UNA
ENTREVISTA A QUINO, EN SUS 80 ABRILES
Todos
en Latinoamérica tenemos una deuda emocional con Quino, el padre de Mafalda,
aquella niña de preguntas difíciles y lúcidas.
Hemos
aprendido más de él a través de ella y sus amigos, que de los sesudos e
intragables profesores. Y no digamos de tantos pontificadores con pies de
barro.
Mafalda
nunca nos decepcionó.
Siempre
nos hizo ir un poco más allá de las apariencias.
Reflejó
nuestras inconsecuencias, debilidades y caídas.
Pero
también nos hizo saber que el subdesarrollo económico no implica subdesarrollo
de la inteligencia.
Quino
fue nuestro filósofo.
Nuestra
sonrisa comprensiva frente a una realidad absurda; peor aún, estúpida.
Al
cumplir sus 80 primaveras, porque nunca nos imaginamos a este niño de 80 años
adulto o anciano, quítenle el cero y ese 8 eterno que se le quede para siempre,
me sumo al homenaje de tantos que lo admiramos, amamos y le agradecemos.
Y
reproduzco esta entrevista de hoy, en Clarín:
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