LA
DEPREDACIÓN DE METALES ES TERRORISMO CIVIL
Es un
ataque artero, abusivo y criminal contra la población.
Robarse
los cables eléctricos y telefónicos es similar a lo que hace un criminal cuando
corta la luz y el teléfono a una familia antes de atacarla: la aisla.
¿Cuántas
clínicas se ven, entonces, afectadas en mantener un estado ambiente apropiado a
sus pacientes?
¿Cuántas
llamadas de emergencia no pueden hacerse?
La
pasividad y la permisividad de nuestras autoridades, que contemplaron
indiferentes cómo eran desmantelados los tendidos telefónicos de Tricom y
Codetel y comercializados como cobre, dio paso a una escalada de depredación
mayor:
1.
Saquean los cementerios
2.
Destruyen los enverjados de instituciones públicas y privadas
3.
Desguazan vehículos y los convierten en chatarra
4. Se
roban las tapas de alcantarillas y filtrantes
5.
Derriban torres eléctricas para robarles sus angulares.
6. Se
roban piezas del INDRHI y otras instituciones
7. Se
roban los cables tensores de los puentes.
8. Se
roban las placas de monumentos y residenciales.
9. Robo
de estatuas y bustos
10.
Incluso robos de candados y todo tipo de metal que encuentren.
Esa no
es labor de simples rateros. Son mafias organizadas y, no dudemos, algunas con
esconden prácticas de terrorismo urbano.
La
reacción tiene que ser contundente, implacable y sostenida.
Todo
eso ha sucedido con la complicidad irresponsable de los legisladores que
sostienen el Código de Protección al Delincuente, con la complicidad de
autoridades civiles y militares, y por igual, de fiscales y jueces
complacientes.
¿O no
recordamos el juez que excarceló a un ciudadano chino que tenía los restos de
una estatua de Gregorio Carlos Paulino Luperón, aduciendo supuestos errores de
procedimiento?
¿Quién
sometió a ese juez a disciplina?
¿Quién
revisó la cuenta corriente y el estilo de vida de ese juez y lo comparó con su
nivel de ingresos?
Aquí se
está esperando a que se produzca una catátrofe para reaccionar, pero desde ya
es oportuno denunciar la complicidad oficial con la depredación.
Hay que
mirar hacia funcionarios, legisladores, jueces, fiscales y militares cuando
busquemos establecer responsabilidades.
Han
sido cómplices. Son cómplices y lo siguen siendo.
Y
posiblemente no sólo cómplices, mandantes y beneficiarios del crimen.
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