miércoles, 23 de mayo de 2012

¿QUE SE ESCONDIÓ TRAS LA ALHARACA?

¿QUE SE ESCONDIÓ TRAS LA ALHARACA?

Por Aquiles Julián


Uno esperaba pruebas, comparaciones de actas, denuncias documentadas, cifras distintas, que avalara la "componenda" y probaran el "fraude". No hubo nada de eso.
Palabrería hueca, sin ningún soporte, lo que en el fondo avala el resultado dado por la JCE.
La incapacidad del PRD para aceptar su derrota, siempre escudándose en supuestos "fraudes" (entre ellos mismos se acusan de incurrir en fraude, así que es una vieja maña: nunca se pierde, nos engañan o abusan), refleja su inmadurez política.
Si es así, ¿cómo van a aprender para poder ganar?
Es obvio que no se tenían pruebas de ningún tipo.
Es más, me atrevo a aventurar que ni tenían todas las actas, por lo que estaban en total incapacidad para emitir un juicio documentado.
La "cultura del fraude" es infantil, tremendista y postratoria.
Ahí están los "comandantes" de celofán clamando porque existan "co.....nes y ovarios" en otros, porque no veo que ellos actúen como piden a otros y se insurreccionen.
Sólo se refugian en las escarpadas montañas de un restaurant desde el que pontifican sobre lo que otros, no ellos, deberían hacer.
Agitan, pero no se exponen.
En una confrontación electoral alguien tiene que perder.
Se habla del uso de los recursos del Estado y se inventan compras de cédulas que la simple lógica indica que no tienen capacidad de influir en el resultado final.
De hecho, como partido, el PRD sacó más votos que el PLD en la inmensa mayoría de las provincias.
Pero fue inepto para concertar las alianzas adecuadas.
Se llenó de generales sin tropa.
El candidato no fue capaz de superar los antagonismos internos y atraerse a los dirigentes que se habían irritados por la contienda interna.
Y se manejó con muchísima torpeza en sus expresiones públicas.
El único fraude real fue esa candidatura a la que la mayoría de los dominicanos temían.
Y contra la que votaron.

UNA IRRESPONSABILIDAD QUE ATERRA


Una irresponsabilidad que aterra

Por Aquiles Julián


Yo estaba equivocado. Parece ser que Hipólito Mejía y los dirigentes del PRD sí obtuvieron información a tiempo, oportuna, de su derrota. Lo que hubo fue un intento fallido por armar un lío y obligar a un "pacto" al igual que en 1994.
Oscar Medina aportó hoy en su programa matutino información al respecto. El responsable de la empresa contratada como Centro de Cómputos, Cipher Telecom, según informó Medina dio a las 9:00 p.m. a HM y los principales cargos el PRD que le acompañaban, un reporte con el 90% de las actas computadas, en que se reflejaban los resultados y la derrota electoral.
Y, según Medina, H. Mejía pidió esperar a que se computara el 100% de las actas.
Y a las 11:00 p.m. los principales cargos del PRD y Mejía recibieron la confirmación de su derrota.
Peor aún, dijo Luis Mejía, comentarista del espacio de Hoy Mismo, que un empresario miembro de Participación Ciudadana le llevó a HM el muestreo hecho por esa entidad, en que él perdía.
Y que la OEA también le hizo de conocimiento de una encuesta a boca de urna y todas coincidían en lo mismo: él fue derrotado.
Entonces, dirigentes del PRD recomendaron que se le proclamara ganador, invirtiendo las cifras, y se llamara a sus militantes a salir a armar desórdenes, de cara a crear una crisis política que obligara al gobierno a pactar, violentando la voluntad mayoritaria expresada en las elecciones del 20 de mayo.
Incluso que se sugiriera el regalito envenenado de que el presidente Fernández se quedara dos años más al frente del país, para que se organizaran elecciones en el 2014.
Y ayer se crearon condiciones propicias para un intento mostrenco de provocar violencia y desórdenes.
Y eso es de una irresponsabilidad inaudita.
Inaudito que personas como el señor Esquea Guerrero, la señora Ortiz Bosch, el señor Suberví y demás presentes quisieran dar el golpe de mano y provocar una "poblada" para hacer coca.
Es decir, para hacer lo mismo que decían que le estaban haciendo. Como el ladrón que huye y vocea "Un ladrón", "Un ladrón", para despistar.
Si es verdad lo que los señores Medina y Mejía (por cierto, los apellidos de los contendores), denunciaron esta mañana en Hoy Mismo ese partido y esos dirigentes no merecen ni respeto ni apoyo alguno.
Y tampoco esa recua de tígueres, empezando por el señor Hubieres, que lo incitaban a "parar" al país (ya sabemos de la bomba que se le tiró a un autobús que llevaba a humildes obreras a su centro de trabajo, conocemos los "métodos de lucha" del que quería apropiarse por la fuerza de un terreno público, no?), y demás aspirantes a depredar el erario público.
Hubo incluso seudoperiodistas, como el señor Tavera Hernández, que pidieron gente con "co....es y ovarios", pero ¿por qué él no salió a hacer lo que pedía a otros que hicieran? ¿Dónde están los suyos?
Nada, la frustración se debe, claro, a que se les pospuso hasta el 2016 el plan de ir a terminar de desguazar el Estado.
Lo que nos indica que no era una candidatura, era una asociación de malhechores dispuestos a lo que fuera con tal de hacer como Jalisco, que nunca pierde y si pierde, arrebata.

jueves, 17 de mayo de 2012

¿QUÉ ES MÁS INTELIGENTE, BASAR UN NEGOCIO EN PRODUCTOS O EN PROGRAMAS EXCLUSIVOS?


¿Qué es más inteligente, basar un negocio en productos o basar un negocio en programas exclusivos?

Por Aquiles Julián

Todo negocio se basa, en todos los casos, en el intercambio de productos y servicios de un oferente o suplidor por un pago previamente convenido hecho por el recipiente de dichos productos o servicios, al que normalmente llamamos demandante, comprador o cliente.
Muchas personas confunden un negocio con una plataforma de servicio (es decir, local, surtido, equipos, materia prima, maquinarias, almacén, etc.), pero una plataforma de servicio se monta para desarrollar un negocio, pero no es un negocio en sí: negocio significa transacción comercial, no la infraestructura.
Así, sucede que muchas personas, cuando piensan en “tener un negocio propio” o “empezar un negocio”, piensan de inmediato en términos de incurrir en gastos: alquilar un local, equiparlo y amueblarlo, contratar servicios: agua, luz, electricidad, surtirlo, contratar empleados, etc.
Todo eso no sólo obliga a fuertes egresos que comprometen financieramente al emprendedor, también lo encadenan a gastos fijos: local, luz, teléfono, empleados, etc.

La esencia de un negocio

Sin embargo, lo que constituye un negocio no está en todo eso que se ha hecho: hasta ahí no hay transacciones.
Se han creado las posibilidades de brindar un servicio y vender un producto (que no es, en modo alguno, restrictiva, se pueden vender productos y servicios sin necesidad de ser dueño de una plataforma de servicio. Eso es más inteligente), pero eso, poseer la plataforma de servicio, en nada aseguro que se tengan clientes con los cuales hacer transacciones.
Y esa es la causa mayor del por qué quiebran la mayoría de “negocios” que se abren: cuentan con el capital para montar la plataforma de servicio, pero no cuentan con los clientes en cantidad suficiente para cubrir costos y generar beneficio.

En qué consiste un negocio

Un negocio consiste en captar, desarrollar y retener clientes con los que se hacen transacciones. No significa invertir. Tampoco significa tener una plataforma de servicio. Ni endeudarse. Mucho menos cargarse de costos fijos.
De hecho, la buena gerencia consiste en reducir y controlar los costos a la vez que se incrementan los ingresos y utilidades, así que eliminar los costos fijos tiene que estar en la mente de cualquier emprendedor inteligente.
Hay dos maneras de hacer negocios, entonces. Una, montar uno mismo una plataforma de servicio y crear, mantener y desarrollar una clientela, a partir de ella. Dos, capitalizar y aprovechar una plataforma de servicio ajena, con la que nos asociamos o la que rentamos a conveniencia.
Como un negocio no se monta, a diferencia de una plataforma de servicio, sino que se desarrolla, porque consiste en captar, retener y desarrollar clientes, lo que significa que un negocio se basa no en inversiones, sino en relaciones; no en dinero, sino en personas, es inteligente aprovechar la segunda opción: asociarse a una plataforma de negocio ya existente, que emburujarse uno en invertir cuantiosos recursos sin contar posiblemente con la experiencia, el conocimiento y la clientela que den sentido a esa aventura comercial.

La clave es agregar valor

Bien, hemos concluido que, en vez de incurrir en costos fijos montando una plataforma de servicio es más inteligente capitalizar y rentabilizar una plataforma ya existente a la que nos asociamos, que es los que hacen quienes adquieren una franquicia en Bienes Raíces, por ejemplo: capitalizan un nombre comercial que les respalda y legitima frente a sus clientes potenciales, pero todavía no hemos respondido qué es más inteligente, si basar un negocio en productos o basarlo en programas exclusivos.
Y para entender eso tenemos que entender lo que es agregar valor.
El valor es todo aquello a lo que alguien da importancia suficiente como para pagar por ello.
Eso significa que el valor no lo determina el oferente, el vendedor, sino el demandante, el comprador. Es él quien señala qué es importante y deseable, por qué está dispuesto a pagar y por qué no.

En qué consiste agregar valor

Agregar valor es, entonces, añadir prestaciones al producto o servicio que lo hagan más elegible, más deseable, más atractivo, que incrementen preferencia de parte del comprador potencial y lo induzcan a adquirirlo.
Para entender qué prestaciones conviene añadir es importante partir del punto de vista, los intereses, los valores, las expectativas y las aspiraciones del comprador potencial.
Un elemento, una prestación, podría ser deseable para el comprador, pero no lo suficiente como para influir en su decisión o llevarle a pagar más por el bien o servicio. Si está, bien, pero si no está no la extraña. No es un valor.
Otros elementos pueden satisfacer las expectativas, gustos o requerimientos del que lo fabrica o vende, pero ser totalmente indiferentes a los gustos, intereses y preferencias de los compradores.
De hecho, muchos prestadores de servicio, muchos ofertantes, añaden prestaciones porque les agrada a ellos o les hacen sentido a ellos y se sorprenden de que las mismas no provoquen igual reacción de sus compradores potenciales o targets. Cometen un error de proyección, en vez de indagar qué expectativas o reales deseos tienen las personas sobre su producto o servicio.

El error de las guerras de precio

¿Qué pasa si alguien vende el mismo producto: tipo, marca, tamaño, fórmulas,  precio, etc., que el que uno vende? En ese caso hay que desarrollar una estrategia de valor agregado que genere diferenciación y preferencia, incorporándole a la oferta prestaciones exclusivas.
Si no se da esa estrategia, se incurrirá en una “guerra de precio”, degradando el margen comercial, al bajar el precio de venta para lograr el pedido.
El asunto es que eso corrompe y daña al mercado comprador. Lo habitúa a las “ofertas de precio” que rebajan los márgenes y hacen insostenible el mercado para muchos que tienen que salir de él. Es la típica estrategia del dumping comercial.
Erosionar los márgenes en una guerra de precios es una estrategia pierde-pierde, pues, como se ve en el caso de las aerolíneas, terminan por eliminar servicios importantes en aras de mantener las “tarifas más bajas”.
Por ejemplo, ahora hay que pagar por los equipajes, por las libras de las maletas cuando exceden cierta cantidad y otras penalizaciones que significan gastos imprevistos, así que la tal tarifa baja es simplemente un camelo, una falsa ventaja: lo que nos ahorramos en un caso terminamos pagándolo, en ocasiones excesivamente, por otro lado.
¿Cómo escapar a la trampa de la “guerra de precios”?

Mercadear programas de valor agregado

¿Mi recomendación? Diseñar y mercadear programas de valor agregado que den al cliente beneficios y prestaciones superiores, lo suficientemente atractivas como para justificar el monto a pagar.
El valor agregado, además, es importante que se vincule a tus dones, talentos y capacidades, de manera que se haga bien difícil que otra persona pueda suplantarte.
Eso garantiza que el producto sea parte de tu oferta, pero que tu oferta exceda al producto.
Un programa implica una serie de pasos y un proceso. Y se vincula, articula y orienta a llenar una necesidad y una aspiración del cliente target.
Al vender un programa vendemos un expertise, un conocimiento y un asesoría, más que el producto en sí mismo.
Por ejemplo, pongamos el BODY SLIM SYSTEM, el programa para bajar y controlar el peso que mercadeamos en TRIUNFAR. Este programa, que implica un coaching de salud en cambio de hábitos, nutrición, reducción del sedentarismo, cambio de mentalidad, suplementación y medición periódica para verificar su efectividad, entre otras cosas, va más allá de simplemente “venderle” a alguien un “producto”.

El origen de la frustración del comprador

Sin la información adecuada, sin un programa racionalmente diseñado, sin disciplina, sin seguimiento, sin apoyo, es muy probable que el comprador termine frustrado y achaque la falta de resultados al “producto”.
Un producto es parte de un programa, pero ni lo sustituye ni tampoco aporta mucho al margen de él.
¿Qué tan efectivo es tomar un producto para bajar de peso si tenemos hábitos de alimentación o de sedentarismo que nos llevan a aumentar de peso? Terminaremos por acusar al producto de inefectivo o de fraude, porque nada puede funcionar si no se hacen los cambios de patrones de hábito que crean el problema.
Un producto sólo opera si es parte de un programa de hábitos saludables. De otra forma, es una pérdida de dinero y crea la falsa ilusión de que se está haciendo algo, cuando en realidad se sigue haciendo lo mismo.

Las cualidades de un programa

Un programa cuenta con una personalidad propia: su nombre. Sea CARDIOHEALTH o SHE, HE o CASA SANA, TOX-FREE o CERO CÁNCER, OSTEOSALUD o BODY SLIM SYSTEM, estos programas exclusivos, que se enfocan en necesidades puntuales de grupos numerosos de personas, aportan soluciones viables, comprobadas y asequibles a las personas interesadas para el logro de sus metas de salud, energía y bienestar.
Si bien integran productos: suplementación nutricional preventiva, en su composición, van más allá de la simple comercialización de productos. Conllevan coaching y mentoría de salud preventiva, educación, cambios en los patrones de hábito y consumo, variación en el patrón de actividad corporal en algunos casos, cambio en la forma de pensar, metas cuantificables y chequeo periódico de progresión de resultados.
Hay, pues, una diferencia entre un simple vendedor de productos y alguien que comercializa y promueve un programa exclusivo que facilita el logro de resultados.
Y creo que, indudablemente, es mejor ofertar un programa  que vender un producto.
Un programa da exclusividad. Se apoya en valores agregados. Aporta al cliente una serie de prestaciones que la simple venta de un producto no proporciona.
Por igual transmite profesionalidad, expertise, capacidad, valores agregados siempre deseables y por los cuales las personas están dispuestas a pagar. ¿No es eso lo que hace que alguien prefiera a un especialista frente a una persona de conocimientos generales, a alguien con experiencia frente a un novato?

lunes, 14 de mayo de 2012

La catadura moral e intelectual de Piero Gleijeses


La catadura moral e intelectual de Piero Gleijeses

Por Aquiles Julián

                                                   “Ello le confiere a esta obra el sello de la verdad histórica
                                                                          irrefutable, un juicio concluso para sentencia”
                                                                                                              Jorge Risquet Valdés
                                                                                                         Empleado a sueldo  de los Castro


Un libraco insidioso

Uno tiene que internarse, entre asqueado y sintiendo vergüenza ajena, en "la historia oficial", esta vez bajo la pluma de un servil: el italiano Piero Gleijeses, castrófilo que ejerce su pasión desde su cátedra norteamericana.
Miembro de esa variopinta manada de "compañeros de ruta" que repiten las "verdades convenientes" que el castrismo quiere imponernos como única lectura válida de nuestra historia, Gleijeses incurre en más de un desliz imperdonable en nadie que se respete.
Confunde sus prejuicios ideológicos, sus compulsiones y sus repulsiones, con los hechos e inventa, sin aportar nada que lo sustente, intenciones o propósitos de cara a satanizar al grupo de extrujillistas y antitrujillistas que eliminaron al tirano. ¿Y quién es uno de sus informantes y asesores? Adivinen. Sí, ese mismo: Emilio Rodríguez Demorizi.

Tres graves errores

El bodrio que repite las mismas monsergas que se nos quieren imponer como única lectura, único relato válido, como "verdad" oficial, comete tres graves errores: generaliza, distorsiona y elimina información vital.
En todo su relato no se narra la trama de Rodríguez Demorizi y Ramfis Trujillo para traer al PRD al país y construir con él una máquina política representativa, trasvasándole las estructuras del Partido Dominicano, que lidiara y eventualmente se impusiera a la naciente Unión Cívica Nacional.
Es una eliminación que crea una fuerte distorsión. Pero Gleijeses no tiene interés en ser veraz, objetivo o en documentar sus asertos. Él escribe para reforzar un relato a conveniencia que el castrismo nos quiere hacer creer, sobre los acontecimientos dominicanos.
Esa versión amañada y expurgada coincide parcialmente los con intereses de los trujillistas (empeñados en denostar y enlodar las figuras de los ajusticiadores de Trujillo, en lo que coinciden con los castristas), y con sectores izquierdófilos locales, así como sectores encuadrados en el PRD y en el PLD que prefieren que cierta "verdad oficial" siga presentándose como la cuentan y no como en realidad fue.

Un servidor del apparat castrista

Este libraco infame, que ofende y calumnia sin ningún recato, que disimula, miente o evade, merece ser desnudado como lo que es, un esfuerzo más de estafarle a los dominicanos el conocimiento de su historia.
Veremos más adelante por qué es así.
Piero Gleijeses construye una interpretación orwelliana de nuestra historia reciente: acomodaticia, prejuiciada, deformada y falaz. Es la interpretación oficial del Ministerio de la Verdad del castrismo, para estafarnos el conocimiento de los hechos.
El autor, que se humilla a los intereses del apparat cubano al que sirve, es puesto por los cielos por ese mecanismo de manipular la opinión que la tiranía castrista sostiene. Sólo hay que leer los epítetos: “respetado historiador”, “prestigioso investigador”, “destacado politólogo” y otros ditirambos, que no responden a sus méritos académicos sino a su subordinación a la política castrista.

Intervenciones “buenas” e intervenciones “malas

Pese a vivir y gozar de los beneficios de lo que él mismo llama “el águila negra del imperialismo” norteamericano, como profesor de la Universidad John Hopkins, EE.UU., Gleijeses allá se dedica a exaltar y bruñir las intervenciones cubanas en Africa, “misiones internacionalistas”, y a defender a la red de espías castristas que purgan sus penas en cárceles norteamericanas, de los que no vacila en afirmar: “El caso de los Cinco es una barbaridad, una salvajada. No hay que dudar que estos hombres fueron víctimas de un juicio totalmente amañado, que no se corresponde con la verdad. El mundo tiene que denunciarlo.”
Por igual, escribe y habla para difundir la versión castrista de todo: es una bocina del castrismo, sin recato alguno.
Desde sus agradecimientos, Pág. IX de la edición dominicana de su libraco, emerge la realidad de su venalidad intelectual.

Lacayo entre lacayos

Para entender esa venalidad hay que partir del hecho de que en la Cuba castrista todos los funcionarios son empleados a sueldo del castrismo y para preservar sus magros privilegios tienen que tocar la música que sus amos, los Castro, les dicten.
No hay maneras de tener independencia o libertad de opinión, punto de vista, idoneidad, respeto propio o criterio. Usted sólo existe como lacayo.
Aquí, que vivimos el trujillato, sabemos de eso.
Y sólo quienes asumen con valor espartano y casi suicida la discrepancia crítica frente al régimen totalitario, pueden tener una opinión propia, entereza intelectual, puntos de vista personales.
Esos, sabemos, son los mínimos, las raras excepciones, porque el ciudadano se enfrenta al estado totalitario que determina dónde vives, en qué trabajas, qué servicios recibes, a qué tienes derecho y son dueños de vidas y haciendas.
Así que cuando Gleijeses habla de su amiga, “la destacada académica cubana” fulana de tal, entiéndase que habla de una empleada de los Castro, incapaz de apartarse un milímetro de lo que sus amos le ordenan. Y si lo hace, ¿lo mantendría Gleijeses en silencio o ganaría méritos informándolo? Él, que es parte de una campaña para liberar a espías a los que él considera “héroes”, con su comportamiento nos responde.

La Matraca Canalla

Aquí, Gleijeses se codea con esa variopinta amalgama de “compañeros de ruta” del castrismo, que padecen el síndrome del tonto útil y se prestan a la gran estafa en perjuicio de los dominicanos.
Son muchos y de distintos litorales.
Imagínense, Gleijeses critica las intervenciones norteamericanas en República Dominicana, siempre criticables, por cierto, como acciones en que nos desgarra “el águila negra del imperio”, pero a la vez se derrite en elogios a la intervención militar cubana en África, a la que no vacila en llamar “bellísima epopeya”.
El autor no tiene recato en verse a sí mismo como alguien desafiado “a ser implacable en la búsqueda de la verdad”, cuando si en algo es implacable es en la búsqueda de la aquiescencia y el aplauso del castrismo, régimen al que sirve y con el que se identifica. Él mismo lo confiesa cuando dice que la Cuba castrista se ha vuelto su propio país, a lo largo de tantos años.
Para su desgracia, dejará de serlo más pronto de lo que se imagina, así que goce todo lo que pueda ahora.

Detractar a los héroes

La versión castrista de nuestra historia que Gleijeses pergeña es una interpretación amañada y maliciosa para enlodar la gesta heroica del 30 de mayo y a quienes acometieron el acto justiciero de eliminar a Trujillo, satanizándolos.
¿Por qué? Porque ellos no eran proclives ni sentían simpatía con Fidel Castro y su régimen. De ahí que reconocerlos va en contra de los intereses de los Castro.
Y a esa iniquidad se presta el autor de esa crónica maligna. A verter veneno sin poder soportar documentalmente sus juicios.
Así, no teme asegurar, sin ninguna prueba que respalde sus afirmaciones, que a los conjurados del 30 de mayo: “Los aguijoneaba también la ambición por el poder y las riquezas que podrían alcanzar en calidad de héroes vencedores de la dictadura. No tenían ningún deseo de reformas sociales, ni interés alguno en la democracia política”, Pág. 61
Ah, porque, entendámonos, la “democracia política” y las “reformas sociales” de las que Gleijeses habla son el castrismo. No hay otras posibles para él.

La catadura moral e intelectual de Gleijeses

Así, Gleijeses no teme declarar que los Castro no fueron títeres ni peleles del imperialismo soviético, y es tan persuasivo en ello que, según aparece en una crónica del portal castrista Tiempo de Cuba,  el periodista Roger Fontaine, del Washington Times, declaró en el 2002, tras leer un libro de dicho escribano,  que Gleijeses “me convenció de que Cuba… actuó por su propia voluntad en apoyar a los ‘revolucionarios’ en el este del Congo y Angola… No eran meros subrogados soviéticos ni marionetas…” Anjá, unjú!
Este personaje, parte del aparato de desinformación, calumnia, manipulación y construcción de opinión pública del castrismo, al que sirve y del que se nutre, coincide en sus propósitos de estafarnos el real conocimiento de nuestra historia con el trujillismo y una gruesa masa de compañeros de ruta del castrismo a nivel local, así como de constructores de opinión pública adscritos formal o informalmente a los principales partidos políticos dominicanos, todos interesados en que ciertos mitos y falsedades se mantengan vigentes como verdad.
Tan es así, que Gleijeses avala y da como “valiosa información” las actas de los interrogatorios bajo tortura de los conjurados, actas preparadas a conveniencia por sus captores para enlodar a los participantes y justificar un juicio condenatorio, (véase la nota en la Pág. 61).
Esta es la catadura moral e intelectual del señor Gleijeses, foquista de rascacielos y castrista de cornflakes, que desde los Estados Unidos vomita contra el país en que radica (porque eso sí, ni loco se muda para Cuba) y se presta a una labor deshonesta en perjuicio del pueblo dominicano.
Seguiremos sobre el libraco.

martes, 1 de mayo de 2012

ANTECEDENTES DE LA POESÍA CENTROAMERICANA DEL SIGLO XX Y EL XXI


Antecedentes de la poesía centroamericana del siglo XX y el XXI

Por Aquiles Julián

A finales del siglo XIX la renovación mayor de la poesía escrita en español provino de un poeta centroamericano: el nicaragüense Rubén Darío, que ventiló las anquilosadas maneras del parnasianismo decimonónico, aquellas versificaciones soporíferas, e introdujo la musicalidad, el donaire, la gracia, la invención, el spleen  y el espíritu franceses en los adormecidos territorios de la poesía escrita en castellano.
El modernismo fue la clarinada que despertó de nuevo el espíritu de experimentación, de juego verbal, de creatividad, y descerrajó los goznes enmohecidos que aprisionaban la creatividad verbal.
Así, debemos a Centroamérica la renovación de la poesía en castellano. Sin Rubén Darío fuera impensable la poesía escrita en español en el siglo XX y en el siglo XXI. Fue el libertador.
Todo rompimiento termina esclerosándose, creando un decir que es mimado y estatuido como la nueva normativa. Así sucedió con el modernismo.
Lo que inicialmente fue fresco aliento de renovación del idioma, las formas y la poesía, se convirtió en caricatura, en modo de escribir, y el arte dio paso a la artesanía, a la mímesis en vez de a la poiesis.
En la segunda década del siglo XX el modernismo había agotado sus cartuchos y ya lo que quedaba eran fuegos de artificio, pura pirueta verbal, cisnes decrépitos en jardines orientales desvencijados.
Entonces, la conflagración en Europa hizo estallar la autopercepción complaciente de la sociedad occidental, que descubrió horrorizada a qué niveles de demencia podía llegar.
Eso originó en la poesía, la literatura en general y en las artes un movimiento rebelde de negación de los valores tradicionales, de las formas y maneras de una sociedad que había demostrado los niveles de irracionalidad y bestialidad a los que era capaz de llegar,  con una matanza nunca vista.
Así surgieron el dadaísmo, el futurismo, el expresionismo, el cubismo y otras formas  de escandalizar y desmontar las maneras expresivas de la sociedad decimonónica, buscaban producir en las artes la misma conflagración que las bombas provocaron en la sociedad.
Y de este lado surgieron el ultraísmo, en Argentina, y el creacionismo, en Chile.
Fue la negación de la imaginería modernista.
Posterior a la experiencia terrible de la Gran Guerra, surge el surrealismo, por un lado, y la poesía política por el otro.
La sociedad europea se radicaliza y los extremismos, tanto el fascista como el comunista/estalinista dominan la escena política y arrinconan a los partidos moderados, imponiendo una dinámica que provocó, en la poesía y en la literatura, un movimiento en dos direcciones antagónicas:

1.       Una poesía que excluía la política y el tema social, centrándose en movimientos como la poesía pura, neogongorina, neosimbolista, surrealista
2.      Una poesía de fuerte adscripción política, vinculada a los dos extremismos en pugna: el fascismo o el comunismo, la poesía comprometida.

Y es partiendo de la realidad de las vanguardias de los años 20 y 30 que podemos abordar la poesía centroamericana no sólo del siglo XX , sino de los comienzos del siglo XXI.
El itsmo centroamericano, esa delgada franja de tierra que une al subcontinente norteamericano, vía México, con Estados Unidos y Canadá, y con el subcontinente sudamericano, a través de Colombia, tiene, pese a su pobreza y atraso socioeconómico, a la violencia de su historia, sobre todo en la segunda mitad del siglo XX con tempestuosas guerras civiles, dictaduras feroces, ensayos populistas, intervenciones militares encubiertas o desembozadas, una historia poética que destaca y brilla.
Veámoslo por países.


PANAMÁ

El renovador y la figura mayor de la poesía panameña en el siglo XX lo fue Rogelio Sinán.
Frecuentó en los años 20 a los surrealistas en París y llevó a Panamá los recursos de la nueva escuela. A través de la revista Antena toda una generación de poetas jóvenes marcan distancia de la retórica modernista y exploran las distintas corrientes que se imponían por entonces en las letras. Sinán publica en 1929 “Onda” que es el primer libro vanguardista y renovador en la poesía panameña del siglo XX, fuertemente influido por entonces por la poesía pura, una de las corrientes que primó por entonces.

“Traje a ti
mi soledad
para que
le dieras alma.
Pero la dejaste sola
en el camino,
¡qué sola
dejaste mi soledad!...
(¡Pensar que la traje a ti
para que le dieras alma!)”
(Soledad, Rogelio Sinán)

Autores como Ricardo J. Bermúdez, Demetrio Herrera Sevillano, Antonio Isaza fijaron las pautas expresivas por las que posteriormente emergieron poetas como  Esther María Ossess, Tristán Solarte, José Guillermo Ross-Zanet y otros.
Tras ellos, llegarían voces que renovarían e insuflarían nuevos bríos a la poesía panameña, como Bertalicia Peralta, Giovanna Benedetti, Enrique Jaramillo Levi, Héctor Collado, Eric Arce, entre otros.

“Recuperar la voz.
Y desde su eco desplegar
una y otra vez
mi verdad
que tal vez alguien comparta.
Salvarla, en fin, del naufragio
de los atardeceres de la memoria,
de la anquilosada fiebre
de los cuerpor amándose en el espejo,
de la neblina necia
de mis muchas fugas y engranajes,
de la siempre triste noche de mis extravíos
con sus siluetas y clamores
que al madurar
caen rotundas de las ramas
de mis sueños
sin que apenas se note.”
(Recuperar la voz, Enrique Jaramillo Levi)


COSTA RICA

Los traumas políticos  y el enfrentamiento que durante la mayor parte del siglo XX sostuvieron las corrientes políticas totalitarias: el fascismo y el comunismo, con las que propugnan por una sociedad abierta, han sido los que mayormente han permitido proyectar, beneficiándose de esos sucesos, la literatura y la poesía de una nación.
Tal vez precisamente por eso es que un país excepcional como Costa Rica, que gracias a la revolución reformista de José Figueres, en 1948,  eliminó el ejército, fuente continua de golpes de estado y dispendio, y afianzó el modelo democrático , constituyendo  un oasis de libertad en medio de las turbulencias políticas de la región: tiranías, gobiernos de fuerza, populismo, guerras civiles, terrorismo, etc., no ha tenido tanta proyección en su poesía.
La poesía costarricense, lejos de los cataclismos políticos que han sumergido a los demás países de la región en masacres despiadadas, tiranías atrabiliarias, pasión totalitaria, terrorismo de Estado y terrorismo subversivo, ha discurrido por otros canales, si bien menos glamorosos y estridentes, no menos valiosos y significativos en tanto poesía.
Así, un autor como Isaac Felipe Azofeifa fue uno de los que inicialmente acogió la vanguardia y la renovación de las letras costarricenses, al igual que la poeta Eunice Odio y Francisco Amighetti, entre otros, que se congregaron alrededor de la revista Repertorio Americano, que dirigía Joaquín García Monge:

“Oh, tempestad de formas!
Que la estéril rutina no me encadene a su vil gramática,
a su camino donde las estatuas ya son blancas vacas muertas,
y los paseantes se saludan -qué tal, qué tal-, mientras adulan
el pasado, y escupen juicios hacia el presente sin futuro,
hasta que el día es una alberca de peces muertos y agua inmóvil.

Dame la llama interior, dame la rebelión, dame lo real,
dame la puerta abierta hacia los otros,
dame aceptar activamente,
libremente vivir aún lo que es necesario.
Oh, aventura!”
(Oh,  tempestad de formas, Isaac Felipe Azofeifa)

Tras ella, vino la Generación del 40 con nombres como Joaquín Gutiérrez, León Pacheco y Julián Marchena.
Y ya para 1960, en que empieza el proceso de urbanización creciente y desplazamiento del peso productivo progresivamente del campo a las ciudades, emergen autores que expresan la vida urbana como tema, más que la propiamente rural.
De esa generación son los poetas del Círculo de Poetas Turrialbeños, que luego cambió su nombre a Círculo de Poetas Costarricenses, y que en 1977 lanzaron su Manifiesto Trascendentalista, que promueve alejar la poesía del tono social que se propiciaba por entonces.
De la generación urbana de los 60 hasta los 80 son poetas como Alfonso Chase, Jorge Debravo, Carmen Naranjo, Laureano Albán y otros.
A partir de los años ochenta se produce un alejamiento del realismo formal hacia maneras de exploración verbal más atrevidas.
De ellos sobresale Ana Istarú, poeta de tono erótico y desenfadado:

Ábrete sexo
como una flor que accede,
descorre las aldabas de tu ermita,
deja escapar
al nadador transido,
desiste, no retengas
sus frágiles cabriolas,
ábrete con arrojo,
como un balcón que emerge
y ostenta sobre el aire sus geranios.”
(Ábrete sexo, Ana Istarú)

La poesía costarricense actual tiene como autores en plena producción a poetas como Luis Chaves, Camilo Retana, Paula Piedra y Alfredo Trejos, entre otros, dados a una poesía de tinte oral e irónico, influidos por la antipoesía de Nicanor Parra.


NICARAGUA

La poesía nicaragüense es, por mucho, la más conocida de la región. Y la que más nombres con proyección internacional ha aportado.
También, caso extraño, una poesía que en sus orígenes se vinculó fuertemente al fascismo y al extremismo político de derechas.
Y que tuvo, por igual, mayor influencia de la poesía norteamericana que de la española o la francesa.
Siendo la patria de Rubén Darío, la renovación llegó de manos del poeta José Coronel Urtecho, quien El 29 de mayo de 1927, “El Diario Nicaragüense”, de Granada, publicó la hoy famosa “Oda a Rubén Darío”, poema escrito por éste un año antes, en 1926, en San Francisco, California, al calor del encuentro de Coronel Urtecho con la new american poetry.
Tenía como antecedente de relevancia al poeta Salomón de la Selva, el primero que rompió en las letras nicaragüenses con la tradición modernista.

“En fin, Rubén,
paisano inevitable,
te saludo
con mi bombín,
que se comieron los ratones en
mil novecientos veinte y cinco.
 Amén”
(Oda a Rubén Darío, José Coronel Urtecho)

Era una reacción, empleado en humor, la parodia, la irreverencia, la vocación de escándalo, mismas armas que en su momento esgrimió el mismo Darío, para subvertir un hacer esclerosado. Darío mismo llegó a expresar: “El clisé verbal es dañoso porque encierra en sí el clisé mental, y, juntos, perpetúan la anquilosis, la inmovilidad”.
En 1931, un grupo de poetas, encabezados por Coronel Urtecho, forman lo que llamaron la Anti-Academia de la Lengua, que integraban José Coronel Urtecho, Luis Alberto Cabrales, Cristino Paguaga Núñez, Manolo Cuadra, Octavio Rocha, Pablo Antonio Cuadra, José Román, Joaquín Pasos y otros. De ahí derivó luego el grupo Vanguardia.
La poesía nicaragüense es influida por la reacción nacionalista frente a la intervención norteamericana, la guerra de Sandino en Las Segovias, la influencia, simultánea, de la vanguardia norteamericana y de un extremismo en particular: el fascismo y en falangismo español.
Los poetas nicaragüenses, en reacción contra los norteamericanos, afirman su origen hispano y en julio de 1934, los poetas granadinos junto a otros intelectuales jóvenes crearan los “camisas azules”, versión local de los “camisas negras” fascistas italianos.
Y buscarán localmente su hombre fuerte, su Mussolini local. Asesinado Sandino, se vuelcan en apoyo a Somoza. Y en la guerra civil española, tomaron partido por Franco y sus huestes sublevadas.
Luego, los poetas se distanciaron de su frankenstein: En uno de sus “Epigramas ”, el VIII, Pablo Antonio Cuadra escribió:

Tanta vileza preñó la ciudad
Ciro: esta ciudad está preñada y temo
que alumbre un nuevo tirano
Será el hijo bastardo de todos.
(Epigramas, Pablo Antonio Cuadra)

Un epígono de ese grupo de poetas granadinos lo será Ernesto Cardenal, bajo una fuerte influencia del norteamericano Ezra Pound. Cardenal, vinculado a la convulsa política nicaragüense, es hoy por hoy, el mayor poeta vivo de toda Centroamérica y el de mayor proyección internacional.
A partir de la caída de Somoza, Nicaragua, tierra de poetas, ha visto multiplicar sus autores, en una poesía conversacional, lúdica, o erótica o existencial, que explora las distintas corrientes de la poesía contemporánea, con figuras como Gioconda Belli y Eric Blandon, entre otros.

“Uno no escoge el país donde nace;
pero ama el país donde ha nacido.

Uno no escoge el tiempo para venir al mundo;
pero debe dejar huella de su tiempo.

Nadie puede evadir su responsabilidad.

Nadie puede taparse los ojos, los oídos,
enmudecer y cortarse las manos.

Todos tenemos un deber de amor que cumplir,
una historia que nacer
una meta que alcanzar.

No escogimos el momento para venir al mundo:
Ahora podemos hacer el mundo
en que nacerá y crecerá
la semilla que trajimos con nosotros.”
(Uno no escoge, Gioconda Belli)
.


HONDURAS

Honduras fue, más que todas, la nación que mereció el sobrenombre humillante de república bananera. Eran los feudos de la Mamita Yunai, la United Fruit Company, que ponía y quitaba gobiernos. A aquellos prepotentes abusadores cuyas tropelías y explotación despiadada son escandalosas,  hoy los sustituyen los barones de la droga, que ensangrientan Centroamérica, y las feroces maras que expresan la violencia social de los marginados. Y siempre los generales de horca y cuchillo y las oligarquías locales.
La poesía hondureña tiene en el siglo XX dos grandes nombres: Oscar Acosta y Roberto Sosa, que trascienden sus fronteras.
La renovación poética en Honduras comenzó tardíamente, con los miembros de la llamada generación del 50. Oscar Acosta y Pompeyo del Valle, dos de sus integrantes, fueron atraídos por la poesía política cuya mayor figura lo era Pablo Neruda. Otros, como David Moya Pozas tomaron como modelo a García Lorca. Y también destaca Clementina Suárez.
Así, Oscar Acosta escribe:
“Mi patria es altísima.
  No puedo escribir una letra sin oír
el viento que viene de su nombre.
  Su forma irregular la hace más bella
porque dan deseos de formarla, de hacerla
  como a un niño a quien se enseña a hablar,
a decir palabras tiernas y verdaderas,
a quien se le muestran los peligros del mundo.”
(El nombre de la patria, Oscar Acosta)

Otra voz mayor de la poesía hondureña, Roberto Sosa, ganó en 1968 el prestigioso premio Adonais, de España, con su poemario Los Pobres, y luego, en 1971, el Casa de las Américas, de Cuba, con su libro Un mundo para todos dividido, brillante poemario, del que escogemos, como muestra, su poema Dibujo a pulso:

“A como dé lugar pudren al hombre en vida,
le dibujan a pulso
las amplias palideces de los asesinados
y lo encierran en el infinito.
Por eso
he decidido —dulcemente—
—mortalmente—
Construir
con todas mis canciones
un puente interminable hacia la dignidad, para que pasen
,uno por uno,
los hombres humillados de la Tierra.”
(Dibujo a pulso, Roberto Sosa)

Junto a ellos, poetas como Rigoberto Paredes, José Adán Castelar y José Luis Quezada son los que marcan la renovación formal de la poesía hondureña en el siglo XX.
De los poetas actuales destacan Samuel Trigueros,  Waldina Medina, José González, José Antonio Funes, Marco Antonio Madrid, Giovanni Rodríguez, Rolando Kattan, Salvador Madrid y Gustavo Campos. Rubén Izaguirre,  Rebeca Becerra y César Indiano. Por igual Amanda Castro y José González.
La influencia de las corrientes actuales, signadas algunas por el tono existencial o por el conversacional, más que nada, señala a esta poesía. Cerremos acá con un fragmento de José Antonio Funes:

“Yo también soy Nadie, hermano Ulises.
Cada día, o más bien cada noche,
el Cíclope me interroga, y yo contesto: Soy Nadie.
Nadie por mi color, por ser portador de indocumentados sueños.”
(Habla el inmigrante, José Antonio Funes)



EL SALVADOR

País desgarrado por dictaduras sanguinarias, extremismos, terrorismo de izquierda y de derecha, violencia política y radicalismos, El Salvador también posee una poesía que tiene, como signo trágico, la muerte a manos de sus propios conmilitones de su poeta de mayor proyección internacional: Roque Dalton.
En los años ´30 se populariza en El Salvador la teosofía y alrededor de esta corriente místico-religiosa se agrupa una gran cantidad de escritores, entre ellas su narrador de mayor relevancia: Salarrúe, así como la poeta Claudia Lars.
En la década del ´40 surge un grupo más definido desde el punto de vista de la ruptura vanguardista. Así están Pedro Geoffroy Rivas, cuya poesía está marcada por las corrientes de vanguardia; Hugo Lindo, voz influida por la poesía pura y la sobriedad verbal; Oswaldo Escobar Velado y Ricardo Trigueros de León.

“Teníamos que decirnos muchas cosas
y no hallábamos cómo.
Era mejor así. Corría el tiempo
y envejeciamos con él.
Y eso era hermoso.
Porque pensando apenas, o sintiendo y pensando,
o nada más sintiendo,
adivinábamos
lo que es el zumo de este testimonio:
teníamos que decirnos muchas cosas,
pero ¿cuáles?
¿Y cómo?”
(Fácil palabra, Hugo Lindo)

En los años ´50, bajo la influencia del existencialismo, sale a la luz el grupo “Octubre”, con autores como Waldo Chávez Velasco, su esposa Irma Lanza, Mauricio de la Selva y otros. En 1956 surge el Círculo Literario Universitario, del que salen Roque Dalton, Roberto Armijo y Manlio Argueta.

“País mío no existes
sólo eres una mala silueta mía
una palabra que le creí al enemigo

antes creía que solamente eras muy chico
que no alcanzabas a tener de una vez
Norte y Sur
pero ahora sé que no existes
y que además parece que nadie te necesita
no se oye hablar a ninguna madre de tí

Ello me alegra
porque prueba que me inventé un país
aunque me deba entonces a los manicomios

soy pues un diocesillo a tu costa

(Quiero decir: por expatriado yo
tú eres ex patria)”
(El gran despecho, Roque Dalton)

En los años ´70 aparece “Piedra y Siglo” que reúne a escritores como Ricardo Castrorrivas, José María Cuellar, Uriel Valencia y otros, al igual que otros grupos como La Cebolla Púrpura.
Tras la feroz guerra civil salvadoreña, que se llevó entre sus víctimas a Roque Dalton, asesinado por sus propios cofrades, surgen nuevas voces, una de ellas, la de Otoniel Guevara:

Amonestan al hombre 
que en harapos 
busca a Dios en un bote de basura 
¿Qué si en ningún corazón tuvo tal suerte? 
¿Qué 
si a los niños vio muertos en la calle? 
¿Acaso usted, lector, puede ayudarle? 
¿Acaso usted ha secuestrado a Dios 
y por eso este hombre 
ya no puede salvarse?”
(Responda)


GUATEMALA
Dos autores introducen las nuevas corrientes que rompen con el modernismo en Guatemala: uno, el único premio Nobel de Centroamérica: el poeta y narrador Miguel Ángel Asturias. El otro, Luis Cardoza y Aragón.
Ambos, fuertemente influidos por el surrealismo, del que bebieron directamente en París, de manos de sus creadores.

Yo canto porque no puedo eludir la muerte,
porque le tengo miedo, porque el dolor me mata.
La quiero ya como se quiere el amor mismo.
Su terror necesito, su hueso mondo y su misterio.”
(Poema, Luis Cardoza y Aragón)

El rompimiento arranca en los años ´30 con el movimiento de los tepeus, un vocablo maya-quiché, que significa formador, creador. Y es que el vanguardismo en Guatemala fue voltear la mirada hacia su realidad, esa inmensa comunidad maya sometida que era la indudable mayoría del país y a la que el europeísmo negaba y buscaba ocultar.
La obtusa vida política, de tiranía en tiranía, lleva a vincular el hacer literario con la denuncia, la rebeldía y la oposición. Durante la tiranía de Ubico, los poetas se nuclean alrededor de la revista Acento, dirigida por Otto-Raúl González. Y este grupo trabaja más una poesía de tono social y político.
La revolución de octubre de 1944 inicia una escasa década democrática que permite florecer las artes. La intervención auspiciada por la CIA en 1954, en aquella rebelión militar de Castillo Armas (que Trujillo, por cierto, respaldó), provoca el exilio de los escritores guatemaltecos de mayor renombre, como Miguel Ángel Asturias, Luis Cardoza y Aragón, Mario Monforte Toledo, Raúl Leiva, Carlos Illescas y Otto-Raúl González, entre otros.
En Guatemala, escritores como Francisco Méndez y César Brañas quedan brindando estímulo y guía a las jóvenes generaciones que emergen, en tiempos difíciles.
En 1962, bajo el estímulo del modelo castrista, surge una guerrilla que sumerge a Guatemala en una espiral mayor de violencia, que se expresó en masacres y abusos crueles contra la mayoría maya.
En ese contexto, surge en 1968 Nuevo Signo, que agrupa a creadores como Delia Quiñónez, Julio Fausto Aguilera, José Luis Villatoro, Roberto Obregón, Luis Alfredo Arango y Francisco Morales Santos.
La convulsión política llevó a muchos escritores y poetas a la militancia. Y de allí a la rebelión armada. Así murieron, desaparecidos o caídos, poetas como Roberto Obregón, Otto-René Castillo, Luis de Lión y otros.
Autores talentosos como Manuel José Arce murieron en el exilio. Otros escogieron vivir extrañados como Luis Eduardo Rivera.
Surgen, forjando una obra ajena a grupos, poetas como Ana María Rodas, Enrique Noriega y Luis Eduardo Rivera, que hicieron sus primeras armas en la revista Alero, publicada por la universidad San Carlos, de Guatemala.
Independiente también es Rafael Gutiérrez, voz lírica relevante de la poesía guatemalteca actual:

“No hay remedio, compañera.
En este país
Hasta las hormigas confabulan contra la alegría.
Roguemos que mañana
lluevan sobre nosotros
bestias de amnesia
para quedar, ahora sí, soterrados todos
bajo
          un
                alud
                        de
                                        bruma
De la que nunca, oh efímeros, debimos haber salido.”
(Roguemos que mañana, Rafael Gutiérrez)




BELICE

Durante muchos años colonia británica, envuelta en conflictos territoriales con Guatemala, Belice es la única nación centroamericana de habla inglesa.
Poblada por inmigrantes hindúes, negros y de otros países centroamericanos, Belice es la nación más joven del Itsmo.
En la poesía de Belice sobresalen nombres como el de Leroy Young, autor que se inscribe en una corriente contestataria y rebelde y reproduce el ritmo sincopado de la cultura hip hop:

“Este hombre enfermo

y tembloroso

Debemos ejecutarlo pronto
Asesino en serie

Queremos tu cabeza en una bandeja
Asesino en serie

Es por ti por quien voy.”
(Asesino en serie, Leroy Young)

 y Osmer E. Balam, de mayor fuerza expresiva e inquietudes más amplias:

“Sólo toma mi mano;
La bulliciosa ciudad de América ante nosotros poco a poco se convertirá en un cementerio de la posguerra;
Escuchar la sinfonía de mis miserias desconocidas ya que se ejecuta como una descarga eléctrica
Y empieza a sonar en su alma
Cada minuto, cada vez más fuerte.
No hay dos cuerpos, sino un mirar hacia atrás en mi oscuridad para siempre.”
(Otoño, Osmer E. Balam).



Ahí concluye el recorrido. Faltan nombres, muchos. Una ausencia debidas a la ignorancia, al descuido y a la premura, tanto como a la limitación de tiempo y espacio.
Sirva esta como reto, desafío, ánimo a emprender la tarea de llenar lagunas, aclarar, completar cuando no enderezar.
Y de mí, su autor,  tengan algo de misericordia.