viernes, 30 de diciembre de 2011

EL PLAN CLINTON, BALAGUER, LA CRISIS ELECTORAL DEL 1994 Y EL LIBRO DEL EMBAJADOR GRAHAM


El Plan Clinton, Balaguer, la crisis electoral del 1994 y el libro del embajador Graham.

Por Aquiles Julián

“Los enemigos de la Patria, por consiguiente nuestros, están todos muy acordes en estas ideas; destruir la nacionalidad aunque para ello sea preciso aniquilar a la Nación entera.”

Juan Pablo Duarte

Cuando uno lee algo tiene que evaluar, siempre, con qué propósito se escribió. En qué contexto se nos da a saber. Quién lo escribió y cosas por el estilo.

Nunca hay comunicación inocente, inocua, ni sin objetivos. Toda comunicación busca influir en nuestra percepción, construir en nosotros (que puede ser generar, reforzar o modificar) una idea sobre algo. Es un artilugio suasorio.

Lo que escribo también. Y lo que escriben otros. Tiene beneficiarios y también públicos definidos. Uno puede garabatear aquí algo que no se escribe para consumo local, sino para audiencias bien específicas de otros países. Todo tiene un propósito. Toda comunicación tiene un valor estratégico.

Si uno lee algo, lo lee dentro de un contexto, y el emisor tiene un objetivo con su escrito. Quiere que pensemos algo, inclinarnos hacia algo, convencernos de algo. Y que actuemos en consecuencia.

Empecemos por la credibilidad de la fuente. Por ejemplo, acabo de leer “La Crisis del 1994” del diplomático canadiense John Graham, editado por Bernardo Vega y su “Fundación Cultural Dominicana”.

Es, en mi opinión, un intento más que avieso de desinformarnos sobre nuestra historia, un espléndido ejemplo del estilo de proceder de lo que Orwell tildó de Ministerio de la Verdad en su alegoría política “1984”. Un esfuerzo por encubrir las cosas, basado en medias verdades y en mala fe disfrazada de “amor por esta tierra”.

EVALUEMOS LA CREDIBILIDAD DE LA FUENTE

John Graham es diplomático, es decir, empleado del gobierno de Canadá. Su función es defender y promover los intereses de Canadá. No los intereses dominicanos ni de ningún otro país. Es un soldado canadiense, en la medida en que aceptemos, como diría Zhou Enlai, el taimado canciller de Mao Zedong, que “La diplomacia es una guerra continua por otros medios”.

Su papel no es ser justo. Ni juez. Ni cuidarnos. Ni proteger nuestros intereses. Él es un asalariado del gobierno canadiense y es un celoso guardián de esos intereses. Si no, su carrera diplomática hubiese finiquitado hace muchos años.

Y resulta que su país, el que representa, al que defiende y por el cual miente (recordemos que, como decía Richard Nixon, la “mentira forma parte del arte de la diplomacia”, y él es diplomático; por ende, en opinión de Nixon, ex-presidente norteamericano, mentiroso profesional), es uno de los acusados de querer fusionarnos con Haití. Napoleón expresó: “La diplomacia es la policía en traje de etiqueta”. O sea, el señor Graham, bajo su traje de etiqueta es un policía de los intereses de Canadá. Y Canadá, repito, es, junto a Francia y los Estados Unidos, uno de los tres países que son acusados de querer fusionar los estados haitiano y dominicano en una sola nación. Destruir Haití y destruir República Dominicana. ¿Y por qué? Ah, porque los haitianos se han convertido para Canadá, Francia y Estados Unidos en un problema, y prefieren que vengan para acá a que cojan para allá. Y quieren darles derechos políticos para que no se sientan extranjeros acá.

Podemos leer al señor Graham y prestarle la atención debida, siempre que no olvidemos quién es, a quién sirve y defiende y con qué intereses se identifica. Olvidarlo sería no ingenuo, sino estúpido.

LA HISTORIA CÓMO QUIEREN QUE LA CREYAMOS.

El señor Graham realiza un prodigio de oblicuidad, para dejar aquí y allá sus activadores narrativos, de forma que, sin que él lo exprese de manera explícita, nosotros entendamos cómo él, y los Estados Unidos, y Clinton, y la OEA nos salvaron a nosotros del último fraude que el entonces presidente Balaguer había cometido.

Suerte que tuvimos los dominicanos.

Claro, él lanza un dardo por acá, se escurre por allá, y dice y luego se desdice, buen diplomático. Intentaré estructurar su relato de forma menos enrevesada… y diplomática. Esto es lo que Graham nos informa:

El presidente Balaguer aprobó el montaje de un fraude (Pág. 49), para lo cual contó con la colaboración del vicepresidente Peynado, pues de una computadora de su compañía, Delta Comercial, fue que se hackeó el sistema de la Junta Central Electoral de la época (Pág. 38).

El fraude consistió en el dislocamiento adrede de unos 45,000 votantes. Parece ser que los autores del fraude sabían 100% que estos eran votantes perredeístas (¿cómo sabían que votarían por el PRD? ¡Ah, eso él no lo explica! Magia negra, supongo), aunque todos los perredeístas reconocidos votaron sin mayor dificultad. ¿No era más fácil dislocarles los votos a los dirigentes medios o altos, todos conocidos, que inventar con personas desconocidas? Pero estos son de los misterios abstrusos de la alquimia del fraude.

El doctor Balaguer, al tiempo que organizó su fraude, también invitó, cínico redomado, a los técnicos y observadores de organizaciones internacionales, para reírseles en la cara. Serían impotentes testigos del dolo que él montaba y no estarían en capacidad de impedírselo (Pág. 50).

El fraude “colosal”, cuyo olor “estaba en el aire” (Pág. 28), impidió a unos 45,000 votantes ejercer su derecho. Bueno, el número no es tan grande. Graham, no obstante, lo califica, Pág. 49, de “un fraude mayúsculo”. Aunque, admitamos que, si el candidato que se proclamó ganador, Balaguer, lo hizo por una ventaja de 22,000 votos, esos 45,000 votos no son nada despreciables. Suponiendo que todos fueran votos para el candidato del PRD, uno de varios que contendieron.

Pero hay algo que Graham no nos cuenta; el contexto y los antecedentes de esas elecciones. Y no lo cuenta porque provocaría otra lectura distinta de dicho evento.

¿EN QUÉ CONTEXTO SE CELEBRARON DICHAS ELECCIONES?

En medio de una crisis provocada por la decisión del gobierno de Bill Clinton de reponer mediante la fuerza todopoderosa de su país, la primera potencia mundial, en la presidencia al depuesto Jean Bertrand Aristide, exiliado para esa época en Washington.

Aristide, el primer presidente elegido por los haitianos tras la deposición de la dictadura de Jean Claude Duvalier, fue destronado por un golpe de Estado encabezado por su Secretario de las Fuerzas Armadas, general Raoul Cedrás.

La acción de Cedrás reeditaba la vieja solución militar, común en América Latina, a un gobierno errático que estimulaba los linchamientos con “el collar”: colocarles a los enemigos políticos una goma de vehículo en el cuerpo que los inmovilizara e incendiarla. Pero esta vez los militares haitianos se lanzaron a una aventura que destruyó su institución, las fuerzas armadas haitianas, y prácticamente ha desmantelado al país.

La presión internacional para que Cedrás y los militares echaran atrás su decisión y repusieran a Aristide en el poder, y la renuencia de estos, condujo a un embargo comercial y de combustibles de parte de Estados Unidos respaldado por la Organización de Estados Americanos, OEA, y por la ONU.

Y como consecuencia natural, el embargo comercial y de combustibles contra Haití provocó un lucrativo contrabando de bienes y combustibles desde República Dominicana a Haití por nuestra porosa e incontrolable frontera.

Los Estados Unidos presionaron al gobierno dominicano, encabezado entonces por el Dr. Joaquín Balaguer para que “sellara” la frontera y, además, para que aceptará abrir “campos de refugiados haitianos” en territorio dominicano.

Ese plan, el llamado “Plan Éxodo”, filtrado por el entonces mayor de la PN Nelson Didiez Nadal, encargado del escritorio de Haití en la Dirección Nacional de Investigaciones, DNI (el viejo SIM trujillista al que le cambiaron el nombre), tenía más de 15 ubicaciones de “campos de refugiados” que debía abrir la República Dominicana para acoger a haitianos desafectos que cruzaran la frontera.

El documento oficial filtrado por Didiez pertenecía a la Secretaría de Estado de las Fuerzas Armadas, estaba catalogado de “Secreto”, y firmado nada menos que por el entonces Ministro de las Fuerzas Armadas, general Constantino Matos Villanueva y los oficiales J2 y J3 de esa Secretaría. Se nos había forzado a aceptar ese desatino. (http://www.ahora.com.do/Edicion1222/SECCIONES/politica2.html)

Ahora bien, pregúntese usted: ¿tenía la República Dominicana manera alguna de impedir el trasiego de bienes y combustibles a Haití? ¡Imposible! ¿Han podido los Estados Unidos, un país súper poderoso, lleno de recursos y personas y medios, impedir el arribo de inmigrantes indocumentados o de drogas a su territorio? En forma alguna. Nuestro país carecía y carece de medios que “sellen” la frontera. Eso no es posible.

Lo segundo, el Plan Clinton, era más catastrófico.

¿QUÉ SIGNIFICABA PARA EL PAÍS ABRIR “CAMPOS DE REFUGIADOS”?

Es importante, primero que todo, entender qué significa un “campo de refugiados” para que entendamos la malignidad oculta tras la petición.

Un campo de refugiados es un asentamiento para recibir personas, en dónde se les asegura un techo, servicios sanitarios y médicos, servicios de higiene y limpieza, alimentación y protección, normalmente bajo el amparo de las Naciones Unidas y la Cruz Roja.

Normalmente surgen para proteger a la población civil en conflictos armados.

Imagínense que se difunda en Haití entre su población lastrada de miseria que cruzando el río Masacre les espera un techo, servicios sanitarios y médicos, comida y protección gratuitas, proporcionados por la ONU, la Cruz Roja y los gobiernos norteamericano y dominicano ¿quién controlaría la estampida?

Más aún, ¿quién podría hacer retornar a sus conucos abandonados, a sus viviendas desvencijadas, a sus vidas de hambre y carencias a aquella muchedumbre que ya se habituó a que les dieran y les resolvieran todo de gratis?

Cuando se les niegue la vivienda o la alimentación gratuitas ¿quién contendrá su ira? ¿Quién amainará su cólera? ¿Quién impedirá que se subleven?

Óigame, a quien le ofrezcan vivienda, comida y servicios gratuitos los coge. Es más, serían muchos dominicanos los primeros que querrían ser refugiados en esos campos de refugiados. El problema social que se quería provocar era de proporciones catastróficas.

Los “campos de refugiados”, que llegaron a estar oficialmente aprobados, no menos de 15 según la información que cito, “comenzaban en San José de las Matas, en plena sierra dominicana”.

Sólo la prudencia y el nacionalismo del entonces presidente Balaguer, unidas a su proverbial terquedad, y la acción oportuna de ciudadanos independientes que se agruparon en la Unión Nacionalista pudieron salvarnos de tal pesadilla.

En Haití no había una guerra civil. Era un gobierno con un hombre fuerte, Cedrás, es verdad, pero ¿no toleraron durante décadas los norteamericanos a Duvalier y al hijo? Es más, ¿no aceptaron ahora que el hijo volviera a Haití y allí lo protegen de la justicia haitiana? Dejémonos de hipocresías, ombe.

El Plan Clinton de llenar a República Dominicana de “campos de refugiados” fue resistido por Balaguer. Y eso determinó, no otra cosa, que el gobierno norteamericano decidiera salir de su viejo colaborador. Y lo echaron a patadas. Esa, y no otra, es la verdadera historia que ahora nos quiere contar, excluyendo el contexto y los antecedentes de manera maliciosa, el embajador Graham.

LA OPCIÓN PEÑA GÓMEZ PARA DESPLAZAR A BALAGUER

La presión del Caucus Negro, los legisladores negros del Congreso Norteamericano, para que Clinton actuara y repusiera a Aristide, era enorme. Tenían incluso intereses financieros en ello, pues Aristide hizo acuerdos que beneficiaban a oficinas y lobistas de ese grupo de presión.

Clinton barajaba invadir Haití. Cedrás, que había firmado en 1993 un acuerdo para permitir el regreso de Aristide, lo posponía por un motivo u otro.

Balaguer, en República Dominicana, se negó a colaborar y dejarse imponer los “campos de refugiados”. Y entonces surgió para los norteamericanos otra opción: apoyar la candidatura del Dr. Peña Gómez y el PRD a la presidencia en las elecciones del 1994.

Un dirigente reformista, el Dr. Fernando Álvarez Bogaert, cogió la seña, se fue del Reformismo y pactó con Peña Gómez y el PRD. De inmediato, su grupo fue rebautizado como “el reformismo de la luz”. Y eso a Balaguer en especial parece que lo irritó particularmente. Cuando Alvarez Bogaert quiso presumir de sus conocimientos de los entretelones del Poder, bastó con que Balaguer le advirtiera: “No toques esa tecla porque si la tocas te hundes” para que enmudeciera. Enmudeció tanto, que Balaguer murió hace diez años y él todavía permanece con sus labios sellados.

Nada de eso, claro, lo toca el embajador canadiense autor del relato. No conviene a sus fines.

Hay otra cosa que conviene que aclaremos: lo atinente al “colchón de votos” que fue otro factor que disparó la crisis.

EL “COLCHÓN DE VOTOS” Y LA CRISIS DEL 1994

¿Hubo o no fraude en las elecciones del 1994? ¡Claro que lo hubo! Todas nuestras elecciones, no sólo nacionales, sino las internas de los partidos, las de asociaciones e instituciones, todas sin excepción, ¡hasta las de las iglesias!, están marcadas por trampas, truchimanerías, búsqueda de ventajas ilegales, compra de votos y trasiego de gentes y demás vagabunderías.

Esa es una realidad de nuestra cultura. Nos negamos a jugar decentemente, con limpieza. Y no nos gusta perder.

Para no mencionar al Partido Reformista, ducho en todos los tiguerajes posibles, recordemos que el PRD fue el partido de la fiesta a rabazos limpios de la Convención del Dominican Concorde, de los dos bufetes del Senado cuando Jorge Blanco, de la elección a tiros en la Cámara de Diputados, cuando Hipólito Mejía y de los asesores en fraude enviados desde Venezuela por Carlos Andrés Pérez.

Es historia patria que reformistas y perredeístas cedulaban ilegalmente a haitianos para construir mayorías ficticias. Ahora, fíjense, escribí reformistas y perredeístas, ambos. No uno de ellos, los dos.

Y cada uno acusaba al otro de lo mismo que practicaba.

El asunto es que muchos de esos inmigrantes haitianos ilegalmente cedulados fueron captados por el PRD y su candidato. Peña Gómez, un hombre cándido y de escasa astucia, al que le gustaba presumir, llegó al extremo de alardear de que contaba con “un colchón de votos” de más de 200,000 votantes, lo cual, según él, iba a impedir cualquier fraude cometido por los reformistas para permanecer en el poder. ¿Aparece ese dato en el “cuento” de señor Graham? ¡Oh, no! ¿Y por qué no?

Los dirigentes reformistas, que estaban en el poder, y que sabían abultar votos, comprar gente, trasegar y distorsionar (es famoso que las listas de candidatos que se acordaban en la casa de Balaguer eran cambiadas de camino a ser registradas en la Junta Central Electoral. Más de uno se encontró con la sorpresa de ser sustituido de esa manera. Ni el dedo de Balaguer era infalible, por lo visto), fueron inquietados ¿por quién? Pues por el propio Peña Gómez que padecía de una intemperancia que le hacía hablar de más y poner en alerta a sus adversarios.

Y organizaron el dislocamiento de votantes.

Ahora, el PRD contaba con un fraude montado de 200,000 votos en su “colchón electoral” y el reformismo dislocó unas 45,000 personas a las que se les impidió votar por no aparecer en las listas de las mesas.

¿Quién de los dos hizo trampas? ¡Ambos! No sólo una de las partes, las dos.

¿Por qué el embajador Graham no dice eso? ¿Por qué insiste en querer presentar sólo a una de ellas como la mañosa? Porque una era la que tenía que ser echada del poder y la otra era la que se quería en el poder. Y el embajador Graham trabajaba para propiciar ese cambio. Porque era el cambio que Canadá, Estados Unidos y Francia querían para el país.

Y recordemos, él defendía los intereses de Canadá, no el de los dominicanos.

EL FRAUDE MÁS EXTRAÑO DEL MUNDO

Parece ser que Leonardo Matos Berrido, hombre del poder si lo hay desde sus tiempos de la Guardia Universitaria, Jacinto Peynado, líder del senado y candidato vicepresidencial y otros montaron el fraude. E incluso, por un comentario que me hizo alguien muy enterado, que contaron con la complicidad de uno de los técnicos extranjeros que operaban en la Junta: “Poderoso caballero es don Dinero”.

La presión internacional, encabezada por el gobierno norteamericano y su presidente Bill Clinton cayó sobre el país.

Peña Gómez, envalentonado por los guiños que recibía de los “observadores” internacionales y los poderes que representaban, se plantó en veinte. Y a Balaguer le quedó claro que sus días de mando llegaban a su fin.

Con todo, maniobró de forma experta.

Uno de los procónsules del imperio, que no vaciló en admitir en el propio libro de Graham que “nuestras tácticas tal vez puedan lucir fuertes, hasta imperiales” (Pág. 39), el embajador Michael F. Skol, llegó al extremo de advertir al entonces presidente Balaguer, con el mayor de los desparpajos que, “si no había una decisión, el 16 de agosto se instalaría un gobierno provisional”, lo que llevó a Balaguer a ripostar que “se quedaría en la presidencia el que estaba, y que le informara al presidente Clinton que él era tan presidente como él”.

Pero el viejo caudillo tenía la guerra perdida.

¿Por qué el fraude fue el más extraño del mundo? Porque senadores, diputados, síndicos y regidores de ambos partidos validaron las elecciones para ellos, aunque los del PRD la cuestionaron sólo para la presidencia y la vicepresidencia.

Si eran corruptas, si fueron manipuladas, si eran fraudulentas ¿no lo eran para todas las posiciones electas? No, los diputados, senadores, síndicos y regidores electos del PRD reclamaron la limpieza de su triunfo. Sólo el presidente y el vicepresidente fueron ilegítimos.

Total, que la presión bestial de Clinton y sus aliados obligó al viejo presidente, ciego y enfermo, a pactar.

Le ofreció a Peña Gómez la oportunidad de gobernar.

Cuando Peña Gómez le dijo a Balaguer, en un encuentro concertado por los “observadores” y la PUCAMAIMA, al que los consejeros del Dr. Peña Gómez estaban renuentes a que asistiera: “Doctor. Fue un empate. Ambos ganamos” Balaguer le planteó: “Pues dividámonos el pastel. Yo gobierno dos años y usted dos años”. Peña Gómez, asesorado por sus siempre desatinados consejeros, ex –izquierdistas que lo veían como su catapulta al poder, rechazó la única oportunidad que tuvo de gobernar. Cuatro años después moriría.

¿Por qué Peña le dijo a Balaguer que las elecciones habían concluido en un empate? Porque ambos sabían que recurrieron a malas artes para ganar. No sólo uno de los dos: ambos.

Ah, pero los asesores de Peña Gómez, infatuados por el apoyo explícito de Bill Clinton y el poderío norteamericano, la OEA y los mil y un organismos que controlaban los norteamericanos, se sintieron seguros de que la suerte les sonreía.

Acordaron recortarle a Balaguer dos años, pero lo aceptaron como presidente electo. Al igual que aceptaron como legítimos a los senadores, diputados, síndicos y regidores.

E hicieron una Constitución a su antojo: separaron las elecciones. Prohibieron la reelección de un presidente en ejercicio (¿Y por qué? Porque sabían que si Balaguer concurría de nuevo a unos comicios, volvía y les ganaba. O por lo menos creían eso a pie juntillas. Por eso no lucharon porque se hicieran nuevos comicios bajo supervisión internacional, sino simplemente para sacar del poder a Balaguer y prohibirle presentarse como candidato).

Y establecieron la segunda vuelta y el 50 más uno. Balaguer había propuesto un 40% para evitar la segunda vuelta. El PRD, seguro de que no había manera de perder, aceptó la segunda vuelta y el 50%. Tan confiado se sentía.

Esa fue su perdición.

EL PLAN CLINTON Y LA INTENCIÓN DE FUSIONARNOS CON HAITÍ.

¿Existe un plan de Bill Clinton, los Kennedy, Francia, Canadá y Estados Unidos para propiciar una fusión entre los estados haitiano y dominicano? No puedo asegurarlo, aunque tengo indicios que me mueven a pensar que sí.

Para el embajador Graham, empleado del gobierno canadiense, uno de los países acusados (y por tanto abogado defensor de su propia causa), esto es poco menos que un delirio.

Así, en la Pág. 24 escribe: “Uno de los más extraños alegatos planteados era que algunos gobiernos extranjeros, supuestamente Estados Unidos y Canadá, estaban conspirando para forzar la unificación de Haití y la República Dominicana como una forma de resolver el endémico y caótico problema haitiano”.

Pero recordemos quién escribe. A quién sirve. Y que su papel es mentir, según Nixon.

Y más adelante, en la Pág. 25 indica que: “Balaguer en un discurso en Santiago pronunciado el 7 de mayo (de 1994, AJ), dijo que “si las presiones internacionales… para unificar los dos países… eran o no exitosas, dependería del ganador de las elecciones”.

Ahora bien, las presiones que recibía el entonces presidente Balaguer de Clinton eran poco menos que apabullantes. El mismo Graham tuvo que admitir en su libro, Pág. 36, que “La parte oriental (quiso decir occidental, AJ., es decir Haití) de la isla resultaba ser un dolor de cabeza mayúsculo y más público para la administración Clinton. Washington, también la OEA y Naciones Unidas, intentaban aislar y hacer desaparecer al régimen golpista del general Cedrás.”

El mismo Graham admite, a seguido, que Clinton veía a Balaguer como un obstáculo a sus planes de quitarse de encima ese, según Graham, “dolor de cabeza mayúsculo”, pues nos informa que “Un componente clave era sellar la frontera domínico/haitiana, tema sobre el cual el gobierno de Balaguer no sentía ningún entusiasmo”.

Todavía Haití sigue siendo para los norteamericanos “un dolor de cabeza mayúsculo”. Lo tienen invadido desde el 2004. ¿Y adivinen quien es el procónsul imperial que determina lo que se hace en Haití? ¿Adivinaron? ¡Bill Clinton, el Comisionado del gobierno norteamericano para Haití! Parece que nuestros vecinos, y también nosotros, no podemos salvarnos de él y sus trapacerías.

CÓMO CONSTRUYO MI PERCEPCIÓN DE LA REALIDAD

Conviene ahora esclarecer lo siguiente. Es casi imposible decir que se tienen pruebas de que Bill Clinton, los Kennedy, Obama, Francia, Canadá o cualquier persona están interesados en que se produzca una fusión y desaparezcan nuestras naciones.

Nadie es tan bobo como para declarar tal despropósito, salvo el profesor haitiano y asesor del actual presidente Martelly, (que venía de Canadá, por cierto) Reinseinthe Paúl Joseph, a quien se le chispoteó el asunto.

He vivido toma mi vida manipulado por mentiras, media verdades o abiertas mentiras.

Y lo que hago es construir mis hipótesis provisionales, explicaciones plausibles de algo, en función de los datos que reúno y de cómo los entiendo. Hilvano datos para construirme una comprensión que funciona como teoría transitoria, hasta que nuevos datos o un nuevo punto de vista me permite una idea que considero mejor.

Así procedo.

Hay algunos aspectos que llaman mi atención.

La bestial presión sobre nuestra endeble y frágil república por parte del todopoderoso gobierno norteamericano llevó a algunos buenos dominicanos a reaccionar para defender nuestro territorio. Eso condujo a que emergiera la Unión Nacionalista.

Personalidades como Luis Julián Pérez, mi tío paterno, o como alguien proveniente del PRD, el Arq. Leopoldo Espaillat Nanita, el periodista Miguel Ángel Velásquez Maynardi, el sociólogo Giuseppe Rímoli Martínez, M. Armando Armenteros, Pedro Manuel Casals Victoria, el escritor Manuel Núñez y otros se unieron para reclamar respeto por la soberanía nacional, rechazar la presión norteamericana para los campos de refugiados y actuar en defensa del interés nacional.

¿Cómo reacciona Graham ante esta institución patriótica, que refrescaba la Unión Nacional Dominicana surgida en 1920 con fines parecidos? Graham la lapida. Veamos: “La absurda mentira de que la OEA era una herramienta de Washington para promover la fusión de Haití y la República Dominicana era un tema común de la Unión Nacionalista, un grupo conservador que se auto-describía como “patriótico y apolítico”. Para ellos, éramos unos “intervencionistas” que trabajábamos para avanzar las ambiciones de Peña Gómez. La Unión Nacionalista y otros grupos similares intentaron provocar un frenesí patriótico. No era prudente manejar a través de, o alrededor de, una de sus manifestaciones sin enarbolar la bandera nacional”.

Si él no era un “intervencionista” ¿qué era?

Y que me excuse, pero si algo él demuestra con creces en el malhadado folleto que escribió sobre la Crisis del 1994 es que no andaban descaminados los miembros de la Unión Nacionalista cuando lo acusaron de trabajar “para avanzar las ambiciones de Peña Gómez”. Su libro es más que expresivo en esto. Y de hecho, termina admitiéndolo expresamente, como veremos.

¿INVERVENCIÓN EXTRANJERA? SÍ, MISTER GRAHAM.

En la Pág. 33, el señor Graham se queja del rechazo de una parte de la población a su intromisión abusiva. Denuncia a Cuchito Álvarez, el autor de “Coctelera” y director del matutino Hoy, que escribió, como cita Graham, que “las personas bajo el ´comando grahamiano´de la OEA están más interesadas en el proceso haitiano que en el dominicano”. A Cuchito se le reputaba de bien informado y con excelente olfato periodístico. ¿Qué sabría?

Su escrito, el del señor Graham, es un indisimulado ejercicio del poder imperial sobre una nación débil e incapaz de hacer respetar sus fueros.

¿Podríamos, los dominicanos, ir a Estados Unidos a hacer revisar las fraudulentas elecciones del 2000 en que se impuso con malas artes George W. Bush, según muestra el cineasta Michael Moore?

De hecho, ese gusto por el intervencionismo extranjero lo retrata Graham cuando explica en su Pág. 35 que el Dr. Peña Gómez quería “que el presidente Clinton telefoneara personalmente a Balaguer para aplicar presión”, petición que le hizo a Graham, según el diplomático. El imperialismo sólo es malo cuando me perjudica.

Indica también que Balaguer “parece que también se molestó por una advertencia hecha esa mañana durante un desayuno para empresarios, auspiciado por la embajadora Donna Hrinak, quien le dijo al grupo que el país podría pagar un precio muy alto si el gobierno trataba de disfrazar las irregularidades”.

Y veamos lo que señala en la Pág. 39: “El 13 de julio, en otra reunión del Subcomité del Congreso sobre Asuntos Hemisféricos, la embajadora Babbitt planteó la posibilidad de que la OEA impusiese sanciones” a República Dominicana. Así estaban las cosas para Balaguer. No lo querían. Tenía que irse. No era un asunto de votos, era un asunto de que su permanencia no era del interés norteamericano. Punto.

Y al final de su escrito Graham tiene que admitir lo obvio. En la Pág. 49, en su Epílogo, escribe: “Desde una estricta perspectiva soberana, tanto el IFES, como el NDI y la OEA estuvieron involucrados en una forma de interferencia en los asuntos dominicanos”. A confesión de parte…

DE CÓMO BALAGUER SE LE RIÓ A CLINTON EN SU CARA

Joaquín Balaguer es un personaje lleno de claroscuros. Hay mucho de reprobable, reprochable e indebido en su vida. Y también otras conductas elogiables.

Se inició, siendo un mozalbete, como orador improvisado denunciando a los interventores norteamericanos durante la primera ocupación del país por tropas del USMC.

Luego, como tantos, tras canonjías y sinecuras, se prestó a servir a los intereses de Rafael L. Trujillo. Y vivió y viajó bastante como servidor del tirano.

Tengo mis razones para creer que fue parte del plan para salir de aquel delincuente, como otros de los que sirvieron al tirano y luego conspiraron y terminaron por ajusticiarlo, hartos de sus desplantes, abusos y crímenes, cuando fueron salpicados, como la familia De la Maza por el aparato criminal al que ellos mismos servían.

Fue el responsable mayor, jugándose la vida en más de una ocasión, de la destrullijización.

Graham lo acusa de haber aprobado “el fraude por adelantado”, Pág. 49. No explica, sin embargo, el encono que tomó al Lic. Jacinto Peynado cuando, desconociendo el acuerdo hecho de celebrar elecciones a los 18 meses, impuso desde el Congreso seis meses más de gobierno y extendió el período a dos años.

El mismo Graham dice que tras su acción, “Peynado fue castigado y en lo adelante, su agencia automotriz empezó a decaer” (Pág. 43).

Terminó, como sabemos, por venderla. Y el Dr. Balaguer llevó su molestia con su vicepresidente al grado de que no fue a votar por el candidato de su partido en la primera vuelta electoral de las elecciones del 1996.

Graham, en el colmo de su “antibalaguerismo”, habla de la “crueldad” de Balaguer (Pág. 50), aunque, para compensar, tilda de Peña Gómez de “defectuoso” (Pág. 50). Llamar cruel a Balaguer, artífice de la seducción si hubo alguno, es poco menos que calumnioso. No lo fue. Aunque sí es cierto que permitió y aprobó abusos de poder de sus colaboradores. También hay que aceptar que estos eran víctimas del terrorismo bueno, el terror rojo de las izquierdas: bombas, asesinatos, atentados, secuestros, guerrillas, atracos, etc.

Cuando parecía que todo estaba ya amarrado y que el próximo presidente de la República lo sería el Dr. Peña Gómez, persona a la que juzgo personalmente de bienintencionada, decente, dominicano como el que más, interesada en mejorar las condiciones de vida de los dominicanos y en realizar un gobierno por y para la gente, el Dr. Balaguer sacó un As debajo de su manga. El viejo prestidigitador político, ciego, enfermo, echado a patadas por Clinton y las organizaciones internacionales bajo su control, desconcertó al fatuo presidente norteamericano.

Apoyo incondicionalmente al Dr. Leonel Fernández, candidato del PLD, por el que previamente había mostrado la suficiente simpatía como para que una gran masa de reformistas y simpatizantes balagueristas hicieran causa común con aquel y mandaran al candidato del PRSC, Lic. Jacinto Peynado, a una tercera posición.

Y en un acto de masas celebrado en el Centro Olímpico, arrostró a Bill Clinton su venganza. Conocedor de que la dolencia terminal del Dr. Peña Gómez le impedía presentarse de nuevo a unas elecciones (murió dos años después) y de que Bill Clinton no podría reelegirse de nuevo, el anciano presidente se irguió y lanzó un críptico mensaje: “El camino malo (la fusión con Haití, AJ) está cerrado, cerrado definitivamente a la maldad y la demagogia y abierto, abierto de par en par al patriotismo dominicano”.

Fue su desquite. Se lo voceó al prepotente césar que disponía, desde Washington, quién gobernaba en este paisito.

De ahí que ese apoyo incondicional se llamara Frente Patriótico Nacional. Balaguer sabía qué se proponía. A quién le hablaba. De qué hablaba. Y por qué lo hacía.

Aquí pocos o ninguno se ocupó de entenderlo.

HAY AMORES QUE MATAN

El libro de Graham, además de capcioso, también está incompleto.

Leí que Julio Brea Franco, Director de Elecciones en ese torneo y a quien Graham ensucia y limpia a voluntad, escribió tres artículos sobre ese proceso y, además, hubo una entrevista con la abogada y escritora Carmen Imbert Brugal, todos publicados en el periódico Hoy. Ninguno de esos documentos constan en el anexo de declaraciones y recortes de periódicos adjuntos. ¿No valía la pena conocer otra versión de los hechos, menos comprometida con los intereses foráneos?

Una declaración que aparece reproducida, de la Conferencia del Episcopado, para la época, firmada por el Cardenal y los obispos de la Iglesia Católica, señala taxativamente “No podemos, sin embargo, aceptar que Poderes o instituciones extranjeras interfieran en nuestros asuntos internos. Tan soberanas son las naciones grandes como las pequeñas”. (Pág. 53) ¿Qué sabrían nuestros obispos para hablar así?

El libro de Graham elude mostrarnos el contexto y los antecedentes de la crisis. Y además, les carga las tintas al entonces presidente Balaguer y a sus partidarios, ignorando el famoso “colchón de votos” y otras inconductas del PRD.

Y busca hacernos olvidar los planes que el gobierno norteamericano se proponía imponernos contra nuestros intereses y que fueron valientemente resistidos por el Dr. Balaguer.

En la Pág. 18, Graham escribe: “Varias veces durante nuestras conversaciones (con Balaguer, AJ), yo le diría: “Presidente, tengo mucho cariño por su país”. La expresión era diplomática y él siempre respondía con su suave voz: “Muchas gracias, señor Embajador”.

Ya me imagino a aquel viejo cortesano, astuto y de mente más que lúcida, brillante, sotorriéndose de aquel borrachín que era el embajador Graham.

Sabía quién era. A qué intereses respondía. Lo que encubría aquella “expresión diplomática”.

No le creía en nada.

Ni yo tampoco.

3 comentarios:

  1. Creemos es una explicacion muy bien narrada y muestra lo que mucha gente ha olvidado o no supo nunca, vemos ahora como empresarios, por sin necesidad, salvo su desmedida ambicion, olvidando que la ambicion rompe el saco, se plegan a intereses forraneos aliados con empresarios al vapor, Malos dominicanos y empresarios Haitianos que siempre han expoliado a su pueblo.

    ResponderEliminar
  2. Creemos es una explicacion muy bien narrada y muestra lo que mucha gente ha olvidado o no supo nunca, vemos ahora como empresarios, por sin necesidad, salvo su desmedida ambicion, olvidando que la ambicion rompe el saco, se plegan a intereses forraneos aliados con empresarios al vapor, Malos dominicanos y empresarios Haitianos que siempre han expoliado a su pueblo.

    ResponderEliminar
  3. Yo era un fiel seguidor del PRD.luche6,vote y defendi en muchos casos a ese partido.hoy no soy de nadie.leyendo esta joya....y otras mas,sigo viendo lo grande que fue Balaguer.Trujillo,Balaguer y Pedro Gregorio L.para mi son los hombres mas grande de nuestra historia.
    Lo felicito por ese analisis y espero que nos siga instruyendo de cosas marabilloas y joyas historicas como esta.Dios cuide de usted siempre...
    Att:. JC

    ResponderEliminar