sábado, 15 de septiembre de 2012

LA GUERRA ENTRE LOS ZETAS EN MÉXICO ¿QUÉ TIENE QUE VER CON QUE LAS DROGAS SEAN ILEGALES?



LA GUERRA ENTRE LOS ZETAS EN MÉXICO, ¿QUÉ TIENE QUE VER CON QUE LAS DROGAS SEAN ILEGALES?
México vive una guerra desmesurada, donde la perder la vida, ser torturado y padecer un intento de asesinato es lo más normal del mundo.
Esta vez es la guerra entre dos facciones de Los Zetas, el temible cártel de asesinos formado por ex-miembros de las fuerzas especiales del ejército mexicano.
Heriberto Lazcano Lazcano, El Lazca, cabecilla de una facción, y Miguel Ángel Treviño Morales, Z-40, andan de a balazos.
Se pelean el control del dinero y el territorio de San Luis Potosí, Tampaulipas, Zacatecas, Nueva León y Coahuila.
Los Zetas fueron fundados en 1998 por 14 cuadros del ejército mexicano, pertenecientes a su Grupo de Fuerzas Especiales, GAFE. Desertaron masivamente y se convirtieron en espalderos y matones del cabecilla del Cártel del Golfo, Osiel Cárdenas Guillén.
Al caer preso y ser extraditado a los Estados Unidos Cárdenas Guillén, Los Zetas, que habían participado como ejecutores en una guerra librada entre el Cártel del Golfo y el Cártel de Sinaloa del Chapo Guzmán, eligieron independizarse del Cártel del Golfo en el 2010, incómodos por el acercamiento entre Cárdenas Guillén y el Chapo Guzmán, lo que no agradó a El Lazca, ex-cabo de infantería de origen campesino, proveniente del Estado de Hidalgo.
Ahora El Lazca y Z-40, quien antes robaba vehículos en Nueva Laredo, decidieron pelearse por la supremacía del grupo. 
Y las masacres están a la orden del día.
¿Tiene algo ese enfrentamiento mortal que ver con que las drogas sean ilegales? ¿La legalización de las drogas en algo atenuaría o haría menos grave la crueldad y la sevicia de estas pandillas? 
La realidad es que la ambición, el deseo de mandar y controlar, las rivalidades, los egos, la carencia de todo escrúpulo, de todo límite, son el origen de estas sangrientas disputas entre bandas y no hay nada que pueda detenerla, salvo el aplastar a sangre y fuego al rival.
La población civil se ve expuesta a la carnicería y tiene que despertar cada día con el oprobio de una masacre más.
Los Zetas, que gozan decapitando a sus víctimas, se pelean por heredar el Cártel del Golfo.
Como militares, duchos en el manejo de armas y en tácticas de guerra, y sin ningún tipo de protocolo o norma que respetar, representan el máximo riesgo para el pueblo mexicano. Son letales y no tienen freno alguno.
¿Cómo podría el Estado mexicano impedir esta violencia? Sólo hay una manera: imponiendo la violencia del Estado, defenestrando a estas bandas, exterminándolas y reduciéndolas a poco menos que nada.
No existe otra manera.
Los cárteles mexicanos: el de Tijuana, el de Sinaloa, el del Golfo, Los Zetas y tantos más fueron el resultado de una permisividad, de una tolerancia, de una connivencia y de una mezcolanza entre los poderes políticos, policíales, militares y judiciales de México con los barones de la droga, que llevó al país a prácticamente operar como un narcoestado.
La penetración de los narcos en el ejército, la policía, la judicatura y la burocracia política mexicana es altísima, por la proclividad cultural mexicana a la mordida, al soborno.
Y la sociedad mexicana cosecha hoy las consecuencias de esa impunidad, de ese maridaje.
Que no tiene nada que ver con que las drogas estén penalizadas.
Porque aún se despenalicen, las bandas proseguirán con igual o mayor fuerza debido a que no se someterán en forma alguna a regulación, limitación, pago de impuestos, supervisión y control públicos, etc.
Su ley, la única que reconocen, es la fuerza, el eliminar o someter al contrario. Ese es su predicamento. No hay otro.
Legales o ilegales, seguirán trasegando narcóticos hacia los Estados Unidos y reventando a quienes se le opongan.
Listos para decapitar en masa y aterrorizar a la población para obtener silencio, obsecuencia y cooperación.
Esa es la realidad mexicana. Y es la que el poeta Javier Sicilia quiere maquillar acusando a los norteamericanos de ser los responsables de esa violencia porque no legalizan las drogas.
¿Y cuando las legalicen, qué? ¿Legalizarán también que Los Zetas o el Cártel de Sinaloa tengan entrada franca a los Estados Unidos, sin control alguno? ¿O es que suponemos ingenuamente que estas mafias criminales se acogerán a una amnistía y se convertirán pacíficamente en corporaciones comerciales?
¿El Chapo Guzmán, El Lazca y Z-40 cambiarán sus Uzis por el maletín y las maneras de un ejecutivo? ¿Eso es lo que espera que ocurra la mente del poeta Sicilia?
Ni en la más calenturienta y despistada imaginación puede caber semejante expectativa.
Sólo aplastar por la fuerza militar del Estado a estas bandas criminales puede devolver la paz al pueblo mexicano.
No existe otra opción posible.
http://internacional.elpais.com/internacional/2012/09/14/actualidad/1347648025_210275.html

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