sábado, 30 de octubre de 2010

Intercambio en Facebook, a propósito del artículo Cuatro hechos que inculpan a Angelita Trujillo y un comentario en Al Momento.Net



Aquiles Julián

Por el estilo, me parece que escriben en Al Momento.Net las mismas personas con distintos NICs. Es interesante verles intentar justificar, defender u ofender, pues en todo muestran harta incapacidad. Y sus exaltaciones del tirano, incluso cuando se dicen víctimas de la Era y otras maniobras para buscar credibilidad, no pueden ser más infantiles. Es valioso porque se descubren. Y se delatan. Voy a copiarlos. Son un excelente ejemplo del grado de indignidad, bajeza y miseria moral e intelectual de los Trujillo.

Pilar Awad Así es Sr. Aquiles, y también inventan, calumnian! Y la venda transparente de Raifi Genao decidí ni leerla más, es impresionante la falsedad de los comentarios, todo es inventado por ellos mismos!

Aquiles Julián

Hay que blindarse la sensibilidad para exponerse a la capacidad de calumniar, distorsionar, mentir y ofender y no dejar que ello nos altere, nos desequilibre y nos afecte. Los viles cuentan con que quienes les antagonizan, por indignación, por sus valores y sus principios, se nieguen al debate. Así ellos impondrán sus puntos de vista. Esa es la estrategia. Denostar, injuriar, mentir, empuercar para quedarse como los únicos que hablan y opinan. Y enredar a los incautos (de los que hay más de la cantidad que uno imagina). Llevo algunas guerritas (contra el totalitarismo, contra la tiranía de cualquier jaez, contra el extremismo, contra el trujillismo) y leo con pena la pobreza intelectual, la inmoralidad, la cultura de la difamación, la acusación gratuita y la falacia que intenta desmontar una idea descalificando al que la expone, alrededor de la cual se mueve una cohorte de mequetrefes a los que suelo llamar La Matraca Canalla. Y me río cuando me elogian si lo que digo coincide con lo que piensan y luego desbarran contra mí cuando lo que digo se aparta de lo que creen. Y es que piensan que lo que ellos creen es la verdad. Yo apenas logro establecer hipótesis provisionales, pues ¿quién conocerá la verdad? Ese es el territorio de Dios

Denny Sangiovanni Lo que se ratifica con esa experiencia histórica, es que nadie tiene garantías en ese tipo de régimen. Y que tarde o temprano, los beneficiados dentro de cualquier tiranía y muchas veces saben o son partícipes de hechos criminales, también salen perjudicados. Por lo que son experiencias históricas que no se debieran repetirse.

Aquiles Julián

Denny, yo pienso que alguien pagó con su vida y el perjuicio para su familia para que tú y yo pudiésemos hablar, viajar, elegir, disentir, criticar. Fue un precio alto. Contra los que expusieron y sacrificaron vidas, familias, parientes, con tal de sacarnos de encima al tirano se montan todo tipo de patrañas. ¿Eran trujillistas? ¡Cómo prácticamente todos los que vivíamos en RD para la época! Pudieron proseguir disfrutando canonjías y privilegios. No eran los que peor estaban. Podían seguir prosternándose y gozando de las migajas del tirano. Ellos, por el contrario, apostaron por la libertad. No eran seres perfectos, angélicos e impolutos. Eran dominicanos. Pero se arriesgaron. Se atrevieron. Se la jugaron. Y fueron torturados, victimados, incluyendo a parientes que no tuvieron nada que ver con la trama. Sus familias tuvieron que levantarse sin el padre, salir a camino sin padres, hermanos y tíos. Y toma en cuenta que los gobiernos del PRD, el PRSC y el mismo PLD han sido más permisivos y complacientes con los trujillistas que con quienes les adversaron, pues todos deben más a los Trujillo que a quienes complotaron para matar a Trujillo. Así que no es verdad que han disfrutado las mieles del poder. Soy compasivo y misericordioso con sus debilidades, porque ellos pagaron el precio para que tú y yo podamos pensar como nos da la gana, intercambiar libremente nuestros puntos de vista y, pese a todas sus insuficiencias, limitaciones, distorsiones y carencias, haber crecido en un régimen de democracia, tal vez más formal que real, sí, pero donde pudimos escapar a aquella tiranía totalitaria y criminal que marcó a nuestros padres.

Luchy Placencia "Ni me gusta que hable quien no puede hablar, no importa su ideal", J.M. Serrat. Lo que más me molesta es cómo los medios de comunicación locales le dan cabida a tanta escoria, a tanta basura, a tantas familias manchadas con sangre inocente

Aquiles Julián

Es que hay un concepto de noticia más parecido a "escándalo" que a información; un concepto de relativismo moral que coloca en un mismo plano al asesino y a su víctima; un concepto de "imparcialidad" que enmascara una real irresponsabilidad; una actitud de no implicarse, de estar bien con Dios y con el diablo; de inmoralidad. ¿Quiénes hablan por los Trujillo? Enmascarados en NIC están antiguos torturadores y asesinos, esbirros y sicarios que añoran las viejas tropelías, las orgías de martirio y muerte en La 40 y El 9, ancianos cortesanos habituados a arrastrarse con el tirano que siguieron haciéndolo con sus hijos. Y los descendientes de Angelita, convencidos de que pueden volver a "heredar el reino" y dar continuidad a la tiranía. Lo triste es que la pachanga nos distraiga de temas estratégicos. Ramfis Domínguez Trujillo se siente príncipe heredero, aspira al trono. Y no dudemos que cuente incluso con generales y políticos que le hagan coro. Hubo un general que fue a la puesta en circulación del libro de Angelita a Miami. Y hubo un diputado que quiso construirle un museo a Trujillo. Y los tiene, sólo que no la Casa de Caoba donde tantar vírgenes perdieron su honra. Son El 9, La 40, la cárcel de Nigua y los paredones de San Isidro. ¡Claro que tiene sus museos! Hay quienes piensan que no se les debe prestar atención a estos aprestos y, me pregunto, ¿incluso cuando tienen legisladores electos que no se arredran a proponer leyes inicuas? El príncipe heredero se pasea orondo por las calles, toca puertas y concierta viejas lealtades. Y cuenta con cómplices en el PLD, en el PRD y el PRSC. Y mientras tanto, nos entretienen con toda la bachata de mal gusto que es la politiquería dominicana.

Luchy Placencia Y parece que a algunas de las familias dueñas del país, reales titiriteras, no les desagrada el ideal neotrujillista...

Un comentario en Al Momento.Net

Aquiles Julián
Aprender a pensar es algo que les falta a algunos opinantes que no pasan de dos o tres que cambian de NIC para dar la impresión de ser más. Para empezar, mienten. "Que cuando Trujillo se dormía con la puerta abierta" ¿Y las cárceles, no existían? ¿No había ladrones? Ese cuento de patio, centrado en aquella expresión que ya aparece en Coplas por la muerte de mi padre, de que "todo tiempo pasado fue mejor" es un soberano disparate. Si existía policía, tribunales, cárceles (y la de Nigua era particularmente famosa), todo eso desmiente a los cantores de la Era. Lo otro es que si los gobernantes de ahora son corruptos. Puede ser, pero no como lo fue Trujillo. Las inconductas de hoy no justifican ni disminuyen las inconductas pasadas. Ahora bien, por más deformada, insuficiente, limitada y distorsionada que sea nuestra democracia, más formal que real en muchos aspectos, con mucho que cambiar y mejorar, es infinitamente mejor y superior a aquella siniestra época. Muchos de nuestros males devienen de que el aparato trujillista: sus jueces, su estructura administrativa, sus leyes, sus jerarcas militares y policiales, etc., prosiguieron. No hubo una profunda reestructuración del país. Una revisión a fondo de una sociedad marcada por la perversidad y la complicidad. Todo se limitó a desterrar a la familia Trujillo y algunos de sus principales colaboradores. Luego les vimos volver por sus fueros a muchos de ellos. Pueden dedicarse a querer ofender y maltratar de palabra: pierden su tiempo. Tengo una vida personal, una historia personal, pública y abierta: escritor premiado, empresario, intelectual, ni he sido, ni soy ni aspiro a ser empleado público. Nunca he vivido de ningún gobierno ni pienso hacerlo. Tampoco, como los Trujillo, he disfrutado de bienes robados. Ni tengo parientes criminales. Ni fui calié, ni del SIM. Ni maté. Ni denuncié. Ni torturé. Así que los ex-torturadores, los ex-asesinos ¿se puede ser eso: ex-torturador, ex-asesino?, pueden proseguir intentando sustituir el razonamiento con las injurias. No soy opuesto a que Angelita Trujillo o cualquier otro Trujillo dé su versión de la historia. Simplemente, exijo que se pruebe lo que dice, que aporte pruebas, documentos...
El crimen de las Mirabal fue juzgado, sus ejecutores materiales condenados (y luego sacados del país por sus cómplices en las FF.AA. y la PN aprovechando los acontecimientos de la revuelta de abril del 1965, incluyendo a los norteamericanos que ayudaron a sacarlos a territorio norteamericano). Venir ahora a pintar aquel crimen inmundo de otra manera sin aportar una sola prueba documental creíble es calumniar y transforma aquel escrito en libelo. Y por ello fue sometida. Si tiene pruebas que las aporte. Y conste, no se le sometió por los hechos del pasado (con los que no tuvo relación alguna), sino por las calumnias del presente, que sí fueron emitidas por ella. Los trujillistas son ya un grupo de excalieses, extorturadores, ex - asesinos nostálgicos que viven sus últimos años. En vez de arrepentirse de sus hechos, buscar del Señor y enmendar sus conductas, persisten tercamente en querer blanquear aquel sepulcro. Inténtenlo. Pueden inventarse cualquier fundación, cualquier patraña. ¿Saben qué? Yo aprendí que todo el mundo se iba a morir un día y que nadie podía eludir la muerte, de ahí que no tenga temor alguno por algo que me va a pasar como quiera. Y no soy el único. El trujillismo está dando su último coletazo, su último estertor. Y no dudo de que sean capaces, como es su tradición, de matar. De hecho, ya están intentando matar honras y famas bien ganadas. Incapaces de pensar, de razonar, de la humildad de admitir la equivocación, se refocilan en su necedad. En La Biblia al necio también se le llama, en algunas traducciones, bruto. Uno de los NIC de los trujillistas es "El burro" y yo digo que: "A confesión de parte...

sábado, 23 de octubre de 2010

ANGELITA, SU ESPOSO E HIJO Y LOS DELITOS QUE LOS UNEN


Cuatro hechos que inculpan a Angelita Trujillo

Por Aquiles Julián

Ella es una mujer con unos principios morales inquebrantables y ojala todos tuvieran la oportunidad de conocerla para que se dieran cuenta de la gran persona que es.

Ramfis Domínguez Trujillo.

Es ingrato tener que desmentir la opinión que tiene un hijo sobre su madre. Pero si el hijo se llama Ramfis Domínguez Trujillo y la madre es Angelita Trujillo y si ambos, madre e hijo (padrasto incluido), buscan confundir, desinformar, deshonrar, ofender la memoria de los asesinados por su ascendiente, el delincuente que dirigió una asociación de malhechores que nos desgobernó por 31 años: Rafael L. Trujillo, a los deudos de los mismos, escandalizados por este último estertor del trujillismo, violentar nuestra leyes, que prohíben la promoción y el enaltecimiento del tirano y su régimen, y revolver todo el cieno de la Era infausta, entonces, pese a que no es grata, la tarea hay que acometerla so pena de que las jóvenes generaciones queden atrapadas en las calumnias, mentiras y fábulas que esta rama de los Trujillo quiere vendernos.

Lo cierto es que la madre tiene cuentas pendientes con la justicia dominicana y con la justicia humana, la justicia de los pueblos. Ha vivido disfrutando bienes robados al Estado y al pueblo dominicanos. Ya ahí mismo hay un hecho que la inculpa: disfruta de bienes robados. Que la complicidad de los gobiernos que hemos padecido, una clase política inmoral y cómplice que ha llegado al extremo de cortejar a Angelita y, como denunció un lector, agasajarla en la Base Aérea de San Isidro tocándole merengues trujillistas y bailando en su honor, lo que es una violación flagrante de nuestras leyes y de la constitución de la República que llama a los gobernantes a cumplir y hacer cumplir las leyes, que las insuficiencias de nuestra democracia, la cultura de impunidad y la permisividad hayan facilitado que Angelita, su esposo y familia se burlen de los dominicanos y gocen los dineros robados al Estado y al pueblo dominicanos, en nada significa que no sean culpables de ese hecho. Si eso es signo de “principios morales inquebrantables”, allá él que lo sostiene.

Añada a esto la incriminación que la familia Báez Díaz, que pagó caro con la muerte del héroe Miguel Ángel Báez Díaz, torturado y vejado con sevicia por Ramfis Trujillo, y su hijo el teniente Miguel Báez Perelló, martirizado simplemente por ser hijo del señor Báez Díaz, pues no tuvo nada que ver con el complot que nos libró del tirano, que acusan a la señora Trujillo Martínez de que, por despecho, dado su interés amoroso en el esposo de su amiga, la señora Pilar Báez de Awad, maniobró para inducir la muerte de la señora Báez de Awad, a la que tenía por rival, y luego, al no acceder el teniente Jean Awad a sus reclamos y “mandados”, lograr que se le “arreglara” un accidente, un expediente común mediante el cual el régimen se deshacía de opositores, desafectos y señalados.

Aunque el nieto del dictador se ufana al proclamar que Miguel Ángel Báez Díaz fue un “gran colaborador del Jefe”, tendría que explicarnos entonces la tortura y muerte tanto del héroe como de su hijo a manos del Servicio de Inteligencia Militar y de Ramfis Trujillo. Decir sólo parte de la verdad, callar el heroísmo del señor Báez Díaz por salvar a este país del tirano feroz y su familia, es manipular los hechos. Si al final de su vida de alguien fue Miguel Ángel Báez Díaz colaborador, fue de este pueblo y de su libertad. Y a la familia Báez tendremos los dominicanos que agradecerles eternamente el supremo sacrificio que pagaron para librarnos del monstruo.

Por más que quieran desligarse de estas acusaciones, las flagrantes contradicciones en que incurren, puestas de relieve por la hija de la pareja, la señora Pilar Awad Báez, quien ha contrastado la versión del nieto con la versión de la madre para evidenciar las discrepancias entre una y otra, debido a que improvisan e inventan sobre el terreno una versión aceptable del caso, lo cierto es que si, como el hijo señala: “…mi madre nunca tuvo ningún interés en el teniente Canaán”, la conducta de la madre deja mucha que desear ¿o no es cierto que se encaprichó con el esposo de una hija del general Mélido Marte Pichardo y lo mandó a buscar y hasta el sol de hoy? ¿No es indicador de que le interesaban los esposos de sus “amigas”? De nuevo, ¿esa conducta es señal de “principios morales inquebrantables”, señorito?

Un tercer hecho que la inculpa es el calumniar. Su libelo “Trujillo, mi padre, en mis memorias” incurre en el delito de difamación e injuria al acusar sin aportar prueba alguna a héroes y mártires del régimen de crímenes cuyos responsables se establecieron taxativamente mediante juicio público, oral y contradictorio a los sicarios que los llevaron a cabo, su autoría material e intelectual.

Las calumnias vertidas han provocado el sometimiento de la señora Trujillo de Domínguez a los tribunales dominicanos por parte de la Fundación “30 de Mayo”. Esperemos que la justicia dominicana, aún sea de manera tardía, actúe con nobleza e hidalguía y repare la falta que tiene pendiente con el pueblo dominicano, con el país.

Hay un cuarto delito: la adquisición de propiedades robadas al Estado dominicano. El Estado ha sido despojado de bienes y documentos, entre ellos films noticiosos robados de los archivos de la entonces Radio-Televisión Dominicana, hoy CERT-TV, así como de documentos sacados subrepticiamente e ilegalmente del Palacio Nacional y que hoy reposan en lo que el cómplice de dicho crimen, el señor Luis José Domínguez, desertor de las Fuerzas Armadas dominicanas, llama pomposamente “los archivos privados de Angelita”, y cuya función es pender como una Espada de Damocles sobre familias que fueron favorecidas por el régimen de Trujillo para que callen, concedan, permitan y cooperen. ¿No es el chantaje lo que permea la siguiente cita que extraemos de un artículo del señor Raifi Genao publicado en su blog “La venda transparente”:Dice Joseph Cáceres en su interesante artículo que importantes sectores de la sociedad dominicana temblarían si Angelita se decidiera a revelar algunos documentos que incluso ha enseñado a algunos amigos que la han visitado en diferentes ocasiones en la ciudad de Miami, muchos altares y santos se caerían, en caso de que a la hija de Trujillo le diera con hacer ciertas revelaciones.”?

Y en ese mismo artículo queda explícita la acusación que hacemos de adquisición de propiedades robadas al Estado dominicano. Así, aparece que en la residencia de la señora Trujillo de Domínguez están los “… originales de las fílmicas que recogían las principales noticias del país cuando en La Voz Dominicana se hacía el noticiario El Mundo al Día”, y como no hubo venta, traspaso o cesión del Estado dominicano de estos archivos a la susodicha señora, hemos de colegir que los adquirió ilícitamente, lo que la hace cómplice de robo o despojo al Estado. Y como evidencia del mismo ¿qué mejor que el DVD puesto a circular por la Fundación Rafael L. Trujillo? Todavía, décadas después, siguen riéndose del pueblo y del país.

En un artículo en que la emprendió contra mi persona, el señor Luis José Domínguez insertó una frase que no comenté y que me produjo risa: Por su forma de expresarse, la primera impresión que me da este señor, es que no fue educado durante la Era de Trujillo ya que las escuelas de entonces enseñaban rigurosamente “Urbanidad” y “Moral y Cívica” de Carreño. Mala publicidad para el señor Carreño y sus manuales. ¡Fíjense quien los recomienda! Si él fue el educado con dichos manuales y dieron tal resultado ¡Líbrenos Dios de que nuestros hijos aprendan a ser así de abyectos e inmorales!

Así que ahí tiene el señor Ramfis Domínguez Trujillo algo sobre lo cual verter sus energías y ese “arduo” proceso investigativo para esclarecer las verdades de la denominada Era de Trujillo”. Él es copartícipe de todos esos delitos, por complicidad, así que es también otro delincuente: Vive a expensas de dinero robado al pueblo dominicano; es cómplice de ocultamiento en el caso del crimen de los esposos Awad Báez y cómplice por igual del delito de difamación e injuria al amplificar las calumnias del libelo de su progenitora. Y por último, es igualmente cómplice del usufructo del material fílmico robado al país y empleado por la funesta Fundación Trujillo. Ah, y cómplice de violar la ley dominicana que prohíbe promover el trujillismo. Como escribió con envidiable acierto la señora Pilar Awad Báez: La verdad…de tal palo, tal astilla. Vil el abuelo, vil la madre, vil el hijo!”

martes, 19 de octubre de 2010

EL TRUJILLISMO LANZA SU ÚLTIMO ESTERTOR


El último estertor del trujillismo y el sometimiento de Angelita

Por Aquiles Julián

“Acudí primero a mi madre, no por ser la persona más allegada y accesible que tenía, sino, por ser ella la más confiable y autorizada fuente de información acerca de mi padre. ¿Quién pudo haberle conocido mejor que ella?

Angelita Trujillo

La decisión de la Fundación “Héroes del 30 de Mayo” de someter a la justicia a la señora María de los Ángeles del Corazón de Jesús Trujillo Martínez, alias Angelita, es un paso de indudable importancia en la dirección correcta.

El sometimiento hecho en la Cámara Penal del Juzgado de Primera Instancia del Distrito Nacional por difamación e injuria cumple la promesa hecha por las instituciones patrióticas dominicanas de llevar a juicio a la hija del dictador por las calumnias con que intenta disimular los crímenes de su padre, endilgándoselos a otros, en particular a un héroe como Luis Amiama Tió.

El libelo Mi padre y yo, firmado por Angelita Trujillo, en vez de ser, como lo quiso postular el esposo, Luis José Domínguez, en una expresión absurda: “una obra de consulta académica”, contiene infundios carentes de toda prueba comprobatoria, que atacan la honra de familias y personas, sin aportar pruebas, pese a que el señor Domínguez declara que reposan en los archivos privados de Angelita”….

Bien, esta es una oportunidad de oro que se le brinda a la incriminada para ventilar responsabilidades y emplear a fondo sus “archivos privados” o, si se comprueba que carece de datos probatorios de sus acusaciones, ser condenada tanto a nivel civil como penal en reparación de los querellantes.

Acudir a la justicia, ampararse en los códigos legales, es el paso correcto. Ni renunciar al derecho ni tomar la justicia por las propias manos son conductas moralmente apropiadas. Desaprovechar la oportunidad que brinda el libelo para evidenciar la carencia de pruebas en sus delirantes afirmaciones, es desperdiciar un regalo que Dios nos pone para contribuir a la educación cívica de los dominicanos. Y enseñar cómo se dirimen los litigios y abusos en una democracia (y hay que ver cómo seres habituados al crimen aleve, a la tiranía despiadada y al empleo de matones y sicarios, claman por el amparo de las leyes y la generosidad de la democracia, cuando les conviene, como hacen Angelita y su esposo, el señor Domínguez, olvidando sus orígenes y lo que validan).

¿DE QUÉ ES CULPABLE ANGELITA TRUJILLO?

Angelita no es culpable por ser hija de Trujillo: ella no tenía, como ninguno de nosotros, posibilidad de elegir a sus progenitores. Tampoco lo es por escribir un testimonio acaramelado sobre su vida con su padre, acción a la que ella y cualquiera otra persona tiene derecho. No es perseguible por ser hija de Trujillo, el vil tirano que se impuso a la fuerza en 1930 con la complicidad de una serie de malandrines que hicieron causa común con él y nos mantuvo pisoteados por 31 largos años. Nada de lo anterior es delito. Sí lo es mentir descaradamente, calumniar e infamar sin pruebas y exculpar a su padre de los crímenes cometidos, acusando a otros, en particular a quienes actuaron para librarnos del delincuente ensorbecido que nos estranguló por 31 años.

El recurso del chantaje, implícito en la expresión del señor Domínguez de que si se abrieran los archivos privados”…, queda desactivado, pues ahora esos mismos archivos habrá que exponerlos para evitar la condena y se demostrará que no eran tales, sólo papeles inservibles, fotos envejecidas y videos saqueados a la planta de televisión oficial, lo que la incrimina en robo o complicidad por adquisición de bienes públicos robados al Estado. Al final, como vemos, termina ladrona común ¿o puede comprobar propiedad legal sobre los bienes del Estado dominicano, incluyendo los cortometrajes noticiosos, que reposan en sus manos ilegalmente?

Salvo de los oropeles y la fantasía en que sus primeros 22 años de vida transcurrieron, una vida sin equilibrio, en donde no hubo frustración, en que todos le sonreían, en que su padre utilizaba el poder del Estado y los recursos del país para mostrarle a su hija que, similar a Inglaterra, él era capaz de coronarla reina en una parodia ridícula que costó millones de dólares montar (dinero que no salió del peculio de Trujillo sino del erario público asaltado ilegalmente por ese delincuente de tomo y lomo que fue su padre), ¿de qué puede hablar Angelita Trujillo con conocimiento de causa?

ANGELITA SUPO DE LAS TORTURAS EN EL “9” Y LA “40”

Un artículo del periodista Reginaldo Atanay indica claramente que la hija de Trujillo tampoco fue tan inocente. Y ello es importante. En dicho artículo, publicado en su periódico digital, el prestigioso periodista dominicano confirma que la hija del dictador era más que consciente de las ergástulas de tortura de su padre. Sin embargo, nada de eso aparece en su libro. Ella sabía, como se lo confirmó al señor Atanay, que su hermano Radhamés iba a las sesiones de tortura ¿por qué no aportó ese dato en su libelo? ¿Cómo no escribe sobre ello?

Dado que el tirano mantuvo a su hija ajena todo lo que él pudo a la realidad criminal sobre la que asentaba su régimen, acepto que Angelita Trujillo vivió hasta el 30 de mayo de 1961 muy al margen del tipo de gobierno que su papá ejercía. Es más, podía creer con justificada razón que era un buen gobierno. ¿No decían todos amarla a ella, a su papá, a sus hermanos, a su mamá, a su abuela? ¿No tenía ella en abundancia lo que se le antojara? ¿No iban a New York a comprarle la ropa a su gusto y sin límites? Aquella vida regalada, de antojos y exquisiteces, era un cuento de hadas, sí, pero que se sostenía sobre una pesadilla de exterminio y depredación en perjuicio del pueblo dominicano. Pero ella, Angelita, de eso no tenía idea. Y eso lo acepto, lo entiendo y en nada puedo culparla por ello.

Así que cualquier opinión sobre los crímenes que Angelita posea es de oída. Y entendamos que en su hogar de Miami no es verdad que se reúnen a pasar revista a las tropelías y desmanes de Trujillo, ni reciben visitas que les cuentan los crímenes y abusos que se cometieron.

¿Qué puede explicarnos Angelita? Cuando la periodista Alicia Ortega la entrevista y le habla del caso de la heroína Tomasina Cabral ¿cuál fue la respuesta de la hija del tirano?: “Bueno no la conocía hasta ahora que usted me la está diciendo, nunca había oído hablar de ese caso hasta ahora que usted me lo está mencionando”. ¿Esa es la “investigación” que hizo para su libelo? A lo máximo que puede llegar la señora Trujillo es a hablarnos de cómo era Trujillo en el hogar. Qué comía. Qué les decía a sus hijos. Cualquier querella doméstica, cualquier opinión limitada a la vida en el hogar. Tal vez también contarnos cómo sedujo a amigas suyas aquel sátiro insaciable que no se ponía límites en sus bajos instintos.

LA VIDA CAMBIA DE LA NOCHE A LA MAÑANA

De pronto la burbuja explotó y Angelita empezó a conocer una realidad distinta, más terrible y explosiva. Matan a su padre y resulta que fueron sus amigos. Vio a su mamá llena de ira y dolor imprecar hecha una furia. Vio a su hermano mayor, casquivano y mentalmente inestable, asumir el control militar y político del país. Vio a su tío Petán maniobrar buscando sustituir a su papá y entronizarse como nuevo hombre fuerte. Vio el progresivo enfriamiento y alejamiento de la corte de adulonería que le circundaba. Y vio derrumbarse estrepitosamente el reino mágico en que ella imperaba.

Al final, vio cómo la sacaban presurosamente del país. Su mamá le explicaba cuidadosamente qué verdad ella debía creer: A su padre lo traicionaron sus amigos por ambición. Ellos que le debían todo a él, le dieron una puñalada traicionera (más bien una lluvia de balazos bien merecidos), una tempestad de balazos por los vientos sembrados y resembrados ¿podía esperar menos?

Entonces, tras la huida del país vino el construir una explicación alimentada por los resabios y rencores de la mamá, caída de diosa tutelar y gran matrona a una anciana quisquillosa y avara, que fue perdiendo el juicio sin revelar el código de su cuenta secreta en Suiza, motivo más que el amor filial, de desavenencias y malquerencias entre Angelita y Radhamés, el hermano menor que dio continuidad a la tradición delincuencial de la familia y terminó sus días siquitrillado en la selva colombiana a manos de narcotraficantes. Custodiar a María Martínez era tener la oportunidad de, en un momento de frágil lucidez, de arrancarle la clave de su cuenta en Suiza ¿lo lograron al fin?

CONSTRUIR EN BASE A CHISMES UNA EXPLICACIÓN

Y para apoyar el mito de la Era próspera, del titán fementido que levantó al país, de que todo lo importante que aquí existe lo hizo Trujillo y demás embustes (este país se hizo, arrancó en verdad, a partir de la muerte de Trujillo, antes era apenas caricatura, un relajo con niños generales, reina de papel maché y lacayos temerosos de un déspota senil), se apoyaron en el cortejo de ex-servidores que le visitaban, algunos viviendo en el exilio y yendo a rememorar y a ponchar tarjeta; otros, viajando desde acá y diciéndoles “¡Qué tiempos aquellos!”, “¡Cuánto orden!”, “¡Qué falta hace el Jefe!” y demás zalamerías para ponerse en buenas con los anfitriones: ya sabemos la extraordinaria capacidad de rebajarse, de abyección, típica de los trujillistas; son maestros de la exaltación paroxística, de la expresión altisonante, de la bajeza más ruin.

Imagínense, entonces, ese ruido aprobatorio, ese cántico embriagante, esa monserga alucinante repetida una y otra vez. ¿Tendría Angelita algún atisbo de cordura, de equilibrio, de realismo? No, ni lo tuvo durante los 22 años de princesita adorable, con toda una corte postrada a sus pies; ni posteriormente, pues era más fácil, sencillo y útil acogerse a las explicaciones tendenciosas y plagadas de odio de la madre explicándole cómo un bando de malagradecidos a los que el Jefe magnánimo limpió y enriqueció por ambición se coaligaron contra él y lo acecharon y asesinaron (“¡Ah, pero eso sí, mi hija, murió como un macho, como un hombre, peleando. Ese era tu papá” ¡Otra mentira inventada por Ramfis para disfrazar el triste final del gavilán! ¿Se imaginan ese discurso, repetido por María Martínez con machacona insistencia a su hija para que ignorara la verdad de un pueblo harto al grado de arriesgar su vida para librarse de una vez por todas del criminal que lo pisotea?)

Supongo que así también alimentó las mentes de sus hijos, contándoles una versión del hombre de bien asesinado por traidores que se alimentaron de su mano; “Todo lo que hay en ese país lo hizo su abuelo. Todo. La gente lo añora. La gente sueña con aquella Era de paz y prosperidad” y entonces hace contar a los invitados sus versiones de apoyo: “¡Dígales, cuénteles, explíqueles!” “¿Escucharon? ¿Entendieron? ¿Vieron como fue todo?” “¿Ven que no es que su papá y su mamá inventan, sino que es verdad?” Ahora imaginemos en ese escenario a los nietos del tirano presionando: “¿Y por qué no lo decimos? ¿Y por qué no hablamos? ¿Y por qué dejamos que enloden la memoria del abuelo? ¿Y por qué no les quitamos las caretas a esos traidores?” ¡Ya ustedes se imaginan ese tipo de frases con el ímpetu de jóvenes convencidos de que sus padres dicen la verdad! ¿Acaso los dominicanos que visitan la casa no corroboran esas versiones?

NO ES A QUIÉN TERMINÓ SIRVIENDO UN HECHO, SINO QUIÉN LO COMETIÓ

Claro, estoy suponiendo, generando un escenario posible, buscando mediante el recurso de la imaginación la lógica posible que originó el libelo, la Fundación, la metedura de pata de la anciana hija de Trujillo.

Algo tenía que pasar para llevarla al desvarío de buscarse su Almoina particular y ensartar aquellas remenbranzas amelcochadas, aquellos recuerdos rosas de mi adolescencia de gasa y tul, miriñaques y fiestas, amigas comprensivas y lacayos obsequiosos, todo bajo la mirada paternal de quien todo es poco para agasajar a su hija adorada junto a las explicaciones acomodaticias y mendaces que escuchó de su madre y de los lacayos que la rodearon durante todos estos años a la espera de un retorno siempre esperado y ya imposible. Y ahí, repitiendo bulos inventados, atribuciones falsas, calumnias gratuitas, sin prueba alguna porque no las tiene, simplemente porque fue lo que escuchó, con lo que la alimentaron, las explicaciones que le suministraron para entender el por qué de los sucesos, Angelita Trujillo incurrió en el error garrafal de acusar sin pruebas, de exculpar sin razón, de destapar una olla de grillos que la ha llevado ya, como anunció el Museo de la Resistencia y las instituciones patrióticas; como lo recomendó el comentarista Alvaro Arvelo hijo; como también recomendé en su momento y como la Fundación Héroes del 30 de Mayo acaba de hacer, al banquillo de los acusados.

Ella misma se incriminó de manera cándida por repetir las infamias que oyó para su consumo. Ahora se verá que los famosos “archivos privados” de Angelita de los que hizo gala su esposo, Luis José Domínguez, no son más que un montón de papeles inútiles de viejas prebendas recibidas; de los naturales pecados derivados de un régimen pecaminoso en que todos tenían que ensuciarse de una manera u otra. Es obvio que los ajusticiadores de Trujillo no eran santos. Fueron funcionarios de su régimen. Se beneficiaron de él. No pongo en duda de que incluso pueden haber estado comprometidos en acciones infames. Recibieron canonjías y todo tipo de privilegios. Sí, todo eso es verdad, pero tuvieron dentro de sus vidas serviles un acto supremo de valor que los reivindicó y los elevó a la condición de héroes de la Patria: ajusticiaron al criminal; eliminaron al tirano.

También Máximo Gómez fue un soldado al servicio del ejército español, que combatió contra los dominicanos que se levantaron en armas contra la anexión y procuraron con las temibles cargas al machete la restauración de la República. ¿Esa indignidad de servir al opresor lo hace menos digno cuando se yergue y reivindica como general de la liberación de Cuba? Sin Cuba, Gómez hubiese sido un lacayo más; sin el gesto valiente y liberador del 30 de mayo los que participaron fueran un montón más de serviles al tirano. Pero esa acción los recuperó para la Patria, los engrandeció y limpió sus historias personales de cualquier abyección anterior. Y como Gómez alcanzaron la estatura de héroes, acrecentada con su posterior martirio y la entereza con la que lo sobrellevaron.

DEBAJO DE TODO ALMOINA HAY ESCONDIDO UN BUSTAMANTE

El acto fundamental de someterla ya se hizo. Es un acto ejemplar, porque nos enseña el camino correcto frente a la afrenta, el abuso, la agresión física o moral: ni callar, ni permitir pasivamente, ni rebajarse al mismo plano ni violentar las normas y reglas de la convivencia civilizada, sino recurrir al medio que la sociedad pone en manos de los ciudadanos para la ventilación de las querellas y las justas reparaciones: la Justicia.

Es en los tribunales, en juicios abiertos, orales, contradictorios, en que las partes presentan sus pruebas, datos, testimonios, etc., en donde se tienen que brindar los elementos probatorios que respaldan y confirman las acusaciones. Y Angelita Trujillo carece de pruebas porque sólo repitió las mentiras que escuchó y que nunca se ocupó de confirmar porque descubrir la verdad es algo terrible para su equilibrio mental (no olvidemos que el desequilibrio mental es un rasgo hereditario en la familia Trujillo, que el mismo Trujillo padecía desequilibrio como lo confirma el ex –presidente Balaguer).

No es ensañarse con Angelita, es hacerla admitir que mintió porque carece de pruebas que incriminen a Luis Amiama Tió en el crimen de las Mirabal. Y ese argumento de “a quién sirvió el crimen” es bien tonto, porque peor que el crimen de las Mirabal para Trujillo fue el secuestro del profesor Jesús de Galíndez por las secuelas que provocó, entre ellas su propia muerte por la rabia y sed de venganza de Antonio de la Maza. ¿Ahora diremos que, dado el hecho de que ese secuestro desencadenó su muerte, no fue Trujillo quien lo cometió porque finalmente fue el más perjudicado del mismo? Nadie conoce el futuro y menos un tirano ensorbecido que creía que en esta finca que era el país, donde él era amo y señor de vidas, haciendas y honras, cualquier cosa que se le ocurriera le quedaba bien ¿No tenía acaso una pléyade de escritorzuelos y lamebotas que justificarían interna y externamente cualquier desmán, cualquier crimen, cualquier abuso?

Que vaya a juicio y presente las pruebas que avalan sus acusaciones; qué haga de conocimiento público sus “archivos privados”, qué demuestre lo que dice o que pague las consecuencias. Sus hijos verán ahora en qué universo de patrañas han vivido todos estos años, cuántas mentiras y embustes consumieron; qué clase de basura les rodeó. Y la sociedad dominicana tendrá la oportunidad de ver de una vez por todas como este último estertor de los Trujillo se quiebra en silencio vergonzante y termina.

Dos cosas para concluir. La primera es recordarle a Angelita que debajo de todo Almoina subyace un Gregorio Bustamante. Y decirle que el régimen de su padre fue tan sangriento que no sólo surgió asesinando sino que todavía provoca sangre y muerte, pues parcialmente se puede decir que el suicidio de su ex marido, el siniestro desertor Luis José León Estévez, se debió a la depresión que la remoción de nuevo de los siniestros expedientes de la Era y sus crímenes deben haberle provocado. Él mismo se hizo lo que la complaciente y permisiva justicia dominicana fue incapaz de hacer, y es que la justicia llega tarde o temprano, aunque sea por las propias manos.

lunes, 18 de octubre de 2010

CON MOTIVO DEL CENTENARIO DEL NACIMIENTO DEL POETA ESPAÑOL LUIS ROSALES


La palabra encendida de Luis Rosales.

Por Aquiles Julián

“He dejado manuscritos dormitados durante muchos años. No he terminado nunca nada de lo que he empezado. Proyecto con demasiada ambición, quiero redactarlo con justeza y no me llega ni el tiempo ni la ilusión. Moriré cualquier día siendo un escritor en ciernes”.

Luis Rosales

Luis Rosales, el gran Luis Rosales, sigue siendo negado y preterido por el aparato “cultural” impuesto por los áulicos del totalitarismo. Una conspiración de silencio pretende esquilmarle a la tradición poética hispanoamericana a un autor esencial. Ese aparato, al cual Guillermo Cabrera Infante, nombró como la Extraordinaria y Eficaz Maquinaria de Fabricar Calumnias, y que yo en particular llamo La Matraca Canalla, verdadero surtidor de desinformación, calumnias, ataques, manipulación y control de la opinión pública, se ensañó contra Rosales inventando una infamia que le persiguió hasta su muerte, pese a que una y otra vez los hechos, hasta donde pudieron ser esclarecidos, le exculpaban. Más aún, le honraban, porque arriesgaron, tanto él como sus familiares, sus vidas en un momento particularmente letal, siniestramente confuso, en que ambos bandos, los llamados Republicanos y los llamados Nacionalistas, procedían a matanzas horrendas y paranoicas.

Aquel conflicto en que la pasión irracional arropó a España, en que odios de siglos emergieron y la ceguera sustituyó todo razonamiento, todo discernimiento, hoy sabemos que fue instrumentalizado por Stalin para negociar con Hitler (a la vez que se lucraba y saca provecho de las reservas de oro del país). Un libro fundamental: “El fin de la inocencia: Willi Münzenberg y la seducción de los intelectuales” del catedrático de la universidad de Columbia, Stephen Koch, desvela cómo la guerra civil española fue aprovechada por Stalin para forzar a Hitler a pactar, acción que logró en 1939, el Pacto Hitler-Stalin, suscrito en Moscú por los cancilleres de Alemania y la Unión Soviética, que despedazó a Polonia y animó a Hitler a iniciar su carrera de expansión territorial.

Aquellas actitudes extremistas, las declaraciones amenazadoras, los egos inflados, las acciones agresivas y aquel ultraizquierdismo galopante que caracterizó los primerso años de la República, la matonería y las conductas levantistas, anticlericales, marxanas, produjeron una reacción no menos atroz y despiadada. El asesinato de Calvo Sotelo a mano de matones republicanos fue la gota que derramó el vaso. La sublevación o el alzamiento, como se le llama, fue casi impuesto. De inmediato, España se escindió trágicamente. Dos bandos que se odiaban a muerte esgrimieron sus armas y su furia. Y muchos que no eran partidarios ni de unos ni de otros, quedaron pulverizados en el medio, con ambos bandos acusándoles de estar con el contrario.

Los estalinistas, que aplicaban la falaz política del Frente Popular para arropar a socialdemócratas y liberales a dejarse narigonear por ellos, acudieron a los partidarios de la democracia, la libertad y el pluralismo, que hicieron causa común con la República pese a una realidad cruenta e inmisericorde: los estalinistas eran iguales de asesinos. Y no tenían empacho en criminalizar a sus propios aliados. Los asesinatos no se limitaron a los que políticamente les eran adversos y actuaban en el bando contrario, también a los del propio lado que políticamente no se ajustaban a Moscú y a Stalin, como aconteció con los anarquistas, con los del POUM y los tildados de trotskistas.

Aquella criminalidad inenarrable carcomió las posibilidades de triunfo del bando republicano. Y ello era parte del plan de Stalin: España no era más, sin que lo supieran los españoles que pelearon bravamente de ambos lados, que una moneda de negociación con Hitler, un peón a sacrificar. Tanto fue así que luego, para borrar sus huellas, Stalin se dedicó fríamente a matar a sus principales agentes en las purgas que implementó pasada la segunda guerra mundial, como bien deja claro Arthur London en sus memorias estremecedoras de “La Confesión”.

UNA VOZ MAYOR DE LA GENERACIÓN DEL 36, EN ESPAÑA

Luis Rosales pertenece al grupo de escritores que inicia publicando en los turbulentos años de la década del ´30 en España. Fueron años tumultuosos, caracterizados por el enfrentamiento en Europa de dos corrientes totalitarias, ciegamente criminales, que predicaban el exterminio puro y simple de los contrarios.

Fascistas y estalinistas, admiradores de Mussolini y Hitler o de Lenin y Stalin, se ladraban y, en muchas ocasiones, pasaban de los insultos a los balazos. Las vapuleadas democracias liberales eran denostadas y despreciadas por los partidarios de una u otra corriente. En España la radicalización casi no dejó espacio para sostener una posición conciliadora, democrática y sensata. El lenguaje del odio predominaba.

Y en ese ambiente enfebrecido y mortífero, en que el exterminio se predicaba de un lado y el otro, los poetas quedaban forzados a elegir bando y, cuando no, se les asignaba uno, según parentela o simplemente por no estar de un lado se le consignaba en el otro, como le sucedió a García Lorca.

Poetas de la Generación del 36 son Leopoldo Panero, Luis Rosales, Miguel Hernández, Luis Felipe Vivanco, Gabriel Celaya, Juan Panero, German Bleiberg, Dionisio Ridruejo, entre otros.

Es una generación que aporta prosistas y narradores como Camilo José Cela, Miguel Delibes y Gonzalo Torrentes Ballester, María Zambrano, José Antonio Maravall, José Luis Aranguren, José Ferrater Mora, Julián Marías y dramaturgos del nivel de Antonio Buero Vallejo y Alfonso Sastre.

Una generación marcada y condenada por la maquinaria cultural estalinista, que la lapidó sin misericordia acusándola de falangista y subordinada al franquismo, sin discriminar ni cernir, en bloque, simplemente porque no se plegó al estalinismo, no cantó a La Pasionaria, no se dejó encuadrar en los valores y creencias de Carrillo y su banda. Esa maquinaria, que se enseñoreó y adueñó de diversos aparatos culturales y medios de formación y control de opinión, enalteció a los sumisos al estalinismo y descalificó, injurió y ninguneó a los que no se subordinaron a sus dictámenes.

El aparato cultural marxano se vengó en ellos una derrota que Stalin y los extravíos chequistas produjeron sobre todo. Se les negó. Se les rebajaron méritos. Se les desconoció. Eran la generación suprimida, como el mismo Rosales llegó a expresar en una entrevista tras la concesión del premio Cervantes en 1982: “no hay una puerta histórica que gire sino creando un vacío y nosotros hemos sido la generación suprimida, el vacío que necesitaba la historia para seguir siendo historia”.

En España, muchos escritores que buscaban labrarse un espacio propio, fueron atraídos por el aparato cultural estalinista. El PCE enmascaró su acción proselitista en organismos y mecanismos aparentemente culturales, liberales, democráticos. Y una buena parte de los escritores y artistas, que reaccionaban contra los envaramientos del franquismo y sus engolamientos, se inclinaron hacia posiciones contestatarias y cuestionadoras. Eran la progresía, vinculada emocionalmente al PSOE y entrampada en la visión maniquea del PCE (y no olvidemos el embadurnamiento de sangre del PSOE en la España republicana, su compromiso con los crímenes, las Checas y las “sacas”).

De ahí que el aparato cultural liberal, penetrado por el estalinismo, se contrapuso al aparato cultural oficial, y sólo promovieron a los poetas que hicieron causa común con la República y en particular con el comunismo: Miguel Hernández, Rafael Alberti, por ejemplo. Parcialmente a los exiliados e internamente a los que derivaron hacia el PCE o el PSOE. E igualmente se atacaron, etiquetaron y condenaron a los poetas, escritores e intelectuales que no se dejaron engatusar o mancuernar por la ideología estalinista, a los que se tildó de falangistas, franquistas o fascistas, o cualquier otro epíteto según el gusto.

El control del aparato cultural que ha desarrollado el estalinismo, su capacidad de promoción y de forjar nombradías no centradas en obras sino en la simpatía o adscripción políticas, su poder de desinformar, calumniar, excluir y lapidar, han generado más de una autocensura, más de una sumisión interesada y oportunista, más de una aberrante prosternación. De tal manera se han conformado claques, mafias, bandas. Y se han catapultado autores tanto como se han descalificado e ignorados otros. Y en muchos sentidos, Luis Rosales ha sido víctima de este aparato indecente e inicuo.

UN POETA EN MEDIO DE LOS ODIOS RECRECIDOS

¿Tendría que contarse nueva vez la infortunada lucha de los Rosales, en particular de Luis, por salvar a García Lorca, su amigo entrañable, aquel fatídico 16 de agosto de 1936? Lo cierto es que habrá que hacerlo una y otra vez, para impedir que la maldad de quienes hacen causa común con La Matraca Canalla del estalinismo, especie de patología mental que es inmune a todo: datos, hechos, verdades, resultados, que pervive y contamina almas y obnubila juicios, en su afán de controlar los “aparatos ideológicos del Estado”, sea la que se imponga.

La reconstrucción de los hechos, motorizada por los más renombrados biógrafos del inmortal poeta andaluz, indican que Lorca murió fruto no tanto de pasiones políticas como de rencores, envidias y mezquindades familiares, que aprovecharon un momento confuso y particularmente homicida, el alzamiento falangista, en que ambos bandos, republicanos y nacionalistas, se dedican a matanzas incontroladas, a exterminar a todo el que en apariencia les adversa en las zonas territoriales que controlan.

Así, sabemos que existían resquemores con Lorca por parte de las familias Roldán y Alba por aquella tragedia: “La casa de Bernarda Alba”; que se le envidiaba a Lorca su cosmopolitismo, su renombre; que se le criticaba su homosexualidad y su indefinición política: Lorca prefería llevarse bien con todos y manifestaba posiciones contrapuestas en una España que se cerraba a cal y canto en dos posiciones irreconciliables y antagónicas.

Cuando se llevan a Lorca de la residencia de los Rosales el 16 de agosto de 1936, donde acudió a refugiarse, la madre de Luis, doña Esperanza de Rosales, logra que se espere a uno de sus hijos para impedir que se lleven a Federico sin el resguardo de un familiar. Miguel, el hermano de Luis, le acompaña junto a la tropilla falangista que encabezan Ramón Ruiz Alonso y Juan Trescastro Medina, este último casado con una prima lejana de Lorca.

Cuando le trasladan al edificio del gobierno civil, un guardia de asalto golpea a Federico con la culata de su mosquetón. Miguel Rosales pide que no lleven al poeta a los “interrogatorios”, la sala de tortura. Ruiz Alonso acusa a García Lorca de “espía de Moscú”.

Cuando Luis y José Rosales se enteran del caso y van en ayuda, estos se encaran en forma dura con Ruiz Alonso. José Rosales habla con José Valdés Guzmán, gobernador civil, quien le transmite la gravedad de las acusaciones a Lorca: “socialista y agente de Moscú”, ambas mentiras. Al día siguiente, José obtiene una orden de libertad para Lorca de parte del Gobernador militar, Gonzales Espinosa. Cuando entra a la sede del gobierno civil, Valdés Guzmán le dice que ha llegado tarde: “Ya lo habrán fusilado. ¡Y ahora vamos a ver qué hacemos con tu hermano!”, amenazando a Luis por haber acogido a Lorca en su casa. Valdés mentía, esperaba orden de Queipo del Llano para actuar. Valdés telefonea a del Llano y le pregunta: “¿Qué hago con él? Lo he tenido aquí por dos días” Y Queipo le responde: “Dale café, mucho café”. La orden está dada. En un viejo Buick se llevan a Lorca y otros tres. Trescastro Medina alardea: “Yo le he pegado dos tiros en el culo por maricón”.

La situación de Luis, que a diferencia de sus hermanos no pertenece a La Falange es comprometida. Finalmente, terminaron por condenarle a una multa de 25,000 pesetas por refugiar a Lorca. Su valor, sin embargo, se vio opacado por la calumnia que los comunistas le levantaron. Como el poeta Félix Grande expresó, Luis “era consciente de que cuando la calumnia se echa a rodar no hay quien la pare”. El mismo Rosales llegó a expresar: “El hecho de la muerte de Federico fue la toma de conciencia más dolorosa que he tenido en mi vida”. Y su hijo Luis Rosales Fouz nos habla de la repercusión de aquel infausto hecho en la vida de Luis Rosales: Hizo que mi padre viviera con la tristeza de no haber podido hacer nada por salvar a su maestro y amigo, pero con la cabeza muy alta por haberlo intentado y haberse jugado la vida.”

Dura experiencia para un alma joven, ver la inmisericordia consumar un crimen y no poder él evitarlo. Llegó a preguntarse, una y otra vez, cómo un don nadie “se hizo responsable de la muerte de una de las personas más importante que había en España entonces. Y ese es el terrible horror de la guerra” (Luis Rosales Fouz). Afirmaba que aquel crimen le había hecho desconfiar de la política y de los políticos por el resto de su vida. Y sobre indecorosa instrumentalización de aquel crimen inmundo por el PCE el mismo Rosales llegó a expresar en 1979: “El Partido Comunista de España, desde hace cuarenta años, está sacando "tajada" de Federico García Lorca.”

Luis Rosales fue víctima de ambos bandos. Los falangistas le mataron a su maestro y amigo, García Lorca, arrancado de su hogar por la fuerza y asesinado. Y los republicanos le asesinaron a otro gran amigo, Joaquín Amigo, tirado por el Tajo de Ronda.

¿Tendrían, los que se refocilaron en la calumnia y arrojaron cieno sobre la reputación de Luis Rosales la mitad de la hombría que él tuvo para arriesgar su vida por su amigo? ¿Qué acto de valor, de riesgo de la vida, asumieron? ¿Por quién se la jugaron? ¿Cómo hubiesen actuado de haberse visto en iguales circunstancias?

La crueldad inútil de la guerra, ese “terrible horror” fue una conciencia que nunca le abandonó y le hizo escribir versos como

“…la vida entera
cabe dentro de un odio.”

(El naufragio interior)

LA REDENCIÓN POR EL AMOR

Frente a tanta desolación, frente a los frutos amargos del odio entre hermanos, frente a la catástrofe que se cernió primero sobre España y después sobre toda Europa, encenegada en una hecatombe delirante, que arrasó siglos de cultura y lenta acumulación de logros, barridos por la metralla, los bombardeos y la sevicia humana, Luis Rosales se vuelve hacia el amor, el humano y el divino.

Huye de los discursos estentóreos, las artimañas de la muerte, y se refugia en lo que el amor humano puede proveer y en la paz inmarcesible del amor de Dios. A la mujer dedica versos de delicada hechura, construidos muchos de ellos con apego a las formas más clásicas y, a la vez, con imágenes que recrean la tradición poética española y la mezclan con la tradición de la vanguardia.

A Jesús y a Dios dedica sublimes poemas en que el estremecimiento místico y la bendición de la plenitud y el gozo que proporciona la fe se hacen pálpito, vínculo y nutritiva agua de vida que refresca el alma.

Aquellas traumáticas experiencias tempranas le marcaron. De ahí ese tono de oscuro desengaño que late en sus poemas. Esa angustia existencial que puebla muchos de sus versos. Ese recogerse en Dios como vía de trascender tiempos amargos y terribles.

Y por igual su amor por la bendición de la vida, las cosas triviales, la mansedumbre del hogar, los aromas de la tierra y de la mesa, el paisaje que es milagro cotidiano, la amistad y el cariño, el amor que provee consuelo y tibieza en los días en que se gasta el tiempo humano.

Para Luis Rosales “Vivir es ver volver. El tiempo pasa: las cosas que quisimos son caedizas, fugitivas se van. Y esto es morir: borrarse de sí mismo”.

Así vivió:

“…con humildad,

Buscando la palabra precisa”.

(Ascensión hacia el reposo)

UNA POESÍA TIBIA, AMIGABLE, ENTRAÑABLEMENTE HUMANA

Rosales es parte de una generación, la de 1936, que reacciona contra los excesos de las vanguardias retornando a las límpidas fuentes de la poesía clásica española. Se les llegó a tildar de garcilasistas, por su revaloración de Garcilaso de la Vega.

Retomar las formas clásicas, devolver a la poesía sus maneras tradicionales, fueron los principales aportes de esta generación. El soneto, el poema sometido al metro y la rima, los temas tradicionales. Félix Grande destaca: Aún no se ha visto por entero la dimensión que tiene. Es un maestro del soneto, de la copla, del romance”, y no queda ahí, también del verso libre y el poema en prosa.

Poesía que esplende en las pequeñas minucias de la vida, en las vivencias cotidianas, que canta la vida particular, las diminutas alegrías y esperanzas, el milagro sempiterno del amor, la bendición de un cuerpo que comparte su tibieza, de un alimento que destella en el paladar, de la conversación afable, los paisajes fraternos, la misericordia de Dios que nos libra de nuestros desvaríos y perdona nuestra maldad.

Poesía íntima, recogida, que se aleja de la plaza, de las pasiones y controversias que dividen, separan y enfrentan a los hombres, para encontrar la palabra que hermana, que reúne, que convida.

Poesía labrada con paciencia, sin desvivirse por el aplauso y el encomio, macerándose en el recogimiento de años de cuidadoso escardo, de orfebrería detallada. Nada de buscar la claque, el ruido de elogios basados no en el disfrute de la obra, sino en la adscripción política, al margen del valor propio del poema.

El poeta José Carlos Rosales, sobrino del granadino, destaca que su tío solía aconsejar que los libros no debían publicarse antes de diez o doce años, que había que tenerlos esperando. “Creía que uno de los peligros que debía de sortear siempre el escritor era el de publicar demasiado pronto. Su idea era que cualquier publicación es prematura, porque uno siempre se arrepiente de cómo lo ha hecho y luego trata de rectificarlo”.

La poesía es una búsqueda de transitividad en experiencias tan personales, tan intransitivas, que es casi milagro que pueda verificarse la comunicación. El mismo Rosales nos dice:

“A cada hombre le tendríamos que hablar en una lengua distinta,
a cada amigo le tendríamos que hablar con una voz distinta

para que nos pudiese comprender,

pero la lengua personal es tan fiel a sí misma,
tan incomunicable
que las palabras son como ataúdes
y sólo llevan de hombre a hombre
su andamio agonizante,
su remanente de silencio
y su estertor…”
(La cicatriz)

EL OFICIO DESVALIDO DE POETA

La poesía es la más desvalida y menesterosa, anda siempre con los pies descalzos”, expresó en una ocasión Luis Rosales. Aquí, allá, doquier, la poesía es tenida por oficio inútil. Vivimos tiempos prosaicos, signados por lo utilitario, por lo funcional, por lo que puede mercadearse. La poesía es una pasión tan personal, tan íntima, tan recogida y ajena a las modas y afanes dominantes, que muchos miran con desdén. Y sin embargo, para Rosales era un título que temprano adquirió y al que nunca renunció.

Cuando alguien le preguntó qué era lo que más valoraba de su vida, larga y cargada de experiencias, respondió: Bueno, este pequeño título al que nadie le da valor que es ser poeta. Yo nunca he dejado que me lo arrebaten”.

Se reconocía orteguiano. Rosales llegó a afirmar de su maestro: “…fue quien me amuebló la cabeza, quien me enseñó a pensar, quien me ordenó las ideas hasta hacerlas constituir un todo”.

A Luis Rosales, Pedro García Domínguez, filólogo español, lo retrata en adjetivos cargados de encomio: era señor en todo y en todo un caballero: noble y generoso; sabio y prudente. Era gran conversador, infatigable y ameno”.

Otro gran mentor en su vida lo fue José Bergamín, quien fue su primer editor y le guió en sus primeros momentos y de quien cuenta la siguiente anécdota: “Le dije un día: tengo mucha dificultad para expresar con palabras lo que pienso. Y Bergamín me respondió: Luis, no se escribe con ideas, se escribe con palabras”.

Su relación con la poesía es de cultivo paciente, a solas. Llega a decir, en una de tantas entrevistas, que no escribe para los lectores, pese a agradecer que existan. “Escribo por obligación ética, para cumplir un destino al cual estoy llamado; yo soy, irremediablemente, un escritor. Me han preguntado en alguna ocasión: “tú por qué tardas tanto en publicar tus libros?”. Yo a veces he tardado diez años o quince años en publicar un libro, porque a mí lo que me interesa es escribirlos, no publicarlos. ¡Los libros están ahí! Si yo no los publico, otros lo harán por mí; si alguien tiene que leerlos, alguien los leerá; pero quiero separar por completo estas cosas. Primero, que para mí el lector es muy distinto del público; me interesan los lectores, a los cuales debo muchas de las alegrías que he tenido en la vida.

Y hay que hacer otra distinción. Yo escribo únicamente como un compromiso ético que tengo conmigo mismo, con mi tiempo y, naturalmente, con Dios. En esa última relación hay un Dios – para mí, Jesucristo – que es el Tú absoluto; ese Tú, para mí de alguna manera, es siempre el horizonte, hasta en los poetas más blasfemos. De ahí nace ese imperativo que yo siento al decir que escribo por una conformación interior mía que, en definitiva, es un compromiso ético”.

Este es Luis Rosales, poeta, ensayista, hombre de bien, de cuyo nacimiento este 2010 se cumplen 100 años y cuya poesía y prosa son grandes monumentos de la literatura española en el siglo XX.

“El recuerdo se teje

Con doble hilo,

Y de cuando en cuando se recuerdan cosas

Que no han sucedido”.

Luis Rosales

Lea el www.scribd.com el poemario homenaje a Luis Rosales con motivo de los cien años de su nacimiento: http://www.scribd.com/doc/39614861/LA-LUZ-INTERRUMPIDA-Y-OTROS-POEMAS-POR-LUIS-ROSALES-ESPANA