jueves, 30 de diciembre de 2010

PRESENTACIÓN DEL POEMARIO DIGITAL DE PABLO ANTONIO CUADRA


Pablo Antonio Cuadra: extravíos, desventuras y aciertos de un escritor latinoamericano.

Por Aquiles Julián

Si Darío es el poeta que universalizó a Nicaragua, y le dio a América Latina una proyección mundial que para 1900 no tenía, Pablo Antonio Cuadra es el poeta que le dio a Nicaragua una voz propia y auténtica, expresando en palabras simples y símbolos plurívocos, la complejidad del ser nicaragüense, la contradicción y el sentido del mestizaje, la conjunción de fe y poesía, la búsqueda de la belleza en la justicia, la independencia de pensamiento y la responsabilidad de la acción. No hay, a mi juicio, en la Literatura Nicaragüense, obra más sólida y más sostenida que la de PAC

Nicasio Urbina

Profesor de Tulane University

El nicaragüense Pablo Antonio Cuadra, exquisito y extraordinario poeta, voz mayor de la poesía centroamericana, es a la vez un exponente de las trampas y altibajos políticos que han asediado y atrapado a tantos escritores e intelectuales. Muchos: Neruda, Vallejo, Guillén, Benedetti… , seducidos por el fascismo de izquierda: el estalinismo y el castrismo. Otros, entre los que se inscribe Cuadra, por el fascismo de derechas y las tendencias más conservadoras y reaccionarias. Todos, en su momento, negadores y críticos jurados de la sociedad abierta, de la tolerancia y las normas de convivencia democrática.

En su caso, felizmente hubo la evolución, a finales de los años ´40, hacia los valores, principios, creencias y comportamientos que rigen la sociedad abierta, plural y democrática. Y esa evolución se acrecentó en su constatación diaria de los tristes resultados de los regímenes de fuerza, tanto los de derechas como los de izquierdas.

Su historia es, en muchos aspectos, extraordinaria. Mucho más su evolución, desde las fantasías totalitarias hasta las modestas y sensatas lindes de la sociedad abierta y plural. La mayoría de sus contemporáneos nunca pudieron desatar los nudos ideológicos que los ataban a modelos inhumanos y terribles. Él pudo. Y eso le hace una excepción.


Primeros años

Pablo Antonio Cuadra Cardenal nació el 4 de noviembre de 1912 en Managua, capital de Nicaragua. Su padre, Carlos Cuadra Pasos fue destacado intelectual y hombre público: jurista, canciller y diplomático; fundador, siendo canciller de la Academia Nicaragüense de la Lengua en 1928. Su madre lo fue la señora Merceditas Cardenal. En 1916, su familia regresa a Granada, ciudad de fuerte raigambre hispana, al pie del volcán Mombacho y situada en la ribera noroccidental del lago Cocibolca, voz náhuatl, o Lago de Nicaragua, “mar dulce” como le llamaron los conquistadores, el segundo más grande de América Latina.

Emparentado y contemporáneo de poetas nicaragüenses de categoría continental como José Coronel Urtecho, Ernesto Cardenal y Joaquín Pasos, sus primos, Pablo Antonio estudia en el Colegio Centroamérica, de Granada, regenteado por jesuitas españoles, mexicanos y franceses. Allí uno de sus profesores, el jesuita mexicano Miguel A. Pro, beatificado en 1988, estimula su vocación de escritor. En los meses de vacaciones, Cuadra viaja a la hacienda familiar, un contacto intenso con la naturaleza y con los campesinos nicaragüenses que nutrirá su poesía y fundamentará su vida, tanto como definirá su vocación de agricultor.

En 1923, con apenas once años de edad, empieza a florecer su vocación literaria, alimentada por la biblioteca y el ejemplo paternos.

En 1924 retorna desde París, Francia, a Granada el poeta Luis Alberto Cabrales. Allí entró en contacto con las corrientes renovadoras de las letras: el dadaísmo, el surrealismo, el cubismo, el futurismo, etc., y al retornar a Nicaragua llevó muestras y noticias de aquella convulsión, en medio de un ambiente que practicaba un modernismo ya esclerosado, ritualizado.

Antecedentes del Movimiento Vanguardista

Y en 1927, Cuadra tiene entonces 15 años de edad, retorna de los Estados Unidos su primo hermano José Coronel Urtecho, quien no sólo trae información sobre los movimientos literarios europeos, sino también sobre la new american poetry, así como sus autores. Urtecho retorna con una alforja llena de libros, antologías, revistas, y una pasión en torno a la cual se congregan los jóvenes escritores de Granada.

El 29 de mayo de 1927, “El Diario Nicaragüense”, de Granada, publicó la hoy famosa “Oda a Rubén Darío” de José Coronel Urtecho, poema escrito por éste un año antes, en 1926, en San Francisco, California, al calor del encuentro de Coronel Urtecho con la new american poetry. Fue una auténtica revolución expresiva que ponía en cuestión al paralizante modernismo en que bostezaba la literatura por entonces. Al final de la oda, con humor y sarcasmo (“Soy el asesino de tus retratos”), Coronel Urtecho escribe:

En fin, Rubén,

paisano inevitable, te saludo

con mi bombín,

que se comieron los ratones en

mil novecientos veinte y cinco.

Amén.

Y antes, en su poema “Contrarrima”, de 1925, escribió:

Al fin murieron las princesas

de Rubén.

Después cambiaron las cosas

en las revistas francesas…

La reacción antimodernista se apegaba, en el fondo, al espíritu mismo de Darío que escribió: El clisé verbal es dañoso porque encierra en sí el clisé mental, y, juntos, perpetúan la anquilosis, la inmovilidad”.

Coronel Urtecho y Dionisio Cuadra dirigen una revista: Criterio. Allí, siendo todavía un colegial, empieza a publicar Pablo Antonio Cuadra sus poemas, varios de los cuales luego conformarían su libro, por décadas inédito, “Canciones de pájaro y señora” (1929-1931), adscritos a la nueva sensibilidad. José Emilio Balladares juzga que estos poemas fueron “un contrapunto pertinente a la pomposidad y las sonoridades excesivas de lo menos eximio de Rubén y de sus epígonos, llamando la atención de los distraídos hacia la verdadera esencia de la poesía”.

El inicio de Vanguardia

Los poetas se reúnen en el campanario de una iglesia en su natal Granada. Allí leen y comentan poemas, y reaccionan contra el modernismo, devenido caricatura exótica, fórmulas verbales y parafernalia de ninfas, cisnes, heliotropos y canéforas. Frente a la academia formal, proponen la anti-academia, frente a una fosilización del modernismo en temas, registros verbales y recursos, que eran burdas copias de Darío, un coloquialismo que recupera el lenguaje cotidiano, una recuperación del color, la imaginería; frente al europeísmo y el exotismo modernistas, referentes locales, la tierra, el indio, el mestizo, el entorno y la cultura nacional.

Una gacetilla publicada en el periódico “El Diario Nicaragüense”, el 17 de abril de 1931 da cuenta de que nació una “reacción literaria de los jóvenes”, los que se agrupaban en una Anti-Academia de la Lengua, que integraban José Coronel Urtecho, Luis Alberto Cabrales, Cristino Paguaga Núñez, Manolo Cuadra, Octavio Rocha, Pablo Antonio Cuadra, José Román, Joaquín Pasos y otros.

Nueve días después, publican su “Ligera exposición y Proclama de la Anti-Academia Nicaragüense”, manifiesto que firman Bruno Mongalo, José Coronel Urtecho, Luis Castrillo, Joaquín Pasos, Pablo Antonio Cuadra, Octavio Rocha, Luis Alberto Cabrales, Mano Cuadra, Joaquín Zavala Urtecho.

En aquel escrito exponían un programa que incluía un Café de las Artes, que dirigiría luego Coronel Urtecho, un teatrito, cuadernos vernáculos, antologías e informes. Y su pretensión excedía la puramente literaria: se proponían incidir políticamente en el presente y el futuro de Nicaragua, como, de hecho, sucedió.

Pablo Antonio empieza a publicar a partir del 14 de junio de 1931 en El Correo, diario de Granada, junto a Octavio Rocha, un suplemento bisemanal, jueves y domingos, dedicado a la nueva literatura, que llamó “Rincón de Vanguardia” y que, tras suspenderlo, reaparece el 10 de abril de 1932 como “Vanguardia”. En esas páginas, el 28 de junio de 1931, Cuadra establece:

Nuestro movimiento (Movimiento de Vanguardia que llamamos) es

dinamizado por dos fuerzas.

Una: Nacionalizar.

Dos: Hacer un empuje de reacción contra las roídas rutas del siglo XIX.

Mostrar una literatura nueva (ya mundial). Regar su semilla.”

Jorge Luis Arellano puntualiza que estos jóvenes escritores se expresan con pasión y entusiasmo:

· En contra de la intervención norteamericana, con la que habían crecido.

· A favor del ejército y la proeza del general Augusto César Sandino

· Contra el “espíritu burgués y comercialista” que identifican con los interventores

· Contra el “amado enemigo”, Rubén Darío y la retórica modernista

· Por “la conquista del indio que llevamos dentro

Entorno político y social del Movimiento

Nicaragua vivía para esos años la segunda intervención militar norteamericana. La primera intervención norteamericana transcurrió de 1912, autorizada por el presidente William Taft, a 1925, 13 años. Y de nuevo invadieron en enero de 1927 para intervenir en la guerra civil entre conservadores y liberales, a favor del poder usurpado por el conservador Adolfo Díaz, provocando la resistencia militar de los caudillos liberales.

En la intervención de 1912-25, para el año 1924 el U.S. Marine Corps había creado, por indicación del Departamento de Estado, una fuerza subordinada local: la Constabularia, “para que establezca el orden una vez que se retiren los infantes de marina estadounidenses” (Carlos Solórzano). En 1928, la Constabularia daría origen a otra institución, la Guardia Nacional, bajo el control del Cnel. Robert Y. Rhea (USMC), fuerza punitiva local para funciones tanto de policía como de contrainsurgencia.

Cuando en 1927 se producen los Acuerdos de Tipitapa o “Pacto del Espino Negro”, árbol bajo el que se negoció el acuerdo, para poner fin a la guerra civil en Nicaragua, y que firma el general José María Moncada, líder de los liberales, uno de sus generales, Augusto Nicolás Calderón Sandino, se niega a suscribir y aceptar el acuerdo, y decide mantener la lucha hasta la salida de los norteamericanos y constituye el llamado Ejército Defensor de la Soberanía Nacional de Nicaragua, el “pequeño ejército loco”.

Desde Las Segovias, Sandino enfrenta a los norteamericanos y al gobierno de su ex –líder, el general Moncada (1928-1932). Derrota a los norteamericanos y los lleva, en 1933, a salir de Nicaragua. En las elecciones de noviembre de 1932 fue elegido Juan B. Sacasa.

Los poetas del Movimiento Vanguardista, que habían crecido durante los años de la primera intervención (1912-1925), muestran expresas simpatías por Sandino y su proeza y denuncian la intervención norteamericana. Simultáneamente, la reacción nacionalista rechaza los valores, el sistema de gobierno, el sistema económico y la cultura norteamericanos. La democracia liberal, el sistema de partidos, el capitalismo, todo es rechazado por provenir de los odiados invasores. Así, Pablo Antonio Cuadra en su poema “Intervención” se burla:

Ya viene el yanqui patón

y la gringa pelo e´miel.

Al yanqui decile:

go jon

Y a la gringuita:

very güel

Y posteriormente, Cuadra escribirá al respecto: “Todo lo que se puede decir de la obra de nuestro grupo de vanguardia: de José Coronel, de Luis Alberto Cabrales, de Joaquín Pasos, debe iluminarse con el fuego de ese momento histórico en que nos arrasaba el volcán, no geológico, sino político, del Imperialismo. Es el momento en que el pueblo de Nicaragua suscita una respuesta: la del inmortal guerrillero Augusto César Sandino”.

El maurrasianismo juvenil

Influidos, quién lo duda, por los sacerdotes jesuitas del colegio Centroamérica, en plena adolescencia y todavía cursando el colegio, Cuadra y sus amigos desarrollan un entusiasmo por España y sus antiguas glorias, que es evidencia de la frustración que experimentan frente a la intervención norteamericana y el desorden impuestos por caciques y caudillos locales, levantiscos y venales. Frente al modelo político norteamericano proponen la vuelta al imperio español. Caen bajo la seducción de Maurras a través de su epígono español, Ramiro de Maetzu, al que escriben llenos de entusiasmo juvenil. Se hacen pro monárquicos y pro fascistas.

Eugenio Vegas Latapie escribe en sus “Memorias políticas” una muestra de ese entusiasmo juvenil: “Un día recibí en Acción Española un sobre procedente de Nicaragua, patria del inmortal Rubén, con algunos recortes de periódico enviados por un corresponsal para mí desconocido: Pablo Antonio Cuadra. Leí con atención los artículos y decidí, sobre la marcha, incluir dos de ellos en el número de la revista que estaba preparando. Uno era del propio Cuadra y otro la reproducción de un discurso de José Coronel Urtecho.”

El pensamiento del joven poeta y sus amigos es influido por el falangismo español y el fascismo italiano, que deploran y desacreditan la tolerancia liberal, la sociedad abierta y plural, y proponen Estados corporativos con gobiernos autoritarios y líderes absolutos. Al igual que sus referencias peninsulares: Maetzu y demás pro monárquicos de Acción Española, contraparte hispana de la Acción Francesa de Maurras, proclaman el autoritarismo, el menosprecio a los valores e instituciones de la sociedad abierta y la declarada nostalgia del imperio perdido, sublimizado y mitificado, junto a la aspiración de un líder mesiánico que encarne el ideal platónico del gobierno de los mejores, conforman la ideología dominante en este grupo.

En una carta de 1935 a José María Pemán, Cuadra emocionado declara: Nuestro nacionalismo aspira a recobrar la tradición nacional, la cual, lógicamente, nos llevará a la tradición imperial de la unión centroamericana sólo factible y posible dentro de los cauces de la Hispanidad.”

La ideología que predominaba en la época es el totalitarismo, estalinista o fascista: desprecio hacia la tolerancia y la aceptación de la diversidad; nacionalismo exacerbado, discurso del aplastamiento, la opresión y la exclusión; odio cerval al oponente, exaltación del exterminio, del derecho a dominar, sea una clase: los estalinistas; o una raza, los fascistas.

Algo semejante sucedió en mi país, República Dominicana, alrededor de 1930: un amplio sector de la pequeña burguesía urbana, hastiada de los caudillos semianalfabetos o abiertamente iletrados que anarquizaban el país y lo mantenían en un estado continuo de guerra civil; influida por el fascismo italiano, que tuvo como uno de sus promotores al Lic. Rafael Estrella Ureña, y su concepción del Estado corporativo y del hombre fuerte, providencial; y rechazando el modelo norteamericano, país que hacía poco nos había intervenido, se congregó alrededor del hombre fuerte del momento: el general Rafael Leónidas Trujillo, y lo estimularon a dar un golpe de Estado y asumir el control del país. Y parecido a Nicaragua, nos condenaron a una cruenta y despiadada tiranía que, en nuestro caso, duró 31 largos y mortíferos años.

El mito de la “superioridad espiritual”

Permitámonos aquí una breve digresión. El rechazo latinoamericano a la sociedad abierta, al modelo democrático, tenía diversos motivos, pero una base material fundamental: nuestra realidad de sociedades agrarias, en donde la propiedad de la tierra, los inmensos latifundios, la semiesclavitud de indios, mulatos, mestizos, la hacía inviable. ¿Iban los grandes hacendados y terratenientes a permitir que sus peones impusieran el poder político y asumieran una fuerza que pusiera coto a sus desmanes y abusos? Sólo la progresiva urbanización de nuestras sociedades, la creciente industrialización y el desarrollo de las industrias de servicio, y la continua pérdida de importancia política, económica y social de la agricultura y la ganadería dieron origen a la progresiva liberalización de nuestras sociedades y a su democratización.

Debo a una mente preclara, al venezolano Carlos Rangel, el más brillante ensayista político latinoamericano que he leído, y a un libro fundamental: “Del buen salvaje al buen revolucionario”, que fue entusiastamente prologado por un pensador de la talla de Jean Francois Revel, la mejor explicación que conozco para entender los desatinos que nuestro atraso y nuestro rechazo a la sociedad liberal que los norteamericanos querían imponernos, nos llevó a cometer.

Incluso una mente preclara como la de José Martí cae en inventarse una supuesta superioridad espiritual de los hispanoamericanos sobre la pragmática sociedad norteamericana, cuyo desarrollo industrial, cuyo empuje económico y político, cuya efervescencia, nos sorprendía y desafiaba (es la función de la ideología: disfrazarnos la realidad). Pretendimos establecer nuestros propios términos de comparación. Y de allí nació aquel “Ariel” del uruguayo José Enrique Rodó, que verbalizó nuestro rechazo al modelo económico, político y social norteamericano y nos brindó el falso caramelo de la “superioridad espiritual” de nuestros pueblos y sociedades en comparación con la norteamericana. La política expansionista de Theodore Roosevelt y su aplicación del Big Stick (Gran Garrote), continuada por los presidentes norteamericanos posteriores y que sólo la Gran Depresión del 1930 pudo romper (irónicamente, bajo el liderazgo de un pariente de Theodore, Franklin Delano Roosevelt), produjo en nuestros pueblos no sólo un rechazo al imperialismo y a la abusiva política de fuerza de los gobiernos norteamericanos de entonces, sino a toda el modelo social, económico y político, rechazado en bloque.

Poemas nicaragüenses

Para fines de 1933, Cuadra viaja a América del Sur acompañando a su padre que asistía como delegado nicaragüense a la Conferencia Panamericana en Montevideo, Uruguay. Consigo carga los manuscritos de sus poemas escritos entre 1930 y 1933.

Al llegar a Chile, pone en mano de la Editorial Nascimiento aquellos poemas, agrupados bajo el nombre (que es, simultáneamente, declaración y denuncia, afirmación y desafío), de “Poemas nicaragüenses”. Jorge Eduardo Arellano expresa que fue “…el primer libro nuevo de tendencia vernácula en Centroamérica, a partir del cual comenzó una obra fiel a lo nicaragüense que, tras cuatro décadas de quehacer, llegó a la más serena y hermosa universalización”. El libro se publicó en Santiago de Chile en 1934.

Su primo, el sacerdote y poeta de renombre continental, Ernesto Cardenal, sobre quien Pablo Antonio Cuadra ejerció una fuerte influencia tanto literaria como política, dice que “Poemas nicaragüenses” y la rebelión guerrillera dirigida por César Augusto Sandino fueron dos expresiones de un mismo fenómeno de emancipación nacional: en poesía, contra un extranjerizante Modernismo, vuelto clisé, fórmula consagrada; en política, contra la sumisión perruna al interventor norteamericano y por una soberanía inexcusable y merecida. Una opinión similar expresó Carlos Tünnermann Bernhein.

De ese primer libro impreso y segundo producido, escribió Pablo Antonio: “Poetas amigos de Chile me precipitaron bondadosamente a publicar los originales que llevaba para leer en mi primer viaje por América del Sur.” El libro suscitó comentarios formales de autores como la uruguaya Juana de Ibarbourou y el salvadoreño Salarrué.

“…Our son of a bitch”

En 1933, agobiado por la escasez de recursos debido a la Gran Depresión, el rechazo del pueblo norteamericano a una presencia onerosa y carente de sentido en Nicaragua, las derrotas que les propinaba el ejército del general Sandino, en el cual los dominicanos estuvimos honrosamente representado con nuestro Gregorio Urbano Gilbert, y la imposibilidad probada de vencerlo, el presidente Roosevelt resolvió evacuar las tropas norteamericanas de Nicaragua.

Se decidió escoger un líder militar local. Y la elección cayó en Anastasio Somoza García, Tacho.

Tacho Somoza, que no terminó sus estudios primarios, había estudiado Comercio, enviado por su padre, modesto hacendado, en el Pierce Commercial College de Filadelfia, período en que por igual aprendió el idioma inglés. Retornó a Nicaragua sin concluir sus estudios. Durante la revolución chamorrista de 1926 participa y se autoabroga el título de general.

Al acordar los líderes conservadores y liberales respaldar la creación de una Guardia Nacional bajo la dirección norteamericana, Somoza al igual que muchos otros miembros de los partidos Conservador y Liberal se incorpora a dicha institución. Un complejo proceso de consultas entre el entonces presidente de Nicaragua, general José María Moncada, el jefe de la Guardia Nacional, general Calvin B. Matthews y el embajador estadounidense de entonces Matthew Elting Hanna, en comunicación con el secretario de Estado Henry L. Stimson llevó a la escogencia de Somoza.

Evacuadas las tropas norteamericanas y electo un nuevo presidente, el liberal Juan Bautista Sacasa, tío de la esposa de Tacho Somoza, se convence a Sandino de deponer las armas y cooperar en la pacificación de Nicaragua.

El 21 de febrero de 1934, luego de que Sandino asistiera a una cena en el Palacio Presidencial con el presidente Juan Bautista Sacasa, es apresado por una patrulla de la Guardia Nacional, institución cuyos mandos había determinado ejecutar a Sandino, en connivencia con el embajador de los Estados Unidos en Nicaragua, Arthur Bliss Lane, con quien Somoza había consultado antes de ordenar el crimen. Simultáneamente, tropas asaltan la casa del principal negociador del gobierno, Sofonías Salvatierra, y asesinan a Sócrates Sandino. Y posteriormente, tropas de la Guardia Nacional arriban a la población de Wiwilí, donde masacran a más de 300 ex –combatientes del ejército de Sandino, incluyendo mujeres y niños.

Roosevelt solía decir tanto de Rafael Trujillo como de Anastasio Somoza, con sorna: “He is a son of a bitch, but he is our son of a bitch”. Él sabía de lo que hablaba. Tal vez debió autoaplicarse a sí mismo y muchos de sus colaboradores igual expresión. Si aquellos eran los hijos, ¿quién era the bitch? ¿Estados Unidos?

Los “camisas azules”

El entusiasmo por el autoritarismo fascista, la identificación con el falangismo peninsular, originó que en julio de 1934, los poetas granadinos junto a otros intelectuales jóvenes crearan los “camisas azules”, versión local de los “camisas negras” fascistas italianos.

Los promotores de esta iniciativa fueron, entre otros, Diego Manuel Chamorro, Diego Manuel Sequeira, Pablo Antonio Cuadra, Joaquín Cuadra Zavala, José Coronel Urtecho y Luis Alberto Cabrales.

Muerto Sandino, los “camisas azules” ven en Somoza al líder fuerte, autoritario, que aspiran. Incluso quieren remedar una “marcha sobre Roma” mussoliniana. Alborotan y llegan a promover la consigna “Somoza Forever”.

En 1935, Pablo Antonio y su primo José Coronel Urtecho, dirigen el periódico “La Reacción”, órgano de un efímero movimiento político que integró a exvanguardistas.

Ese mismo año, 1935, Pablo Antonio Cuadra contrae matrimonio con la joven Adilia Bendaña Ramírez, su compañera de por vida. Con ella procrearía con el correr del tiempo cinco hijos.

Asociado con su hermano Carlos inicia actividades de explotación agrícola, ganadera y maderera, mientras viaja por Nicaragua y navega en el “mar dulce”.

Al año siguiente, 1936, obtiene la licenciatura en Leyes por la Universidad de Oriente y Mediodía, de Granada, Nicaragua. Aunque se graduó en Derecho, no quiso ejercer la abogacía y renunció a la carrera.

En 1936 Acción Española publica en España “Hacia la cruz del sur. Manual del navegante hispano”, textos de Cuadra surgidos a raíz de su viaje a América del Sur.

Anastasio Somoza García, alias Tacho, desde su posición de jefe de la guardia pretoriana impuesta por los invasores y que él, al igual que hizo Trujillo acá, en Rep. Dominicana, torció para que sirviera a sus fines personalistas, inició una serie de acciones populistas que le granjearon simpatías en la población, oportunamente asesorado. El historiador Aldo Díaz Lacayo cita una declaración del doctor Crisanto Sacasa: “Somoza se impone porque así lo quiere el pueblo entero de Nicaragua: vean ustedes, vengo de León y allí encontré que mi padre, mis hermanos y demás familiares son todos somocistas, hasta los sirvientes de la casa. En Granada, hasta los conservadores en su mayoría simpatizan con Somoza, lo mismo que en los otros Departamentos. Veo y palpo que así es la cosa, y creo que nos debemos tragar la píldora del somocismo y buscar la manera de que sea legal, pues de lo contrario, Tacho (Anastasio) será presidente el primero de Enero de 1937, con formalismos legales o sin ellos” (citado por Adolfo Miranda Sáenz: Polémico testimonio).

En mayo de 1936, Tacho Somoza encabeza una sublevación con el tío de su esposa, el presidente Sacasa. Impotente, Sacasa dimite y Somoza impone su candidatura. Asume la presidencia formal el 1ro. de enero de 1937.

Del somocismo al antisomocismo

Pablo Antonio, Coronel Urtecho y demás “Camisas Azules” habían incitado a Tacho Somoza a alzarse con el poder. Ahora eran parte del nuevo poder instalado.

Tacho Somoza tenía en su despacho, según cuenta Knut Walter (The regime of Anastasio Somoza), fotos de los caudillos nicaragüenses Zelaya, Moncada y del líder fascista italiano Mussolini, el Duce (Tras la entrada de EE.UU. en la Segunda Guerra Mundial, sustituyó la foto de Mussolini por la de Roosevelt). Pero Cuadra no necesitó mucho tiempo para darse cuenta de que Tacho Somoza era un gángster, no ese hombre fuerte de sus fantasías totalitarias. Incómodo con el nuevo régimen, al que sus amigos “Camisas Azules” adulan y apoyan incondicionalmente, Cuadra se dedica, provocativamente, a pegar carteles de Sandino. Esa conducta inesperada provoca que Somoza lo encarcele.

Liberado posteriormente, asume la dirección de “Trinchera”, sección del periódico El Correo, de Granada.

En la Constituyente de 1938, los “Camisas Azules”, inspirados en el ejemplo italiano, piden para Anastasio Somoza García la “presidencia vitalicia”, una especie de monarquía bastarda.

Cuadra mantiene contactos con sus amigos del bando autodenominado “nacionalista” en la guerra civil española y en una arenga por radio declara: “Somos fascistas”. En 1939 el gobierno fascista italiano le invita a visitar Italia. Aprovechará para también visitar España, tras el triunfo del bando liderado por Francisco Franco. Sus amigos le despiden “brazo en alto”, el saludo fascista y falangista. Cuadra visita Italia y España. Su idea en Italia era visitar en Roma al Duce y “a nuestro amado príncipe D. Juan”. Además, hacer en el Aventino el “contrajuramento bolivariano para la reconstrucción de nuestro Imperio”, como escribió en una carta a E. Vegas Latapié.

Tras su visita a Italia, llega a Tetuán en un avión italiano, procedente de Roma, en agosto de 1939, lugar donde está destinado su amigo Vegas Latapié. Visitó Cádiz, Sevilla, Santander y estuvo varias semanas en Madrid, donde fue agasajado por sus amigos monárquicos de Acción Española. Le pide a Franco apoyo en armas para derrocar a Somoza. Franco la deniega. Al partir, en una carta a Vegas Latapié, declara: Bien lo sabes que mi desilusión ante la realidad del nuevo régimen fue casi instantánea. Bastaba un poco de solidez doctrinaria y el haberle dado aunque fuera una mediana raíz a mis ideales para que, al conocer España y al palpar sus esencias vitales, comprendiera que el camino iba torcido, demasiado torcido.”

Al retornar a finales de 1939 a su país, sus amigos del Movimiento de Vanguardia y el sacerdote Azarías Pallais, su capellán, le agasajan con una cena de bienvenida. Joaquín Pasos lee un poema coral de bienvenida, en cuya conclusión declama:

¿Juráis ante Dios y los hombres, sobre la Cruz y la Espada,

dedicar alma y cuerpo a la Cruzada;

hacer en paz o en guerras

la reconquista de las almas y las tierras;

recobrar lo perdido,

devolver a la Patria su sentido;

darle su eterna ley

su aliento puro,

vivir para las Españas del futuro

morir por Cristo nuestro Rey?

Sí juro.

Si así lo hiciéreis, Dios os pague en su Gloria,

y el Imperio os lo deba en su Victoria.”

El Taller de San Lucas

Para 1940 publica en España “Breviario imperial”. Cuadra expresa su entusiasmo ideológico por el fascismo y la restauración imperial hispánica. Como Alfonso Lazo cita en su libro “La Iglesia, la Falange y el Fascismo”, Cuadra escribe: “La postura propiamente reaccionaria es la que busca la salud perdida en donde realmente se encuentra: en la tradición”. Y más adelante, con respecto a los jóvenes indica que estos “han reaccionado ante el liberalismo y la gran engañifa democrática, pero en lugar de caer en el materialismo marxista… se han acogido a la política clásica. Política que se funda en la autoridad unipersonal… y cuya sustancia es la aplicación social de la filosofía católica”.

Ese año dirige la publicación semanal “Los Lunes”, del periódico La Prensa, propiedad de sus parientes, la familia Chamorro.

En 1942, los principales escritores vanguardistas se reagrupan en la “Cofradía de escritores y artistas católicos del Taller San Lucas”. Editan una revista que rápidamente adquiere prestigio internacional.

De 1942 a 1946 reside en México. Allí su primo, Ernesto Cardenal, se aloja como huésped en la residencia de Cuadra, dado el cierre por la dictadura de Somoza de la Universidad de Managua, en que estudiaba. Mientras Pablo Antonio trabaja en una editorial y ejerce otras actividades, Cardenal estudia filosofía y letras en la Universidad Nacional Autónoma de México, UNAM.

En 1943, Cuadra publica su poema “Canto temporal”.

El 26 de junio de 1945, Pablo Antonio Cuadra ingresa a la Academia Nicaragüense de la Lengua, institución que su padre fundó en 1928, siendo canciller de Nicaragua. Su discurso de orden fue “Introducción al pensamiento vivo de Rubén Darío”, un homenaje al “amado enemigo”.

En 1945 publica su ensayo “Promisión de México y otros ensayos”.

En 1946 retorna a España. Es miembro de la delegación oficial de Nicaragua a XIX Congreso Mundial de Pax Romana junto, entre otros, a Julio Ycaza Tigerino y Carlos Martínez Rivas. Un resultado positivo de ese evento es la constitución del Instituto Cultural Iberoamericano. En El Escorial le nombran presidente de la recién creada institución. Este Instituto dio origen, posteriormente, a lo que fuera el Instituto de Cultura Hispánica, hoy transformado en la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo.

Publica el libro de ensayos “Entre la cruz y la espada”. En ese mismo año sale el último número de la revista Taller San Lucas. Tras la Segunda Guerra Mundial y la derrota del fascismo experimenta una crisis espiritual. Ese sacudimiento le aleja definitivamente de la ideología y cosmovisión fascistas. Se produce una poderosa conversión en términos emocionales y espirituales al catolicismo y una asunción de los valores cristianos.

Justicia poética contra el hijo de nuestras vilezas

Para 1947, PAC, como le gustaba firmar sus artículos, Julio Ycaza Tigerino y Carlos Martínez Rivas figuran como colaboradores de la revista española “Alférez”. En 1948 viaja de nuevo a España y “Alférez” le dedica una cálida bienvenida.

En 1949 es nombrado Encargado de Negocios en la Embajada de Nicaragua en España. Publica su libro “Poemas con un crepúsculo a cuestas”.

Para 1950 retorna a Nicaragua e inicia la explotación agrícola de algodón. Dirige, simultáneamente “Semana”, en Managua. En 1951 funda la Casa de la Cultura. Y en 1952 fracasa como agricultor, tras perder toda la cosecha de algodón. Publica su poemario “La tierra prometida”.

En 1954 es nombrado codirector del diario “La Prensa”, propiedad de la familia Chamorro, sus parientes. El medio es visto como opositor al gobierno de Somoza, además de que comercialmente le hace competencia al periódico de los Somoza “Novedades”.

Una revuelta contra la tiranía de Tacho Somoza, el 4 de abril de 1954, en la que se involucran fuertemente su primo y discípulo, el poeta Ernesto Cardenal, y también su pariente Pedro Joaquín Chamorro, ambos miembros de la Unión Nicaragüense de Acción Popular, UNAP, fracasa. Los fusilamientos, torturas y persecusiones arrecian. Somoza masacra despiadadamente a los insurrectos.

En 1955, Cuadra fija residencia en Managua.

En 1956 en León, el poeta Rigoberto López Pérez se cuela en una fiesta en La Casa del Obrero en honor de Tacho Somoza y lo tirotea. Trasladan a Tacho de emergencia a una clínica de Panamá, donde fallece. Tras la muerte del dictador, por orden del hijo de Tacho y nuevo hombre fuerte, Luis Somoza Debayle, apresan a Pablo Antonio Cuadra por trabajar en el diario de la oposición. En la cárcel presencia las torturas y maltratos a que son sometidos los detenidos.

Uno de sus “Epigramas”, el VIII, Cuadra escribió:

Tanta vileza preñó la ciudad

Ciro: esta ciudad está preñada

y temo

que alumbre un nuevo tirano

Será el hijo bastardo de todos

El hijo bastardo de todos, al que había ayudado a alcanzar el poder y contra el que casi de inmediato reaccionó, recibió justicia poética.

El pez y la serpiente

Para 1957, PAC publica su obra de teatro Por los caminos van los campesinos”. Su primo, el poeta Ernesto Cardenal, ingresa en el monasterio trapense Our Lady of Getsemaní, en Kentucky, Estados Unidos. Allí se relaciona, y por su vía relaciona a Pablo Antonio Cuadra, con una amistad que a ambos les enriquecerá poderosamente, la del poeta y sacerdote norteamericano Thomas Merton, maestro de novicios en la trapa. Con Merton mantendrá un copioso intercambio epistolar.

En 1958 publica el ensayo “Torre de Dios”. En 1959, PAC obtiene el Premio Centroamericano de Poesía Rubén Darío y publica en Managua “El jaguar y la luna”, uno de sus poemarios de mayor relevancia. La influencia de Merton se acrecienta. Una carta del 13 de junio de 1959 de Thomas Merton a Pablo Antonio Cuadra expresa:Las tiranías y las compulsiones bajo las cuales vivimos en estos días son una afrenta moral para el hombre, la imagen de Dios. Y se está volviendo cada vez más claro que nuestra obligación moral fundamental es resistir la complicidad y la sumisión a cualquier poder abusivo, ya sea físico, moral o espiritual. Y esto es complicado y peligroso a la vez.”

En 1961 funda la revista y la editorial “El pez y la serpiente”, la que dirige por más de cuarenta años. Ese mismo año se integra a la Junta Directiva que establece la primera universidad privada de Centroamérica, la Universidad Católica de Managua, de la cual será Decano de la Facultad de Humanidades y director de su Departamento de Extensión Cultural.

En 1964, y desde ese año hasta su muerte en el 2002, asume la dirección de la Academia Nicaragüense de la Lengua, institución a la que había ingresado en 1945. El escritor Julio Ycaza Tigerino fue el secretario de la institución durante dicho período.

Ese año, 1964, inicia en “La Prensa” su columna “Escritos a máquina”. Ediciones Cultura Hispánica, en Madrid, publica “Poesía” (selección 1929-1962). En 1965 el Instituto de Cultura Hispánica le galardona con el premio Rubén Darío.

En 1967 publica tal vez el más importante de sus libros de ensayos: “El nicaragüense”, una reflexión sobre la gente de su país, honda y perspicaz.

En 1968, la Editorial Universitaria, de León, Nicaragua, le publica “Poesía escogida”. En 1970 publica sus libros de cuentos “Vuelva, Güegüense” y “Agosto”. Y en 1974, la Editorial Universitaria Centroamericana, de San José, Costa Rica, le publica el poemario “Tierra que habla”.

Para 1976 publica, editado por El Pez y la Serpiente, en Managua, su poemario “Esos rostros que asoman en la multitud”. También ese mismo año publica su libro de ensayos “Otro rapto de Europa”.

Durante todos esos años, desde 1954, va reformando poderosamente sus creencias, valores y criterios políticos, incorporando aquellos liberales, los que favorecen regímenes democráticos, abiertos, plurales, que respetan las normas legales, se ajustan a poderes que poseen contrapeso y límites establecidos, que acuerdan y aplican derechos ciudadanos y civiles, promueven la alternabilidad, las libertades públicas y el derecho a la crítica y al debate abierto de las ideas, todo lo contrario de sus ideas juveniles. Eso le convirtió en una persona con autoridad moral en su comunidad, que se granjeó el aprecio y respeto de sus conciudadanos.

La efervescencia neototalitaria

La tiranía de Tachito Somoza Debayle, que había sustituido en el poder a su hermano Luis, tras su muerte por infarto en 1967, hacía agua. Una rebelión de la juventud y el pueblo nicaragüense, hastiado de un gobierno inepto, inmoral, corrupto y mediocre, era reprimida cruentamente por la dictadura. Pero los tiempos habían cambiado.

En los Estados Unidos, la presidencia de Jimmy Carter abogaba tomaba distancia de los regímenes de fuerza y promovía la vigencia de los derechos humanos. Las simpatías hacia la lucha de los nicaragüenses se acrecentaba.

En 1978, Tachito Somoza ordena la muerte del periodista Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, director del diario “La Prensa”. Pablo Antonio Cuadra asume, en ese tiempo luctuoso, la dirección del principal medio discrepante. Se involucra en el apoyo a las fuerzas contestatarias sandinistas.

El régimen cubano se compromete en dar soporte al Frente Sandinista de Liberación, organización de orientación marxista fundada en 1961 por Carlos Fonseca Amador, hijo de Fausto Amador, administrador de los bienes de la familia Somoza. Oficiales cubanos participan en los combates de la ofensiva final. La tiranía se tambalea y, finalmente, el 19 de julio de 1979, Tachito Somoza escapa de Nicaragua y el FSLN y sus comandantes asumen el poder.

Cuadra, que celebra junto al pueblo nicaragüense la liberación, presencia cómo la revolución sandinista es trágicamente orientada a buscar transformar a Nicaragua en una nueva colonia soviética en América, al igual que Cuba.

Los comandantes sandinistas que apropian de las propiedades de Somoza y sus colaboradores y se mudan a las mansiones abandonadas o incautadas. Asesores cubanos pululan por doquier. Medidas de recorte a las libertades empiezan a imponerse de manera dictatorial. Los Ortega buscan acallar cualquier crítica, cualquier disensión. Y eso le enfrenta a Cuadra, quien desde las páginas de “La Prensa” denuncia los nuevos desafueros.

En 1979, en edición de la Academia Nicaragüense de la Lengua, se publica su poemario “Cantos de Cifar y del Mar Dulce” y en 1980, en edición de la Presidencia de la República, de Caracas, Venezuela, su poemario “Siete árboles contra el atardecer”.

En 1983 se inicia la publicación de su Obra Poética Completa, que finaliza en 1989.

En 1985 es catedrático en la Universidad de Austin, Texas, EE.UU. En 1986 obtiene el premio “Rímini”, en Italia. Y en 1987 publica su ensayo “Aventura Literaria Del Mestizaje”.

En las elecciones celebradas el 25 de febrero de 1990, Violeta Chamorro, viuda de Pedro Joaquín Chamorro y ex miembro de Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional que gobernó tras la caída del somocismo, gana las elecciones al Frente Sandinista, encabezando una coalición de partidos, con más del 54% de los votos. Un respiro democrático volvía a la atribulada nación. Y la labor editorial y de opinión de Pablo Antonio Cuadra había contribuido no poco a este resultado.

En 1991, la Organización de Estados Americanos, OEA, le otorga el premio “Gabriela Mistral”. Publica su libro de teatro “El coro y la máscara”, compuesto por tres piezas; “Death”, “Johana Mostega” y “Un muerto pregunta por Julia”. Ese mismo año su nieto, Pedro Xavier Solís Cuadra, publica un Diccionario filosófico de Pablo Antonio Cuadra. Solís Cuadra es director ejecutivo de la Asociación Pablo Antonio Cuadra, subdirector de la revista El pez y la serpiente, miembro de la Academia Nicaragüense de la Lengua y presidente del Instituto Nicaragüense de Cultura Hispana.

En 1992 se le propone como candidato al Premio Nobel de Literatura. Se le concede la Orden Fulgencio Vega y es declarado Hijo Dilecto de Managua.

Ultimos años de vida

En 1993, mientras ejercía como director de “La Prensa”, es nombrado Rector de la “Universidad Católica Redemptoris Mater”, función que ejerció hasta su deceso.

En 1998, siendo su nieto Pedro Xavier Solís Cuadra subdirector ejecutivo de “La Prensa”, la familia Chamorro, propietaria, le sugirió a Solís presentar su renuncia. Cuando su nieto le visita y le informa el caso, Pablo Antonio, que fungía como director, se indigna pues ignoraba el caso. Se reúne con los Chamorro y se produce un fuerte altercado que da origen a que abandone el diario junto a su nieto.

En 1999 recibe el Premio Nacional de Humanidades y publica su libro “Cuentos escogidos”.

En el año 2000 fue declarado Ciudadano del Siglo. Y en febrero del 2001 le es otorgado el Doctorado Honoris Causa, por la Universidad Americana, UAM. Fue el último acto público al que asistió, pues venía con una salud muy quebrantada.

Finalmente, a raíz de una enfermedad respiratoria, fallece el 2 de enero del 2002 en su residencia de Las Colinas, en Managua. Fue sepultado en 4 de enero en Granada.

El novelista norteamericano Paul Berman, quien lo entrevistó, dice de él en un artículo póstumo publicado en “Letras libres”: Sus méritos como autor de mitologías poéticas y nacionalistas eran, después de todo, enormes. La nota mestiza en el nacionalismo nicaragüense, el prestigio mítico de Sandino y de los guerrilleros en las montañas, la grandiosidad de aspiraciones nacionales de Nicaragua (una grandiosidad que, según creo, no comparte ningún otro país de tamaño equivalente), el toque de milenarismo en la concepción revolucionaria nacionalista: todo ello era, en buena medida, obra suya”.

Y para el escritor e historiador Jorge Eduardo Arellano, Pablo Antonio Cuadra reúne las características del verdadero intelectual, porque “integró el concepto de intelectual por antonomasia, lo encarnó totalmente, porque opinaba con autoridad moral. Diría que es el intelectual del siglo XX, y eso lo manifestó en sus escritos”.

Su vida, en muchos aspectos, reflejó los excesos, las fantasías y delirios, los arrebatos que obnubilaron el juicio de muchos escritores e intelectuales latinoamericanos, atrapados en la seducción totalitaria, sea fascista, como en su caso, o estalinista, como en el de muchos otros. Eso no le impidió producir una obra ejemplar y extraordinaria.

Más importante aún, la evolución de su pensamiento, su alejamiento del culto al hombre fuerte del fascismo, su adscripción a valores democráticos, a la sociedad abierta y plural, a los derechos ciudadanos y a las libertades, le llevó a ser un referente de valiosísima importancia en la Nicaragua de las últimas décadas del siglo XX.

Una vida y una obra de indudable valor. Y de indudable enseñanza.

El libro en www.scribd.com: http://www.scribd.com/doc/46053302/UNA-RAYA-LARGA-Y-ROJA-EN-EL-POLVO-DE-LA-HISTORIA-POR-PABLO-ANTONIO-CUADRA-NICARAGUA