Cómo se obliga a un escritor a autoinculparse y a rebajarse
La siguiente carta, enviada y nunca publicada, por el escritor Andrei Platonov a Pravda y a Gazeta Literaturnaya, es un ejemplo de ese evento siniestro que es la autocrítica, un acto de contrición inducido en que alguien confiesa crímenes deleznables nunca cometidos. A Stalin le encantaba ese show. Y a Castro, pues obligó a Heberto Padilla a algo igual. Esta carta, que estuvo en los archivos de la KGB hasta hace unos años, hiere la sensibilidad de cualquier ser humano que se respete. A Platonov, Stalin le obligó a trabajar barriendo el local de la Unión de Escritores de la URSS, institución de la que le habían expulsado. También prácticamente le mató al hijo. Y ni siquiera este acto infame de autohumillación le sirvió a Platonov para mucho.
A.J.
LA CARTA
Les ruego que publiquen la presente carta.
El abajo firmante reniega de toda su actividad literaria y artística pasada, tanto de la expresada en las obras impresas como en las no publicadas.
El autor de estas obras, debido a la acción que sobre él ha ejercido la realidad social, y como resultado de sus propios esfuerzos en favor de esta realidad y de la crítica proletaria, ha llegado a la conclusión de que su labor prosaica, a pesar de sus positivas intenciones subjetivas, es por completo y contrarrevolucionariamente perniciosa para la consciencia de la sociedad proletaria.
La contradicción entre las intenciones y la actividad del autor se ha debido al hecho de que el sujeto del autor se consideraba erróneamente portador de una visión del mundo proletaria, cuando en realidad se trata de una visión del mundo que aún ha de conquistar.
La lucha de clases, los denodados desvelos del proletariado en favor del socialismo, la fuerza iluminadora y dirigente del partido, todo ello no ha hallado en el autor de esta carta las impresiones artísticas que estos fenómenos merecían. Además, el abajo firmante no ha entendido que el socialismo que se ha iniciado exige de él no sólo representar, sino también en cierto modo adelantarse ideológicamente a la realidad, peculiaridad específica de la literatura proletaria que la convierte en una compañera que ayuda al partido.
El autor no hubiera escrito esta carta si no se sintiera con fuerzas para empezar todo de nuevo y si no poseyera la energía para alterar en el sentido proletario su propia sustancia. Pues la principal tarea del autor no es proseguir su trabajo literario para su propio «placer», sino crear unas obras que enmienden con creces el daño ocasionado por el autor en el pasado.
Con esta carta, el abajo firmante no pretende, evidentemente, autoindultarse por sus perniciosos extravíos, sino tan sólo garantizar que pagará por ellos, así como es su deseo mostrar al lector la actitud que ha de adoptar para con las obras del autor.
Además, me dirijo a todos los críticos que se dediquen a las obras de Platónov para recomendarles que tengan en cuenta la presente carta.
Andréi Platónov
Moscú, 9 de junio de 1931
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