lunes, 13 de agosto de 2012

MONTAMOS NUESTRA INCUBADORA NACIONAL DE SICÓPATAS


MONTAMOS NUESTRA INCUBADORA NACIONAL DE SICÓPATAS
Esta noticia la tenemos que relacionar con la anterior de la altísima tasa de embarazos adolescentes que ocurren a diario en el país.
Hace unos meses, la Policía desmanteló una banda de adolescentes que se complacía en secuestrar, torturar y asesinar taxistas a los que llamaban para supuestos servicios.
No los robaban, no: los acuchillaban y verlos boquear desangrándose los excitaba y entonces copulaban frente a aquel infeliz agonizante.
Mataron varios.
Lo interesante fue la reacción de ellos, varones y hembras, al ser atrapados. Se sentían felices, sin ningún cargo de conciencia, sin ninguna pena, orgullosos de su acción y llegaron a decir que, inmediatamente salgan de prisión, amparado en ese inicuo Código del Menor que nos impusieron, volverían a las andadas.
El caso de las pandillas de menores llegó en Brasil a un grado en que hubo que montar unidades de exterminio permitidas por el Estado y subsidiadas por empresarios. Los casi niños aparecían con la boca llena de hormigas en los basureros.
Abortos post partos, podríamos decir.
Miren ahora este enlace sobre los niños que son destinados por sus propias familias para que sean "soldados" de pandillas y cárteles en Colombia.
¿A qué se dedicarán los niños y adolescentes que ni siquiera tienen un hogar ni padres ni familia, que se crían realengos, sin valor alguno que importe?
Aquí, Trujillo así lo acostumbró, hemos creado la institución del asesinato extrajudicial.
Es algo que la sociedad aplaude y requiere.
Somos, como toda sociedad hipócrita y de doble moral, dados a criticar unos casos y a pedir linchamientos y fusilamientos en otros.
Recuerden el peso que tiene en nuestro país una cultura "izquierdosa" de "arrancar cabeza" y miren qué pasa cuando sucede una tragedia que nos afrenta y revela la degradación en que nos sumimos cada vez más: desde medios de comunicación, figuras creadoras de opinión claman que se proceda "con mano dura" (es decir, que se les rebane el cuello) y que se torture, se guinde de "sus partes", se les dé una golpiza en el Parque Independencia y otros exabruptos por el estilo.
Así que tenemos una proclividad hacia el crimen tanto por la tradición trujillista como por la tradición izquierdista.
Aquí soñamos con una gran orgía de sangre redendora y todos tenemos nuestras listas de personas a asesinar (yo mismo supongo que estoy en varias, pero, como me voy a morir como quiera, de un balazo, una gripe o una caída, no es asunto que me preocupe. Nadie escapa a la calaca).
Esta es la realidad que nos viene encima. Ya empezó.
La creamos y favorecimos nosotros mismos.
Trabajamos para ella. Votamos por ella.
Como hipócritas nos quejaremos de aquello que propiciamos.
No nos crean.

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