miércoles, 7 de marzo de 2012

¿CÓMO NOS PROGRAMAN PARA FRACASAR?


¿Cómo nos programan para Fracasar?

ENVIO # 1

Por Aquiles Julián

Todos nacimos con el potencial de triunfar. De alcanzar logros. ¿Por qué, sin embargo, la mayoría, el 95% de la humanidad, morirá en la precariedad, en la pobreza? ¿Cómo nos condicionan para que terminemos como perdedores y no como ganadores?

Nacimos para ganar. Todos tenemos la oportunidad de lograrlo.

Ganar implica capacitarnos. Cambiar hábitos. Desarrollar competencias y habilidades. Cubrir un proceso. Pagar un precio.

No es gratis. Tampoco algo que se obtiene sin esfuerzo ni a corto plazo.

Pero es posible. Y eso es lo que cuenta.

Podemos ganar. Tenemos el potencial de triunfar.

¿Por qué, entonces, tan pocos lo alcanzan?

Hay una serie de razones, y todas operan en conjunto para sabotear nuestras posibilidades y llevarnos a un estado de resignada pasividad, de aceptación de perder. O de desenfocarnos y engañarnos.

¿Cuáles serían esas falsas razones, más bien racionalizaciones, sofismas, con que nos confunden y desorientan?

Veamos algunos:

1. Tenemos que conformarnos con nuestro destino

2. Es malo aspirar a ser distinto

3. No es bueno ser muy “ambicioso”, hay que ser “agradecido” de lo que se tiene.

4. Ser rico o tener dinero es malo

5. Hay que gozar y gastar, que eso es lo que “uno se lleva”.

6. Todo es asunto de suerte

7. Uno no nació para tener éxito o para lograr cosas

8. No hay que darle mente a nada ni preocuparse, sino tener suerte

9. A uno hay que quererlo “como uno es

10. No hay que “coger lucha”.

Debajo de todas esas racionalizaciones subyace un esquema perdedor de pensar. Soberbio en unos casos, imprudente en otros. Supersticioso en unos casos, mágico en otros. Pasivo en unos casos, impaciente en otros. Cándido en unos casos, erróneo en todos los casos.

Muchas de esos asertos resumen maneras de pensar y actuar que pululan en nuestro derredor. Y no pocas de las propias nuestras.

Nacimos para ganar.

Nos programan para perder.

Y podemos reprogramarnos para cumplir nuestra misión, aquella para la que nacimos.

Merecemos triunfar.

También es cierto que tenemos que aceptar pagar el precio de lograrlo.

Pero igual lo es que si no pagamos el precio de triunfar, por default estaremos pagando el de fracasar. El asunto es cuál de los dos precios elegimos pagar.

Siempre pagaremos alguno.

Nunca nos podremos salvar de pagar uno o el otro.

Yo elegí pagar el de triunfar. ¿Y tú?

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