¿ESTÁ
EL GOBIERNO ENALTECIENDO A RUBIROSA?
Un
artículo de El País, España, nos entera de que el Ministerio de Turismo
patrocinó el 10 de junio la "Primera Copa de Polo Embajador
Rubirosa".
Es
decir, entendámonos, que el Ministerio de Turismo dominicano está enalteciendo
y colocando en un rango de diplomático a un truhán y esbirro de Trujillo, del
que fue yerno y al que sirvió durante la tiranía, como cabildero y soplón.
Ese es
el tal "embajador" Porfirio Rubirosa.
Hay
algo que se llama dignidad y decoro, y aquí el Ministerio incurre en una falta
de ambos.
El
título del artículo es más que ilustrativo: "Rubirosa, un pene con
pedrigrí"
La vida
de gigoló o chulo, para decirlo en dominicano, de Porfirio Rubirosa, un
prostituto que supo deslizarse en la cama de muchas mujeres adineradas y
ocuparse de satisfacerla sexualmente, en nada representa ni a los dominicanos,
ni al país, ni a nuestra cultura ni a nuestra dignidad.
Rubirosa
era un prostituto que actuó siempre como esbirro de Trujillo.
Ningún
embajador.
Es
parte de nuestro vergonzoso pasado. De nuestra degradación.
La
frivolidad del Ministerio de Turismo espanta.
Si se
honra a Rubirosa ¿qué de extraño que un día de estos nos levantemos con la
noticia, obtenida, al igual que esta, de un medio de comunicación extranjero,
de que el Ministerio de Turismo hizo algún tipo de evento dedicado a honrar a
Félix W. Bernardino (que, por cierto, también era "embajador" de
Trujillo e iba allí donde el tirano quería asesinar a algún opositor), o quizás
al mismo Chapitas?
¿O el
premio literario María Martínez que reconoce la obra literaria de la primera
persona que en este país fue propuesta para el premio Nóbel de literatura?
¿O que
nos levantemos un día enterándonos de que se le dio a Angelita Trujillo el
Premio Nacional de Historia por aquel libelo injurioso que firmó (porque dicen
que otros fue que lo escribieron)?
Las
trapacerías e inconductas de Porfirio Rubirosa, que despilfarró millones de
dólares del erario nacional en francachelas con Ramfis y en cabildeos en favor
de Trujillo son un motivo de condena y repudio, nada que nos enorgullezca.
Terminaremos,
por lo que veo, queriendo aprovechar, como lo intentó Trujillo en su momento,
el fálico prestigio de Rubí para relanzar el "pegapalo" como bebida
afrodisíaca responsable de sus proezas sexuales.
O
dedicándole a Rubí, para venderlo como atractivo turístico, el fálico obelisco
del Malecón.
Cuando
el analfabetismo funcional de nuestros funcionarios se unen a sus deficiencia
moral y frivolidad mental, paren este tipo de aberraciones.
¿Rubí
embajador? Entonces empecemos a reclutar nuestro cuerpo diplomático en todos
los lenocinios.
Tremendos
ñames.
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