Si algo
seduce a un político es la palabreja "control", porque un político,
por idiosincracia (y por idiotez) es un enfermo en controlar, sobre todo los
presupuestos públicos y las vidas ajenas.
Ahora
el alcalde de Bobotá, excúsenme, Bogotá, muestra lo bobo que está al proponer
al presidente Santos que autorice "centros de consumo de drogas,
controlados" para que los adictos se den su pase bajo protección pública.
El
alcalde bobotano, excúsenme, bogotano, no explica quién proporcionaría la
droga. ¿La traería el tecato? ¿La supliría el Estado? ¿Sería vendida? ¿Sería
regalada? ¿De dónde el Estado sacaría entonces la droga? ¿De las incautaciones?
¿Sería algo así como un Droguin Hood, que daría tumbes a los narcos para poner
a consumir a los tecatos? ¿O el Estado supliría drogas cultivándolas y procesándolas,
como plantea el simulador (porque viven presumiendo de pobre de solemnidad,
aunque la mujer de él, senadora, gana un montón de plata), presidente de
Uruguay, el mugidor Mujica?
El
disparate mayor es una alcaldía dedicada, en vez de cumplir sus tareas municipales,
a regentear casas para drogarse, con lo cual los magros fondos municipales se
verían también esquilmados para sostener aquellos antros.
Si hay
tanto afán, y el mismo presidente Santos ha dicho que está acorde, y hay
poderosos intereses que así lo promueven, que despenalicen las drogas. Punto.
De ahí
a que sea el Estado el que las proporcione, o establezca centros protegidos
para que los tecatos vayan a drogarse, hay una distancia.
Definitivamente
los narcóticos los van a legalizar. De eso no cabe duda.
La
formación de opinión pública es intensa. Juanes anda por ahí enalteciendo a
Mujica por su iniciativa marihuanera.
Aparecen
dos o tres intelectuales mediáticos que teorizan sobre la conveniencia de
eliminar el narcotráfico legalizándolo (lo que no entiendo es cómo
desaparecería, cuando lo obvio es que se intensificaría). Hay una pléyade de
ex-presidentes empecinados en convencernos de que "la guerra contra las
drogas ha fracasado y lo que procede es eliminar las prohibiciones que pesan
sobre ellas".
Y el
colmo de los colmos es que ahora aparece un alcalde que aspira a dirigir una
red de casas de consumo, como aquellos lugares que en China servían para que
los opiómanos fueran a drogarse.
Cada
vez veremos propuestas más absurdas. Se trata de acostumbrarnos a la idea.
Que lo
hagan. ¿No tienen acaso el poder?
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