viernes, 2 de julio de 2010

EL CASO DE VICKY PELÁEZ Y LA RED DE ESPÍAS RUSOS APRESADA POR EL FBI EN LOS ESTADOS UNIDOS

Vicky Pélaez, Ana Montes, Althusser, el espionaje y

La Matraca Canalla.

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Por Aquiles Julián


Suele divertirme el hecho de que sólo en los seriales de televisión (v.g. The Agency), el cine de Hollywood y las publicaciones que responden a estrategias de desinformación totalitarias, la inepta Central de Inteligencia Americana, CIA, aparece como una eficiente, artera, singularmente brillante, ominosa y recursiva organización de espionaje, sobre todo dedicada a letales operaciones encubiertas de milimétrica efectividad.

En los hechos, ha sido increíblemente incompetente y, de paso, ha hecho mucho más daño que bien a su propio país.

Un libro como Legado de Cenizas, la estupenda historia de la CIA del ganador del premio Pulitzer, el periodista de The New York Times Tim Weiner, que obtuvo el National Book Award de no-ficción en los Estados Unidos, es un tragicómico inventario de los desaciertos, desenfoques, engreimientos y tonterías de ingenios capaces de dedicarse a maquinar formas de tornar lampiño o por lo menos despojar químicamente de su barba a Fidel Castro, convencidos de que la fiebre estaba en la barba, como hubo de confesar el ex- analista de la CIA Brian Latell en su cándido libro Después de Fidel.

Distinto es el caso del poderoso rival interno de la CIA que es el Buró Federal de Investigaciones, el FBI. Su larga experiencia de lucha contra el crimen organizado, la intrincada malla legal que soporta el aparato judicial norteamericano y el cúmulo de evidencias que hay que reunir para “armar un caso” antes de proceder al sometimiento del inculpado le hacen quizás la mejor organización policial del mundo. Y es el FBI sobre todo el organismo que se encarga del contraespionaje y la seguridad interna, dentro de los múltiples organismos de inteligencia y contrainteligencia que mantiene el Estado norteamericano, útiles sobre todo para dar a los guionistas material para sus seriales y películas.

Vicky Peláez y la Matraca Canalla

Durante 20 años, ¡dos décadas!, mantuvieron vigilancia sobre una serie de individuos que servían a los organismos de inteligencia rusos. Acumularon pacientemente pruebas: conversaciones, fotos, documentos, etc., y ahora han procedido a desmantelar la red y a encarcelar a los participantes. Uno de ellos que escapó, lo detuvieron en Chipre, de camino a la Madre Patria, de seguro. En uno de esos tecnicismos legales que escapan a toda lógica, le pusieron fianza y el espía la pagó… ¡y se evaporó! (¿Qué esperaban? ¿Qué aguardara a su repatriación? ¿No era huyendo desesperado que andaba por Chipre?).

Como el caso involucra a una periodista nacionalizada norteamericana de origen peruano (no a una periodista peruana, pues cambió voluntariamente de nacionalidad), conocida por sus abiertas y declaradas simpatías hacia las FARC colombianas, la dictadura militar de los Castro, y los regímenes que el presidente Correa, del Ecuador, definió como “de izquierda radical”: Ortega, de Nicaragua; Evo Morales, de Bolivia y, sobre todo, Chávez, de Venezuela, el caso es interesante para evaluar el mecanismo que llamo normalmente La Matraca Canalla: el aparato de desinformación, calumnia, manipulación de opinión, denostación y apabullamiento que se montó en tiempos de Lenín, creció y se agigantó en tiempos de Stalin y fue duplicado religiosamente por cada Estado totalitario estalinista.

La guerra de opinión pública es un fenómeno típico de las sociedades democráticas. En los países totalitarios sólo se escucha una campana: la oficial, y cualquier atisbo de buscar información por otras fuentes es reprimido penalmente de manera inmisericorde. El control de la información es una meta perseguida a fondo por los amos del Poder. No hay periodismo ni prensa, intelectuales ni periodistas: todos son empleados del Estado y, la mayoría, agentes de los organismos de seguridad.

Así, se suele evaluar a dichas sociedades con categorías, conceptos y definiciones propias de las sociedades democráticas, lo cual es un disparate. Donde un país como República Dominicana tiene un embajador (puesto decorativo que se otorga como canonjía para figureo y sin ninguna función útil para el país), Cuba tiene a un espía con tareas específicas. ¿Acaso el primer “embajador” cubano en República Domini

cana no fue el responsable de espionaje asignado a nuestro país por la Seguridad cubana durante años, el esbirro Omar Córdoba Rivas, que antes de que se le legalizara su cobertura solía venir en todo tipo de delegación, sea artística, sea deportiva, etc., al país a cumplir sus tareas de contacto e infiltración, desde los años de presidencia del Dr. Balaguer?

Los aparatos de Althusser

Un “filósofo” prototalitario francés, Louis Althusser, cuyo desvarío le llevó a estrangular a su propia esposa, puso de moda el concepto de “aparatos ideológicos del Estado”. Y ese concepto es útil para ir desenredando la madeja de este caso y entenderlo. Sobre todo, para explicarnos ciertas acciones que se montan a toda velocidad, ciertas reacciones en que quieren comprometer a los ingenuos contestatarios de siempre, cierta evidencia de la culpabilidad de los involucrados.

¿Qué son los aparatos ideológicos del Estado según Althusser? Son las instituciones que según dicho señor contribuyen a “la reproducción de las condiciones de producción”, que en lenguaje distinto a la jerga totalitaria significa la continuidad de la sociedad, del modelo social y las relaciones entre sus distintos sectores. Según Althusser, estos aparatos no operan mediante la violencia, como el Estado, sino mediante la ideología (influyendo en la manera de pensar, entender y explicar la realidad que los individuos emplean consigo mismo y con los demás). Estos aparatos, que los totalitarios colocan como prioridad penetrar, controlar y influir, son los siguientes:

· El sistema de iglesias

· El escolar, incluyendo el privado y las universidades

· El familiar

· El jurídico

· El político, con los distintos partidos y organizaciones civiles

· El sindical

· Los medios de comunicación

· El cultural, incluyendo deportes, artes, literatura, etc., con sus instituciones, medios, asociaciones, etc.

En mi país, República Dominicana, los grupos totalitarios que se autocalifican de “izquierda” fueron instruidos por sus financiadores externos (rusos, cubanos, chinos, albaneses y coreanos) para que infiltraran y capitalizaran la prensa, la iglesia, las escuelas y universidades y las asociaciones y federaciones, los grupos que crean opinión pública, etc., con el fin de instrumentalizarlas en función de construir una percepción prototalitaria y antinorteamericana. Y el éxito ha sido apabullante.

La extensión de ideas, conceptos y visiones prototalitarias, aceptadas como buenas y válidas, cubre a casi el 100% de la sociedad. Disparates como que Jesús fue el primer comunista son dichos por sacerdotes, pastores evangélicos y creyentes ingenuos. No saben lo que dicen, pero sirve para constatar la deformación política imperante y la gravedad del mal. Se ha creado una proclividad pro totalitaria en que mansos burócratas de toda la vida, sedentarios profesionales citadinos y empleados públicos y privados que no matan ni a una mosca, se sienten emocionalmente identificados con Fidel Castro y el Che Guevara y claman en sus momentos de frustración porque aparezca “alguien” (no ellos, no: un mesías providencial, un vengador inesperado, un ángel exterminador a su gusto) que meta a los demás en cintura.

Es claro que ellos nunca piensan en el chuchazo que les tocará. En los que padecen fantasías totalitarias siempre ellos son o están de parte del pie que calza la bota que patea y pisotea; nunca se piensan como los infortunados propietarios del trasero que recibe la patada o dueños del rostro aperruchado entre la ruda suela de la goma y el áspero piso. Nunca se saben víctimas.

Como la conducta exterior de los Estados Unidos ha sido mayormente irrespetuosa de la independencia y soberanía nacionales latinoamericanas: prepotente, aprovechada, esquilmadora y abusiva, cada país cuenta con ejemplos más que suficientes para promover una actitud de resentimiento y malestar, convenientemente abonada y salpicada de ejemplos seleccionados y bien adobados y exagerados. Y como nuestros países, salvo Cuba, no han padecido el extremadamente peor imperialismo soviético, cualquier referencia a conductas imperialistas exclusivamente se adjudica al comportamiento de los distintos gobiernos norteamericanos.

La nueva estrella del espionaje

Vicky Peláez venía desde Perú vinculándose a los extremistas. Un oscuro incidente en 1984 en que aparentemente se fingió un “secuestro” de ella y su camarógrafo, que trabajaban para el Canal 2 (hoy Frecuencia Latina), por los guerrilleros del autodenominado Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA), para forzar radiodifundir un comunicado instando a la subversión, fue puesto en dudas por especialistas en seguridad y analistas políticos.

Los propietarios del Canal la despidieron bajo el criterio de que dicho “secuestro” fue un montaje, una cita concertada con los comandos del MRTA que luego Peláez maquilló . Cuando la policía peruana se dispuso a investigar el hecho, Vicky Peláez se exilió en los Estados Unidos como “refugiada”. ¿Fue dicho “secuestro” una oportuna estrategia para facilitar la infiltración de Vicky Peláez en los Estados Unidos, con la fachada de periodista latinoamericana que huye para salvar la vida?

En los Estados Unidos entra en el staff periodístico de El Diario-La Prensa, en New York. Allí escribe una columna semanal pro castrista y se dice que llegó a participar en una marcha junto a personeros del grupo terrorista peruano Sendero Luminoso en los Estados Unidos. Eso decía claramente qué opciones ella había escogido. El caso es que la Peláez adoptó una fachada bien conveniente: el “periodismo”, se insertó con éxito en uno de los más influyentes aparatos ideológicos del Estado para formar opinión, y deformar y malinformar también y, sobre todo, en función de las guías proporcionadas por sus aparatos de control.

La fachada elegida: periodista “de izquierda”,contestataria”, “crítica”, le permitía promover puntos de vista, gobernantes y regímenes a su gusto: dictatoriales, pro totalitarios, comunistas, protocomunistas o, como el presidente del Ecuador Correa proclamó ufano: “de izquierda radical”, a la vez que la emprendía contra los regímenes y gobernantes que no se plegaban y resistían el encanto petrolero de Chávez o el parloteo senil de los Castro. Y sobre todo, al monstruo en primera plana: los Estados Unidos.

Aprovechando y abusando de la liberalidad norteamericana, país en que vivió por los últimos 20 años, cuya nacionalidad oportunistamente adoptó y por cuyos medios se expresó, Vicky Peláez se ocupó de granjearle a los Estados Unidos nuevos enemigos, tanto dentro de la comunidad hispana inmigrante que se sienten hostigados, no aceptados, perseguidos y maltratados o discriminados tanto laboral, como cultural, social y racialmente, y por ende, tiene predisposición al encono contra el país en que eligieron residir (y si no le gusta y tan mal le tratan ¿qué hace allá?), sino también y sobre todo, fuera de los Estados Unidos.

Sus “análisis” y “enfoques”, reproducidos por los medios que los Castro, Chávez y demás gobernantes “de la izquierda radical” controlan, servían para justificar y fundamentar las opiniones antinorteamericanas, antidemocráticas y pro totalitarias; enaltecer y distinguir a los excéntricos y pintorescos caudillos de la nueva ola antidemocrática que muestra nuestra inmadurez política y nuestra inveterada tendencia a optar por el salvador providencial, el caudillo de mano dura que se adueña del poder y hace y deshace con total impunidad, que destruye las oportunidades, la economía y las posibilidades de progreso del país en cuestión. Mismos que aprovechan a las Vicky Peláez y demás bocinas para explicar que sus fracasos no son tales, sino consecuencias de una infame y disimulada agresión del imperialismo, como todos sabemos que debió suceder en el caso de las más de 100 toneladas de alimentos dejados podrir por los burócratas chavistas, mientras Venezuela padece desabastecimiento y escasez de alimentos.

Es una pieza en la guerra ideológica, en el permanente interés en desacreditar los modelos de economía de mercado, de libertad de empresa, de elecciones libres y alternabilidad en el poder, libertades ciudadanas, respeto por las minorías y pluralidad de partidos, respeto a los derechos de creencias, asociación, expresión, etc., el modelo de organización social menos malo de todos los que la humanidad ha ensayado en su larguísima historia de desaciertos y extravíos, que hoy prevalece en mayor o menor grado, en la mayoría de los Estados americanos, con la vergonzosa excepción de la dictadura militar cubana y al que todo el aparataje de desinformación, calumnias, deformación, descrédito y enaltecimiento que se agrupa en lo que suelo denominar La Matraca Canalla, y de la que Vicky Peláez forma parte, se dedica a vilipendiar.

Las tareas del espionaje

En cualquier país, a las diferentes redes de espías se les asignan distintas tareas: recopilación de información de inteligencia, espionaje industrial, desinformación e influencia en la opinión pública, construcción de redes y reclutamiento, operaciones encubiertas, sabotaje, infiltración, etc.

Nosotros, país al que el mismísimo Omar Córdoba señaló eufemísticamente como importante para la Inteligencia cubana, tenemos un aparato de espionaje cultivado por años cuyas ramificaciones abarcan a todos los estamentos de la sociedad. ¿Cómo uno se da cuenta? ¡Por sus manifestaciones! Eso incluye grupos de matones dirigidos tras bambalinas para la acción directa que han agredido a artistas como Zoé Valdez y se dedican a sabotear y anarquizar cualquier acto que cuestione la tiranía de los Castro. No digamos la estructura de desinformación, calumnia, agresión verbal y creación de opinión pública que mantienen en todos los medios audiovisuales y escritos, así como en instituciones educativas y dentro del mismísimo gobierno dominicano.

Una de las principales acciones de los organismos de seguridad es montar en los distintos países en que operen La Matraca Canalla: reclutar, coordinar y emplear una vociferante red de agentes pagados, colaboradores, tontos útiles y hasta tontos inútiles que reproduzcan, amplifiquen, divulguen, repitan, transformen en “verdad” conveniente las consignas que se les mande.

La mejor historia que conozco sobre el origen de La Matraca Canalla es la de Stephen Koch, profesor de la universidad de Columbia, Estados Unidos, El fin de la inocencia. Willi Münzenberg y la seducción de los intelectuales. El libro es una joya. La instrumentalización de artistas, intelectuales, periodistas y personalidades para hacer potable el cruento régimen de Lenin y luego de Stalin, justificar sus acciones, acarrearles recursos, pintarlos de manera atractiva, y aislar y desacreditar a quienes se les oponían, además de proporcionar fachadas y facilidades para las tareas de espionaje. En Inglaterra, Francia y en los Estados Unidos llegaron al extremo de penetrar y controlar a los mismos organismos de inteligencia y contrainteligencia, así como a manejar a incautos intelectuales pagados de sí mismos que fueron marionetas risibles de las estructuras siniestras montadas por los estalinistas, gente como Ernest Hemingway, H.G. Wells, Lillian Herman, Dashiell Hammett, el grupo de Bloomsbury, Louis Aragon, Paul Eluard, Paul Nizan, Sinclair Lewis, John Dos Passos, Clifford Odets, Theodore Dreiser, Bertrand Russell, Henrich Mann, Romain Rolland, unos toda su vida y otros en una parte de ellas, fueron instrumentalizadas por los estalinistas y colaboraron gustosamente en ornamentar y abrillantar una dictadura falaz y criminal, inmoral y violenta.

La superioridad rusa en espionaje

Los rusos venían con una larguísima tradición de espionaje, a diferencia de los norteamericanos que vinieron a establecer su primera agencia de espionaje, la Oficina de Servicios Estratégicos, OSS por sus siglas en inglés, en fecha tan tardía como 1942, por las urgencias de información de inteligencia derivadas de su integración en la Segunda Guerra Mundial, antecedente de lo que luego derivó en la CIA.

Ya en tiempos de los zares, la Ojrana, la policía política zarista, tuvo entre sus notables éxitos la infiltración de un agente que alcanzó a ser el vocero de la fracción bolchevique en la Duma (parlamento) y miembro destacado y apreciado por Lenin de la más alta dirección bolchevique: Roman Malinowski. Sólo cuando los bolcheviques se apoderaron mediante el putch de octubre del poder y accedieron a los archivos de la Ojrana el papel de Malinowski fue develado. Dicen que cuando lo asesinaron, sus asesinos lloraban; así era el grado de aprecio que le tenían. Otro que estuvo vinculado igualmente a la Ojrana fue Iosif Djugachvili, alias Stalin. El grado de involucramiento se desconoce, pero por lo menos se sabe que filtraba información oportuna para deshacerse de competidores dentro de la secta y para el hecho, recomiendo a los interesados leerse el formidable libro The Secret File of Joseph Stalin. A hidden life, escrito por Roman Brackman

Esa estructura la heredaron los bolcheviques y reclutaron a agentes de la Ojrana que, como buenos policías, se integraron gustosos bajo sus nuevos patrones. Pasaron a la Cheka, cuyos cambios de nombres en nada deben hacernos ignorar de que es la misma institución; lo otro es simple cosmética: Stalin aprendió que la gente es tan ingenua que siente que si se le cambia el nombre a una institución, ya ella es otra cosa, así que fusilaba al encargado de turno, cambiaba el nombre a la institución y a seguir la fiesta.

Al desmantelarse aquel régimen absurdo e insostenible que fue durante 70 años la Unión Soviética, la KGB, cuyo titular se comprometió en un intento de dar un golpe de Estado para mantener el modelo soviético contra las legítimas aspiraciones de los pueblos esclavizados del imperio rojo, aguardó paciente su momento. Cambió de nombre, pero sus titulares retuvieron todo lo que pudieron salvar del colapso y, a la salida de Yelsin pusieron a uno de los suyos, el coronel de la inteligencia soviética Vladimir Putin, al frente del país.

Putin, para que nadie dudara de sus reales valores y opiniones, hizo restaurar la estatua del feroz Félix Dzerzhinsky en el frente de la Lubianka, el tenebroso edificio de la Seguridad soviética. Las redes de agentes que la KGB había pacientemente levantado y que, tras el desconcierto de principio de los años ´90 del siglo pasado fueron reactivadas por los nuevos amos, siguieron sirviendo en la nueva situación.

Los rusos, que entrenaron a la Inteligencia cubana, mostraron su eficacia como tutores. Uno de los éxitos del espionaje cubano fue reclutar a que fue la principal analista sobre Cuba de la Inteligencia norteamericana, Ana Belén Montes. Así, los informes y análisis que leían el presidente de Estados Unidos y los principales mandos y estructuras de seguridad norteamericana y les servían de referencia para diseñar y aplicar políticas hacia Cuba, eran redactados y controlados en sus lineamientos base por las astutos apparatchiks del espionaje cubano. ¿Imaginan una situación más surrealista?

1 comentario:

  1. muy buen articulo y muy exclarecedor sobre las actividades de esta bola de indeseables

    muchas gracias

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