que ya tenía la pretensión de reunir en una sola organización todos los movimientos que pudieran existir, con fines parecidos.”
Estos núcleos posteriormente sentarían las bases de lo que fue la Unión Cívica Nacional, UCN.
Para 1961 Ángel Severo Cabral era jefe del Departamento Agrícola de la Casa Vicini y era quien enlazaba a Gianni Vicini, el cabeza por entonces de la Casa Vicini y quien asumió la determinación de contribuir a sacar a los Trujillo del poder,  con el Grupo de Acción, encargado de liquidar al Trujillo. Su nombre en clave era “Plutarco”.

LOS NORTEAMERICANOS NO SON MÁS QUE “BUCHIPLUMAS”

En esos trajines, Severo Cabral hizo contacto con Pedro Livio Cedeño, y por Pedro Livio se entera del complot que se tejía con el general Juan Tomás Díaz como eje.
Exmilitar, Pedro Livio tenía amistad con Juan Tomás y logra que aquel llame a Severo Cabral y que conversen. Esa entrevista terminó de sellar la suerte de Trujillo.
Se recurrió a la señora Flérida de Berry, esposa de Lorenzo Berry (Wimpy), norteamericano propietario de un supermercado en la Av. Bolívar Esq. Pasteur, para por su intermediación procurar apoyo en armas de los Estados Unidos.
Las promesas nunca prosperaron, pese a que el entonces cónsul, Henry Dearborn, simpatizaba con la causa dominicana.
Los que dirigían la política exterior norteamericana no se atrevían a contribuir a librarnos de aquella bestia que ellos mismos habían amamantado en nuestro perjuicio.
Ángel Severo Cabral había estado en la cárcel torturas de “La 40”, porque el régimen sabía que lo adversaba.
Al final, y más por iniciativa unipersonal y arriesgada del cónsul Dearborn, se obtuvieron  tres rifles M-1 con 750 tiros.
Posterior a la entrega de los rifles y de que Severo Cabral se los diera, a su vez, a Antonio de la Maza y a Pedro Livio Cedeño, por instrucciones de Juan Tomás Díaz, volvieron los del SIM a apresar Severo Cabral.
Alguien le había delatado, porque Washington de Peña, a quien Severo Cabral había contactado, se negó a participar del complot, pero tuvo la ligereza de comentar el plan a un hermano suyo (¿Aníbal de Peña?), quien a su vez lo comentó más adelante y terminó en conocimiento del SIM.
Y en el SIM lo carearon con el mismísimo Washington de Peña, preso por la infidencia, aunque aquel actuó con discresión y no lo denunció.
En el SIM  le acusaron de tener un partido político y de “estar planeando  la muerte de Trujillo en el Paseo George Washington” (Los Días Finales, Bernardo Vega,  Pág. 589). Igualmente, le ordenaron constituir un partido con jóvenes que estaban presos, del Movimiento 14 de Junio, a lo que él se negó.
Como terminaría por decirle, desencantado, Ángel Severo Cabral a su pariente, los norteamericanos no eran más que nos “buchiplumas”.

“ESO ES ASUNTO NUESTRO. USTEDES NO TIENEN NADA QUE VER”

La hidalguía, el valor, la templanza y el respeto por sí mismos del grupo de héroes que ejecutó a Trujillo cobran su mayor relieve cuando enfrentan el intento de los norteamericanos de que abortara el atentado.
Aquellos, asustados por su estrepitoso fracaso en la invasión de Bahía de Cochinos a Cuba, el Departamento de Estado de los EE.UU. quiso que se desactivara el complot local.
Henry Dearborn, cónsul por entonces en el país, contó que: “me recuerdo de un mensaje frenético del Departamento, me imagino autorizado por el Presidente Kennedy, diciendo, en efecto, “miren, tenemos todos estos problemas con Castro; no queremos más problemas en el Caribe, dígale a esa gente que dejen la cosa!”. Entonces le informé a la gente en la oposición que Washington  estaba muy en contra de cualquier plan de asesinato. La respuesta que recibí de ellos fue: “simplemente dile a Washington que no es un asunto de ellos. Es un asunto nuestro. Lo hemos planeado y lo vamos a hacer y no hay nada que puedas hacer sobre el asunto.” Pasé la información a Washington”. (Los Días Finales, Bernardo Vega, Pág. 651).
Esa declaración es más que clarificadora.
Mucho se ha querido, por el aparato de desinformación, calumnia y distorsión del trujillismo, torcer el sentido y el valor de aquella acción, presentándola como propia de mercenarios vendidos a los intereses norteamericanos (lo que no ha impedido, claro, al Clan Angelita vivir a sus anchas de los dineros robados a este país …¡en el país al que acusan de haber mandado a asesinar a su padre!).

LA VOZ DE LA PROCLAMA QUE NUNCA SE RADIÓ

Ángel Severo Cabral fue quien puso voz a la proclama que sería radiada tras el ajusticiamiento llamando a la población a rebelarse. Esa proclama, en cuya redacción participó el licenciado José Francisco Tapia Brea, se grabó en la oficina de José María Cabral Vega en la Casa Vicini, actuando este último como técnico.
El 30 de mayo de 1961 celebraba junto a su esposa 25 años de matrimonio, con familiares y amigos. A las 10 de la noche, Manuel de Ovín Filpo le llamó y le informó que Trujillo había sido liquidado.
Acudió con unos amigos a la residencia del general Juan Tomás Díaz, quien, al verlo, le dijo: “Ahí tenemos el hombre, Severo ¿qué hacemos ahora?.”
De la casa de Juan Tomás, Severo fue a la estación de radio convenida, pero allí comprobó que la custodia militar estaba alerta y prevenida. Luego fue a reunirse con Manuel Tapia Brea y el Rafael Acosta.
Nadie más acudió de los convocados.
El plan posterior a la ejecución del tirano había abortado al ser alertado el SIM por la pusilanimidad de Pupo Román que no redujo al general Espaillat, Navajita, cuando fue a informarle del hecho, al silencio. Ese acto le costó a él mismo, a Pupo, la vida.

ORGANIZAR LA RESISTENCIA EN MEDIO DE LA TIRANÍA

El 11 de junio de 1961, apenas a 12 días del ajusticiamiento del tirano, Ángel Severo Cabral y Viriato Fiallo anuncian, junto a un nutrido grupo de desafectos y opositores, la formación de la Unión Cívica Nacional. Ese hecho motorizó a que se negociara para traer al país al PRD para formarle un contrapeso político, menos de un mes después de la salida pública de la UCN.
Fue la clarinada de la libertad.
La Unión Cívica reunió una serie de personas, algunas de ellas parte de los conjurados que organizaron el complot del 30 de Mayo, como Federico Carlos Álvarez y el propio Severo Cabral, del Frente Cívico de Unidad Nacional, así como con representantes del Movimiento 14 de Junio, tales como el Dr. Fernández Caminero, Rafael Alburquerque Zayas-Bazán, Asela Morel y Manuel Baquero; personalidades independientes como Mineta Roques, Federico Henríquez Gratereaux, Osvaldo Peña Batlle y los Fiallo, Viriato, Gilberto y Antinoe, así como algunos remanentes que sobrevivían del Partido Socialista Popular, como describe Fabio Rafael Fiallo en su bellísimo libro “Final de ensueño en Santo Domingo”.
En esos meses turbulentos, arriesgando la vida, porque los Trujillo, encabezados por el hijo mayor del tirano, Ramfis, y todo el aparato político y militar estaba incólume, Ángel Severo Cabral y sus compañeros de causa rindieron un extraordinario servicio al país, para frustrar los planes de perpetuidad de la dictadura.

EL CRIMEN QUE NOS ROBÓ A SEVERO CABRAL

Terminada la “revolución”, firmado la llamada Acta Institucional que puso fin formal al conflicto e instalado el gobierno provisional del Dr. Héctor García-Godoy, Ángel Severo Cabral retornó junto a su familia a su casa en la calle Padre Billini del sector de Ciudad Nueva.
Aquella vivienda, heredada parcialmente de sus padres, la pagaba Severo Cabral, quien había contraído un préstamo bancario para adquirirla.
Una turba, organizada para disimular el crimen, se apersonó a la vivienda en que Severo Cabral, su esposa y sus dos hijas se encontraban y penetró por la fuerza a la vivienda.
Uno de los que fueron, el dentista Daniel Ozuna, disparó contra Severo Cabral. Tras herirlo, salió dando brincos y gritando de alegría: “¡Lo maté! ¡Está muerto, está muerto!”
Al acudir una ambulancia y llevarse herido a Severo Cabral, la puerta trasera de la misma se abrió y un menor de 14 años de apellido Pedemonte, hermano de una menor amante por entonces de Montes Arache, el presumible instigador de aquella acción infame, le disparó una ráfaga de ametralladora y terminó con la vida de aquel héroe.
Las hijas y la esposa de Severo Cabral tuvieron que ser protegidas y llevadas lejos de aquella turba que quemó el automóvil y saqueó la vivienda. Una familia apellido Brenes se apropió ilegalmente de la casa.
El dentista Ozuna, el menor Pedemonte y los Brenes fueron acusados infructuosamente por los deudos de Ángel Severo Cabral. El gobierno de Héctor García-Godoy no movió un dedo para castigar a sus asesinos.
Y eso ocurrió exactamente un día como hoy, 18 de diciembre, sólo que en 1965.






domingo, 16 de diciembre de 2012

QUIEN DIO LA ORDEN DE MATAR A LAS MIRABAL FUE TRUJILLO, SEGÚN JOAQUÍN BALAGUER



QUIEN DIO LA ORDEN DE MATAR A LAS MIRABAL FUE TRUJILLO, SEGÚN JOAQUÍN BALAGUER

Por Aquiles Julián


“Trujillo  utilizó la simulación hasta para engañar a sus propios hijos”.
            Joaquín Balaguer


El crimen de las hermanas Patria, Minerva y María Teresa Mirabal y el chofer Rufino de la Cruz a manos de sicarios del Servicio de Inteligencia Militar, SIM, ocurrió el 25 de noviembre del 1960 mientras Joaquín Balaguer fungía de presidente títere de la tiranía.
Balaguer había asumido la indecorosa posición el 3 de agosto de 1960, en una jugarreta destinada a aparentar una liberalización del país, tras las sanciones impuestas por la OEA a nuestra república debido al atentado a la vida del presidente venezolano Rómulo Betancourt.
Frente al intento renovado de los nostálgicos de la tiranía por confundir y engañar a dominicanos ingenuos que desconocen la verdad histórica, queriendo atribuir la responsabilidad de ordenar el crimen a uno de sus ajusticiadores: el Lic. Luis Amiama Tió, calumnia que aparece formalmente registrada en el libelo “Trujillo, Mi Padre en Mis Memorias”, que firma su hija Angelita Trujillo, es oportuno recurrir a un testimonio muy oportuno, el del presidente títere en ejercicio para cuando sucedió la tragedia.
Calumniar, mentir y desinformar son viejos recursos trujillistas en que todos los serviles a aquella satrapía pulieron sus dotes.
De hecho, Balaguer mismo se llevó montones de secretos a la tumba, porque era cómplice de muchas de las inconductas de aquel régimen. Pero hubo ocasiones en que quiso deslindar responsabilidades.
Como este crimen horrendo aconteció bajo su presidencia nominal, buscó aclarar con esa particular tesitura suya de dar a entender y señalar indicios, propia de quien elude incriminarse más de la cuenta.

EL LIBRO PENDIENTE DE BALAGUER

Balaguer mismo dejó un libro que todavía no ve la luz, aunque anticipó algunos capítulos en su obra “La Palabra Encadenada”: es su libro sobre la tiranía trujillista.
Balaguer mandó que ese libro se publicara, si es que alguna vez ve la luz, veinte años después de su muerte, es decir, a partir del 2022.
Sin embargo, publicó algunos capítulos. Esas páginas son un verdadero retrato más que de Trujillo de la profunda distorsión moral del propio Balaguer, atrapado en la colaboración servil a un criminal frente al cual padecía tanto atracción como repulsión. Y esa doblez permea cada palabra, cada adjetivo.
Triste destino de quienes venden, como él, su alma al diablo literalmente.
El libro que previsiblemente se publicará será un monumento a la inmoralidad de una intelectualidad que arrojó valores, principios, cordura y decencia tras puestos, canonjías y migajas, y que no vacilaron en convertirse en calieses y sicarios.
Balaguer se emplea a fondo para mostrar que su abyección no fue exclusiva, que fue común a muchas otras figuras que luego quisieron venderse como decentes, impolutas, sanas.
Por ejemplo, un párrafo sirve para mostrar a su cofrade, el historiador Emilio Rodríguez Demorizi, en su papel de calié.
Hablando sobre la Carta Pastoral que la iglesia católica hizo leer en las iglesias el 25 de diciembre de 1959 y que encendió la irá de Trujillo y marcó el comienzo de su descalabro total, Balaguer, que era un maestro de las inferencias y las connotaciones, que empleaba con suma meticulosidad las palabras, escribe: “La primera noticia se la dio por teléfono (a Trujillo, AJ), Virgilio Álvarez Pina, quien a su vez la obtuvo de boca de Emilio Rodríguez Demorizi” (La Palabra Encadenada, Pág. 310).
Ese “la obtuvo de boca de Emilio Rodríguez Demorizi” señala a aquel como calié del régimen, algo  que todo funcionario de la Era lo era, pues era una precondición para tener una posición pública el ser calié. No hubo nadie en la administración pública que no lo fuera, incluyendo al propio Balaguer.

BALAGUER, DE PUÑO Y LETRA, SEÑALA A TRUJILLO COMO MANDANTE DEL CRIMEN

Personalidad tortuosa y amiga de la teatralidad y el disimulo, Trujillo gustaba de jugar con la inteligencia de los demás y mantenía una farsa continua.
Balaguer lo pinta en una frase concisa: “Fingía a toda hora y en todas las ocasiones”.
Entonces, nos cuenta el asunto que nos interesa: la responsabilidad de Trujillo en aquel crimen inmundo.
Leamos a Balaguer:
“Sus simulaciones eran muchas veces cínicas. Cuando las hermanas Mirabal fueron asesinadas y se hizo pública la especie de que habían perecido en un accidente en la carretera Luperón, Trujillo llamó a su residencia de Fundación al mayor Cándido Torres, encargado en esos momentos de los Servicios de Seguridad. “¿Qué hay de nuevo?” , le preguntó con aire despreocupado. Cuando el interpelado empezaba a informarle sobre las últimas novedades del departamento a su cargo, Trujillo lo interrumpió  para decirle: “Y no sabe usted que las hermanas Mirabal han sufrido un accidente y que es posible que ese crimen se achaque al Servicio de Inteligencia, como ocurre cada vez que muere alguien señalado por el rumor público como enemigo del Gobierno? Váyase seguido y adopte las medidas que sean de lugar para que ese acontecimiento casual no se tome como pretexto para un escándalo”. El Mayor Torres salió de allí confundido. La muerte de las hermanas Mirabal había sido largamente elaborada. La orden había llegado hasta el Servicio de Seguridad, pero los mismos sabuesos que se habían formado en esa escuela de crímenes habían retrocedido ante esa monstruosidad. Johnny Abbes García, cerebro diabólico que introdujo en el presidio de “La Cuarenta” los sistemas de tortura más odiosos, escurrió el bulto a semejante iniquidad y precipitó con ese fin el viaje que hizo a fines de 1960 a Chevoslovaquia y a otros países situados tras la Cortina de Hierro. El Secretario de Estado de las Fuerzas Armadas, general José Román Fernández, a través de quien fue transmitida la orden, tuvo que hacer uso de toda su autoridad para que se cumpliera el hecho horrendo. Una vez consumada la iniquidad, sin duda el más repugnante de los crímenes realizados durante la Era de Trujillo, el responsable del hecho se presentaba ante sus propios esbirros como un ser inocente que había sido abrumado por la noticia. Algunos días después, pasando frente al precipicio en que las tres hermanas fueron victimizadas, Trujillo hizo detener su automóvil para decir a su acompañante, el señor Virgilio Álvarez Pina: “Aquí fue donde murieron las hermanas Mirabal. Qué Dios las tenga en gloria” (La Palabra Encadenada, Págs.316-318).
La narración de Balaguer muestra claramente quién ordenó el crimen: el propio Trujillo, al que llama “el responsable del hecho”. Si alguien sabía eso, era Balaguer, en cuya presidencia aconteció el crimen.

UN LAPSUS LINGUAE DE TRUJILLO

Sigmund Freud describió en su libro “Psicopatología de la vida cotidiana” el lapsus linguae, el error involuntario al hablar que ponía en evidencia una verdad que el individuo hablante intentaba reprimir y ocultar.
El lapsus linguae, el resbalón de lengua, declara inconscientemente aquello que el perpetrante persigue ocultar. Su habla lo traiciona.
Y Trujillo, en el relato de Balaguer, incurre en uno.
Cuando le dice al Mayor Cándido Torres, mismo que había cursado la orden para asesinar a las Mirabal que provenía de él, de Trujillo: “¿Y no sabe usted que las hermanas Mirabal han sufrido un accidente y que es posible que ese crimen se achaque al Servicio de Inteligencia, como ocurre cada vez que muere alguien señalado por el rumor público como enemigo del Gobierno?”, Trujillo se denuncia a sí mismo al calificar de crimen lo que él mismo antes tildaba de accidente.
Su inconsciente lo traicionó.
Balaguer recogió y preservó la conversación para la posteridad.
Y puso en ella la evidencia de la culpabilidad del propio Trujillo en el crimen, pese a su teatralidad y a su simulación.
Quería que se supiera bien quién era el responsable, de forma que esa sangre no le salpicara, algo que él no podía impedir porque era una de las principales figuras del régimen que asesinó a las Mirabal y la sangre de esas mártires también a él lo embarra.

UN ESTADO ASESINO Y DE ASESINOS

La tiranía trujillista instaló un Estado asesino, integrado por asesinos y servidores de asesinos.
Nadie escapó a esas responsabilidades.
El mismo Balaguer, cómplice de Trujillo y presidente nominal por entonces del país, escribe que “La muerte de las hermanas Mirabal había sido largamente elaborada”.
La trascendencia de aquel crimen inmundo que dio origen a que el 25 de noviembre se dedique a denunciar la violencia contra la mujer, tiene al clan Angelita empecinado en buscar maneras de desvincular a su padre del hecho. Vano intento.
El aparato del crimen quedó en muchos aspectos intacto en el país. Y siguió matando.
Y también el aparato de impunidad conexo.
Un falso héroe, de esos tantos que hemos fabricado por conveniencia política, Manuel Ramón Montes Arache, liberó a los asesinos convictos de las Mirabal y les facilitó escapar a su crimen.
También ese mismo individuo está detrás del asesinato de un héroe real de este país, Ángel Severo Cabral, al que mandó matar.
Es la restauración de esa época de crimen la que el Clan Angelita busca desesperadamente. Y para eso cuentan con gente desprevenida, crédula y fácil de confundir y engañar.
Y la complicidad de muchos malos dominicanos que se prestan a lo peor.

EL APARATO DE MENTIR Y CALUMNIAR

Si algo aprendieron los trujillistas de los nazis y los estalinistas, sus modelos, fue a manipular la opinión pública, a mentir y desinformar.
Y eso es lo que están haciendo a dos manos, empleando todos los medios a su alcance.
El mentir y desinformar es un viejo recurso.
Cuando los estalinistas en España asesinaron al líder anarquista catalán Andreu Nin y los indignados combatientes republicanos españoles escribían en las paredes: “¿Dónde está Nin?”, los comunistas del PCE escribían abajo: “En Salamanca o en Berlín”, tratando de indicar que estaba en el cuartel general de las fuerzas franquistas o en la capital de Hitler.
Al asesinato físico, que habían cometido, sumaron el asesinato moral.
Es la misma conducta de los trujillistas.
Asesinaron a Galíndez y luego lanzaron la especie de que a  Galíndez lo habían visto en distintas capitales tras la Cortina de Hierro.
Y ahora intentan inculpar al héroe Luis Amiama Tió para encubrir la responsabilidad criminal de Trujillo en aquel abuso imperdonable.
Y no pocos se dejan atrapar en las malignidades de estos tejedores de infundios y calumnias.
Se han envalentonado.
La impunidad en que se amparan y la complicidad de sectores de poder nacionales que los encubren y subsidian, les da ánimo.
Como escribía Orwell, quieren controlar el futuro vía controlar el pasado.
Tenemos que estar alerta y denunciar cada tropelía.
Cada desafuero.
Cada acción vil de esta pandilla infame.
Y no seremos dignos de nada y lo merecemos todo.