martes, 14 de septiembre de 2010

LOS CASTRO ABANDONAN EL EFICIENTE Y AVANZADO MODELO SOCIALISTA PARA DARLES A LOS CUBANOS UN POCO DEL FRACASADO MODELO CAPITALISTA ¿USTED LO ENTIENDE?


El lapsus linguae de Fidel Castro o cómo Cuba “retrocede” del castrismo exitoso al capitalismo fracasado.

Por Aquiles Julián

El locuaz dictador militar de Cuba, el octogenario Fidel Castro, padeció, según él, un lapsus linguae, un error inconsciente al hablar. Ya se sabe que quien mucho habla, mucho se equivoca. De hecho, La Biblia lo declara en Proverbios 10,19: “El que mucho habla, mucho yerra; el que es sabio refrena la lengua”. Y por el gusto que tiene Fidel por hablar y ser oído, ya sabemos que yerra mucho… Y que en nada es sabio, pues no refrena su lengua de ninguna manera.

Al dar una reciente entrevista al periodista norteamericano Jeffrey Goldberg, de la revista The Atlantic, Fidel le declaró: The Cuban model doesn't even work for us anymore”; o sea, “el modelo cubano no funciona ni siquiera ya para nosotros”. Goldberg, quien se asistía de la norteamericana Julia Sweig, analista del Council on Foreign Relations, pidió una mayor clarificación del aserto. La señora Sweig le informó que, aunque no estaba rechazando la revolución, Fidel sí reconocía que el Estado tenía un peso excesivo en la sociedad cubana. Las declaraciones exactas de la señora Sweig fueron: “He wasn't rejecting the ideas of the Revolution. I took it to be an acknowledgment that under 'the Cuban model' the state has much too big a role in the economic life of the country.”

El escándalo sacudió al planeta. Fidel admitía el fracaso de su modelo. Los fidelistas, que son capaces de explicar y defender cualquier exabrupto o dislate que emane del soberbio mandamás que pisotea a Cuba, se lanzaron sin averiguar mucho, a una defensa apasionada del sátrapa. Llegaron a alegar que aquello era un gesto de humildad, que Castro se engrandecía con aquella declaración y otras lambisconerías por el estilo.

Entonces, vino la retractación. Donde dije “digo”, dije “Diego”, ya saben. Los libelos de la tiranía militar que asfixia a Cuba, Granma y Juventud Rebelde, clamaron que el senil caudillo totalitario había sido “malinterpretado”. Y acusaron a The Atlantic y a otros medios que reseñaron la declaración castrista de “manipulación mediática”.

En un acto celebrado en la Universidad de La Habana con motivo de la presentación de su nuevo libro “La contraofensiva estratégica”, Fidel observa que la ocasión es oportuna para “abordar algunos temas de actualidad y librar otra escaramuza contra la manipulación mediática”.

En el evento, el mismísimo Castro declaró que “lo real es que mi respuesta significaba lo contrario de lo que ambos periodistas norteamericanos interpretaron sobre el modelo cubano”. Y aclaró que “es el sistema capitalista el que ya no sirve ni para los Estados Unidos ni para el mundo”.

Y para que no quepa duda alguna de su punto de vista, se pregunta: “¿Cómo podría servir semejante sistema para un país socialista como Cuba?”.

Es el capitalismo el que no funciona, no el socialismo castrista. El capitalismo no podría servir a un país socialista como Cuba. Bien, ese es el Castro que todos hemos conocido, padecido y aguantado por estos largos 51 años de discursos, consignas y fracasos. El problema es…

Pero antes, ¿qué significó este mal entendido? Bien, lo primero es que en la estructura mental de Fidel Castro no hay maneras de que él se equivoque. Líder esclarecido, previsor, primera inteligencia de la Nación, hijo favorito de Cuba, Las Antillas y América Latina, libertador por antonomasia y epítome de todas las virtudes, capacidades y cualidades humanas, ¿puede alguien así equivocarse? Muchos dieron en la cárcel, cuando no en el paredón, por simplemente sugerir que eso era posible. Fidel es inequivocable. Como un Papa ateo esgrime su infalibilidad. Siempre se le malinterpreta, se le quiere manipular.

En el esquema que el psiquiatra canadiense Eric Berne, creador del Análisis Transaccional, AT, propuso, Fidel es un clásico ególatra del tipo “Yo estoy bien – Tú estás mal”. Son otros los equivocados. Y otros los que pagan por las equivocaciones castristas. Desde aquellos infelices estudiantes a los que comprometió en un aloqueteado asalto al Cuartel Moncada en que la mayoría murió inútilmente, hasta el “accidente” de Camilo Cienfuegos o el fusilamiento de Arnaldo Ochoa. Siempre es Fidel quien tiene la razón. Es infalible. Omnisciente. Omnipotente. Omnisapiente. Y por 51 años, omnipresente azarándoles la vida a los cubanos.

Para Fidel, admitir un error es caer en una peligrosa debilidad. Él ve lo que otros no ven; sabe lo que otros no saben; entiende lo que a otros les es difícil entender. Así, siempre hay una conjura mediática para distorsionar sus declaraciones y deformar sus palabras. Y de casualidad Jeffrey Goldberg y Julia Sweig no terminaron con el sambenito de “agentes de la CIA” y The Atlantic como un medio subsidiado por la inteligencia norteamericana. No se puede reproducir lo que Fidel dijo, sino lo que se supone que él quería decir. Al pobrecito Comediante en Jefe se le olvidó que no era el Granma quien le entrevistaba. Ahora libra su guerrita contra la manipulación mediática, que no es más que declarar que donde dije “digo”…

¿Qué enseña Freud sobre el lapsus linguae? Según explicó el médico vienés, en su libro “Psicopatologia de la vida cotidiana”, cuyo capítulo V trata sobre las equivocaciones orales, el lapsus linguae es una expresión del afloramiento de lo reprimido. Normalmente ocurre en momentos de estrés, ansiedad o angustia, o cuando se produce un déficit de atención. En esos instantes se relajan las represiones conscientes y emerge un dato que se reprime en forma de expresión involuntaria. Así, el lapsus linguae no es más que una manifestación del inconsciente en forma de equívoco que aflora en la expresión consciente.

El acartonado discursillo de Fidel contra el capitalismo, el neoliberalismo, la globalización, los Estados Unidos y demás “enemigos” dentro de su representación ideológica, en donde él y sus acólitos son “los buenos” que combaten en una lucha desigual, contra “los malos”, repetido y requeterepetido, es continuamente refutado por la realidad. Los hechos son contrarrevolucionarios, bien lo sabemos. La vida insiste en ir a contracorriente de los antes encendidos y ahora farfullados discursos del hablador por antonomasia, el logorreático Fidel Castro.

El mundo maniqueo del dictador militar cubano sucumbe ante una realidad que le desmiente una y otra vez. Y el catastrófico resultado de su experimento social, la miseria y el desastre que su disparatosa gestión ha provocado en Cuba, ya no puede seguir siendo disfrazada con acusaciones al “bloqueo” (que no es tal, sino un embargo comercial) norteamericano, a la “conjura mediática” contra su régimen y otras excusas para engatusar bobos.

La incompetencia, la mediocridad y la falta de criterio que caracteriza y caracterizó a la gestión de los Castro ha quedado más que evidente para quien visita la infortunada isla. Los Castro han obligado a toda la sociedad cubana a convertirse en delincuente. Nadie puede sobrevivir si no roba algo al Estado y lo canjea por un poco de comida o cualquier otro bien canjeable. Los salarios son insuficientes. El peso cubano tiene un ridículo poder de compra. Un poderoso mercado negro, una frenética compra venta en callejones, patios y pasillos, ha sido la solución inventada por la población para sobrevivir un día más, pese a las condiciones deplorables, el futuro sin esperanza y la continua amenaza represiva del régimen, que permite estas transacciones irregulares, no sólo porque son un paliativo a la inexcusable incompetencia del régimen, sino también porque coloca a toda la población en un estado de infracción de la ley que la hace más obsecuente, menos dispuesta a renegar públicamente del dominio castrista porque se sabe infringiendo las inicuas leyes cubanas y en riesgo de ser apresada y condenada a las inmundas cárceles del régimen.

Castro, claro, fue mal interpretado. En ningún momento dijo que el modelo cubano ya no funcionaba incluso para la misma Cuba, como si en alguna ocasión hubiese funcionado. Quien no funciona, según Fidel, es el capitalismo. A él le deforman las palabras y tiene que salir a librar sus escaramuzas contra le manipulación mediática, porque “¿Cómo podría servir semejante sistema para un país socialista como Cuba?”.

Pero, como la realidad se la ha cogido con el anciano parlanchín, ¿qué noticias nos llegan desde Cuba? Raúl Castro, el yunque del tándem Castro en el que Fidel hace de martillo y el pueblo cubano la víctima de los mandarriazos de todo tipo que descargan este par de bribones contra la población, anuncia que en el 2011 se van a reducir, de golpe y porrazo, 500,000 botellas (que en dominicano significa puestos improductivos; salarios parasitarios) del sobredimensionado, hipertrofiado y elefantiásico sector estatal.

Cuba, con más de 11 millones de habitantes, tiene 4,950,000 puestos de trabajo. De ellos, 4,100,000 son empleados del Estado y apenas 600,000 laboran en el sector privado y 250,000 son cooperativistas. De los 600,000 puestos del sector privado, 141,000 tienen licencia para trabajar por cuenta propia. La mayoría de estos puestos operan con un régimen de esclavitud de nuevo tipo: los Castro les venden esta mano de obra esclava a los emporios hoteleros …¡del capitalismo! (no vaya usted a creer otra cosa, no: del mismo odiado y aborrecido capitalismo del que se abjuran), la cobran en euros constantes y sonantes y a los infelices cubanos que tienen la dicha, pese a todo, de ser parte de esa clase exclusiva y privilegiada de trabajadores, les paga en pesos cubanos de escaso poder adquisitivo. El privilegio proviene de que los cubanos, recursivos, simpáticos y ocurrentes, siempre buscan manera de obtener propinas que les transforman en potentados frente a la indigencia de sus vecinos, parientes y conocidos.

El salario cubano, equivalente a unos 15 euros al mes, lo que significa RD$786.70 pesos dominicanos (¡¿Oyeron bien, muchachones?!), ni siquiera mil pesos dominicanos, ni siquiera ochocientos pesos dominicanos, es un salario de hambre. Menos del 10% del salario mínimo vigente en República Dominicana. Y se dan fenómenos tan pintorescos como una cafetería de 10 mesas “atendida” por 20 tajalanes.

Ahora, Raúl Castro, el suplente del hablador tirano, declara no sólo que va a suprimir 500,000 mil puestos de trabajo en el 2011 (bueno, eso de puesto de trabajo es un decir; son medio millón de botellas inútiles, en realidad), y que el Estado cubano tiene, de esos 4,100,000 puestos de trabajo, más de 1,300,000 puestos que son botellas inútiles. Sólo “dirigentes” (es decir, alicates de los Castro), hay 380,000 esbirros, esbirritos y esbirrotes que sanguijuelean a costillas del pueblo cubano, simplemente reventándolo por órdenes de los Castro.

¿Y cómo razona uno de los escribanos de los Castro? En un artículo publicado en la revista de la UNEAC (y ya sabemos que nada sale en un órgano oficial de la dictadura sin la aprobación de “arriba”), el escritor Guillermo Rodríguez Rivera dice: “Si se quiere desinflar esas plantillas en las que casi todo el aire lo ha puesto la política paternalista del Estado, habrá que permitir que los que pierdan sus improductivos puestos laborales puedan hacer cualquier actividad que no sea delictiva” (…) “Hacerlos abandonar sus empleos para echarles encima el mar de prohibiciones que existen para realizar cualquier trabajo, mandaría directamente a esa masa a delinquir” .

En 1968, en un acto delirante y totalmente estúpido, Fidel Castro decretó de un plumazo expropiarles a los pequeños empresarios, negociantes y comerciantes cubanos sus modestos negocios. Para Castro nadie, absolutamente nadie, podía hacer nada ni prosperar al margen del Estado. Él, Castro, necesitaba el control total sobre vidas, haciendas, porvenires. Sometimiento total de todos y de todo a su voluntad omnímoda.

Desprovistos de toda propiedad e impedidos de ganarse los medios de vida al margen del Estado cubano, los cubanos fueron esclavizados por un Estado omnipresente que controlaba todos los aspectos de sus vidas. Y ahí se acentuó la debacle. Asistieron a los delirantes emprendimientos del engolado genio que tenían por tirano. Las disparatadas ideas de Fidel se pusieron en práctica, no importa lo absurda que fuera. Cualquier crítica era contrarrevolución. Y quien la emitía un enemigo a destruir.

Cuarenta años después de la genial idea del dictador con ínfulas de genio de la política, la solución que los Castro proponen como salida al caos de su modelo es fomentar cooperativas y pymes en aquellos sectores en que el Estado se ha mostrado incompetente en gestionar con eficiencia.

Los Castro ahora pretenden permitir el pequeño empleo privado y cooperativo y autorizar el trabajo asalariado, eufemismos para decir que retroceden de su exitosísimo modelo de gestión socialista de la economía, el que de verdad funciona en la opinión rectificada de Fidel Castro, al ineficiente y fracasado modelo capitalista, en que unos: los emprendedores, montan negocios y otros, los empleados, venden sus servicios.

¿Qué dice, frente a esta iniciativa castrista de apartarse del exitosísimo modelo socialista del castrismo en la gestión de la economía y la sociedad para permitir de nuevo que el odiado modelo capitalista hinque sus apestosos dientes sedientos de lucro en la economía cubana, otro de los aparatos políticos de control del castrismo: la Central de Trabajadores de Cuba, CTC? Pues sumisamente opinan que Nuestro Estado no puede ni debe continuar manteniendo empresas, entidades productivas, de servicios y presupuestadas con plantillas infladas y pérdidas que lastran la economía”. O sea, bienvenida de nuevo la “explotación”, porque “ya no será posible aplicar la fórmula de proteger o subsidiar salarialmente de forma indefinida a los trabajadores”.

Como vemos, en Cuba los Castro, ante la imposibilidad de seguir sosteniendo aquel improductivo, dispendioso y estrafalario Estado en que la gente ganaba (un salario de miseria sí; menos de un 10% del salario mínimo vigente en República Dominicana), sin producir o produciendo el mínimo posible, han decidido poner una inyección de capitalismo en la economía cubana. Volved emprendedores, claman. Venid de nuevo con vuestras ideas, proyectos e iniciativas. Montad empresas, contratad a nuestros ex-funcionarios, ex –empleados y personal supernumerario e integradlo en vuestras nóminas, incorporadlo en vuestras plantillas. Ayudadnos a resolver el problema que creamos y no sabemos encontrarle solución.

Uno lee las noticias y ni siquiera sabe con qué actitud tomarlas. Cientos de cubanos murieron, padecieron, pagaron con cárcel, torturas y maltratos el hecho de recomendar ideas más conservadoras que estas, pero que en el momento discrepaban de los inventos y aventuras de Fidel Castro. Ahora, ambos (¿No pensará usted que no actúan de común acuerdo? ¡Deje la ingenuidad para otros asuntos!), deciden en los próximos tres años echar a la calle al 25% de todos sus empleados y les abren las puertas al capitalismo, de forma que se inicien emprendimientos, pequeños negocios, cooperativas, etc., que abran fuentes de trabajo para estos sirve para nada. Se les echa por inútiles, ¿en qué podrían ser útiles y generar rentabilidad?

Mi recomendación, como no, es iniciar el proceso por esos 380,000 verdugos, verduguitos y verdugotes que son 380,000 parásitos que desangran a Cuba. Sacarlos a todos, limpiar de ellos el Estado cubano. Y para que estemos claro, considero que los primeros a ser despedidos son el par de seniles verdugos de Cuba, sí, esos mismos: despedir a Fidel y a Raúl Castro y echarlos del Estado por incompetentes, abusadores y perversos, es el único comienzo decente de toda reestructuración de la economía con visos de éxito. ¿Tendrán que esperar que sean los cubanos, hastiados y hartos, quienes los apeen de mala manera?

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