Un empleo es una ayudantía.
Todo empleado es un ayudante. ¿De quién? Del emprendedor que lo emplea.
Eso es lo que significa conseguir un empleo: ir a ayudar a un emprendedor a sacar adelante su negocio.
Si la economía se resiente, los empleos disminuyen. No así el trabajo.
Porque trabajo y empleo son dos cosas distintas.
Para que alguien te emplee debe necesitar tus servicios y tener con qué pagártelos.
Pero nadie puede impedirte trabajar.
¿Qué significa trabajar? Hacer una acción productiva para alguien tan útil que esa persona esté dispuesta a pagarte por ello.
Y si hay gente, créanme, abunda el trabajo.
No así, posiblemente, el empleo.
Las personas tienden a ser cómodas, a querer que les faciliten las cosas, a buscar apoyo. Ahí hay espacio para el emprendedor.
El asunto es que muchos quieren ser "contratados" por un empleador y no salir a trabajar.
Y el mundo está cambiando.
Las empresas tienden al downsizing, a la reducción de plantilla, a la reingeniería de procesos, al outsourcing, a tercerizar tareas y comprar servicios más que contratar empleados.
Las mismas leyes laborales, supuestamente elaboradas para proteger al trabajador, desaniman a los empleadores.
Aquí, por ejemplo, es ya un relajo lo que hay con los tres meses de prueba. Pasado el tiempo de fijación, la productividad, la disponibilidad, la actitud del nuevo empleado da un cambio radical. Se pone ñoño, porque "hay que liquidarlo".
Y muchos incluso se ponen traviesos para que los echen y "les busquen sus cuartos".
¿A qué ha conducido todo eso? A que los empleadores busquen adquirir los servicios sin adquirir obligaciones con los prestatarios de los servicios: la tercerización.
Doncellas, por ejemplo, tercerizó la conserjería y la limpieza.
Y hubo una compañía española, traída por las empresas que adquirieron las distribuidoras eléctricas, que les proporcionaba a estas personal.
Carrefour subcontrató a las cajeras, lo cual ya es mucho decir en un mundo tan "chivo" y desconfiado.
Y las empresas están aprendiendo a subcontratar y eliminar plantilla, por los costos de Seguridad Social y otros en que se incurren con los empleados fijos.
El mundo evoluciona hacia el outsourcing.
Pero muchos se resisten. Prefieren la molicie del empleo haciendo el mínimo, que entrar en un mundo donde se compite en calidad, responsabilidad, precio y calificación.
Por eso entiendo que para los desempleados españoles, un 59% aspiren a ser contratados y apenas un 41% esté dispuesto a emprender una iniciativa productiva.
Es más fácil depender.
Sólo un 41% saldrá a camino.
Los otros tendrán que esperar mucho, muchísimo tiempo, a que aparezca alguien que esté dispuesto a pagarles su pasividad.
Si es que aparece y no mueren en la espera.
http://www.abc.es/20120703/economia/abci-parados-creacion-empresas-201207022202.html
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