lunes, 13 de agosto de 2012

EL E-BOOK DESTRONA AL LIBRO IMPRESO


EN LOS PAÍSES QUE LEEN, EL E-BOOK DESTRONA AL LIBRO IMPRESO.
En los que no leen, como el nuestro, hace tiempo hay más e-books que libros impresos distribuyéndose. Mayormente de manera gratuita.
Nuestras magras ediciones apenas alcanzan los 1,000 ejemplares.
Que para el caso es semi-inédito, más que editado.
Comparen esto con una edición digital de un libro de cuentos míos que registró la friolera de más de 27,000 personas que lo abrieron y revisaron y más de 5,000 descargas.
Y eso, de varios países, no sólo de República Dominicana.
¿Cuánto me hubiese costado a mí lograr lo mismo?
Mis libros digitales y los libros que he publicado digitalmente en las ediciones que dirijo registran descargas y revisiones de lectores que me enorgullecen.
Sobre todo, claro, porque les invertí tiempo y amor, pero no me desangraron la cartera.
Admiro a amigos míos que sacrifican a sus familias y a sí mismos para pagar ediciones en papel que luego apenas leen cucarachas y ratones, guardadas en cajas bajo la cama.
No es una idea que me seduce.
Claro, escribo para ser leído. De hecho, es la única razón de escribir: tender puentes de comunicación y crear ese espacio íntimo autor-lector.
La edición digital me resolvió el problema.
Ahora la lengua es mi nación. Donde quiera que se hable español puedo tener lectores.
Y de hecho tengo lectores en países tan lejanos y exóticos como Japón, Taiwan, Rusia, Polonia, Alemania, Israel, Sudáfrica, Letonia, Estonia, Rumania, Serbia, Hungría, Noruega, Holanda, Ucrania, Suiza, Estonia, Georgia, Ucrania, Tailandia, Filipinas, Bosnia-Herzegovina, Turquía, Indonesia, etc., aunque mis lectores mayores provienen de Estados Unidos, República Dominicana, México, Argentina, España, Perú, Colombia, Venezuela, Chile, Uruguay y Guatemala.
¿No es maravilloso que un oscuro escritor dominicano pueda tener lectores en todos esos países, más de 70 según los registros de mi blog?
Y eso es simplemente por aprovechar los recursos que la revolución tecnológica puso en mis manos. Y que están disponibles para ser empleados por todos.
Muchos amigos queridos todavía andan atrapados en el fetichismo del soporte. Deliran y hacen tropos encendidos para expresar su amor por la impresión en papel.
Algunos hablan del orgasmo del olor a tinta.
El asunto es que un libro no tiene nada que ver con el soporte material del mismo. Es una manera de organizar información, palabras.
A mí me seducen las ideas, las maneras de escribir, la inteligencia del texto o su gracia.
Y eso no tiene nada que ver con el soporte en que esas ideas, esas maneras, esa inteligencia o esa gracia me llegue.
Sin en papel, bien. Si en un soporte electrónico, también.
Un libro no es su soporte.
Y de hecho, el soporte papel es impropio para la revolución cultural que la Internet ha desatado.
Era un soporte de élite, para una minoría.
Si a la humanidad le intentáramos dotar de libros en papel, desaparecería la magra cobertura vegetal del mundo.
Tengo un paquete de libros en mi ipad y otro paquete en mi kindle y otro paquete más en mi PC, miles de libros.
Y no han costado un sólo árbol.
Ya por eso, sólo por eso, este soporte tiene más sentido y valor.
Y es una de las muchas, y no la mayor, razones para favorecerlo.
Los ingleses, la raza inglesa como Balaguer la llamó vaya uno a saber por qué, así lo han visto.

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