LA
ESTAFA DE LA GLAXOSMITHKLINE Y LAS FALSAS PATOLOGÍAS
La
Corporación farmacéutica británica GlaxoSmithKline (si es que decir británico,
o norteamericano, o suizo, o senegalés tiene algún sentido, pues estas
corporaciones no tienen nacionalidad ni alma, solo interés de lucrar a toda
costa), acaba de recibir una multa billonaria en los Estados Unidos por estafar
a la sociedad norteamericana, y, de paso, a toda la humanidad.
¿Su
delito? Inventar falsas patologías para vender sus potingues.
Hubo
una época en que existía la profesión de farmacéutico.
El
médico prescribía y el farmacéutico preparaba. De ahí el mortero que
simbolizaba la profesión, donde el farmacéutico mezclaba, maceraba, componía la
receta.
Luego
llegaron las corporaciones farmacéuticas con sus productos preempacados y
redujeron a los farmacéuticos a simples despachadores de productos listos para
usar. La profesión perdió dignidad y sentido.
Las
corporaciones farmacéuticas originales perdieron, progresivamente, su sentido
científico y profesional: se transformaron en compañías dominadas por el afán de
lucro, la gestión agresiva y el marketing feroz.
Y cada
vez más evolucionaron no hacia respaldar la salud de las personas sino en
atenuar síntomas, pero no eliminar la enfermedad.
Para
esas corporaciones no es negocio que estemos sanos.
El
negocio comienza cuando enfermamos y su real negocio es que no nos curemos,
sino que lidiemos con momentáneas mejorías seguidas de recaídas que nos aten al
consumo de sus pastillas, ungüentos, inyectables y jarabes.
No
contentas con fomentar que se traten síntomas sin eliminar y encarar causas, de
manera que haya una masa de enfermos que sostengan la industria, han visto con
ojos de avaricia al resto de la población que todavía no ha caído en sus
garras.
Y para
eso inventan falsas patologías.
Así,
cualquier cosa es digna de diagnosticarse como una enfermedad.
Y vemos
cómo se diagnostica y tipifica como patología el chatear, el hablar por BB, el
uso del Facebook y cualquier situación que les permita vender sus fármacos.
Una
manada de profesionales frívolos busca convencernos de que estamos mal y
necesitamos medicación.
Escriben
artículos, dan entrevistas, van a programas y nos pintan tétricos futuros
posibles para llenarnos de pánico y corramos hacia la medicación salvadora.
La
patologización de conductas naturales y lógicas, desde la tristeza por la
pérdida de un ser querido a la desilución o el desencanto, fenómenos naturales,
lleva a la reinterpretación interesada para convencernos de que no estamos bien
y necesitamos un fármaco.
Y se
aprovechan del gusto por automedicarse y de cierto propiciamiento de una
cultura hipocondríaca, que se fomenta deliberadamente desde medios de
comunicación.
Hace
tiempo estas corporaciones perdieron su sentido, propósito y razón.
Hoy son
máquinas de producir dinero y la salud de sus clientes es lo que menos les
importa. De hecho, es lo que no les conviene.
Mientras
más enfermos y dependientes de fármacos, mejor.
Es una
industria de la enfermedad y de la muerte, no de la salud.
No hay comentarios:
Publicar un comentario