martes, 1 de mayo de 2012

ANTECEDENTES DE LA POESÍA CENTROAMERICANA DEL SIGLO XX Y EL XXI


Antecedentes de la poesía centroamericana del siglo XX y el XXI

Por Aquiles Julián

A finales del siglo XIX la renovación mayor de la poesía escrita en español provino de un poeta centroamericano: el nicaragüense Rubén Darío, que ventiló las anquilosadas maneras del parnasianismo decimonónico, aquellas versificaciones soporíferas, e introdujo la musicalidad, el donaire, la gracia, la invención, el spleen  y el espíritu franceses en los adormecidos territorios de la poesía escrita en castellano.
El modernismo fue la clarinada que despertó de nuevo el espíritu de experimentación, de juego verbal, de creatividad, y descerrajó los goznes enmohecidos que aprisionaban la creatividad verbal.
Así, debemos a Centroamérica la renovación de la poesía en castellano. Sin Rubén Darío fuera impensable la poesía escrita en español en el siglo XX y en el siglo XXI. Fue el libertador.
Todo rompimiento termina esclerosándose, creando un decir que es mimado y estatuido como la nueva normativa. Así sucedió con el modernismo.
Lo que inicialmente fue fresco aliento de renovación del idioma, las formas y la poesía, se convirtió en caricatura, en modo de escribir, y el arte dio paso a la artesanía, a la mímesis en vez de a la poiesis.
En la segunda década del siglo XX el modernismo había agotado sus cartuchos y ya lo que quedaba eran fuegos de artificio, pura pirueta verbal, cisnes decrépitos en jardines orientales desvencijados.
Entonces, la conflagración en Europa hizo estallar la autopercepción complaciente de la sociedad occidental, que descubrió horrorizada a qué niveles de demencia podía llegar.
Eso originó en la poesía, la literatura en general y en las artes un movimiento rebelde de negación de los valores tradicionales, de las formas y maneras de una sociedad que había demostrado los niveles de irracionalidad y bestialidad a los que era capaz de llegar,  con una matanza nunca vista.
Así surgieron el dadaísmo, el futurismo, el expresionismo, el cubismo y otras formas  de escandalizar y desmontar las maneras expresivas de la sociedad decimonónica, buscaban producir en las artes la misma conflagración que las bombas provocaron en la sociedad.
Y de este lado surgieron el ultraísmo, en Argentina, y el creacionismo, en Chile.
Fue la negación de la imaginería modernista.
Posterior a la experiencia terrible de la Gran Guerra, surge el surrealismo, por un lado, y la poesía política por el otro.
La sociedad europea se radicaliza y los extremismos, tanto el fascista como el comunista/estalinista dominan la escena política y arrinconan a los partidos moderados, imponiendo una dinámica que provocó, en la poesía y en la literatura, un movimiento en dos direcciones antagónicas:

1.       Una poesía que excluía la política y el tema social, centrándose en movimientos como la poesía pura, neogongorina, neosimbolista, surrealista
2.      Una poesía de fuerte adscripción política, vinculada a los dos extremismos en pugna: el fascismo o el comunismo, la poesía comprometida.

Y es partiendo de la realidad de las vanguardias de los años 20 y 30 que podemos abordar la poesía centroamericana no sólo del siglo XX , sino de los comienzos del siglo XXI.
El itsmo centroamericano, esa delgada franja de tierra que une al subcontinente norteamericano, vía México, con Estados Unidos y Canadá, y con el subcontinente sudamericano, a través de Colombia, tiene, pese a su pobreza y atraso socioeconómico, a la violencia de su historia, sobre todo en la segunda mitad del siglo XX con tempestuosas guerras civiles, dictaduras feroces, ensayos populistas, intervenciones militares encubiertas o desembozadas, una historia poética que destaca y brilla.
Veámoslo por países.


PANAMÁ

El renovador y la figura mayor de la poesía panameña en el siglo XX lo fue Rogelio Sinán.
Frecuentó en los años 20 a los surrealistas en París y llevó a Panamá los recursos de la nueva escuela. A través de la revista Antena toda una generación de poetas jóvenes marcan distancia de la retórica modernista y exploran las distintas corrientes que se imponían por entonces en las letras. Sinán publica en 1929 “Onda” que es el primer libro vanguardista y renovador en la poesía panameña del siglo XX, fuertemente influido por entonces por la poesía pura, una de las corrientes que primó por entonces.

“Traje a ti
mi soledad
para que
le dieras alma.
Pero la dejaste sola
en el camino,
¡qué sola
dejaste mi soledad!...
(¡Pensar que la traje a ti
para que le dieras alma!)”
(Soledad, Rogelio Sinán)

Autores como Ricardo J. Bermúdez, Demetrio Herrera Sevillano, Antonio Isaza fijaron las pautas expresivas por las que posteriormente emergieron poetas como  Esther María Ossess, Tristán Solarte, José Guillermo Ross-Zanet y otros.
Tras ellos, llegarían voces que renovarían e insuflarían nuevos bríos a la poesía panameña, como Bertalicia Peralta, Giovanna Benedetti, Enrique Jaramillo Levi, Héctor Collado, Eric Arce, entre otros.

“Recuperar la voz.
Y desde su eco desplegar
una y otra vez
mi verdad
que tal vez alguien comparta.
Salvarla, en fin, del naufragio
de los atardeceres de la memoria,
de la anquilosada fiebre
de los cuerpor amándose en el espejo,
de la neblina necia
de mis muchas fugas y engranajes,
de la siempre triste noche de mis extravíos
con sus siluetas y clamores
que al madurar
caen rotundas de las ramas
de mis sueños
sin que apenas se note.”
(Recuperar la voz, Enrique Jaramillo Levi)


COSTA RICA

Los traumas políticos  y el enfrentamiento que durante la mayor parte del siglo XX sostuvieron las corrientes políticas totalitarias: el fascismo y el comunismo, con las que propugnan por una sociedad abierta, han sido los que mayormente han permitido proyectar, beneficiándose de esos sucesos, la literatura y la poesía de una nación.
Tal vez precisamente por eso es que un país excepcional como Costa Rica, que gracias a la revolución reformista de José Figueres, en 1948,  eliminó el ejército, fuente continua de golpes de estado y dispendio, y afianzó el modelo democrático , constituyendo  un oasis de libertad en medio de las turbulencias políticas de la región: tiranías, gobiernos de fuerza, populismo, guerras civiles, terrorismo, etc., no ha tenido tanta proyección en su poesía.
La poesía costarricense, lejos de los cataclismos políticos que han sumergido a los demás países de la región en masacres despiadadas, tiranías atrabiliarias, pasión totalitaria, terrorismo de Estado y terrorismo subversivo, ha discurrido por otros canales, si bien menos glamorosos y estridentes, no menos valiosos y significativos en tanto poesía.
Así, un autor como Isaac Felipe Azofeifa fue uno de los que inicialmente acogió la vanguardia y la renovación de las letras costarricenses, al igual que la poeta Eunice Odio y Francisco Amighetti, entre otros, que se congregaron alrededor de la revista Repertorio Americano, que dirigía Joaquín García Monge:

“Oh, tempestad de formas!
Que la estéril rutina no me encadene a su vil gramática,
a su camino donde las estatuas ya son blancas vacas muertas,
y los paseantes se saludan -qué tal, qué tal-, mientras adulan
el pasado, y escupen juicios hacia el presente sin futuro,
hasta que el día es una alberca de peces muertos y agua inmóvil.

Dame la llama interior, dame la rebelión, dame lo real,
dame la puerta abierta hacia los otros,
dame aceptar activamente,
libremente vivir aún lo que es necesario.
Oh, aventura!”
(Oh,  tempestad de formas, Isaac Felipe Azofeifa)

Tras ella, vino la Generación del 40 con nombres como Joaquín Gutiérrez, León Pacheco y Julián Marchena.
Y ya para 1960, en que empieza el proceso de urbanización creciente y desplazamiento del peso productivo progresivamente del campo a las ciudades, emergen autores que expresan la vida urbana como tema, más que la propiamente rural.
De esa generación son los poetas del Círculo de Poetas Turrialbeños, que luego cambió su nombre a Círculo de Poetas Costarricenses, y que en 1977 lanzaron su Manifiesto Trascendentalista, que promueve alejar la poesía del tono social que se propiciaba por entonces.
De la generación urbana de los 60 hasta los 80 son poetas como Alfonso Chase, Jorge Debravo, Carmen Naranjo, Laureano Albán y otros.
A partir de los años ochenta se produce un alejamiento del realismo formal hacia maneras de exploración verbal más atrevidas.
De ellos sobresale Ana Istarú, poeta de tono erótico y desenfadado:

Ábrete sexo
como una flor que accede,
descorre las aldabas de tu ermita,
deja escapar
al nadador transido,
desiste, no retengas
sus frágiles cabriolas,
ábrete con arrojo,
como un balcón que emerge
y ostenta sobre el aire sus geranios.”
(Ábrete sexo, Ana Istarú)

La poesía costarricense actual tiene como autores en plena producción a poetas como Luis Chaves, Camilo Retana, Paula Piedra y Alfredo Trejos, entre otros, dados a una poesía de tinte oral e irónico, influidos por la antipoesía de Nicanor Parra.


NICARAGUA

La poesía nicaragüense es, por mucho, la más conocida de la región. Y la que más nombres con proyección internacional ha aportado.
También, caso extraño, una poesía que en sus orígenes se vinculó fuertemente al fascismo y al extremismo político de derechas.
Y que tuvo, por igual, mayor influencia de la poesía norteamericana que de la española o la francesa.
Siendo la patria de Rubén Darío, la renovación llegó de manos del poeta José Coronel Urtecho, quien El 29 de mayo de 1927, “El Diario Nicaragüense”, de Granada, publicó la hoy famosa “Oda a Rubén Darío”, poema escrito por éste un año antes, en 1926, en San Francisco, California, al calor del encuentro de Coronel Urtecho con la new american poetry.
Tenía como antecedente de relevancia al poeta Salomón de la Selva, el primero que rompió en las letras nicaragüenses con la tradición modernista.

“En fin, Rubén,
paisano inevitable,
te saludo
con mi bombín,
que se comieron los ratones en
mil novecientos veinte y cinco.
 Amén”
(Oda a Rubén Darío, José Coronel Urtecho)

Era una reacción, empleado en humor, la parodia, la irreverencia, la vocación de escándalo, mismas armas que en su momento esgrimió el mismo Darío, para subvertir un hacer esclerosado. Darío mismo llegó a expresar: “El clisé verbal es dañoso porque encierra en sí el clisé mental, y, juntos, perpetúan la anquilosis, la inmovilidad”.
En 1931, un grupo de poetas, encabezados por Coronel Urtecho, forman lo que llamaron la Anti-Academia de la Lengua, que integraban José Coronel Urtecho, Luis Alberto Cabrales, Cristino Paguaga Núñez, Manolo Cuadra, Octavio Rocha, Pablo Antonio Cuadra, José Román, Joaquín Pasos y otros. De ahí derivó luego el grupo Vanguardia.
La poesía nicaragüense es influida por la reacción nacionalista frente a la intervención norteamericana, la guerra de Sandino en Las Segovias, la influencia, simultánea, de la vanguardia norteamericana y de un extremismo en particular: el fascismo y en falangismo español.
Los poetas nicaragüenses, en reacción contra los norteamericanos, afirman su origen hispano y en julio de 1934, los poetas granadinos junto a otros intelectuales jóvenes crearan los “camisas azules”, versión local de los “camisas negras” fascistas italianos.
Y buscarán localmente su hombre fuerte, su Mussolini local. Asesinado Sandino, se vuelcan en apoyo a Somoza. Y en la guerra civil española, tomaron partido por Franco y sus huestes sublevadas.
Luego, los poetas se distanciaron de su frankenstein: En uno de sus “Epigramas ”, el VIII, Pablo Antonio Cuadra escribió:

Tanta vileza preñó la ciudad
Ciro: esta ciudad está preñada y temo
que alumbre un nuevo tirano
Será el hijo bastardo de todos.
(Epigramas, Pablo Antonio Cuadra)

Un epígono de ese grupo de poetas granadinos lo será Ernesto Cardenal, bajo una fuerte influencia del norteamericano Ezra Pound. Cardenal, vinculado a la convulsa política nicaragüense, es hoy por hoy, el mayor poeta vivo de toda Centroamérica y el de mayor proyección internacional.
A partir de la caída de Somoza, Nicaragua, tierra de poetas, ha visto multiplicar sus autores, en una poesía conversacional, lúdica, o erótica o existencial, que explora las distintas corrientes de la poesía contemporánea, con figuras como Gioconda Belli y Eric Blandon, entre otros.

“Uno no escoge el país donde nace;
pero ama el país donde ha nacido.

Uno no escoge el tiempo para venir al mundo;
pero debe dejar huella de su tiempo.

Nadie puede evadir su responsabilidad.

Nadie puede taparse los ojos, los oídos,
enmudecer y cortarse las manos.

Todos tenemos un deber de amor que cumplir,
una historia que nacer
una meta que alcanzar.

No escogimos el momento para venir al mundo:
Ahora podemos hacer el mundo
en que nacerá y crecerá
la semilla que trajimos con nosotros.”
(Uno no escoge, Gioconda Belli)
.


HONDURAS

Honduras fue, más que todas, la nación que mereció el sobrenombre humillante de república bananera. Eran los feudos de la Mamita Yunai, la United Fruit Company, que ponía y quitaba gobiernos. A aquellos prepotentes abusadores cuyas tropelías y explotación despiadada son escandalosas,  hoy los sustituyen los barones de la droga, que ensangrientan Centroamérica, y las feroces maras que expresan la violencia social de los marginados. Y siempre los generales de horca y cuchillo y las oligarquías locales.
La poesía hondureña tiene en el siglo XX dos grandes nombres: Oscar Acosta y Roberto Sosa, que trascienden sus fronteras.
La renovación poética en Honduras comenzó tardíamente, con los miembros de la llamada generación del 50. Oscar Acosta y Pompeyo del Valle, dos de sus integrantes, fueron atraídos por la poesía política cuya mayor figura lo era Pablo Neruda. Otros, como David Moya Pozas tomaron como modelo a García Lorca. Y también destaca Clementina Suárez.
Así, Oscar Acosta escribe:
“Mi patria es altísima.
  No puedo escribir una letra sin oír
el viento que viene de su nombre.
  Su forma irregular la hace más bella
porque dan deseos de formarla, de hacerla
  como a un niño a quien se enseña a hablar,
a decir palabras tiernas y verdaderas,
a quien se le muestran los peligros del mundo.”
(El nombre de la patria, Oscar Acosta)

Otra voz mayor de la poesía hondureña, Roberto Sosa, ganó en 1968 el prestigioso premio Adonais, de España, con su poemario Los Pobres, y luego, en 1971, el Casa de las Américas, de Cuba, con su libro Un mundo para todos dividido, brillante poemario, del que escogemos, como muestra, su poema Dibujo a pulso:

“A como dé lugar pudren al hombre en vida,
le dibujan a pulso
las amplias palideces de los asesinados
y lo encierran en el infinito.
Por eso
he decidido —dulcemente—
—mortalmente—
Construir
con todas mis canciones
un puente interminable hacia la dignidad, para que pasen
,uno por uno,
los hombres humillados de la Tierra.”
(Dibujo a pulso, Roberto Sosa)

Junto a ellos, poetas como Rigoberto Paredes, José Adán Castelar y José Luis Quezada son los que marcan la renovación formal de la poesía hondureña en el siglo XX.
De los poetas actuales destacan Samuel Trigueros,  Waldina Medina, José González, José Antonio Funes, Marco Antonio Madrid, Giovanni Rodríguez, Rolando Kattan, Salvador Madrid y Gustavo Campos. Rubén Izaguirre,  Rebeca Becerra y César Indiano. Por igual Amanda Castro y José González.
La influencia de las corrientes actuales, signadas algunas por el tono existencial o por el conversacional, más que nada, señala a esta poesía. Cerremos acá con un fragmento de José Antonio Funes:

“Yo también soy Nadie, hermano Ulises.
Cada día, o más bien cada noche,
el Cíclope me interroga, y yo contesto: Soy Nadie.
Nadie por mi color, por ser portador de indocumentados sueños.”
(Habla el inmigrante, José Antonio Funes)



EL SALVADOR

País desgarrado por dictaduras sanguinarias, extremismos, terrorismo de izquierda y de derecha, violencia política y radicalismos, El Salvador también posee una poesía que tiene, como signo trágico, la muerte a manos de sus propios conmilitones de su poeta de mayor proyección internacional: Roque Dalton.
En los años ´30 se populariza en El Salvador la teosofía y alrededor de esta corriente místico-religiosa se agrupa una gran cantidad de escritores, entre ellas su narrador de mayor relevancia: Salarrúe, así como la poeta Claudia Lars.
En la década del ´40 surge un grupo más definido desde el punto de vista de la ruptura vanguardista. Así están Pedro Geoffroy Rivas, cuya poesía está marcada por las corrientes de vanguardia; Hugo Lindo, voz influida por la poesía pura y la sobriedad verbal; Oswaldo Escobar Velado y Ricardo Trigueros de León.

“Teníamos que decirnos muchas cosas
y no hallábamos cómo.
Era mejor así. Corría el tiempo
y envejeciamos con él.
Y eso era hermoso.
Porque pensando apenas, o sintiendo y pensando,
o nada más sintiendo,
adivinábamos
lo que es el zumo de este testimonio:
teníamos que decirnos muchas cosas,
pero ¿cuáles?
¿Y cómo?”
(Fácil palabra, Hugo Lindo)

En los años ´50, bajo la influencia del existencialismo, sale a la luz el grupo “Octubre”, con autores como Waldo Chávez Velasco, su esposa Irma Lanza, Mauricio de la Selva y otros. En 1956 surge el Círculo Literario Universitario, del que salen Roque Dalton, Roberto Armijo y Manlio Argueta.

“País mío no existes
sólo eres una mala silueta mía
una palabra que le creí al enemigo

antes creía que solamente eras muy chico
que no alcanzabas a tener de una vez
Norte y Sur
pero ahora sé que no existes
y que además parece que nadie te necesita
no se oye hablar a ninguna madre de tí

Ello me alegra
porque prueba que me inventé un país
aunque me deba entonces a los manicomios

soy pues un diocesillo a tu costa

(Quiero decir: por expatriado yo
tú eres ex patria)”
(El gran despecho, Roque Dalton)

En los años ´70 aparece “Piedra y Siglo” que reúne a escritores como Ricardo Castrorrivas, José María Cuellar, Uriel Valencia y otros, al igual que otros grupos como La Cebolla Púrpura.
Tras la feroz guerra civil salvadoreña, que se llevó entre sus víctimas a Roque Dalton, asesinado por sus propios cofrades, surgen nuevas voces, una de ellas, la de Otoniel Guevara:

Amonestan al hombre 
que en harapos 
busca a Dios en un bote de basura 
¿Qué si en ningún corazón tuvo tal suerte? 
¿Qué 
si a los niños vio muertos en la calle? 
¿Acaso usted, lector, puede ayudarle? 
¿Acaso usted ha secuestrado a Dios 
y por eso este hombre 
ya no puede salvarse?”
(Responda)


GUATEMALA
Dos autores introducen las nuevas corrientes que rompen con el modernismo en Guatemala: uno, el único premio Nobel de Centroamérica: el poeta y narrador Miguel Ángel Asturias. El otro, Luis Cardoza y Aragón.
Ambos, fuertemente influidos por el surrealismo, del que bebieron directamente en París, de manos de sus creadores.

Yo canto porque no puedo eludir la muerte,
porque le tengo miedo, porque el dolor me mata.
La quiero ya como se quiere el amor mismo.
Su terror necesito, su hueso mondo y su misterio.”
(Poema, Luis Cardoza y Aragón)

El rompimiento arranca en los años ´30 con el movimiento de los tepeus, un vocablo maya-quiché, que significa formador, creador. Y es que el vanguardismo en Guatemala fue voltear la mirada hacia su realidad, esa inmensa comunidad maya sometida que era la indudable mayoría del país y a la que el europeísmo negaba y buscaba ocultar.
La obtusa vida política, de tiranía en tiranía, lleva a vincular el hacer literario con la denuncia, la rebeldía y la oposición. Durante la tiranía de Ubico, los poetas se nuclean alrededor de la revista Acento, dirigida por Otto-Raúl González. Y este grupo trabaja más una poesía de tono social y político.
La revolución de octubre de 1944 inicia una escasa década democrática que permite florecer las artes. La intervención auspiciada por la CIA en 1954, en aquella rebelión militar de Castillo Armas (que Trujillo, por cierto, respaldó), provoca el exilio de los escritores guatemaltecos de mayor renombre, como Miguel Ángel Asturias, Luis Cardoza y Aragón, Mario Monforte Toledo, Raúl Leiva, Carlos Illescas y Otto-Raúl González, entre otros.
En Guatemala, escritores como Francisco Méndez y César Brañas quedan brindando estímulo y guía a las jóvenes generaciones que emergen, en tiempos difíciles.
En 1962, bajo el estímulo del modelo castrista, surge una guerrilla que sumerge a Guatemala en una espiral mayor de violencia, que se expresó en masacres y abusos crueles contra la mayoría maya.
En ese contexto, surge en 1968 Nuevo Signo, que agrupa a creadores como Delia Quiñónez, Julio Fausto Aguilera, José Luis Villatoro, Roberto Obregón, Luis Alfredo Arango y Francisco Morales Santos.
La convulsión política llevó a muchos escritores y poetas a la militancia. Y de allí a la rebelión armada. Así murieron, desaparecidos o caídos, poetas como Roberto Obregón, Otto-René Castillo, Luis de Lión y otros.
Autores talentosos como Manuel José Arce murieron en el exilio. Otros escogieron vivir extrañados como Luis Eduardo Rivera.
Surgen, forjando una obra ajena a grupos, poetas como Ana María Rodas, Enrique Noriega y Luis Eduardo Rivera, que hicieron sus primeras armas en la revista Alero, publicada por la universidad San Carlos, de Guatemala.
Independiente también es Rafael Gutiérrez, voz lírica relevante de la poesía guatemalteca actual:

“No hay remedio, compañera.
En este país
Hasta las hormigas confabulan contra la alegría.
Roguemos que mañana
lluevan sobre nosotros
bestias de amnesia
para quedar, ahora sí, soterrados todos
bajo
          un
                alud
                        de
                                        bruma
De la que nunca, oh efímeros, debimos haber salido.”
(Roguemos que mañana, Rafael Gutiérrez)




BELICE

Durante muchos años colonia británica, envuelta en conflictos territoriales con Guatemala, Belice es la única nación centroamericana de habla inglesa.
Poblada por inmigrantes hindúes, negros y de otros países centroamericanos, Belice es la nación más joven del Itsmo.
En la poesía de Belice sobresalen nombres como el de Leroy Young, autor que se inscribe en una corriente contestataria y rebelde y reproduce el ritmo sincopado de la cultura hip hop:

“Este hombre enfermo

y tembloroso

Debemos ejecutarlo pronto
Asesino en serie

Queremos tu cabeza en una bandeja
Asesino en serie

Es por ti por quien voy.”
(Asesino en serie, Leroy Young)

 y Osmer E. Balam, de mayor fuerza expresiva e inquietudes más amplias:

“Sólo toma mi mano;
La bulliciosa ciudad de América ante nosotros poco a poco se convertirá en un cementerio de la posguerra;
Escuchar la sinfonía de mis miserias desconocidas ya que se ejecuta como una descarga eléctrica
Y empieza a sonar en su alma
Cada minuto, cada vez más fuerte.
No hay dos cuerpos, sino un mirar hacia atrás en mi oscuridad para siempre.”
(Otoño, Osmer E. Balam).



Ahí concluye el recorrido. Faltan nombres, muchos. Una ausencia debidas a la ignorancia, al descuido y a la premura, tanto como a la limitación de tiempo y espacio.
Sirva esta como reto, desafío, ánimo a emprender la tarea de llenar lagunas, aclarar, completar cuando no enderezar.
Y de mí, su autor,  tengan algo de misericordia.




1 comentario:

  1. Un poema de un/a poeta de cada uno de los paises de habla hispana.

    BELICE
    LEROY YOUNG (1967- )

    CANTO POR LEROY YOUNG

    Mágico, conectado,
    sufrible, detenido
    invasor de las calles del silencio.
    Dejaste aquella vida placentera
    aplausos y canciones se murieron
    en tarimas de fuego agonizante
    y volviste a la calle para verlo,
    por sentir la presencia, calle Pink,
    de tu asesino en serie

    Y lo buscas y buscas su cabeza
    postrada en la bandeja,
    ofrecida a tu gente,
    que esperando de ti su salvación
    exploran la canción de tu poesía
    en esa peligrosa calle Pink,
    sin tu asesino en serie

    Serás para la gente de tu calle
    el que aleja secretos,
    prestándole tu rostro
    para encontrar debajo de la fuerza
    la fuerza acobardada del silencio.
    Canciones con la sangre derramada
    por la furia que mata en calle Pink.
    Ese asesino en serie
    cuya cabeza quieres
    presentarle a tu pueblo
    en bandeja de alpaca.

    (J.A.S.E.)

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