jueves, 15 de diciembre de 2011

LA DESHONESTA MANIPULACION DE LA MUERTE DE LA SEÑORA SONIA PIERRE, Y EL PROPÓSITO DE LOS CLINTON Y LOS KENNEDY


La deshonesta manipulación de la muerte de la señora Sonia Pierre, y el propósito de los Clinton y los Kennedy.

Por Aquiles Julián

“La activista de los derechos de descendientes de haitianos en el país, Sonia Pierre, murió de una trombosis desencadenada por coágulos en las válvulas cardíacas que le habían implantado, consta en un informe de autopsia practicada a su cuerpo.

Una fuente médico-forense dijo que al ocurrir la mortal crisis, Sonia tenía 48 horas sin tomar un medicamento que era imprescindible para el buen funcionamiento de su sistema circulatorio.”

Altagracia Ortiz, periódico Hoy

Mi primer interés como lector, cuando leo un artículo de opinión, es detectar cuál es el propósito o meta del autor. Ningún mensaje es inocuo, ni inocente, ni “imparcial”: todo mensaje responde a una estrategia y tiene un fin: influir en nuestra percepción e inducirnos a algo. Por igual tiene beneficiarios. También los míos.

Leer todo lo que se ha escrito en torno a la infausta y lamentable muerte de la señora Sonia Pierre es interesante, porque todos quedamos expuestos, cada quien se revela. La señora Pierre ha resultado una excusa para insultar, señalar, acusar y también para envilecerse. Y no menos, para mostrar el grado de chantaje al que nuestra sociedad, en particular ese segmento de bien pensantes que se autoimaginan a sí mismos como la “conciencia crítica” del país, está sometido y que los conduce al silencio cómplice, cuando no al endoso cobarde.

Un incidente triste y luctuoso, el fallecimiento por descuido de esta dignísima representante de los inmigrantes haitianos residentes en nuestro país, sea formal o irregularmente, la señora Sonia Pierre, ha sido y sigue siendo instrumentalizado de manera obscena para mentir, injuriar, denostar y calumniar a todo el que defienda el derecho que tenemos los dominicanos a seguir siéndolos.

Y todo revestido de una parafernalia retórica de tropos altisonantes y elocución lacrimógena, no en llanto por la muerte prematura de esta luchadora, sino empleándola como mampara, instrumentalizándola de forma descarada, para acusar irresponsablemente a unos y rebajar a otros, por la inesperada muerte de la señora Pierre.

MI OPINIÓN PERSONAL SOBRE LA SEÑORA PIERRE

Es oportuno establecer mi opinión personal sobre la señora Sonia Pierre. Creo que ella fue una gran persona y con una gran vocación social. Lamentablemente murió a destiempo, cuando era una mujer joven y había logrado sobreponerse a su origen humilde y alcanzado una proyección internacional como representante de los inmigrantes haitianos residentes en República Dominicana.

Pienso que algunos de sus puntos de vista son controversiales, pues constitucionalmente los hijos de inmigrantes indocumentados se reputan como hijos de personas en tránsito, por lo que no adquieren la ciudadanía del país en el que están. Y además, la constitución haitiana establece claramente que son haitianos todos los hijos de padres haitianos no importa en qué territorio nazcan, por lo cual todos los hijos de inmigrantes indocumentados que permanecen de forma irregular en el país adquieren la ciudadanía de sus padres al nacer.

Un caso distinto es el relativo a parejas mixtas, dominicano con haitiana o haitiano con dominicana, en que los padres pueden elegir qué ciudadanía dar a su hijo o hija.

Nuestro país establece un proceso constitucional y legal de naturalización por el cual un extranjero puede adquirir la ciudadanía.

Cualquier inmigrante puede solicitar la naturalización, siempre y cuando respete y cumpla las leyes y requisitos. Creo que uno de ellos es residir legalmente en el país, por lo que es importante que el residente irregular formalice su estatus adquiriendo la residencia dominicana, tal como mi esposa, que es colombiana, ha hecho.

Por igual, considero que los inmigrantes haitianos, legales o irregulares, merecen y deben ser amparados del abuso, la explotación o el maltrato de cualquier tipo al que sean o puedan ser sometidos.

Ante todo son seres humanos, dignos y tan hijos de Dios como cualquier dominicano o de otra nacionalidad.

Y también pienso que el Estado dominicano tiene el deber de dar algún tipo de estatus a los inmigrantes, carnetizarlos o darles una residencia provisional y regularizar su situación, así como presionar al estado haitiano para que dote de actas de nacimiento y otros documentos jurídicos a la prole de sus nacionales residentes en el país.

El limbo jurídico de un niño haitiano es abusivo, pues el estado haitiano está en la obligación de proveerle sus documentos que le permitan establecer su identidad para fines de estudio, médicos, de pasaporte, etc.

Aquí hay quienes se benefician de esa situación y se aprovechan para abusar de los hermanos del vecino país. Y eso es inaceptable.

La lucha de la señora Pierre para que sus conciudadanos no fueran atropellados merece mi reconocimiento y simpatía. Lamento su prematura muerte, tenía mucho que aportar todavía.

¿QUÉ INTERESES HAY BAJO TANTA ACRITUD?

No es el sensible fallecimiento de esta activista por los derechos de los inmigrantes haitianos y su prole lo que mueve a tanta acritud, son intereses de otra índole. Resulta que el señor Bill Clinton, entonces presidente de los Estados Unidos, no sólo se dedicaba a retozos indecorosos en la Casa Blanca con aquella pasante y un cigarro, también cometió el abuso de invadir a Haití.

Ya eso lo habían hecho antes, durante el siglo pasado. Igual hicieron aquí en 1916 y en 1965.

Al invadir Haití desmantelaron el Estado haitiano y han creado un problema insoluble del cual no saben cómo salir, pues las barcazas haitianas, pese al cerco al que tienen sometido al país, surcan el estrecho que separa a Haití de La Florida, tal como las barcazas dominicanas cruzan el Canal de la Mona. Y Estados Unidos no quiere a los haitianos en su territorio. Ni Canadá. Ni Francia. Y decidieron graciosamente que lo que convenía era destruir también al estado dominicano para unificar la isla y darles derechos políticos a los haitianos de forma que se proceda a la fusión de las dos repúblicas en una sola entidad política. En suma, forzar una unificación de los dos Estados en uno sólo. ¿Cómo se denominará? No sé, no creo que a ellos les importe. Lo que cuenta es que República Dominicana les resuelva a Estados Unidos, Francia y Canadá el problema que ellos crearon.

Y en esos afanes andan los Kennedy y los Clinton. ¿No es Bill Clinton el jeque de la misión norteamericana en Haití? ¿No es su esposa, Hillary, la secretaria de Estado? ¿No es Haití un dolor de cabeza para los norteamericanos, que crearon graciosamente su problema y luego lo endosaron, no menos graciosamente, a las Naciones Unidas?

Y como siempre, estos planes cuentan con la colaboración activa, estridente y cómplice de personas a las que en su época, por roles semejantes, Duarte, ese anacronismo decimonónico al que algunos nos atrevemos a airear y parafrasear, llamó “malos dominicanos” y también, y con no menos precisión, el “bando parricida y traidor”.

Esta claque sustituye el razonamiento por la invectiva, la lógica por el epíteto, el análisis racional, documentado con pruebas por la pirotecnia emocional que busca conducirnos a reaccionar emotivamente mediante la manipulación verbal a una opinión y nos ayudarnos a pensar, contrastar y adoptar un punto de vista ecuánime, sensato y sano para nuestros intereses como individuos y como colectividad.

Y aunque algunos actúan como “ingenieros del alma”, como buenos estalinistas de mente y corazón que nunca han dejado de ser, o como “compañeros de ruta”, esos a los que Lenín calificó de “tontos útiles” porque se prestan a servir de alicates intelectuales a sus futuros verdugos, ya que esta sociedad permite o tolera la discrepancia pero aquella que ellos sueñan facilitar la penaliza con el gulag o el paredón, otros lo hacen porque reditúan pingües beneficios financieros de esa deshonrosa manera. Son recipientarios de cuantiosas ayudas en dólares y euros a sus ONGs para que se presten al plan de desguazar al país. Y como es lo que han hecho toda su vida, antes para someternos a Rusia, a China, a Cuba o hasta a Albania, y hoy para resolverles a Estados Unidos, Francia y Canadá su tollo, siempre que alguien ponga los fondos, ellos tocarán la música que manden sus financiadores.

UNA BOCINA DE LA CAMPAÑA FEROZ CONTRA EL PAÍS

Una muestra de la indecente manipulación del cadáver de la señora Pierre para usarlo como ariete contra la sociedad dominicana es la declaración deshonesta, incriminatoria, calumniosa y falaz de la señora Colette Lespinasse, quien es una asalariada (es decir pagada por), de una institución subsidiada por aquellos países: el denominado Grupo de Apoyo para los Refugiados y los Repatriados (GAAR), quien tuvo la cachaza de decir que "Las amenazas contra la activista Sonia Pierre y su familia tuvieron un severo impacto en su salud y son la causa de su muerte" y que la decisión de la Corte Suprema de Justicia de refrendar la decisión del gobierno dominicano de no conceder a hijos de familias en tránsito, no residentes, la nacionalidad dominicana, afectó la salud de la señora Pierre y la condujo a la muerte.

Lo primero es preguntarnos si en el país hay refugiados haitianos, porque no los hay. Hay personas que se han instalado irregularmente en nuestro territorio, y que legalmente se toman en calidad de personas o familias en tránsito hasta tanto regularicen su estatus como residentes. ¿Son refugiados políticos? No. No los son. ¿Qué hace entonces esa señora, la Lespinasse? ¿Cuál es su rol? ¿En calidad de qué miente? Ella habla por paga, es una bocina de los intereses de sus patronos. Cobra por sus opiniones. Ladra porque alguien la azuza.

Y la noticia en que aparece su declaración señala que “Sectores de poder en la República Dominicana, incluyendo los miembros de la sociedad civil y la jerarquía católica, políticos y familiares de que el gobierno del presidente Leonel Fernández ha llamado la Sra. Pierre un "cáncer" para la República Dominicana. Su foto fue publicada incluso en el metro de Santo Domingo, RD N º 1 enemigo.

Sonia Pierre fue una valiente activista en pro de la comunidad haitiana residente en Santo Domingo. Y eso fue y es meritorio.

No vi, así que no puedo ni desmentir ni afirmar, que en el Metro aparezca una publicación (supongo que oficial, puesta, como se da a entender implícitamente, por el gobierno dominicano que es quien gestiona dicho medio de transporte), un afiche supongo, en que tilden a la señora Pierre de Enemiga No. 1. Pero lo dudo. ¿Va el gobierno dominicano a incurrir en semejante inconducta? Si lo hizo, cometió un abuso. ¿Hay pruebas o se trata de una calumnia?

Creo, al igual que la señora Clinton, que los haitianos residentes en República Dominicana merecen un mejor trato, un trato igualitario al que recibe cualquier otro ser humano, sea dominicano o de otra nacionalidad, que respete sus derechos y fueros.

¿Alguien plantea de forma abierta y velada lo contrario? ¿Alguien aboga por el maltrato, la desconsideración, el abuso o la explotación ilegal de los residentes haitianos en el país? ¿Alguien propone que se les despoje de propiedades, se les niegue la libertad o se les roben sus salarios? ¿Quién? ¿Dónde?

Y coincido con el ex ministro de los haitianos residentes en el extranjero, el señor Edwin Paraison, de que la muerte de Sonia Pierre es una pérdida irreparable para la comunidad haitiana residente en la República Dominicana.

Yo pienso lo mismo. Creo que ella hacía una valiosísima contribución a evitar o subsanar algunas inconductas y aprovechamientos de patronos guiados por su afán desmedido de lucro.

Espero que surjan personas motivadas por igual pasión y determinación que den continuidad a su lucha.

Pero lo que hace la señora Lespinasse es una infamia.

¿POR QUÉ MURIÓ LA SEÑORA PIERRE?

¿Murió la destacada activista por los derechos de los residentes haitianos en República Dominicana debido a un fallo de la Suprema Corte de Justicia dominicana que refrendó una medida adoptada en base a la Constitución y las leyes dominicanas por el gobierno dominicano? No.

Independientemente de la tristeza que en su estado de ánimo pudo provocar dicha resolución, el experticio forense hecho por el Instituto Dominicano de Patología Forense dictaminó, a él hay que acogerse a menos que se haga otro experticio que demuestre lo contrario, que la señora Pierre incurrió en un lamentable descuido al no medicarse a tiempo para una condición médico que padecía, pues tenía implantado una válvula cardíaca.

La tardanza, más de 48 horas, o sea, más de dos días, en ingerir el anticoagulante prescrito por sus médicos, le indujo una trombosis, un coágulo o trombo para los no familiarizados con la jerga médica, que la llevó a la tumba.

¿Tienen el senado, la Suprema Corte de Justicia, el gobierno, la jerarquía católica, los políticos y demás incriminados algún tipo de culpa o responsabilidad en que la señora Pierre no tomara a tiempo su medicamento? ¿Se lo ocultaron? ¿Se lo negaron? ¿Le impidieron en alguna forma que lo adquiera? ¿Le despojaron por la fuerza de él? No, fue una infeliz decisión personal, un riesgo voluntariamente asumido, que produjo la fatal consecuencia.

¿Por qué, entonces, la señora Colette Lespinasse, empleada a sueldo de una cosa llamada GAAR, se atreve a acusar al Estado dominicano de ser el “responsable de la muerte” de la señora Pierre?

Yo afirmo, por mi parte, que ella, la señora Lespinasse es más sospechosa porque la pregunta siempre tiene que ser: ¿quién saca mayor provecho? ¿A quién beneficia esa muerte? Y es evidentemente que quien saca mayor provecho para calumniar, mentir y difamar a partir de esta muerte es la señora Lespinasse. Y no dudo que su inoculación de odio contra los dominicanos, su manipulación aviesa de los hechos, su resentimiento contra el país produjo más daño a la señora Pierre, quien vivió, prosperó y alcanzó notoriedad internacional en nuestro país, no ciertamente en Haití y mucho menos en ningún otro, que el que pudo causarle el gobierno, la jerarquía católica, el senado, los políticos, la Suprema Corte de Justicia y cualquier otra instancia que ella guste incriminar.

Como se comprueba, al contrastar al declaración de la señora Lespinasse contra el experticio del Instituto de Patología Forense, alguien miente. Alguien difama. Alguien calumnia. Alguien tergiversa. Alguien falsifica. Alguien instrumentaliza. Esa señora incurre en un delito. Nadie la procesará ni la juzgará, y mucho menos la condenará. Ella, como tantos, se beneficiará de la impunidad que para ciertos sectores rige en nuestro país. No sólo para los “ricos y poderosos”, sino, pregúntense porque aquí hay gente que las han atrapado con armas de guerra y andan por ahí como chivos sin ley. La permisividad, la lenidad, cuando nos conviene aquí se celebra. Y la señora Lespinasse cuenta, como James Bond, “licencia para matar”, en su caso honras.

SOBRE EL ASUNTO DE NUESTRA NACIONALIDAD

No voy a discutir si la señora Pierre era o no dominicana. No soy, no he sido ni pienso ser funcionario del Estado y, por ende, carezco de cualquier prueba en pro o en contra sobre ello.

Además, en este país todo se vende. Hasta la honra y la moral. Y así como muchos “aspirantes a peloteros” o narcotraficantes obtienen actas de nacimiento y sacan cédulas y obtienen identidades, también ha sucedido con inmigrantes haitianos que en ocasiones han sido cedulados por activistas políticos para construir colchones electorales. ¿O es que no lo sabemos? ¿Nos vamos a hacer los inocentes a estas alturas del juego?

Es más, el relajo con nuestra nacionalidad es tal que los izquierdistas dominicanos, duchos en falsificar documentos, proveyeron de un pasaporte dominicano nada menos que al hijo de Kim Jong Il, el atrabiliario y feroz tirano de Corea del Norte.

En el 2001 se regó en todo el mundo el hecho de que en Japón detuvieron a Kim Jong Nam, dos mujeres y su hijo, quien viajaba amparado en un pasaporte como nacional de la República Dominicana. Si Kim Jong Nam, quien por cierto estaba interesado en visitar Disneyworld en Japón, tenía un pasaporte dominicano, aquí cualquiera tiene uno.

Hubo incluso quien propuso cubrir con la bandera nacional su ataúd. Y tampoco lo objeto. Es más, recomiendo que lo piensen, porque aquí hubo el caso de un narcotraficante dominicano, muerto en los Estados Unidos, que al ser repatriado su ataúd sus amigos y compinches lo cubrieron con la bandera nacional. Supongo que era un acto de heroísmo traficar con drogas para destruir al odioso imperialismo norteamericano. Total, eso lo hacían (y lo más probable es que lo sigan haciendo) los Castro, aunque fusilaran a Arnaldo Ochoa y a Tony de la Guardia para cubrir apariencias.

Si tenía acta de nacimiento y cédula dominicana, pues dominicana era. Y ya.

Pero los hijos de personas radicadas irregularmente en el país se reputan como hijos de personas en tránsito y al nacer adquieren la nacionalidad de sus padres. Eso es lo que dice la ley. Y a las leyes debemos acogernos, hasta que las cambien o modifiquen. ¿Será para eso que se quiere cedular y dar derecho al voto a una masa de extranjeros? Curioso eso.

RESPETARLES DERECHOS ES UNA COSA, DARLES CIUDADANÍA OTRA.

¿Podemos nosotros cambiar la Constitución haitiana que establece el just sanguinis y que dice que todo hijo de haitiano es haitiano, no importa el lugar en que haya nacido?

Todos esos niños ya tienen una nacionalidad. El país debe documentarlos como inmigrantes y reconocerles sus derechos como tales.

Y respetarlos. Y protegerlos. Y evitar que los abusen.

Pero querer forzarnos a darles derechos políticos de elegir y ser elegidos, propiciar una mayoría política no nacional para que los planes de fusión se produzcan, es verdaderamente una ignominia.

No soy en forma alguna partidario de discriminación, minusvalía social o explotación y racismo. Simplemente recuerdo que nos independizamos de Haití. Y respondo a una historia y a un principio nacional.

Soy duartiano.

No me importa que suene obsoleto, decimonónico, anacrónico. Karl Marx, el santo varón de algunos, también es decimonónico, para que estemos claro.

Creo que este país es uno de los países, sino el que más, más hospitalarios y acogedores para cualquier extranjero, incluyendo a los haitianos que viven mejor acá que en su propio país.

Ha tenido haitianos profesores. Conozco a haitianos empresarios. He visto haitianos estudiantes universitarios y profesionales, como un médico haitiano que vive con su esposa dominicana en un residencial clase media acomodada en Arroyo Hondo.

Los dominicanos somos negros, mulatos como yo y José Enrique, de tez clara, de origen español, chino, haitiano como Juan Freddy o Balaguer o Trujillo, francés, cubano, puertorriqueño, etc.

Nos une una lengua, una cultura, unas tradiciones, una historia, un gentilicio.

No hemos ocupado ningún otro país. No tenemos vocación imperialista ni expansionista.

Nunca hemos invadido otro país.

Pero tenemos derecho a ser. Somos una raza, este mulataje local, altamente celosa de su libertad y su individualidad.

No nos gusta que nos forcen a asimilarnos.

Reaccionamos a que nos quieran subyugar.
Eramos un puñado frente al poderoso Haití en el siglo XIX y a machetazos puros nos impusimos.

Y esas cargas al machete de los andulleros del Cibao que derrotaron al poderoso ejército haitiano, más numeroso, mejor apertrechado y que celebran nuestras fechas patrias, fue la que Máximo Gómez y otros dominicanos llevaron a Cuba y que derrotó en Rep. Dominicana cuando la Restauración y en Cuba al también más poderoso, numeroso y mejor apertrechado ejército español.

Seguimos siendo un puñado de seres hirsutos, rebeldes, individualistas y celosos de su independencia.

Y no queremos que Francia, Estados Unidos y Canadá nos impongan una asimilación forzada, simplemente porque ellos no quieren a los haitianos en su territorio y piensan resolver el caso haitiano endosándonos a un país donde ellos, no nosotros, son los que han hecho todos los tollos.

Fue Clinton el que invadió Haití. Que sea Estados Unidos el que lo adopte como el Estado 54 de la Unión.

Eso hasta que la Constitución cambie.

Y se declare la isla "única e indivisible".

Entonces, como Luperón, como Duarte, yo particularmente me echaré a la calle a pelear mis derechos conculcados.

Porque no es verdad que voy a dejar que nadie nos robe lo poquito de bueno que tenemos: una nacionalidad, llamarme dominicano.

Aquí están mis razones expuestas. Que quien quiera debatirlas, exponga las suyas. Lo otro no es razonar, es plañir o instrumentalizar con fines aviesos.

1 comentario:

  1. Gracias por dejarnos saber que aun quedan autenticos dominicanos, dominicanos no solo de cedulas y pasaportes sino domincanos de sentimiento y orgullo.
    Seguiremos multiplicando este mensaje para que llegue a todas partes.
    Gracias

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