miércoles, 22 de septiembre de 2010

UN PLAN B PARA AMPLIAR INGRESOS Y PROSPERAR EN LA NUEVA ECONOMÍA


Un plan B asequible para construir ingresos en la nueva economía.

Por Aquiles Julián

“Cada pocos centenares de años ocurre en la historia de Occidente una notable transformación. (…) En el término de pocos decenios, la sociedad se reacomoda –en su visión mundial; en sus valores básicos; en su estructura social y política; en sus artes; en sus instituciones clave. Cincuenta años después hay un mundo nuevo. Y las personas que nacen entonces no pueden siquiera imaginar el mundo en que vivieron sus abuelos y en que nacieron sus propios padres.

Vivimos una transformación de este tipo que está creando la sociedad postcapitalista.”

Peter F. Drucker

La sociedad postcapitalista.

El periódico El País, de España, acaba de iniciar una serie de reportajes dedicados a los jóvenes profesionales españoles que están en paro y declara que ellos necesitan un Plan B. “Toda una generación de jóvenes españoles, azotada por el paro más alto de Europa, improvisa un 'plan B' mientras ve cómo se agranda la brecha generacional, cómo el paraíso intuido se aleja, cómo empiezan a vivir peor que sus hermanos mayores, cómo se limita su acceso al trabajo, la casa o el coche, cómo se esfuerzan pero no avanzan. Y con ellos el futuro de España y de su economía”, señalan las periodistas Silvia Blanco y Carmen Pérez-Lanzac en la edición del 19 de septiembre 2010 al escribir el reportaje “Esta generación busca un plan B (El País, España).

Esa misma realidad están viviéndola las universidades dominicanas: egresan profesionales que o no encuentran empleo o tienen que emplearse en actividades ajenas a aquellas en las que se formaron académicamente. Muchísimos universitarios trabajan en actividades que nada tienen que ver con las carreras que cursan. Y eso está acelerando un problema social.

Las universidades, tal como las conocemos, todo el sistema educativo, los empleos y salarios, el modelo social y económico que muchos tenemos en la cabeza, son algo cada vez más obsoleto. El mundo ha cambiado, pero persistimos en actuar como si todo fuera un percance momentáneo. Las universidades están obsoletas, porque responden a una sociedad en obsolescencia: la sociedad industrial. Pero siguen el mismo patrón, el mismo modelo ineficiente y fracasado. No se revisan y reforman.

Vivimos un tiempo de transición: de la sociedad industrial, o capitalista, a la sociedad del conocimiento, o postcapitalista. Es un período confuso, porque ambos modelos coexisten y, de hecho, así será durante algunas décadas, aunque el brillante Peter F. Drucker, en su libro “La sociedad postcapitalista”, juzga que la transición tendrá lugar entre el 2010 y el 2020. Ahora bien, cada vez más veremos que el nuevo modelo social, el correspondiente a la sociedad del conocimiento, se afianzará, y el viejo modelo, el correspondiente a la sociedad industrial, cederá terreno. Así sucedió en otros períodos de cambio del modelo social, como la transición del modelo feudal al modelo capitalista, en las postrimerías del siglo XVIII.

LA NUEVA ECONOMÍA REQUIERE NUEVAS COMPETENCIAS

La nueva sociedad, la nueva economía, demandan otras competencias, habilidades y maneras de pensar y actuar. Y eso desconcierta a quienes se han preparado para el modelo en decadencia. Los nuevos profesionales salen con sus currículums a desandar oficinas y se sienten frustrados de que no se les toma en cuenta. Y eso cuestiona el papel de las universidades como medio de promoción social y profesional.

De hecho, ahora mismo, varias de las más renombradas de mi país, República Dominicana: INTEC, UNIBE, APEC, UNHPU, UCSD y PUCAMAIMA, empiezan a implementar programas de emprendedurismo, para incentivar la iniciativa empresarial y brindar a sus graduandos la opción de iniciar negocios propios, conscientes de que la mayoría saldrá a engrosar el número de desempleados del país.

Tal vez nuestras universidades tendrían que estudiar de forma acelerada a Peter Drucker. Su libro “La sociedad postcapitalista” es taxativo: “El recurso económico básico –“el medio de producción”, para usar la expresión de los economistas-, ya no es el capital ni son los recursos naturales (la “tierra” de los economistas) ni el “trabajo”. Es y será el conocimiento”. Hay que reformatear, para decirlo en el argot de los informáticos, las universidades. Y las carreras. Y las estrategias docentes. Y las expectativas profesionales de los estudiantes.

Las industrias emigran al “tercer mundo”, devenido “segundo” desde que desapareció la URSS y el llamado “campo socialista”. Ya no es la industrialización el paradigma de desarrollo. Son las actividades derivadas de la era del conocimiento.

SI NO CAMBIAMOS CON EL CAMBIO, EL CAMBIO NOS SUSTITUYE

A muchos les preocupa que instituciones, conceptos y mecanismos derivados de la sociedad capitalista estén en proceso de mutación y desaparición. Eso es inevitable. Fue el capitalismo el que inventó la escuela, el salario, el empleo, las profesiones, las universidades y muchas de las instituciones y mecanismos que damos por normales y naturales. El empleo, el sueldo, la escuela, tienen apenas 300 años de existencia. Fueron creaciones del capitalismo, de la industrialización. Y al quedar superado el modelo por otro nuevo: la sociedad del conocimiento, estas instituciones y mecanismos o mutan o desaparecen y son reemplazados por otros.

Así, la ensayista y novelista francesa Viviane Forrester en su libro “El horror económico”, Premio Médicis de Ensayo, denuncia la creciente tasa de desocupados, la multiplicación del subempleo y la desaparición de la seguridad laboral. “Millones de hombres ya no sirven ni siquiera para ser explotados”, clama. El ensayo de Forrester, profundamente reaccionario, sirve para entender qué sucede cuando el modelo económico y social cambia. Hay que reestructurar las competencias para insertarse en el nuevo modelo; no aspirar, como los luddistas ingleses o los tejedores de Silesia, a que el mundo involucione y no cambie, a que la vieja sociedad continúe, como muchos esclavos rechazaban la abolición de la esclavitud, habituados como estaban a la misma.

Las viejas relaciones de subordinación, esclavista-esclavo, terrateniente-siervo, empresario-empleado, están en proceso de remodelación. Y hay fuerte resistencia a que esto cambie. Y esta resistencia proviene… ¡de los empleados! Y muchos intelectuales, como la Forrester, les hacen coro. Habituados al empleo, al salario, a la rutina, sienten que el mundo se les viene encima. Los empleos emigran. La vida pierde estabilidad. Las competencias se hacen obsoletas. El conocimiento se transforma en obsolimiento, como bien destacan Alvin y Heidi Toffler en “La revolución de la riqueza”. Vivimos una cuarta ola. En vez de subordinación, las nuevas relaciones emergentes son de cooperación y apalancamiento, relaciones entre socios más que entre niveles jerárquicos. Más una especie de joint-venture que otra cosa.

UNA VISIÓN RÁPIDA A LA HISTORIA DE LA HUMANIDAD

Es importante ver cómo ha evolucionado la humanidad desde la prehistoria hasta hoy y cuál ha sido la relación predominante. Y entender que todas esas relaciones coexisten y aparecen todavía hoy en la sociedad. Ningún modelo social desaparece para siempre, simplemente cede la primacía.

El primer período social abarca desde 2,000,000 A.C. a 4,000 A.C. Es la etapa en que la sociedad la componen pequeñas bandas de base familiar que se mueven de un lugar a otro tras la caza y la recolección. Estas bandas guerrean entre sí por los espacios: el agua, la caza y los frutos. Las más fuertes, numerosas y agresivas se imponen a las más débiles, exiguas y menos agresivas, que se marchan a otros lugares más remotos. Así fueron poblándose incluso regiones altamente hostiles, como los desiertos, los páramos y los polos. La fuerza, el número y la agresividad eran los recursos más importantes para sobrevivir. En ese largo proceso precivilizado, inventamos herramientas, armas, domesticamos el fuego y bestias, y nuestro cerebro se desarrolló. Formamos una cultura y creamos rituales y el gran salto lo dimos cuando las mujeres descubrieron… ¡la agricultura!

A raíz de que aprendiéramos a cultivar la tierra, en vez de simplemente errar tras los frutos, pudimos asentarnos al lado de ríos, multiplicarnos porque ahora un par de brazos para sembrar y cosechar siempre son útiles y civilizarnos (crear ciudades). A partir del año 4,000 A.C. surgieron las primeras civilizaciones en la cuenca del Éufrates, en la zona geográfica que hoy corresponde a Irak.

Allí surgieron los primeros asentamientos humanos de que tengamos noticias. Y también surgió el Estado, la división del trabajo, las religiones formales, los códigos legales, los ejércitos y el sometimiento de unos pueblos por otros: los primeros imperios y la esclavitud.

Reyes, cortesanos, sátrapas, gobernadores, generales y jerarcas servidores del rey dominaron sobre simples ciudadanos y esclavos, siendo estos últimos, miembros de etnias vencidas y sometidas, los que llevaban la peor parte. Los imperios, sobre todo el griego de Alejandro Magno y el romano de los césares, expandieron la cultura e integraron pueblos y regiones a la civilización occidental. Por igual, llegó un momento en que se hicieron insostenibles, implosionaron y se derrumbaron.

DEL FEUDALISMO AL CAPITALISMO

Esa Edad Antigua, que inició en el 4,000 A.C. con las primeras ciudades-Estado y los primeros imperios y se extendió hasta el siglo V D.C. fue descuartizada por las tribus bárbaras que asolaron y desmembraron el imperio romano y dieron origen al feudalismo o Edad Media.

Los reyes y caudillos de los pueblos bárbaros que derrotaron y sustituyeron al antiguo imperio romano repartieron entre sus tropas regiones enteras, incluyendo a sus habitantes como vasallos. Este proceso, que arranca en el siglo V D.C. y se extiende hasta el siglo XVII, una duración de doce siglos, dio origen a las llamadas “Casas Reales” y a la no menos falaz “aristocracia” europea: descendientes del pillaje y el latrocinio, de las hordas bárbaras que asolaron Europa.

Y en el régimen feudal, aquellos señores de la guerra siguieron haciendo lo que sabían hacer: guerrear. La función de los campesinos era proporcionar hombres de a pie, carne de cañón, a los caudillos militares, así como vitualla y recursos, mano de obra y bienes.

La introducción del estribo, que hizo posible pelear a caballo, dio origen a aquel “complejo militar-agrario” que fue el feudalismo. Como Drucker resalta, fue algo completamente nuevo en la historia: “los alemanes hasta este siglo lo denominaban un Rittergut, una heredad de un caballero dotado de posición legal y con privilegios económicos y políticos, que contenía por lo menos cincuenta familias campesinas o 200 personas para producir los alimentos necesarios para sostener la máquina de pelear: el caballero, su escudero, sus tres caballos y sus doce o quince espoliques” (“La sociedad postcapitalista”)

En aquella sociedad, si no se era persona de “linaje”, si no se tenían tierras y vasallos, sólo quedaba la posición de siervo. Quien carecía de tierras tenía que someterse al señor feudal, que tenía sobre sus vasallos todos los derechos, eran de su propiedad.

El desarrollo de las ciudades, que empezaron a florecer a partir del Renacimiento, y los artesanos y comerciantes que empezaron a prosperar, generó una nueva economía impulsada por los talleres artesanos, los comerciantes y banqueros y la vida urbana. La civilización viene de la palabra ciudad, al igual que el concepto de ciudadano. Y esa nueva economía empezó a barrer con el ancien régime. La Revolución Francesa fue la expresión de la crisis del viejo modelo feudal y la partera de la nueva sociedad burguesa o sea, de las ciudades o burgos, en oposición a la agraria.

Y esa nueva sociedad, la capitalista, alcanzó un mayor florecimiento a raíz sobre todo de la invención y aplicación de tecnología que creó las fábricas y la mecanización de la producción: la máquina de vapor perfeccionada, patentada por James Watt en 1776, que brindó una fuente de energía que no dependía de la tracción animal ni del músculo humano. Eso originó la Revolución Industrial y el predominio del capitalismo.

El capitalismo cobra preponderancia en el siglo XVIII y se impone como modelo económico en el siglo XIX. Las ciudades y los ciudadanos, es decir, los burgos y los burgueses, se vuelven económicamente más importantes que el campo y los campesinos. Los aristócratas latifundistas empobrecen mientras los fabricantes y comerciantes prosperan. Los campos se despueblan: los campesinos emigran en masa a las ciudades, para escapar a aquella vida chata y sin futuro de las aldeas. Analfabetos, incompetentes, necesitan ser instruidos, educados, culturizados para poder convertirse en individuos productivos: así nacieron la instrucción pública y también la salud pública. Y al recibir un salario, una paga, por su trabajo (lo que no recibían por su trabajo en las tierras del terrateniente), se convirtieron en un mercado interno, en consumidores.

El sistema educativo fue creado para formar y capacitar a los empleados que la industria requería. Así, escuelas, institutos técnicos y universidades se fundaron para aportar mano de obra calificada. Y así es hasta hoy, pero esa función ya se ha hecho obsoleta.

DEL CAPITALISMO A LA SOCIEDAD POSTCAPITALISTA O DEL CONOCIMIENTO

El esplendor del capitalismo se alcanza cuando el norteamericano Frederick Winslow Taylor aplica el conocimiento al estudio del trabajo y se genera la revolución de la productividad que impactó formidablemente los niveles de ingresos y calidad de vida de las masas trabajadoras.

Sin embargo, en el capitalismo es el dinero: el capital, el prerrequisito para tener un negocio. Si se carece de dinero para invertir y montar una operación productiva, no quedaba más remedio que convertirse en empleado, un ayudante del que montaba la empresa.

Esa realidad ha cambiado. Y ese cambio abre una oportunidad formidable para las personas. Y, por igual, un peligro para muchas otras que quisieran seguir viviendo como si las circunstancias no hubiesen cambiado.

A partir de las últimas décadas del siglo XX comenzó la transición de la sociedad industrial, capitalista, a la sociedad del conocimiento, postcapitalista.

Si la industrialización era igual a desarrollo y los países industrializados eran llamados “desarrollados” y los insuficientemente industrializados éramos los “subdesarrollados” o, en un eufemismo más compasivo, “en vías de desarrollo”, hoy el paradigma ha cambiado. Las fábricas emigran a los países del Tercer Mundo (China, La India, México, el Caribe, Brasil, etc.), tras mano de obra barata para reducir costos. Eso ha abierto una crisis de empleos en los países del Primer Mundo. Esa crisis es la que Viviane Forrester resalta en “El horror económico”. La vieja economía, la economía industrial, cede el paso a la nueva economía, la economía del conocimiento.

Algunos autores, como el norteamericano Jeremy Rifkin en su libro “El fin del trabajo” destaca el cambio del trabajo manual al automatizado. Pero, como bien señala, Peter Drucker, la nueva economía estructura a los individuos en dos grandes conglomerados: los trabajadores del conocimiento y el más amplio de los trabajadores de servicio.

Nótese esto: por primera vez el factor fundamental para producir riqueza está en el individuo y no en algo externo a él: su cerebro adiestrado y educado; sus competencias, habilidades y talentos; su inventiva y creatividad. Y sus relaciones. Como destaca Peter Drucker en “La sociedad postcapitalista”: “…los trabajadores instruidos son dueños de sus conocimientos y se los pueden llegar consigo adondequiera que vayan”.

Ahora bien, el conocimiento del que hablamos no es la formación liberal, generalista, o aquella que se orienta a cumplir una función de apoyo dentro de una estructura productiva, sino aquella información que facilita y favorece una acción eficaz. Y su calidad se mide en los resultados que provoca. Tienen una función práctica, mensurable y cuyo rasero son el dúo eficiencia/eficacia.

UN PLAN B POSIBLE Y ASEQUIBLE PARA PROSPERAR EN LA NUEVA ECONOMÍA

La combinación de conocimiento, habilidades interpersonales e iniciativa personal crean un espacio de prosperidad para quienes estén dispuestos a capacitarse, pulir sus habilidades y talentos y atreverse a jugar con las reglas de la nueva economía, en vez de demandar que se vuelvan a las reglas obsoletas de la vieja economía.

Para ello tendremos que remodelar algunas percepciones, reestructurar nuestras expectativas y reformar nuestros paradigmas, todos ellos formados por la vieja economía y la sociedad industrial.

En la nueva economía el trío conocimientos/relaciones/actitud personal será nuestra llave al éxito. A partir del conocimiento enfocado a brindar información útil a las personas del entorno inmediato (vecinos, familiares, amigos, compañeros de estudio, de trabajo, conocidos, etc.) y canalizar hacia los mismos productos y servicios que les faciliten ahorro en sus gastos; elevar su calidad de vida; cuidar su salud y bienestar; cuidar su imagen personal y proteger el medio ambiente, cualquier persona puede optimizar y capitalizar sus relaciones y construir una fuente personal de ingresos crecientes alternativos y/o complementarios.

Las personas que rodean a uno son un mercado natural de bienes y servicios; todas poseen un potencial de compra (ingresos) que ejecutan en tiendas, supermercados y comercios. Si brindamos a esas personas información relevante que les permita ahorrar, mejorar su calidad de vida, cuidar su salud, destacar su imagen personal, proteger su familia y cuidar el medio ambiente y canalizamos hacia ellas los bienes y servicios que les faciliten alcanzar esas metas, podemos insertarnos con éxito en la nueva economía.

Un cuarto factor es otra llave de éxito: la capacidad de hacer equipo, de articular el esfuerzo propio con el de otros en una relación gana-gana. Drucker señala que la nueva economía es la economía de las organizaciones: “En lo interno, los países desarrollados se están convirtiendo rápidamente en sociedades pluralistas compuestas por organizaciones” (“La sociedad postcapitalista”) Eso significa que el esfuerzo aislado es ineficiente y limitado. No nos lleva muy lejos. Ahora bien, la relación, en vez de ser subordinada, como en el capitalismo, es complementaria y mutuamente ventajosa para las partes. Son relaciones ganar-ganar, de socios, no de subordinación; de interdependencia, no de dependencia. Y como bien explicó Stephen Covey en “Los siete hábitos de la gente altamente efectiva”, la interdependencia es la expresión de una relación adulta, madura e inteligente entre iguales.

LA REINGENIERÍA PERSONAL PARA TRANSFORMARSE EN UN NUEVO PROFESIONAL

¿Qué ventajas tiene esta opción? Primero, que está al alcance de quien quiera ponerla en práctica. Todos tenemos la capacidad de aprender, la posibilidad de cultivar relaciones y enfocar nuestra actitud personal de forma positiva y proactiva, así como la de hacer equipo con otros. Segundo, que aprovecha la tendencia de la nueva economía, centrada en el conocimiento y el valor (es decir, la utilidad o beneficio para el otro). Tercero, que ya existen los medios con que llevarla a cabo. Cuarto, que también existen la información y los modelos de actuación exitosos que aseguran amplias posibilidades de éxito a quienes emprendan la acción.

Charles W. King y James Robinson, autores del libro “Los nuevos profesionales” señalan con claridad una de las más productivas opciones que tienen los individuos para aprovechar la tendencia, esta Ola 4 que estremece al mundo. Prestigiosos empresarios y multimillonarios como Donald Trump y Robert Kiyosaki, el gurú de las finanzas personales, en libros como “Escuela de Negocio” y “Queremos que seas rico” alertan a las personas para que, en vez de sollozar por empleos que desaparecen, remodelen sus expectativas y aprovechen la tendencia. Kiyosaki, sobre todo, nos ha alertado de forma continua desde su espectacular best-seller “Padre rico, padre pobre”, en que evidenciaba la escasa utilidad productiva del conocimiento liberal que se suele adquirir en una universidad y que suele conducir a la pobreza o a la vida con limitaciones: al empleo.

Su fenomenal “El cuadrante del flujo del dinero” aclaró cuáles vías teníamos, como individuos, para escapar al ingreso lineal, el que dependía del trabajo propio, para construir ingreso residual. Esos conceptos: ingreso lineal e ingreso residual, así como el cuadrante mismo, fueron revolucionarios. Y a muchos nos permitió entender por qué tantos años de trabajo arduo nos llevaron a tan pobres resultados económicos.

Ningún gobierno, ninguna sociedad, puede impedir que la economía cambie. Tampoco puede rehuir el cambio. El modelo económico, social y político evoluciona de la sociedad industrial a la del conocimiento. Sólo podemos adaptarnos y aprovecharlo. Resistir, buscar impedirlo, caer en un luddismo demodé no sólo es ridículo: es suicida.

Podemos desarrollar conocimientos, rentabilizar las relaciones, capitalizar nuestro entorno, pulir nuestras habilidades interpersonales, perfeccionar nuestra actitud y transformarnos en alguien con quien los demás, nuestro mercado natural, quiera relacionar e interactuar… e intercambiar. Podemos articularnos en organizaciones interdependientes y hacer equipo. Podemos prosperar. Es una opción de tremendo impacto y poder que se nos abre. Y que mi esposa y yo, en particular, hemos asumido y nos ha resultado sumamente atractiva… y productiva.

Vivimos tiempos de cambio. Y por ende, es tiempo de cambiar. Si en algo podemos cooperar contigo, ampliar tus conocimientos, aclarar tus dudas y expandir tus expectativas, no dudes de escribirnos a aquiles.julian.libros@gmail.com o a intercoach.dr@gmail.com , y con gusto te aportaremos otras informaciones, herramientas y guías para que aproveches lo que el siglo XXI tiene como ventaja para ti, no importa en qué país te halles. Es más que un Plan B: puede ser el Plan A que lleve prosperidad, seguridad y bienestar a tu vida y a la de tu familia. O por lo menos una opción a considerar en un mundo que no nos pide permiso para cambiar.

2 comentarios:

  1. Excelente trabajo mi lider, ese es un material interesante y que cada persona que este buscando una oportunidad debe tener. Gracias por el tiempo que dedico para crearlo.

    ResponderEliminar
  2. Estimado Aquiles estos artículos están fenomenales y sobre todo bien escritos los correos que me has enviado los he reenviado a mi lista de correos y en mi blog, creo que vale la pena hacer conciencia de lo que pasa actualmente y como podemos responsabilizarnos personalmente de nuestros logros haciendo algo en beneficio de las personas . Gracias y felicidades

    ResponderEliminar