MÁS DE
TRES MILLONES DE HIPERTENSOS Y MÁS DE MILLÓN Y MEDIO DE DIABÉTICOS EN UNA
POBLACIÓN DE 10 MILLONES ¿SOMOS O NO SOMOS UNA NACIÓN ENFERMA?
La
ignorancia, el descuido y la necedad (y de todo tenemos en grandes cantidades)
nos ha ido destruyendo la salud como población.
Hemos
evolucionado de una nación primordialmente agrícola y rural, dedicada a las
rudas faenas del campo, a una nación sedentaria y urbana, sin que los hábitos
de consumo hayan variado en nada.
¿Resultado?
La dieta rica en carhohidratos (energéticos) de nuestros abuelos y bisabuelos
la aprendieron nuestros padres y nos la enseñaron.
Seguimos
con arroz, espaguettis, pan y víveres como la base principal de nuestra
alimentación.
Y eso
está provocando sobrepeso, síndrome metabólico, barrigas, inflamación crónica y
sus consecuencias: diabetes, enfermedad cardiovascular, hipertensión, cáncer y
otras patologías crónicas.
Invertimos
en formar un recurso, personas entrenadas, y luego las perdemos con muertes
prematuras.
El
sistema de "salud" es un sistema de enfermedad, que depende de que
enfermemos para poder generar ingresos.
Médicos,
clínicas, farmacias viven de que enfermemos, no de que estemos sanos y en buena
condición física y mental.
De ahí
que no exista una campaña nacional de educación de salud, para mejorar nuestros
hábitos de dieta, actividad física, comprensión de nuestras opciones y del
riesgo de la mala salud y sus consecuencias y otras iniciativas para tener una
población más sana, consciente y educada.
Todo
sobrepeso es enfermedad.
Toda
barriga es enfermedad.
Todos
chichos y michelines son enfermedad.
La
gordura es enfermedad.
Y hay
padres que ceban sus hijos, habituándolos a las harinas y al exceso de azúcar.
Todo
eso agravado por la epidemia de fast foods que han ido lucrando porque la
mayoría no puede ir a comer a su hogar al mediodía.
Que más
de un 30% de la población sea hipertensa y más de un 15% de la población
diabética debe alarmarnos.
Que ni
siquiera sepan que lo son debe escandalizarnos.
Que
creamos que la gordura es salud apenarnos, porque estamos condenando a nuestros
hijos, desde bebés, a ser enfermos, a padecer.
La
ignorancia es un pecado. Y una maldición.
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