EL
CENTENARIO DE VIRGILIO PIÑERA
Esta
noticia, de que en Miami hay una extensa celebración, que durará hasta mediados
de septiembre, festejando con una jornada teatral y otros actos, el centenario
del nacimiento del gran escritor cubano Virgilio Piñera, me es particularmente
grata.
Piñera
era un verdadero outsider, un escritor nada convencional.
Nació
el 4 de agosto del 1912 en Cárdenas, Matanzas. En 1925 su familia se mudó a
Camagüey, donde estudió Piñera el bachillerato, y en 1938 Piñera se instaló en
La Habana. En 1940 se doctoró en Filosofía y Letras por la Universidad de La
Habana.
Desde
1939 comienza a publicar poemas en la revista Espuela de Plata, predecesora de Orígenes,
la gran revista literaria de los años 40 en Cuba que congregó a una formidable
pléyade de escritores, algo parecido a lo que logró en nuestro país La Poesía
Sorprendida para la misma época. Allí inició su prolongada y fecunda amistad
con otra figura mayor de las letras cubanas, el gran José Lezama Lima.
En 1946
se instaló en Buenos Aires y fue de los que descubrieron y promovieron a un
autor polaco al que la guerra inesperadamente, por la invasión rusa y nazi a
Polonia a raíz del Pacto Hitler-Stalin
en 1939 había dejado varado en Argentina: Witold Gombrowicz. Piñera fue
parte del grupo del traductores que versionó en español la obra de Gombrowicz
Ferdydurke. Además, trabó amistad en esos años con Jorge Luis Borges, Victoria
Ocampo y José Bianco, que le prologó un libro de cuentos.
En 1958
retornó a Cuba.
Y allí
comenzó su segundo exilio, el político.
En 1959
Castro baja de la Sierra, vencedor.
Y
aplica una política de relaciones públicas, dando apertura a artistas,
intelectuales, personalidades y corrientes que se sintieron apreciadas,
acogidas, reconocidas.
Un
aluvión de buena voluntad acogió esa actitud.
Pero
nadie sospechó que era una estrategia de ganar tiempo mientras se apretaban los
tornillos y se aceitaban los resortes del poder.
El
colombiano Plinio Apuleyo Mendoza, entonces corresponsal junto a Gabriel García
Márquez, de la agencia de noticias Prensa Latina, relata ese proceso en su libro
La Llama y el Hielo.
Un
sordo tour de force se dio entre las fuerzas liberales y democráticas que
habían luchado junto a Fidel Castro por la libertad y otras, encabezadas por el
Ché Guevara y Raúl Castro, partidarias de la tiranía totalitaria. Y Fidel, aunque
teatralizaba como demócrata y liberal, era un fascista convencido, un
mussoliniano puro, y ya había enganchado a Raúl al PSP, por lo cual su elección
existía de antemano.
Muchos
liberales y demócratas fueron engañados por la teatralidad de Fidel, típica de
sus héroes: Hitler, Mussolini.
Y
juraron, como los militantes del Partido Comunista (b) que en la URSS eran
cazados como moscas y morían convencidos de que Stalin no sabía lo que les
ocurría, que Fidel estaba al margen de aquella maniobra.
Pero
era Fidel quien la encabezaba.
Los
resortes y mecanismos del poder fueron yendo copados por cuadros del PSP y
burócratas que respondían a sus mandatos.
Sucedió
también en Prensa Latina, lo que provocó el rechazo de Plinio Apuleyo Mendoza.
El 30
de junio de 1961, a raíz de la prohibición del documental “P.M.” realizado por
Sabá Cabrera Infante y Orlando Jiménez Leal, que sirvió para que los burócratas
del PSP que habían recién constituido el Instituto Cubano de Arte e Industria
Cinematográficos, ICAIC, empezaran a apretar las clavijas, se produjo un hecho
singular, en la última de tres reuniones “con los intelectuales”, en la
Biblioteca Nacional de Cuba, Fidel Castro fijó los parámetros de la relación
entre los artistas e intelectuales y el Poder y lo hizo en el más puro
paradigma mussoliniano (de hecho, plagiando a Mussolini): "¿Cuáles son los
derechos de los escritores y de los artistas revolucionarios o no
revolucionarios? Dentro de la Revolución: todo; contra la Revolución: ningún
derecho".
Todo el
mundo calló.
Todo el
mundo sintió la losa pesada de la dictadura cayéndole encima.
Sólo
uno, endeble, flaquísimo, tembloroso, habló.
Fue
Virgilio Piñera.
Y dijo
que tenía “miedo”.
Fue el
mayor acto de valor de parte de quien menos se esperaba: Virgilio, homosexual,
outsider, tolerado más que aceptado, se expresó.
En 1968
ganó el premio de teatro de Casa de Las Américas, aquella institución de
relaciones públicas culturales que tan útil le fue a los Castro y cuya
directora, Haydee Santamaría, terminaría suicidándose por tanta estafa, con su
obra Dos viejos pánicos.
Tendría
que esperar hasta los años ´90 para verse representada en el país que le otorgó
el premio, su propio país.
Y a
partir del Caso Padilla en 1971, cuando la relación precaria que sostenía la
tiranía castrista con los intelectuales liberales terminó por romperse del
todo, en aquel remedo estaliniano de los Juicios de Moscú, con el acusado autoinculpándose
de todo tipo de delitos y bajezas y acusando a amigos, Virgilio Piñera, Lezama
Lima y otros fueron transformados en personas non gratas en su propia tierra,
rehenes a los que se negó posibilidad de escapar de aquella cárcel.
Así
malvivió hasta el 18 de octubre del 1979 en que, según denuncia el
narrador Reinaldo Arenas, amigo personal
de Piñera, la Seguridad del Estado lo dejó agonizar y morir.
Reciba
el reconocimiento y el cariño, la honra y la valoración que su obra y su
persona merecen.
Poeta,
narrador, traductor, ensayista y dramaturgo, Virgilio Piñera fue una gloria de
las letras cubanas, antillanas, latinoamericanas, universales.
Y eso
es lo que celebran durante todo un mes en Miami sus compatriotas y todos los
que lo admiramos y queremos.
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