martes, 21 de agosto de 2012

LA RETENCIÓN DEL CAPITAL HUMANO: EL SALARIO EMOCIONAL


LA RETENCIÓN DEL CAPITAL HUMANO: EL SALARIO EMOCIONAL
En nuestro país, República Dominicana, muchos dueños de negocio todavía no entienden que el negocio no son los equipos, maquinarias e insumos: el negocio son los clientes.
Equipos, maquinarias, insumos, locales, etc., son plataformas de servicio, estructuras para poder hacer negocio, pero lo que un negocio significa es transacción.
Desconocer ese detalle, que negocio significa clientes, hace que se entienda que por montar una plataforma de servicio: un supermercado, un salón de belleza, una ferretería, una tienda, un discoteca, etc., los clientes caerán por default. No es así, como tristemente vienen a darse cuenta luego, cuando ya están endeudados, desquiciados, abrumados por el fracaso estruendoso de su emprendimiento.
¿Qué falló? Ignorar que el corazón y la esencia de hacer un negocio es la capacidad de conseguir, retener y desarrollar clientes.
Eso, estrictamente eso, es lo que significa hacer o tener un negocio.
De ahí que los negocios se desarrollan, no se montan. Lo que se montan son las plataformas de servicio.
Los negocios están basados en la relación interpersonal.
Ciertamente hay factores que facilitan u obstaculizan esa relación, tales como la localización que genera conveniencia, el surtido, la presentación, la conexión entre la personalidad de marca y las tendencias aspiracionales de la clientela target, la calidad de servicio brindado a los clientes, la estructura de precios, etc., pero todo ello son factores colaterales a la calidad de la relación.
¿Y quién es el que gestiona la relación con los clientes? El personal de planta.
Una empresa está en manos de sus empleados, en tanto ellos son los que empatizan y crean vínculos emocionales con los clientes.
Sin embargo, así como carecemos en nuestro país de una valoración del cliente y no lo importantizamos ni buscamos retenerlo y desarrollarlo, así tampoco se aprecia y valora al empleado.
Siempre se siente que es una pieza reemplazable, ignorando que es el que posee la relación con el cliente, y esa relación es el real capital de una empresa.
Quien tiene el cliente, tiene el negocio. Y es el empleado de línea el que posee la relación con el cliente. No el dueño, por lo general.
La satisfacción de un empleado no es exclusivamente financiera. Los factores emocionales: reconocimiento, aceptación, valoración, aprecio, sentido de pertenencia, respeto, etc., cuentan tanto o más que el monto del salario.
La calidad del ambiente interno, que suele ser ignorada por los dueños a los que todos sonríen y buscan agradar, es capital.
Muchas veces el ambiente interno es altamente tóxico: intrigas, rivalidades, zancadillas, críticas, enemistades, odios larvados, sabotajes mutuos, rencillas, descalificaciones... Todo un mundo de mediocres apandillamientos por méritos que no se ganan en buena lid, sino hundiendo al que se siente como obstáculo.
Muchos empleados sienten que trabajan en campos minados y gastan más energías y atención en defenderse del "competidor interno" que en encarar a la competencia externa.
Y tampoco las empresas hacen mucho por clarificar y potabilizar esos ambientes. Y eso aleja a gente valiosa de las empresas y deja en el control de ellas a pandillas mediocres que la sienten como coto propio.
Quien sabe que aporta valor, se sabe valioso y no se somete a esas ordalías estresantes.
Por igual, hay que añadir al salario otros beneficios igualmente atractivos, que es lo que hoy se denomina el "salario emocional".
Todos constituyen el "paquete" a ofertar. Y ese paquete tiene que ser atractivo y relevante para el empleado.
Veamos una información al respecto.

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