UNA
INDUSTRIA QUE VIVE DE ENFERMARNOS Y DE QUE PADEZCAMOS
La
industria farmacéutica, grandes corporaciones todas en su gran mayoría, ha
desvirtuado su origen y propósitos. Antes, eran empresas dedicadas a ayudarnos
a cuidar y recuperar nuestra salud. Hoy son corporaciones deshumanizadas que
lucran de que enfermemos y nos mantengamos enfermos.
No
facturan si estamos sanos, por lo que nuestra salud para ellas no es negocio.
Hemos
reproducido libros que reflejan documentadas investigaciones sobre los
entretelones de este tenebroso negocio que se enriquece de nuestros
padecimientos.
Han
perdido su norte.
Han
puesto las ganancias por encima de las personas.
Han
puesto el amor al dinero como su Dios.
Y como
Jesús bien advirtió, ese es "el origen de todos los males".
Las
grandes corporaciones farmacéuticas han lanzado fármacos que han destruido
vidas.
Han
hecho experimentos con humanos, en la peor tradición nazi.
Y
buscan controlar los mecanismos públicos, para lograr que los Estados les
autoricen sus aberraciones.
Lejos
están los días en que alguien como Jonas Salk era capaz de un gesto de
desprendimiento que ha salvado tantas vidas, cuando donó a la humanidad la
vacuna contra la poliomielitis.
No se
bañó en millones de dólares, pero el Dr. Salk es y será recordado sempiternamente
por su invalorable aporte a la salud humana.
Una
calle de la Ciudad Universitaria lo honra. O mejor dicho, se honra con su
nombre.
Las
corporaciones farmacéuticas, de rostro anónimo, son "negocios".
Perdieron corazón, principios, sentidos, razón de ser.
La
humanidad existe para que ellas lucren. No al revés, que ellas existan para que
el enfermo sane.
Este
penalización a la GlaxoSmithKline no es más que una tímida prueba de los
excesos y despropósitos que las corporaciones farmacéuticas comenten.
Y lo
peor es que estamos a su merced.
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