domingo, 24 de febrero de 2013

¿QUÉ LLEVÓ A LA CÍA A ENTREGAR A SU INFORMANTE?



¿QUÉ LLEVÓ A LA CIA A ENTREGAR A SU INFORMANTE?

Por Aquiles Julián

“Según la calumnia propalada por los enemigos del gobierno, la muerte de Octavio de la Maza se relaciona con la desaparición en los Estados Unidos de Jesús de Galíndez, un refugiado español que hasta el día en que salió voluntariamente del país gozó sin reservas de la hospitalidad dominicana ¿Pero qué tiene que ver este gobierno con un crimen realizado en un país extranjero, y en un país donde todos los días desaparecen centenares de personas sin que a nadie se le ocurra convertir el caso de ninguna de ellas en un problema internacional?”
Rafael L. Trujillo

Trujillo no tenía intención ni interés de secuestrar a Galíndez. De hecho, parece que intentó comprarlo. Pero a Trujillo se le montó una provocación artera, de informes falsos y desafíos, que casi le obligaron a ordenar el secuestro. ¿Por qué, quiénes, cómo y para qué se montó esa provocación?
Jesús de Galíndez no representaba para la República Dominicana amenaza o problema alguno. De hecho, en muchos sentidos era un impensable aliado, en la medida en que Galíndez espiaba al exilio dominicano para el FBI y para la CIA. Y los Estados Unidos tenían una relación estupenda con el dictador.
Cierto, Galíndez escribía contra el régimen de Trujillo y otras dictaduras. Y puso como tema de su tesis esta atrabiliaria tiranía. Pero una lectura de la tesis de Galíndez la muestra ponderada, sobria e incluso desmontaba algunas exageraciones y escándalos que el exilio difundió para perjudicar la dictadura.
Además, los artículos de Galíndez, su asistencia a piquetes y actos, reuniones y conferencias antitrujillistas, antifranquistas, antifascistas y filoizquierdistas servían para la tapadera de hombre liberal y afín a la izquierda que le facilitaba la infiltración y la delación. Jesús de Galíndez era un calié.
Calié en razón de su nacionalismo vasco, cierto. Pero eso no justifica sus acciones como informante del FBI y la CIA.
A Trujillo la CIA lo trabajó. Le hizo sentir que tenía que hacer algo. Lo llevó a un punto en que se sintió forzado a reaccionar. De nuevo ¿por qué, quiénes, cómo y para qué?
¿Qué condujo a los Dulles a provocar a Trujillo para que le resolviera el caso de un informante que se había convertido en un estorbo para su política exterior?

¿QUÉ LLEVÓ A LA CIA A ENTREGAR  SU INFORMANTE A TRUJILLO?

La causa fue la rebeldía de Galíndez a aceptar el cambio de política exterior de los Estados Unidos con respecto a Franco y a España, y su intención de entorpecer los planes norteamericanos de aceptación de la España franquista en la ONU, que destruía las expectativas a mediano plazo de independencia vasca. Para él ese cambio de rumbo de la política exterior norteamericana constituía un acto de traición de los norteamericanos a los vascos, que les habían servido como agentes e informantes y habían espiado para ellos.
Esa actitud de Galíndez no agradó a sus empleadores de la CIA.
Mientras el Departamento de Estado buscaba a cualquier precio un acuerdo con Franco, al considerar a España como clave en una estrategia de contención del expansionismo soviético (Stalin fue subordinando los países ocupados por el ejército ruso y en otros con partidos comunistas fuertes, buscó por igual imponerse), Galíndez buscaba maneras de dificultarlo, siendo a la vez, como lo era, un asalariado de la inteligencia norteamericana.
Y los norteamericanos interpretaron la actitud de Galíndez igualmente como traición.
El cese de la cuarentena diplomática a España, la reanudación de relaciones, el nuevo papel asignado al gobierno franquista dentro de la estrategia de contención antisoviética para Europa, los convenios militares y la incorporación de España a la ONU y a la OTÁN (esto último sólo se logra tras la transición del franquismo a la democracia) hacían no sólo innecesario, sino también peligroso por la información de que disponía, a Jesús Galíndez Suárez.
No sólo era alguien prescindible. Era alguien que representaba una amenaza potencial a una relación estratégica. Un incómodo ex-aliado del que convenía deshacerse.

LA COLABORACIÓN DEL PNV CON LA CIA.

Si bien, a raíz del término de la segunda guerra mundial, los Estados Unidos contribuyeron a aislar a España mediante un cordón sanitario diplomático, dada la proclividad de Franco hacia Hitler y Mussolini (pese a que, por los estragos de la guerra civil 1936-1939, Franco mantuvo a España neutral en la contienda, a contrapelo del deseo de Hitler), el giro hacia la confrontación con la URSS produjo cambios en las prioridades norteamericanas, aceleradas, sobre todo, por la crisis desatada por Kim Il Sung cuando mandó a su ejército a cruzar el Paralelo 38 e invadir Corea del Sur.
El Partido Nacionalista Vasco, PNV, al que Galíndez pertenecía, había hecho alianza con los británicos y luego con los norteamericanos, buscando apoyo a sus aspiraciones independentistas (antes, se sabe, buscaron el respaldo nazi, que no obtuvieron).
Eso condujo a que los militantes del PNV fueran reclutados como informantes de las agencias de inteligencia norteamericanas y a que los militantes del PNV dentro de España fueran empleados en tareas de sabotaje al franquismo. Como señala un bloguero en la web al respecto: “En 1946, los agentes vascos recibían toneladas de explosivos de sus contactos norteamericanos para cometer actos de terrorismo dentro de España.”
Para Truman, Franco era un miembro del Eje a derrotar. Un dictador afín a Hitler y Mussolini. Un enemigo.
A través de Galíndez, quien fuera trasladado desde República Dominicana en febrero de 1946 hacia Cuba y luego a New York vía Miami por el Lehendakari José Antonio Aguirre, máxima figura del llamado gobierno vasco en el exilio,  la CIA proporcionó fondos a los militantes del PNV que hacían sabotaje en España, suma que llegó a ascender sobre el millón de dólares, cantidad respetable para esos años.
El 9 de febrero de 1946 la reunión de la ONU en San Francisco prohibía que España fuera parte de la organización, alegando que el régimen de Franco había “sido fundado con el apoyo de las Potencias del Eje”. Y el 12 de diciembre del mismo año declara que la dictadura de Franco se había “impuesto por la fuerza al pueblo español”, por lo que no lo representaba, y aconsejaba a todos los países miembros a que retiraran sus representantes y embajadores de España hasta que no se produjeran cambios significativos en la península, y se daba un año de plazo para ello.
 En New York, Galíndez se ocuparía de representar al gobierno vasco en el exilio ante la ONU y vivía en la mismísima sede de dicha representación en los Estados Unidos. Era por entonces la única representación de España en las Naciones Unidas.
Pero hubo sectores de poder en los Estados Unidos que comenzaron a imponer un giro con respecto a España. El giro había comenzado tímidamente ya a fines de 1947. Los Estados Unidos habían visto a Franco sólidamente instalado en el poder. Por otro lado, el inicio de la guerra fría dio un giro a las prioridades y a las alianzas. A fines de 1949 surgió el Plan DropShot que requería de la colaboración de los países de Europa occidental. Y que originó en buena medida el Plan Marshall, en que Estados Unidos concedía US$12,000 millones de dólares para la reconstrucción europea y para detener el comunismo.
Para Allen Welch Dulles, quien fuera subjefe de la OSS, la antecesora de la CIA que estaba al mando del general Bill Donovan (el mismo que luego recomendaría la incorporación a la CIA de Horace W. Schmahl, otro de los implicados en el complot para secuestrar a Galíndez) y fue puesto al mando del recién creado aparato de espionaje, el fascismo y el nazismo no eran repugnantes. El bufete de Dulles en Wall Street, Sullivan and Cromwell, había realizado pingües negocios con empresas y bancos alemanes que apoyaron al Tercer Reich. Y, de hecho, Dulles y Donovan reclutaron para la OSS al criminal de guerra nazi, general Reinhard Gehlen, jefe del aparato espionaje nazi para la Unión Soviética,   quien traspasó a la OSS el aparato de espionaje nazi que él había desarrollado, así como sus archivos. Gehlen fue colocado al frente del servicio secreto de la República Federal Alemana. Dulles carecía de los escrúpulos políticos de Roosevelt y Truman con respecto a Franco y a España.

GALÍNDEZ Y EL DEPARTAMENTO DE ESTADO: INTERESES EN PUGNA

El inicio de la guerra de Corea en junio de 1950, cuando Corea del Norte invadió inesperadamente a Corea del Sur y sus tropas cruzaron en masa el paralelo 38 que le sirve de frontera, disparó el cambio de posiciones del Departamento de Estado. Temeroso de que la URSS desatara una blitzkrieg fulminante sobre Europa occidental, hubo sectores del alto mando militar norteamericano y del Departamento de Estado que presionaron para incorporar a España en la OTÁN.
A Harry Truman no le simpatizaba Franco. Heredaba esa animadversión a Franco de Roosevelt, al que sucedió al frente del Ejecutivo norteamericano. Sin embargo, en Washington operaba un lobby español que propiciaba mejorar las relaciones entre España y EE.UU.
El 12 y el 13 de febrero de 1951 el Departamento de Estado hizo saber a los gobiernos de Inglaterra y Francia su intención de llevar a cabo conversaciones de sondeo con Franco. Los británicos y los franceses se opusieron de plano. Y eso, en vez de desalentarlos, llevó a los norteamericanos a decidir actuar por su cuenta.
El 15 de febrero de 1951, el presidente Truman aprobó unilateralmente, bajo presión de los militares que consideraban a España un aliado estratégico a desarrollar, una política de acercamiento a la España franquista, buscando que se instalaran en territorio español bases militares “que permitirían operar en una amplia zona de Europa occidental, el norte de África  y el Mediterráneo occidental, así como toda la amplia línea del océano Atlántico central y norte”. Así lo expuso en secreto el Estado Mayor Conjunto de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, OTÁN.
El Consejo Nacional de Seguridad, NCS, emitió su directiva NCS 72/6 en que establecía la necesidad de establecer bases militares en España.
En ese mismo año, 1951, Estados Unidos le aprobó al régimen de Franco US$100 millones de dólares de ayuda vía la Agencia de Seguridad Mutua, pero el préstamo no es entregado ni ese año ni el siguiente. Igualmente, autorizó un préstamo de US$62,5 millones de dólares vía el Bando de Exportación e Importación. Y se pensaba conceder a España otros US$150 millones de dólares provenientes de los fondos de la Agencia de Seguridad Mutua.
La situación condujo a un enfrentamiento entre el representante del gobierno vasco en el exilio, que activaba entre los delegados a la ONU para que se sostuviera la exclusión de la España franquista de la ONU y el interés norteamericano de mejorar sus relaciones con Franco y su gobierno. Y Galíndez, recordemos, era por entonces un asalariado de la CIA y del FBI.
Para la época, España sólo sostenía relaciones con la Argentina de Perón, la República Dominicana de Trujillo, un Portugal donde Salazar impera y el Vaticano.
El 11 de julio de 1951 Truman dio orden al almirante Sherman, de la Armada norteamericana, para que sondeara a Franco. Sherman lo hizo el 16 de julio de 1951, en Madrid.
El encuentro, consignado como máximo secreto, tuvo sólo cuatro participantes: Franco, el marqués de Prats, quien sería el traductor, el embajador Griffis y el almirante Sherman, que redactó para Truman la memoria de la conversación.
Franco, tras quejarse y mostrarse preocupado por los franceses, se adhirió a la postura norteamericana en principio, y la condicionó a que le suministraran ayuda económica y militar.
El 22 de agosto de 1951, Truman envió, informándolo previamente a ingleses y franceses, al general de división Spry y un equipo de técnicos militares norteamericanos a estudiar las instalaciones militares españolas.
Sin embargo, no todo marcharía sin dificultad.
El 7 de febrero de 1952 el presidente Truman declaró públicamente desde la Casa Blanca que “él no había sentido nunca mucha simpatía hacia España”.

EL PACTO DE MADRID

Tras el percance, por las declaraciones de Truman, en abril de 1952 las conversaciones cobran nueva fuerza. George Train y el general August Kissner negociaban por los Estados Unidos. Train en lo económico y Kissner en lo militar. Las contrapartes españolas eran el canciller Alberto Martin Artajo, quien se ocupó del estudio y la negociación de los aspectos diplomáticos, el Jefe del Alto Estado Mayor, teniente general Juan Vigón, y de los asuntos propiamente económicos, el Ministro de Comercio, Manuel Arburúa de la Miyar.
Los españoles, al percibir el afán norteamericano porque les aprobaran las bases militares, se hicieron de rogar y elevaron sus requerimientos.
Un telegrama secreto del embajador norteamericano Lincoln McVeagh de julio de 1952 así lo hacía ver: "España no está ni remotamente tan ansiosa de recibir nuestra ayuda como estamos nosotros de darla a cambio de la obtención de otra cosa (...) El problema presente es encontrar alguna fórmula para el acuerdo de bases militares que sea capaz de satisfacer los requisitos españoles (...) sin ir más allá de lo que esas bases valen para nosotros. (...) Una medida de atención a su orgullo vale muchos dólares".
En enero de 1953 Eisenhower asumía el gobierno en EE.UU. Los escrúpulos de Truman hacia Franco cambiaron a la determinación del nuevo mandante de la Casa Blanca de ponerse de acuerdo con el dictador español. A pocos meses, convocó una reunión del Consejo Nacional de Seguridad en mayo de 1953 y logró que el Departamento de Estado y el de Defensa se impusieran sobre el Departamento del Tesoro, obteniendo US$465 millones en ayuda para España y un gasto total de US$800 millones, que incluía el costo de construcción de las bases militares.
El 26 de septiembre de 1953, en el Palacio de Santa Cruz, sede del Ministerio de Asuntos Exteriores de España, el embajador norteamericano James Clement Dunn, y el ministro español de Relaciones Exteriores, Alberto Martín Artajo, suscribían el Convenio hispano-norteamericano o Pacto de Madrid.
El Convenio incluía tres acuerdos: el Convenio Defensivo que permitía la creación de bases militares norteamericanas en la península (“bajo mando y soberanía españolas”), el Convenio de Ayuda Económica, que se amplió a diez años, y el Convenio Relativo a la Ayuda para la Mutua Defensa, que obligaba a ambas naciones.
Fruto del Convenio, los Estados Unidos construyeron en España tres bases aéreas: la de Torrejón de Ardoz en Madrid, la de Morón de la Frontera en Sevilla, y la de Sanjurjo-Valenzuela en Zaragoza, más la base aeronaval de Rota, en Cádiz.

UN EMPLEADO INDESEABLE

Jesús de Galíndez, delegado del Gobierno Vasco en el Exilio en la ONU se convirtió en una incómoda piedra en el zapato para el Departamento de Estado.
El profesor y escritor promovía continuar la exclusión de España, en abierta contraposición a la nueva línea de la diplomacia estadounidense.
Su actitud independiente y ajena a la política e intereses norteamericanos, llevó a la  CIA a romper su relación con Galíndez como informante en 1954.
Sin embargo, el indócil representante de Aguirre tenía en su poder información que podría usarse para enturbiar las relaciones con Franco y su gobierno.
Y Galíndez era hombre de criterio propio, no manejable.
De hecho, cuando su otro empleador, el FBI, le insistió en descontinuar su tema de tesis sobre la dictadura de Trujillo, advirtiéndole de los riesgos de un atentado de Trujillo en su contra, Galíndez insistió en sostener el tema y continuar su investigación.
Para el Departamento de Estado, que se había comprometido a terminar con la cuarentena diplomática a España y a que Franco y su régimen fueran aceptados en las Naciones Unidas, la labor de entorpecimiento de Galíndez era incómoda.
De hecho, pese a que el Pacto de Madrid se da en septiembre de 1953, y de que el tema de España es colocado en agenda en distintas asambleas, su ingreso al organismo mundial fue impedido en cada ocasión  por  la oposición de países como Rusia, Bélgica, México, Polonia e incluso Israel, lo que indica la activa labor de Galíndez y otros opositores a Franco en dificultar e impedir que  el compromiso norteamericano con Franco tuviera éxito.
Es sólo el 14 de diciembre de 1955 que Estados Unidos logra en la ONU el ingreso de la  España franquista como representante legítima del pueblo español ante ese organismo. España se incorpora a la ONU, a la OIT, a la UNESCO y a la OMS.
Sería ese mismo año, 1955, cuando se iniciaría la provocación a Trujillo para que el ególatra dictadorzuelo dominicano le resolviera a la CIA y al Departamento de Estado el incordio que le representaba el representante del Gobierno Vasco en el Exilio ante la ONU.

viernes, 22 de febrero de 2013

EL PROGRAMA HEALTHY KIDNEYS DE LIMPIEZA RENAL

EL PROGRAMA HEALTHY KIDNEYS
DE LIMPIEZA Y DESINTOXICACIÓN RENAL
EXCLUSIVO DE CIENSALUD / TRIUNFAR

LA PUBLICIDAD SIEMPRE HA SIDO NEUROMARKETING




LA PUBLICIDAD SIEMPRE HA SIDO NEUROMARKETING, A LA ALTURA DE SU ÉPOCA, PORQUE DE LO QUE SE TRATA ES DE INFLUIR Y ESTIMULAR LA CONDUCTA DE LOS MERCADOS Y SUS EXPECTATIVAS
Aunque el concepto de Neuromarketing es relativamente novedoso, la publicidad y el marketing siempre han sido, cuando son profesionalmente realizados y no en sus ejecutores más pedestres (que abundan y no pasan de la artesanía) neurodisciplinas, pues buscan medios de estimular e influir en las expectativas y conductas de las personas (los mercados), con fines predeterminados.
Y en cada época han aprovechado los avances y conocimientos adquiridos sobre cómo opera el cerebro humano, porque al final es el cerebro el que domina el comportamiento.
Las fórmulas publicitarias, como AIDA, por ejemplo, reflejan con claridad eso: Captar la Atención, Generar Interés, Provocar Deseo e Inducir la Acción, fue el mantra publicitario por décadas.
El estudio del impacto de las palabras, la retórica verbal, y de las imágenes, retórica visual, congregó a los mejores publicitarios, pues la publicidad fue siempre, primero que todo, cuando se ejercía profesionalmente y no se convertía en una caricatura, una simple artesanía formal, un campo de la psicología aplicada.
Y así es ahora. Y así lo será siempre.
Se trata de influir, condicionar, estimular y conducir los comportamientos de personas que a nivel tanto sociográfico como psicográfico califiquen como el blanco de público para nuestro mensaje o producto (sea una idea, un candidato, un producto, un servicio, una creencia, etc.). Eso es psicología social aplicada sin dudas.
El psicoanálisis y la segunda guerra mundial llevaron a los Estados Unidos a sesudos y prestigiosos psicoanalistas europeos que allí fueron conquistados por el comercio y produjeron importantísimos aportes al aplicar las técnicas de exploración del subconsciente al marketing. Dos nombres relevantes, Louis Cheskin, quien estudió el impacto del color en la percepción y la actitud, y Ernest Ditcher, quien estudió el valor simbólico de los productos y las marcas, produjeron entre muchos otros una fortísima revolución en las maneras de comercializar y estimular mediante mensajes simbólicos aspiracionales las conductas de los consumidores.
Sus aportes, exagerados por esa vocación al escándalo natural en la prensa, condujo a un clásico de la literatura comercial de la época: The Hidden Persuaders (Las formas ocultas de la propaganda), de Vance Packard, que incluso provocó leyes para proteger a los incautos y desprevenidos ciudadanos de las maquinaciones siniestras de los mercadólogos y publicistas que buscaban controlar sus cerebros y producir una nación de zombies (por los resultados que vemos hoy, parece que tuvieron éxito en gran medida).
Los avances en el conocimiento del cerebro y la mente de las últimas décadas han llevado al perfeccionamiento de las técnicas de influencia. De ahí derivó el neuromárketing.
Cuando estudié Programación Neuro-Lingüística, PNL, fue obvio para mí que esa disciplina tenía aplicaciones fortísimas a las ventas y a la mercadotecnia. De hecho, el neuromárketing tardó en formularse, ya que la PNL fue definida en la década de los años ´ 70 del siglo XX y el Neuromárketing fue definido en el 2002.
Algunos de sus libros exploran los aportes de la PNL, otros se aplican a lo que se sabe del cerebro triuno... En los Estados Unidos una de sus áreas de estudio vuelve a ser la retórica verbal. Un libro capital sobre el tema es Words That Work de Frank Luntz, quien desarrolló una aplicación informática que le permite medir el impacto de ciertas palabras y frases en la percepción y la actitud de las personas, cuáles predisponen positivamente y cuáles provocan rechazo.
He tenido, gracias a Amway Corp., la oportunidad de recibir más de un entrenamiento con el Dr. Luntz. Recientemente su libro se tradujo al español: La Palabra Es Poder. Y de nuevo viene uno de los presupuestos de la PNL: "Lo importante no es lo que dices sino lo que la gente entiende": El contenido del mensaje es la reacción del receptor, no la intención del emisor.
El tema es apasionante, controversial y enriquecedor.

CÓMO MANTENER SANOS TUS RIÑONES



CÓMO MANTENER SANOS TUS RIÑONES

Por Cristina Julián
Health Coach CIENSALUD

Los riñones cumplen una función vital en nuestro cuerpo.
Tus riñones son del tamaño de un puño. Las personas contamos con dos riñones colocados bajo la caja toráxica, a la altura de la cintura y próximo a nuestra columna.
Su forma es de un grano de habichuela.
Cuando tus riñones funcionan correctamente, procesan cada día más de 200 litros de sangre. Y eliminan, vía la orina, unos dos litros de residuos tóxicos y agua.
Es imprescindible que los riñones estén limpios para que puedan filtrar eficazmente tu sangre y limpiarla de toxinas y residuos.
Si tus riñones se encuentran obstruidos, tu cuerpo reabsorbe de nuevo las toxinas que debía haber eliminado, con graves riesgos para tu salud.
Todas los padecimientos del sistema urinario se deben a la sangre tóxica, cargada de desechos metabólicos y exceso de proteínas.

QUÉ TAREAS HACEN LOS RIÑONES EN TU CUERPO

Estos vitales órganos te permiten deshacerte de los subproductos de la descomposición de las proteínas, como el amoníaco y la úrea, ambos muy tóxicos.
Igualmente, los riñones limpian la sangre y eliminan residuos metabólicos frutos de la actividad celular.
También secretan una enzima, la renina. Esta enzima ayuda a regular la presión arterial al activar la vía renina-angiotensina.
Por igual participan en la creación de la forma activa de la vitamina D, el calcitriol. Además, regulan otras dos importantes hormonas: la eritropoyetina y la renina.
Los riñones influyen mediante una sustancia que segregan en la producción de glóbulos rojos.
Regulan, igualmente, la cantidad de solutos e iones en la sangre, de ahí que ayuden a controlar el equilibrio ácido-alcalino, PH arterial, y la cantidad de la sangre.
Además, intervienen en la producción de glucosa.
Otra función renal es regular los niveles de sodio, fósforo y potasio en la sangre.
Esos dos poderosos filtros están a cargo de regular y mantener el volumen y el nivel de concentración de la sangre, en cantidad y en calidad. Sin ellos, la sangre se volvería tóxica y podría envenenarnos.

¿QUÉ CONSECUENCIAS        SE DERIVAN DE RIÑONES DEFICIENTES O ENFERMOS?

Descuidar la buena salud de nuestros riñones puede costarnos caro.
Desde dolorosas litiasis (piedras en los riñones) hasta insuficiencia renal, los trastornos en los riñones pueden generar enfermedades degenerativas graves, tales como cardiopatías, derrames cerebrales, diabetes, presión arterial alta o cáncer.
Unos riñones que trabajen de manera deficiente hacen que se acumulen en el organismo  toxinas y productos de desecho metabólico.
Eso altera el equilibrio químico, el espesor o viscosidad y la cantidad de la sangre y otros fluidos corporales, lo que nos puede conducir a la diabetes tipo 2 y a la hipertensión, y de allí a las enfermedades cardiovasculares y a los accidentes cerebro-vasculares.
Por igual, pueden comprometer severamente el sistema inmunológico y aumentar el riesgo de cáncer y otros padecimientos terribles.
Los riñones son los principales órganos del sistema linfático. Cuando los riñones están obstruidos, el sistema linfático se bloquea.

¿CÓMO SABER SI NECESITAS URGENTEMENTE LIMPIAR TUS RIÑONES?

Hay síntomas que señalan que nuestros riñones están operando con deficiencia, tales como:
1.       Dolores en la parte baja de la espalda
2.      Orina color café oscuro (indica sangre en la orina)
3.      Sed excesiva
4.      Aumento de la micción, particularmente durante la noche
5.      Orinar menos de 500 ml al día
6.      Sentir la vejiga llena
7.      Dolor al orinar
8.     Tobillos hinchados durante la noche.
9.      Ojos hinchados durante la mañana.
10.  Hematomas
Hay factores importantes a evaluar, tales como la dieta, el medio ambiente, el peso, la herencia, el ejercicio y la ingesta de líquidos. Todos ellos mejoran o agravan, según el caso, la función renal.


¿QUÉ BENEFICIOS DERIVAMOS DE LIMPIAR NUESTROS RIÑONES?

La limpieza renal ayuda a que desaparezca el dolor en la parte baja posterior de la espalda, en las manos pies y dedos de los pies. Por igual, ayuda a eliminar edemas –hinchazón por retención de líquidos-, los problemas que se derivan de la acumulación de ácido úrico como la gota y la cistitis, infección de las vías urinarias.
Igual sucede con dolores o problemas en las rodillas.
Mejora la función linfática, ya que los riñones son sus órganos principales.
Es importante seguir un programa y contar con supervisión adecuada para lograr el mejor resultado.
Eso significa pequeños ajustes en la dieta y otros hábitos, el consumo de zumos y infusiones, activar el cuerpo, un plan de hidrodrenaje, varias sesiones de desintoxicación por dermósmosis iónica y suplementación de apoyo.
Todas las personas recibimos beneficios de limpiar nuestros riñones. De hecho, una excelente recomendación es limpiar tus riñones dos veces por año.
Y por cierto, ¿cuándo fue la última vez que hiciste tu limpieza renal?
Si tienes interés en mejorar la salud de tus riñones, llámanos al 849-207-6156 o al 829-766-6156 o escríbenos a triunfar.org@gmail.com
Tus riñones merecen ese cariñito.

CRISTINA JULIAN es Health Coach de CIENSALUD/TRIUNFAR.

jueves, 14 de febrero de 2013

EL HOMBRE A CARGO DE SECUESTRAR A GALÍNDEZ, POR AQUILES JULIÁN



EL HOMBRE A CARGO
DE SECUESTRAR A GALÍNDEZ
                                                                                       

Por Aquiles Julián


“Frank había desempeñado un papel central en el asesinato de Jesús de Galíndez, un profesor de la Universidad de Columbia que había sido tutor de los hijos de Trujillo, había escapado al régimen del dictador y se había trasladado a Nueva York, donde escribió un libro sobre los crímenes de Trujillo”.
Tim Weiner
Enemigos, una historia del FBI

El secuestro y desaparición del escritor y político español Jesús Galíndez
Suárez, quien fuera informante tanto del FBI como de la CIA,  fue una conspiración articulada y encubierta dirigida por  Allen Welch Dulles, director de la Agencia Central de Inteligencia, CIA, y su hermano mayor, John Foster Dulles, a cargo del Departamento de Estado, en la administración de Ike Einsehower.
Para esos fines, la CIA contrató a un equipo que solía emplear para “servicios especiales”: aquellos en los que la CIA no quería aparecer directamente involucrada.
Ese equipo respondía a dos compañías a las que la CIA encargaba ese tipo de asuntos: Una en Washington, “Robert Maheu & Asociados”, y otra en New York, la Agencia de Detectives “Horace W. Schmahl, Inc.”
Ambas compañías, que en distintas misiones trabajaron asociadas, a su vez, tuvieron un hombre a cargo común para el secuestro y traslado de Jesús de Galíndez a República Dominicana: John Joseph Frank.
Frank, amigo de Robert Aime Maheu y de Horace William Schmahl, para los que solía realizar trabajos, era el hombre ideal, ya que él, al igual que Schmahl, se habían relacionado con el engreído déspota que pisoteaba a su antojo República Dominicana.
Maheu y Schmahl dieron apoyo logístico a Frank para la ejecución del encargo. Trujillo proporcionaría la mayor parte de los fondos.
Aquella acción terminaría por llevarse de paso al mismísimo Trujillo, pues marcó para él el comienzo del final.
Cavó su tumba el día en que se dejó provocar por la CIA para ordenar el secuestro de Galíndez y su traslado a Ciudad Trujillo. Como Joaquín Balaguer, que fue pieza importante de los equipos conformados por Trujillo para encubrir el crimen, desde su posición de Secretario de la Presidencia, escribió en su libro La Palabra Encadenada, el secuestro de Galíndez “arropó a Trujillo en su vorágine y lo escogió como la última víctima de la ola de sangre que desató él mismo con aquel crimen inútil, punto de partida del proceso de destrucción que minó a la Era de Trujillo” (Pág. 255). Él, Balaguer, fue cómplice consciente de esa ola de sangre.

¿QUIÉN ERA JOHN JOSEPH FRANK?

Frank era un abogado graduado de la Escuela de Leyes de la Universidad de Georgetown. Fue agente del FBI desde 1941 hasta el 13 de mayo de 1949, fecha en que renunció del Buró.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Frank y otro agente del FBI, Robert Maheu, eran la contraparte del FBI en el grupo especial de la Policía de New York que registraban las casas y apartamentos de aquellas personas que se sospechaba eran afines a los nazis. Esa actividad se efectuaba en cumplimiento de órdenes del presidente de los Estados Unidos. Y en esas tareas tanto Frank como Maheu trabaron amistad con el teniente Arthur E. Schultheiss, uno de los miembros de aquella fuerza de tarea.
Durante muchos años, Frank combinó su carrera de abogado con trabajos para la División de Investigaciones de la Oficina de Estabilización de Precios de los EE.UU.
Frank era una persona callada, introvertida, capaz de guardar secretos (algo que impresionó y gustó mucho a Trujillo cuando lo trató).
En Octubre de 1949 Frank se incorporó a la CIA. Supuestamente su relación con La Compañía finalizó en marzo de 1951, salvo un servicio brindado en junio de 1953. En realidad, Frank pasó a un nivel de operaciones encubiertas de mayor envergadura: aquellas en las que la CIA no quería figurar como directamente involucrada.
Era un hombre nacido para el espionaje. Tenía placer en la impostura, en usar seudónimos. Solía emplear Dalton, John Ward o Mr. Kane.
De él resalta Unanue en su libro sobre Galíndez que: “Sus relaciones sociales y profesionales lo mantuvieron unido por amistad a los jefes de las divisiones de inteligencia de los diferentes cuerpos policíacos locales, especialmente con el inspector Francis Robb, de la Unidad de Servicios Especiales (Inteligencia) de la Policía de Nueva York, o con los directores de los servicios de inteligencia o seguridad de las diferentes agencias del gobierno estadounidense, principalmente con los de la Oficina de Seguridad del Departamento de Estado” ((El Caso Galíndez: Los Vascos en los Servicios de Inteligencia de EEUU, por Manuel de Dios Unanue, Pág. 164).
La CIA había logrado colocar a Frank y a Schmahl como guardaespaldas de Trujillo en 1954, cuando el dictador dominicano viajó a España y al Vaticano.
A partir de 1954 Frank actuaría como agente doble, sirviéndole a la CIA como espía a la vez que hacía creer a Trujillo que espiaba para él. Eso quedó claro en la nota  que la CIA dirigió a Edgar J. Hoover  cuando Frank era enjuiciado por actuar como agente de Trujillo sin haberse registrado como tal ante el Departamento de Estado, pidiendo el proceso a Frank se aligerara, porque “ellos deseaban continuar empleando a Frank como su espía en la República Dominicana y el Caribe en general”.
La Defensa de Frank en los juicios a los que fue sometido acusado de violar el Acta de Registro de Agentes Extranjeros de 1938,  siempre sostuvo que no tenía que declararse como agente, porque siempre estuvo actuando en nombre del gobierno de los Estados Unidos y por lo tanto no estaba obligado a presentar una declaración de registro. Frank se negó en ambos juicios a ser interrogado y la CIA logró una negociación en su favor por la cual apenas fue multado con US$500.00 dólares.
Su silencio fue recompensado.

DOS COMPAÑÍAS HERMANADAS EN EL TRABAJO SUCIO

Las compañías de Maheu y de Schmahl, aunque diferentes: una, la de Bob Maheu, operaba en Washington y su principal cliente, fuera de la CIA,  lo era el excéntrico multimillonario norteamericano Howard Hughes, y la otra, la de Schmahl operaba en New York, eran duchas en trabajar conjuntamente en operaciones ilegales para la CIA y otros clientes.
Schmahl había sido reclutado por la CIA por recomendación directa del general William (“Wild Bill”) Donovan, quien lo apadrinó en marzo de 1951 introduciéndolo al Subdirector de Operaciones Especiales de la CIA, General de dos estrellas Willard Gordon Wyman. Donovan había sido Coordinador de Información  y luego Director de la Oficina de Servicios Estratégicos, OSS, la predecesora de la CIA durante la Segunda Guerra Mundial. Se había tratado con Schmahl durante más de una década y fue el padrino del primogénito de Schmahl.
Horace W. Schmahl, quien nació en Düsseldorf, Alemania, el 28 de junio de 1908, se había naturalizado como ciudadano estadounidense  el 22 de junio de 1937. Schmahl estudió en Lessing la secundaria y obtuvo un título universitario de Bachelor en Ciencias. Luego en la Sorbona, Francia, cursó durante tres años la carrera de Derecho. Su esposa era Patricia Schmahl y tenía 4 hijos.
En 1943 se incorporó a las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos, y fue asignado a la Oficina de Servicios Estratégicos. De allí fue trasladado a la División de Inteligencia Militar del Ejército y finalmente fue dado de baja honorablemente el 16 de enero de 1946.
Tras servir en el ejército norteamericano, Schmahl retornó a New York. Allí abrió una oficina como investigador privado con el nombre de “Horace W. Schmahl, Inc.”. Su negocio, que solía ser tapadera para operaciones de espionaje y contraespionaje y trabajos clandestinos para la CIA, se autodefinía como una oficina especializada en relaciones obrero-patronales e investigaciones sobre casos de negligencia realizadas para compañías navieras.
Robert Aime Maheu por su parte, nació el 30 de octubre de 1917 en Waterville, Maine. Obtuvo un grado universitario en la Universidad de Santa Cruz y estudió Derecho en la universidad de Georgetown (la misma en que estudiara Derecho Frank). Durante sus estudios en Georgetown fue reclutado en 1941 por el FBI como agente.
Para la segunda guerra mundial, Maheu fue oficial de contrainteligencia.
En 1947 abandonó el FBI para incorporarse a la recién fundada Agencia Central de Inteligencia, CIA, a la que se incorporaron muchos de sus amigos.
Una de las tareas sucias que desarrolló Maheu para la CIA y el Departamento de Estado, en 1954, fue buscar la manera de romper el acuerdo hecho por Aristóteles Onassis con la familia real de Arabia Saudita, para transportar más del 45% del petróleo saudí. El acuerdo podría darle a Onassis un gran poder sobre Europa y América, que dependían de la producción saudí de petróleo.
Maheu estableció un sistema de escuchas telefónicas, y se logró hacer revertir el acuerdo. La CIA pagó la factura de la operación.
En “Némesis”, la biografía de Onassis escrita por Peter Evans, el autor informó que a Maheu se le autorizó incluso, de ser necesario, el asesinato de Onassis. La biografía de Onassis, publicada en 1986, señala que el entonces vicepresidente Richard Nixon, al darle a Maheu un apretón de manos, le dijo: “Y sólo recuerda esto: si tienes que matar a ese bastardo, no lo hagas en suelo americano”.
Eso fue en 1954. Dos años después, esa fue la solución que le aplicaron a Jesús de Galíndez.

¿CÓMO LA CIA RELACIONÓ A FRANK Y A SCHMAHL CON TRUJILLO?

Todo comenzó con una petición de Trujillo al FBI.
Pedro Blandino, quien fuera cónsul general de Trujillo en Miami, se acercó al agente del FBI que dirigía para 1954 la Miami Crime Comission y le solicitó una cita privada con Edgar J. Hoover, con el objetivo de contratar los servicios de dos agentes del FBI para el viaje de un mes de duración que Trujillo haría a Europa comenzando el 26 de mayo de ese año.
El FBI denegó la cita y no refirió la petición al Departamento de Estado.
Blandino no se amilanó y entonces hizo la misma solicitud al subdirector del Negociado de Seguridad del Departamento de Estado y Asuntos Consulares,  Robert F. Cartwright para  que le ayudara a conseguir dos  miembros del FBI que sirvieran como guardaespaldas de Trujillo para el viaje que el tirano tenía planificado realizar.
Cartwright, dado que se trataba de un importante mandatario y aliado extranjero, procesó la solicitud y Hoover se negó argumentando que era una petición “absolutamente equivocada. No nos concierne ni deberíamos involucrarnos” (Space, Time & Organized Crime, por Alan A. Block, Pág. 190), 
Entonces, Cartwright recurrió a la CIA y la Agencia le recomendó proponer a John Joseph Frank. Para la CIA era una oportunidad de oro de colocar a dos de sus hombres cerca del megalómano strongman dominicano, tan dado a los fastos del poder como a las correrías criminales dentro y fuera de su feudo personal.
Así, Cartwright le dijo a Blandino que él conocía a la persona ideal para esa tarea y le habló de John Joseph Frank. Blandino se intereso y al día siguiente, Cartwright reunió a Frank con Blandino en el Departamento de Estado.
También intervino Cartwright para que la Sección de Pasaportes le proporcionara a Frank de inmediato un pasaporte, de forma que Frank pudiese viajar a República Dominicana a cerrar trato con el propio Trujillo.
Al arribar a Ciudad Trujillo, Frank se entrevistó no sólo con el dictador, también conoció y trató al general Arturo Espaillat, al coronel Salvador Cobián Parra, cubano que prestaba servicio para la policía secreta trujillista, al almirante Tomás Cortiña y al embajador en Washington Joaquín Salazar.
Frank recomendó  a Horace W. Schmahl como el otro ex-FBI, y ambos fueron contratados para la misión.
Anselmo Paulino, entonces mano derecha del tirano, les proporcionó a Frank y a Schmahl sendos pasaportes diplomáticos.
Ambos viajaron con Trujillo y su séquito a España y a Italia.
De regresó de Europa, a Trujillo se le ocurrió visitar los Estados Unidos. Frank, desde el yate Presidente Trujillo contactó a Cartwright y le informó el interés del Generalísimo, para los trámites de rigor, lo que Cartwright efectuó. Eso satisfizo enormemente a Trujillo. A su retorno a Ciudad Trujillo, el tirano contrató de manera permanente los servicios de Frank, con un salario de US$2,000.00 dólares mensuales, como “asesor legal” de los Astilleros Dominicanos.

ALIMENTAR LA PARANOIA DEL GENERALÍSIMO

John Joseph Frank descubrió una mina de oro con Trujillo. Empezó a ganarse la confianza de El Jefe, con la venia de la CIA,  haciéndole sentir que lo había comprado, que espiaba para él.
Descubrió el perfil paranoide de Trujillo y se propuso alimentarlo.
Cuando visitaba Rep. Dominicana y se relacionaba con la colonia norteamericana en la isla, incluyendo al cuerpo diplomático, informaba a Trujillo sobre opiniones y cualquier dato que consideraba de interés para aquel.
Y desde los Estados Unidos proporcionaba al tirano información acerca de líderes políticos, periodistas y personalidades que mostraran algún signo crítico o desfavorable a la dictadura o a Trujillo y cómo comprar su adhesión.
Eso incluía a medios, como las revistas Time o Life, tanto como a la comunidad dominicana residente en New York, incluyendo a los exiliados antitrujillistas y al profesor español Jesús Galíndez Suárez.
Frank plantaba desinformación a conveniencia, inventando complots que sabía alarmarían a Trujillo y le convencerían de la utilidad de los servicios que le prestaba,  y en otras exageraba datos que obtenía vía sus contactos en la División de Servicios Especiales del Departamento de Policía de New York, donde trabajaba, entre otros, Arthur Schultheiss.
Desde la Agencia de Detectives “Horace W. Schmahl, Inc.”,  Frank elaboraba sus reportes alarmistas   sobre conspiraciones y tramas para deponer al Generalísimo, desinformación que la CIA plantaba a su gusto y conveniencia por medio de su agente encubierto.
Trujillo se sentía a gusto con la eficiencia de Frank.
El pez había mordido la carnada.

¿CÓMO FRANK INTRODUJO A MAHEU CON TRUJILLO?

En 1955 Frank se las ingenió para introducir a Bob Maheu.
A mediados del año, el espía de la CIA le propuso a Trujillo emplear tecnología de punta para la época para espiar a su personal, así como mejorar la capacidad del sistema de represión y espionaje de la tiranía, incluyendo una academia de formación policial parecida a la que tenía montada el FBI.
El tirano se sintió complacido con la propuesta y pidió a Frank que desarrollara el programa.
Frank entonces le preparó los detalles en conjunto con Robert Maheu, el contratista de la CIA con el cual Frank había trabajado en la oficina del FBI en New York,  y con Thomas A. Lavenia, de Maheu & Associates.
En la propuesta, los tres recomendaron una serie de artefactos electrónicos a instalar y poner en funcionamiento para realizar escuchas secretas.
El 6 de octubre de 1955, Lavenia y Frank volaron a Ciudad Trujillo por Pan American Airways con boletos pagados por Maheu.
Al llegar al Aeropuerto, el jefe del Servicio de Inteligencia del régimen, el general Arturo Espaillat, alias Navajita, les aguardaba. Frank y Lavenia estuvieron una semana completa haciendo una revisión del Palacio Nacional donde Trujillo quería colocar el más sofisticado sistema de escucha (En el 2006 nos contaría a Manuel Núñez y a mí, Ramón Alberto Font Bernard, en lo que posiblemente fuera la última entrevista que se le hizo, que Balaguer le llamó para comentarle el crimen de las Mirabal y le pidió salir al patio, haciendo señas con los dedos hacia arriba, indicando que el Palacio estaba cundido de micrófonos ocultos).
Lavenia, por igual, evaluó la seguridad del aeropuerto de Ciudad Trujillo, en compañía del director de Telecomunicaciones, mayor Guarionex Saladín.
Al retornar a EE.UU., Frank y Lavenia llevaban un contrato por US$81,000.00 dólares por la adquisición de equipos y rayos X para revisar equipajes. La cuenta de hotel corrió a cargo del Estado dominicano, como “huéspedes del Generalísimo”.
Pese a que ese tipo de equipo tenía restricción de venta al exterior, Maheu logró que la CIA diera su visto bueno a la operación y recomendara su aprobación al Departamento de Comercio.
Poco tiempo después, los equipos eran instalados en República Dominicana. Esa parte estuvo a cargo de Allan F. Hughes, ex-agente de los Servicios de Contrainteligencia que trabajaba para Maheu.
La comisión por aquella venta, que alcanzó los US$8,100.00 dólares, se repartió a partes iguales entre Frank, Maheu y Lavenia.

PROVOCANDO AL JEFE PARA QUE ACTÚE

Frank prosiguió enviándole a Trujillo informes alarmantes sobre Galíndez y el libro que preparaba. En New York, Frank se reunía y mantenía contacto frecuente con el cónsul de Trujillo en New York, el sacerdote Oscar Robles Toledano.
Otro de los exiliados al cual Trujillo le tenía especial inquina, el periodista y ex–servidor de Trujillo, Germán Emilio Ornes Coiscou, quien dirigió para el tirano el periódico El Caribe y era una de las plumas del infame Foro Público que tanto divertía a Trujillo, fue otro de los temas normales en los informes que remitía  Frank al dictador.
En uno de sus últimos informes, según escribe el periodista cubano de origen vasco Manuel de Dios Unanue (El Caso Galíndez, Pág. 169), Frank llevó su provocación al máximo: informó a Trujillo que Galíndez se había aliado con Ornes para preparar una invasión contra el Generalísimo. Las armas estaban ocultas en el sótano de La Barraca, un restaurante en la esquina de la 51 y la Octava Avenida. La invasión se haría desde Mayagüez, Puerto Rico, respaldada por el gobernador de la isla y enemigo de Trujillo, Luis Muñoz Marín.
Aquello desbordó la copa. Trujillo se dispuso a actuar.
El 3 de noviembre de 1955, John J. Frank voló de nuevo a República Dominicana en compañía de Karl Magnus Torsten Armfelt. Los boletos aéreos, como otras veces,  los pagó Maheu.
Frank introdujo a Armfelt para negociar un contrato de reconocimiento fotográfico de la topografía dominicana. Armfelt compartió con Frank las utilidades del negocio.
Pero Frank tenía otra razón para viajar: Trujillo quería conversar con él y lo hizo: le expresó su interés de secuestrar a Galíndez y traerlo al país. Y le dijo que él, Frank, era la persona indicada para esa misión. Trujillo prometió todos los recursos que se necesitasen para el éxito de la misma.
La provocación había logrado su objetivo: Trujillo se encargaría de resolver para los hermanos Dulles la molestia que les representaba Jesús de Galíndez.
El pez había picado en anzuelo. Sólo era cuestión ahora de tirar del cordel.