LOS
EMBARAZOS DE ADOLESCENTES, UNA VERDADERA TRAGEDIA NACIONAL, NOS COLOCAN EN LAS
ESTADÍSTICAS DE LA VERGÜENZA
En la
pachanga con que todo se vive y se trata, en esa inconsciencia adobada de
alcohol en que se nos lleva a vivir: colmadones, liquor stores, drink places,
bares, cafetines, aturdidos por las bocinas que alborotan con sus alaridos,
esta tragedia nacional si se piensa ni se toma en cuenta: somos uno de los
países líderes en embarazos de adolescentes.
El
relajamiento de las normas, la caída de toda contención, el estímulo al sexo en
las canciones, en la publicidad, en la mayor parte de todo lo que invade nuestros
sentidos y busca nuestra atención, ha provocado experiencias sexuales
prematuras que arrojan miles de niñas embarazadas.
Y no
hablemos del negociazo de los abortos ¿O de qué creemos que viven las
"clínicas" dominicanas?
Niñas
púberes desfloradas y empujadas de golpe a las responsabilidades de la vida
adulta, con un bebé a rastra.
Una vez
conocí un caso de una, de 13 años de edad, que "alimentaba" a su bebé
con un frasco de Seven Up diluido en agua y no quería darle del pecho
"porque se le caerían los senos".
Ineptas
para criar y para producir, estas adolescentes inician un proceso de
promiscuidad y degradación (algunas llegan rápido a tener 3 ó 4 niños de
distintos hombres), que conduce a prostituirse y a abandonar a sus crías.
La
falta de racionalidad, el simple ocuparse de sobrevivir, la carencia de
valores, todo se conjuga.
¿No
está todo esto vinculado a la epidemia de "feminicidios" que parece
un nuevo y luctuoso deporte nacional?
Los
polos turísticos ven como afluyen estas adolescentes a vender sus cuerpos,
única mercancía de la que disponen.
Las
familias se desentienden de sus casos y ellas no cuentan con ningún otro medio,
capacidad o recurso disponible. Y son pasto de pedófilos y de otros aberrados.
En
cañadas y basureros aparecen fetos y bebés abandonados.
Y están
las mentes laceradas y sumidas en sentimientos profundos de desvalorización y
culpabilidad de esas casi niñas a las que esta sociedad irresponsable y
desquiciada condena.
Todos,
por comisión y por omisión, por indiferencia y complacencia, somos sus
verdugos.
Ellas
retratan lo que se tapa con torres, jipetas de lujo y enriquecimientos al
vapor.
Allí se
incuba la tragedia que viene.
No hay
forma previsible de detenerla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario