lunes, 18 de marzo de 2013

INSULTOS A LA VASCA



INSULTOS A LA VASCA
Un website que figura como propiedad del señor Luis Javier Pérez la emprende contra mí por los artículos que he ido escribiendo sobre Jesús de Galíndez.
El señor Pérez sale a defender a Galíndez, a quien juzga que se le sigue secuestrando y apuñalando por la espalda.
Y entonces recurre al método falaz del argumentum ad hominem, despotricando contra mí al llamarme "personajillo", "inculto" y "pedazo de ignorante".
¿De dónde le viene el pique al señor Pérez? De que quiere colocar a Galíndez en un pedestal de integridad, negando su conducta de delator.
Y Jesús Galíndez Suárez fue un informante del FBI y la CIA. Es decir, un calié, un delator, le guste eso al señor Pérez o no.
Intentar ofenderme es perder su tiempo, pues la única opinión válida sobre mí que acepto es la que Dios tiene de mí y la mía propia. Las de los demás habla más de ellos mismos que de mí.
Igual incurre el señor Pérez en otra falacia lógica: el argumentum ad logicam al construir un hombre de paja diciendo que dije cosas que no dije, como él, Pérez, afirma que acusé a Galíndez de ser "agente de los servicios secretos de Trujillo". Eso es un disparate. ¿En dónde lo escribí? Ahí el señor Pérez inventa. ¿No se le llamará a eso calumnia?
Y en otro lugar llega al extremo de insinuar que mis artículos parecen que no están escritos por la misma persona.
El señor Pérez tiene santos y altares. Los vascos, Galíndez, Aguirre, el Partido Nacionalista Vasco, el gobierno vasco en el exilio, etc. Yo no.
Si le removí sus altares e hice que sus santos se tambalearan, lo lamento.
Que engrose su potencial de denuestos a ver si logra incomodarme.
Incurrir, como lo hace, en falacias lógicas tan patentes, además de demostrar pobreza argumental muestra que sus insultos se revierten contra sí mismo.
Sus maneras le hacen un flaco servicio a la causa que él pretende defender.

Como vemos, el sustituir la argumentación y los datos por groserías y denuestos nos viene de la península. Es mal viejo. Y si los vascos, condición de la que el señor Pérez alardea, se comportan de tal manera, ¿en qué se diferencian de las demás etnias que integran ese país multiétnico que es España? La pasión le obnubila el juicio. Una cosa es oponerse al fascismo, al comunismo, al franquismo, al totalitarismo y las tiranías de todo tipo, y otra distinta caliesear, ser un soplón, infiltrarse en grupos para delatar, todo lo cual hizo Galíndez, tanto aquí en RD como en EE.UU. y otros países. Esa inconducta, claro, en nada justifica su secuestro y muerte, crímenes que recaen en los hermanos Dulles y en Trujillo como responsables intelectuales. Lamentablemente, somos incondicionales y empecinadamente unitalerales. Tenemos una cultura del extremismo, que repele toda mesura, toda equidistancia, toda amplitud de miras, todo equilibrio.


La descalificación y las expresiones despectivas son recursos retóricos que nunca sustituyen a la argumentación lógica y documentada. Se trata de desmontar y desarticular un argumento, al margen de la estima, valor o mérito del exponente. Son dos cosas distintas. He documentado, hasta donde mis medios y la información de que dispongo me lo ha permitido, mi hipótesis (que no otra cosa puede ser, una hipótesis a evaluar) de que la CIA y el Departamento de Estado durante el gobierno de Eisenhower fueron los que secuestraron y entregaron a Galíndez a la ira de Trujillo. Si el señor Pérez disiente de mi punto de vista, a lo cual tiene derecho, su tarea es demostrar que yerro, que paso por alto un dato que desconozco o que minusvaloro: ofrecer una versión mejor y más documentada. Emprenderla contra mí con insultos baratos (es difícil llamarme inculto cuando lo que muestro son lecturas, referencias, investigación), desdice de él mismo. Intentar atribuirme que califiqué a Galíndez de calié de Trujillo es más ridículo todavía, pues es un invento que no tiene nada en que sostenerse. Si así es que el señor Pérez debate, perdió desde antes de escribir la primera palabra.

Yo simpatizo con la autonomía vasca, pues son una etnia, al igual que los kurdos, que merecen la autodeterminación, tener derecho a su propia lengua y cultura, dentro de un Estado multiétnico respetuoso de sus pueblos. Otra cosa es el terrorismo, que nació de militantes del PNV en 1959 los cuales conformaron ETA. Hay indicadores que la señalan como instrumentalizada. No es dudable. En el mundo no hay héroes puros, sino conductas heroicas de seres imperfectos, por lo que son más que admirables. Los que tienen altares y santos alcanzan un fanatismo infantil que resulta ridículo. Intentar entender es abrirse a una posibilidad de que la explicación no sea agradable ni deseable. Y de que tenemos que mirar a los demás con la misericordia y compasión que anhelaríamos para nuestros desaciertos y fracasos.


Otro error en el cual el señor Pérez incurre es llamar a Galíndez vasco. Galíndez, quien nació en Madrid, era español de nacimiento, no vasco. Aunque tenía ascendientes vascos y pasó mucho tiempo en en Amurrio, en el país vasco, en su infancia. Y se identificó con los vascos y sus legítimas aspiraciones. Pero era español, no vasco, como el señor Pérez le llama.

Galíndez no fue tutor de Ramfis. Sí impartió a Ramfis algunas clases en la Escuela Diplomática que se instaló en la Cancillería. Tutor de Ramfis fue otro español, Almoina, también asesinado por Trujillo. De hecho, Ramfis tuvo un percance con Galíndez porque iba a clases con un edecán y a cada pregunta que le era dirigida, quien respondía era el edecán. En una ocasión Galíndez, que tenía malas pulgas, confrontó a Ramfis pidiéndole que respondiera directamente él, no su edecán. Ramfis se puso de todos los colores, masculló más que respondió y nunca más volvió a las clases que impartía Galíndez. Esa acción demandaba casi temeridad. Muchas personas confunden a Galíndez con Almoina y por eso hablan de que Galíndez fue mentor del hijo de Trujillo o, como leí en una ocasión, que tenía acceso franco al Palacio Nacional. No se trata de la misma persona. Tampoco Galíndez fue nunca informante de Trujillo. Tuvo posiciones modestas, porque Trujillo gustaba de que la gente cobrara del Estado para tenerlo bajo su férula, pero no disfrutó de los privilegios que obtuvo Almoina, gracias a que María Martínez sentía que Ramfis avanzaba y aprovechaba gracias a la tutoría del español.

1 comentario:

  1. Francisco, muchos libros andan brindando datos erróneos, porque sus autores no verifican la información y reproducen inexactitudes. Jesús Galíndez Suárez era español, nacido en Madrid, España, el 12 de octubre de 1915. El padre nació en Amurrio, Álava España. Y su madre nació en Madrid. El amor por el país vasco le viene por sus años de niñez, que los pasa en el caserío Larrabeobe, residencia de su abuelo, quien era médico y alcalde de Amurrio, en Álava. Ni por apellido ni por origen Galíndez era vasco. Sin embargo, posiblemente como reacción al abandono que padeció (su madre, María Suárez Romerate, falleció a los once días de nacido Galíndez, y el padre contrajo segundas nupcias y lo dejó al cuidado del abuelo), Galíndez se alejó de sus raíces españolas y se identificó con los vascos, con quienes compartió en su niñez en Amurrio. Esa es la realidad. Era un español identificado y simpatizante de la causa vasca, pero vasco no era por su origen, ni por su apellido, ni su nacimiento.

    ResponderEliminar