domingo, 18 de julio de 2010

¿PENSAR EL SIGLO XXI CON CONCEPTOS DEL SIGLO XVII?


Derecha, izquierda y otras necedades

Por Aquiles Julián

Leo en el Listín Diario una carta pública de respuesta escrita por el periodista y escritor cubano Carlos Alberto Montaner al cantante y empresario cubano Silvio Rodríguez http://www.listin.com.do/app/article.aspx?id=137757 . Y me entero allí que la “alineación política” de Montaner es “Derecha” y la de Rodríguez es “Izquierda”. Y entonces me confundí. ¿Qué hace que uno esté a la “derecha” y otro a la “izquierda” según un medio de comunicación en nada sospechoso de ser partidario del totalitarismo?

¿Es la propiedad privada sobre los medios de producción lo que define la “alineación política”? En este caso el empresario es Silvio, capitalista propietario de una disquera aunque, admito, no conozco las propiedades de Montaner. ¿Es la adscripción a una dictadura? Entonces, de nuevo, Silvio es el defensor de la tiranía militar castrista, de la que fue funcionario por 15 años como diputado. Ha sido el cantor oficial de Fidel y su “revolución”. Montaner, hasta donde tengo sabido, es un periodista independiente, exiliado político, sin ningún cargo público. Ha vivido en España la mayor parte de su vida y se ha mantenido de su profesión.

¿Es la actitud personal frente a los derechos humanos, las libertades ciudadanas, la democracia vs. la dictadura, etc.? Bien, de nuevo, Montaner ha defendido los derechos y libertades de los ciudadanos mientras Silvio ha cantado y justificado la subordinación del individuo al Estado. Montaner ha defendido el derecho de las personas a elegir y ser elegida mediante el voto, a discrepar y oponerse, etc. Silvio ha disfrutado su status privilegiado en una dictadura que lo ha usado una y otra vez para maquillar sus aberraciones. Ha sido y sigue proclamándose partidario de la dictadura totalitaria de los Castro. Es un gobiernista. Y saca beneficio de ello.

Entonces, ¿qué es lo que define que uno sea “de derecha” y el otro sea tildado, en un medio de comunicación en nada sospechoso de parcialidad ideológica, “de izquierda”? ¡Su actitud hacia la dictadura militar de los Castro! Ahora entiendo. No son aspectos como la propiedad de los medios de producción, la defensa de derechos civiles y modelos más autoritarios o más democráticos, etc., lo que define la “alineación política” de un individuo cualquiera es… ¡su disposición personal a secundar o no la tiranía militar cubana!

Si usted apoya la única dictadura militar que existe ahora mismo en América Latina, la dictadura militar cubana, usted es “de izquierda”. Si por el contrario, usted es partidario de una sociedad democrática, en que exista el derecho a disentir, a elegir y ser elegido, pluralidad de partidos, derecho a la propiedad, diversidad de medios de comunicación, etc., si usted quiere que aún la precaria y limitada democracia que disfrutamos los dominicanos sea lo que impere en Cuba, usted es “de derecha”. Con ese tipo de razonamiento, si usted es partidario del trujillismo usted es de izquierda; y si es partidario de un gobierno tipo Costa Rica (el modelo más avanzado de sociedad al que hemos llegado motu propio los latinoamericanos), usted es de derecha. ¡Vaya uno a entender el razonamiento!

El problema, claro, son los estereotipos. Y el secuestro del razonamiento por parte de los estereotipos.

Durante décadas, los partidarios del totalitarismo se presentaron a sí mismos como lo más puro, decente, progresista y honesto de la sociedad dominicana. Eran “los muchachos”. Se apropiaron astutamente del heroísmo romántico de los jóvenes dominicanos que lucharon hasta la inmolación contra la tiranía de Trujillo. Excluyeron con diversas argucias y recursos a los que no secundaron la conversión marxista, los que fueron alejados y sobre los que se articuló un proceso de difamación y sospechas, restándoles idoneidad. Una organización de la juventud dominicana para luchar contra la dictadura trujillista y por la democracia: el Movimiento Patriótico “14 de Junio” fue penetrado por apparatchiks prosoviéticos, procubanos, prochinos, etc., y desmantelada. A los jóvenes se les indujo a cometer acciones para las que carecían de preparación y de justificación, incluyendo terrorismo, atracos, asesinatos, etc., que eran excusadas ante la sociedad como “locuras de juventud”.

Los jóvenes, provocados por los apparatchiks de los partidos comunistas, se lanzaron a una romántica acción de desafío de los poderes conservadores vigentes en nuestras sociedades. Sobre ellos se descargaron con saña las macanas y las culatas, ellos recibieron las patadas y bombas lacrimógenas, fueron las víctimas de las golpizas inmisericordes y los encarcelamientos, torturas, asesinatos y desapariciones. Y el objetivo buscado, radicalizarlos para inducirlos a conspirar dentro de las organizaciones extremistas marxistas, se logró. Los apparatchiks se dieron otra meta: penetrar los denominados por el francés Louis Althusser, “aparatos ideológicos del Estado”.

La prensa, las escuelas y universidades, el aparato legal, los partidos “del sistema”, los sindicatos y las artes, los deportes, incluso las mismas iglesias fueron penetrados con éxito apabullante. Muchos de los que participaron en esa acción de desnaturalización y control ideológico de esas instancias siguen allí, nostálgicos de los viejos tiempos. Y por su intermedio, los conceptos seudocientíficos del marxismo fueron impuestos como la verdad de referencia.

Esa seudociencia fue enseñada (y creo que todavía se enseña), en las universidades y promovida como oro de ley. Impregnó el discurso de periodistas, sacerdotes, escritores, juristas, sindicalistas, deportistas, catedráticos, políticos, funcionarios, etc., dándole categoría de verdad a lo que no fue nunca más que un bodrio intelectual.

Aún hoy, pese al escandaloso descalabro del experimento totalitario comunista, del que sobreviven precariamente dos especímenes en su peor expresión: la estalinista, que son Cuba y Corea del Norte, los criterios totalitarios siguen rigiendo las mentes de muchísimos periodistas y personas que jurarían que no son extremistas, marxistas, estalinistas o prototalitarias. El asunto es que razonan como tales. Emplean conceptos propios de tales. Su perspectiva lo es.

Por higiene mental conviene cuestionar los propios conceptos y puntos de vista. De hecho, ¿de dónde provienen esas locaciones espaciales que hoy son preferencias ideológicas o ubicaciones políticas? De la revolución francesa del siglo XVIII en que la burguesía, es decir, los residentes en ciudades o ciudadanos, que habían prosperado y crecido en las ciudades o burgos, desafió y derrocó el poder terrateniente de la nobleza francesa y su modelo político: el aristócrata, sustituyéndolo por el republicano o nuevo régimen.

Así que la izquierda eran ¡los burgueses, los ciudadanos (que vivían en las ciudades o burgos)!, mientras que la derecha eran los nobles que residían en sus haciendas rurales, prevalidos de sus títulos nobiliarios y de sus privilegios heredados, que defendían el ancien régime, el modelo de organización social feudal centrado en el sometimiento vía la servidumbre de los campesinos a los caprichos y a la expoliación del señor feudal, el terrateniente, a quien se le había concedido la propiedad del latifundio como una gracia proveniente del rey del, junto a un título nobiliario que expresaba la jerarquía social en que dicha persona y sus descendientes ocupaban.

Una conceptualización originada en circunstancias del siglo XVIII sigue influyendo en nuestras percepciones en el siglo XXI. Al triunfar la izquierda, es decir, la burguesía y derrocar esta el poder aristócrata de los terratenientes en Francia, el concepto de izquierda asumió en su acepción derechos civiles y humanos, elección democrática, poderes separados, voto universal, libertad de expresión, asociación, etc., derecho a la propiedad, constitución, etc., todo un conjunto de derechos y oportunidades que partían de esa Declaración Universal de los Derechos del Hombre y de los principios de igualdad, fraternidad y libertad.

La revolución burguesa del siglo XVIII, revolución de los habitantes de las ciudades o burgos contra los terratenientes feudales que se enseñoreaban en sus latifundios y contra el modelo de organización social que le era propio: la monarquía, constituyó el paso de avance más importante y significativo de la humanidad en su desarrollo hacia maneras más equilibradas, humanas y decentes de convivencia.

Los marxistas, ni cortos ni perezosos, se apropiaron del concepto de izquierda despojándolo de contenido. Ya no es igualdad, fraternidad y libertad, democracia, derechos ciudadanos, etc. Hoy izquierda evidentemente significa partidario de la dictadura totalitaria, gulags, partido único, represión de los que discrepen, paredón, carencia de libertades civiles y humanas, poderes concentrados en una nomenklatura, chekas, dictadura policial, etc., y eso se vende como lo bueno. Y derecha es democracia, gobierno electo, alternabilidad, libertad de expresión, asociación, etc., pluralidad, derechos de las minorías y a discrepar y oponerse, garantías constitucionales, etc., y eso se vende como ¡lo malo! Y quienes serían las primeras víctimas de los aparatos represivos son los primeros en aceptar acríticamente esa estafa.

Hay dos maneras claves de definir la convivencia entre los individuos: una, la fuerza bruta, el sometimiento del más débil por el más fuerte; y otra, el acuerdo mutuamente beneficioso, la negociación y el respeto por el interlocutor. La evolución de la humanidad es el camino accidentado desde la primera manera, la ley del garrote, a la segunda, el diálogo constructivo y el acuerdo respetuoso. Es una evolución anegada de sangre, matanzas inmisericordes, violencia sin límites, con escasos momentos de luz.

El marxismo y sus secuelas (leninismo, estalinismo, castrismo, maoísmo, pensamiento juche, pensamiento Gonzalo y demás aberraciones), es, al igual que el nazismo y el fascismo, una exaltación de la primera manera, la de la violencia y la fuerza bruta, la imposición de un grupo sobre otro, etc., y una subestimación y negación de la segunda: el diálogo constructivo y el acuerdo respetuoso. ¿Cuál es de izquierda y cuál es de derecha?

Unos: marxismos, nazismo, fascismo, reclaman el derecho de masacrar a quienes discrepen, se opongan o simplemente pertenezcan a ciertos grupos sociales o etnias; otro: democracia liberal, da continuidad a los principios de igualdad, fraternidad y libertad emergidos de la revolución francesa del siglo XVIII, a los Derechos del Hombre, a los gobiernos electos por el voto universal, la alternabilidad, el derecho a la propiedad, a la asociación, al tránsito, a la expresión, a la libertad de culto, a muchísimas conquistas que han hecho más vivibles nuestras sociedades, en una evolución que no ha culminado, en que perfeccionamos el modelo de convivencia y seguimos puliendo sus aristas, para hacerlo más decente, más coherente, más humano, más ético. La única alineación entendible, lógica y operativa sería, entonces, si se es partidario de la libertad o partidario del totalitarismo; cuál de las dos maneras suscribimos.

Y ahí no me cabe duda: Carlos Alberto Montaner está alineado con la libertad; Silvio Rodríguez lo está con el totalitarismo, con la fuerza bruta, con el paredón de fusilamiento, cante lo que cante.

Claro, usted y cualquiera puede pensar como quiera; puede alinearse en una tendencia o en la opuesta. Sin embargo, conviene no ser usado como papel desechable por intereses turbios, reproducir sin discriminar conceptos e ideas que pueden no ser más que cuchillo para la propia garganta. No podemos legitimar la crueldad ni ignorar la verdad. No podemos hacerles el juego a los partidarios de exterminar a quienes disientan de ellos. Hubo una carta de Miguel Ángel Quevedo, el director de la revista cubana Bohemia, patética, escrita antes de suicidarse, en que hablaba de las actitudes y conductas que condujeron a los cubanos a la terrible condición que padecen desde hace 51 años. La puede leer en el siguiente enlace y meditar sobre esas palabras, dichas en el postrer momento: http://www.analitica.com/Bitblio/miguel_quevedo/carta_suicidio.asp ¿No valdría la pena que los periodistas dominicanos la leyeran de vez en cuando?

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