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De mi parte, para José Sánchez
¿Hay algo más divertido que leer a los “revolucionarios” tercermundistas, discípulos de Castro y marionetas de la Inteligencia cubana que les controla directa o indirectamente sus mentes y opiniones, cuando intentan razonar? Aquí tenemos una variopinta muestra de perfectos idiotas latinoamericanos demostrando que compiten por el premio a la estulticia mental El Cangrejo Barbudo, algo así como ganarse la competencia de pathablar y demostrar que son avanzados alumnos del Ministerio de la Verdad orwelliano, gestionado desde La Habana.
Empecemos por la persona que firma con el nom de guerre José Sánchez, quien afirma que es descendiente de Francisco del Rosario Sánchez y no tiene ningún pudor en admitir que tiene dos hijos graduados “y los otros dos se gradúan en universidades de prestigio en USA”, pero que odia profundamente a los Estados Unidos y hace causa común con sus enemigos. Fan de Vicky Vasenkov, el antiimperialista comedor de corn flakes y aprovechador de las ventajas que proporciona la democracia norteamericana, es capaz de “percibir” mi olor: “huelo a azufre”, declara. Bueno, resulta que sus simpatías están con regímenes ateos, que persiguen, encarcelan y asesinan a cristianos, que hostigan a los creyentes, hacen campañas antirreligiosas y proscriben la enseñanza de los evangelios… ¡Y el que huele a azufre soy yo! ¿Y a qué le huele Castro, señor Sánchez? ¿Y Chávez? ¿Y las FARC? ¿Y la ex-KGB de Vladimir Putin, el SVR, quien se fue a cantar “canciones patrióticas” con los espías? ¿O el jefe de la señora Vasenkov en el Servicio de Inteligencia Exterior ruso, Yevgeni Primakov?
Recurriendo a la victimología y a una artimaña sensiblera, viejo recurso de atacar por el lado del corazoncito a lectores desprevenidos, el señor Sánchez escribe: “creo (que) un mujer que no se puede defender no debe ser ultrajada inmisericordemente”, lo cual es una manipulación ridícula: señalarla como colaboradora de espía (lo que ella misma admitió ante la juez federal Kimba Wood, misma que estuvo a cargo del expediente Quirino, si mal no me equivoco), servir de tapadera a la labor de espionaje de su esposo y dedicarse a calumniar, desinformar y atacar al Estado norteamericano, sus líderes y sus políticas, mientras que, simultáneamente, enaltecía a sus enemigos jurados: la dictadura militar de los Castro, a Chávez y otros especímenes por el estilo, incluyendo a grupos terroristas como Sendero Luminoso, las FARC y otros semejantes, en qué es un “ultraje inmisericorde” ¿No son hechos comprobables?
Peor aún, señalar que la señora Vasenkov no se puede defender es ridículo. ¿Está en prisión? ¿Acaso no está en su patria de adopción, incluso “cantando canciones patrióticas” con el primer ministro ruso? ¿No recibió un salario de por vida de US$2,000.00 dólares mensuales, vivienda y otros beneficios por sus servicios a Rusia? Y que se puede defender lo puede comprobar el señor Sánchez con un sencillo ejemplo: en mi blog http://elblogdeaquilesjulian.blogspot.com , aparecen registradas dos visitas desde la Federación Rusa ¿Quiénes usted cree que fueron?
Pero, ¿qué podría decir la señora Vasenkov? ¿Negar lo que admitió y confirmaron tanto el gobierno ruso como el premier Putin?
Por último, señor Sánchez, decir que los Estados Unidos “nos impuso” a Trujillo es disparatear de lo lindo. Trujillo fue una responsabilidad, en paralelo, sobre todo del caudillo mocano Horacio Vásquez, que le dio poder y confiaba en su lealtad, y del ambicioso político santiaguero Rafael Estrella Ureña que pensó cándidamente que podía embobarlo con su verbo. De hecho, el cónsul de los Estados Unidos, Charles B. Curtis, que detestaba a Trujillo quiso intervenir en su contra, aunque el Departamento de Estado le detuvo.
Claro que es más conveniente echarle a los norteamericanos toda la cuaba de aquella feroz dictadura, pero le aseguro, señor Sánchez, que la responsabilidad principal por mucho fue local. Que luego le apoyaran y se aprovecharan de la relación con el déspota es harina de otro costal, pero si busca información fidedigna (y no ese batiburrillo izquierdoso que abunda y es digno de figurar en cualquier enciclopedia de disparatología, fruto de una combinación de mala fe, ignorancia y cretinismo), la encontrará, aunque no sea del agrado de los descendientes de Horacio Vásquez y Estrella Ureña, que inventaron el cuento de los yanquis para disimular la responsabilidad de sus ancestros.
Así que, señor Sánchez, sea digno del apellido que ostenta y del ascendiente que reclama. No sea malagradecido del país que le permitió vivir en el primer mundo y educar a sus hijos en universidades prestigiosas, algo que incluso muchos norteamericanos no pueden alcanzar. No haga causa común con los enemigos de la democracia. No endiose a gorilas totalitarios como los Castro ni a caudillos decimonómicos como Chávez. No se identifique con las narcoguerrillas de las FARC o con los despiadados asesinos de Sendero Luminoso. Critique las políticas incorrectas de los Estados Unidos sin olvidar sus logros y sus aportes a la libertad en el mundo. Ningún país permite una mayor libertad crítica y garantiza mayores derechos a sus ciudadanos. Con sus inconsecuencias, deficiencias, puntos oscuros y lagunas de intolerancias, es la sociedad que más ha avanzado en el camino de los derechos ciudadanos. Tiene todavía mucho que mejorar. Hay situaciones que corregir. Un legado de intolerancia que superar. Y grupos extremistas que se niegan a cambiar sus esquemas obsoletos de pensamiento y acción. Pero, y usted lo sabe porque lo escogió como país para residir y educar a sus hijos y no a Cuba, ni a Rusia ni a ninguna otra dictadura totalitaria, se trata de una sociedad que a personas como usted le permitió acceder a un nivel de vida, de bienestar, de logros que ni en su propio país podría haber soñado.
No desacredite al país siendo un malagradecido. Respete el país que le acoge. Bendiga su bandera y su pueblo. Y luche por mejorarlo, pero sin hacer causa común con sociedades en donde el ser humano es poco menos que una bestia sin derecho, pisoteado y envilecido por tiranuelos ególatras y burócratas inmisericordes.
Le felicito por los hijos que ha criado. Deles un ejemplo de honor y sea agradecido. Odiar a los Estados Unidos y admirar una dictadura militar como la de los Castro o a una furibunda partidaria del terrorismo y servil a la Inteligencia rusa como Vicky Vasenkov o Vicky Peláez como usted prefiere llamarla, es más que vergonzoso, es inmoral. Piénselo. Recapacite. Y cambie.
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