MONTAMOS
NUESTRA INCUBADORA NACIONAL DE SICÓPATAS
Esta
noticia la tenemos que relacionar con la anterior de la altísima tasa de
embarazos adolescentes que ocurren a diario en el país.
Hace
unos meses, la Policía desmanteló una banda de adolescentes que se complacía en
secuestrar, torturar y asesinar taxistas a los que llamaban para supuestos
servicios.
No los
robaban, no: los acuchillaban y verlos boquear desangrándose los excitaba y
entonces copulaban frente a aquel infeliz agonizante.
Mataron
varios.
Lo
interesante fue la reacción de ellos, varones y hembras, al ser atrapados. Se
sentían felices, sin ningún cargo de conciencia, sin ninguna pena, orgullosos
de su acción y llegaron a decir que, inmediatamente salgan de prisión, amparado
en ese inicuo Código del Menor que nos impusieron, volverían a las andadas.
El caso
de las pandillas de menores llegó en Brasil a un grado en que hubo que montar
unidades de exterminio permitidas por el Estado y subsidiadas por empresarios.
Los casi niños aparecían con la boca llena de hormigas en los basureros.
Abortos
post partos, podríamos decir.
Miren
ahora este enlace sobre los niños que son destinados por sus propias familias
para que sean "soldados" de pandillas y cárteles en Colombia.
¿A qué
se dedicarán los niños y adolescentes que ni siquiera tienen un hogar ni padres
ni familia, que se crían realengos, sin valor alguno que importe?
Aquí,
Trujillo así lo acostumbró, hemos creado la institución del asesinato
extrajudicial.
Es algo
que la sociedad aplaude y requiere.
Somos,
como toda sociedad hipócrita y de doble moral, dados a criticar unos casos y a
pedir linchamientos y fusilamientos en otros.
Recuerden
el peso que tiene en nuestro país una cultura "izquierdosa" de
"arrancar cabeza" y miren qué pasa cuando sucede una tragedia que nos
afrenta y revela la degradación en que nos sumimos cada vez más: desde medios de
comunicación, figuras creadoras de opinión claman que se proceda "con mano
dura" (es decir, que se les rebane el cuello) y que se torture, se guinde
de "sus partes", se les dé una golpiza en el Parque Independencia y
otros exabruptos por el estilo.
Así que
tenemos una proclividad hacia el crimen tanto por la tradición trujillista como
por la tradición izquierdista.
Aquí
soñamos con una gran orgía de sangre redendora y todos tenemos nuestras listas
de personas a asesinar (yo mismo supongo que estoy en varias, pero, como me voy
a morir como quiera, de un balazo, una gripe o una caída, no es asunto que me
preocupe. Nadie escapa a la calaca).
Esta es
la realidad que nos viene encima. Ya empezó.
La
creamos y favorecimos nosotros mismos.
Trabajamos
para ella. Votamos por ella.
Como
hipócritas nos quejaremos de aquello que propiciamos.
No nos
crean.
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