miércoles, 7 de marzo de 2012

¿CÓMO DESCUBRIR EN QUÉ LADO DEL CUADRANTE ESTAMOS?


¿Cómo descubrir en qué lado del Cuadrante estamos?

Envío # 3

Por Aquiles Julián

Nos guste o no entenderlo, hay dos grupos: uno lo compone el 95% de las personas: los programados para consumir, y otro lo compone un 5% de las personas, los programados para producir. ¿En qué grupo uno encaja?

Veamos sus diferencias.

A los programados para consumir se nos enseña a trabajar por dinero para luego gastar el dinero en bienes de consumo.

A los programados para producir se les enseña a crear activos para que el dinero trabaje para ellos.

A los programados para consumir se nos estimula y acicatea de mil y una maneras para gastar nuestro dinero en símbolos de estatus.

A los programados para producir se les enseña a crear y vendernos esos símbolos de estatus.

A los programados para consumir se nos valora en función de los símbolos de estatus que acumulemos, que pueden ser desde anillos a marcas de carros, desde marcas de zapatos a marcas de relojes, desde viviendas hasta fines de semana en resorts, desde colegios para niños hasta peluquerías exclusivas, y que usamos para, en nuestra fatua opinión, “deslumbrar” a nuestros congéneres y transmitirles que tenemos “mayor poder adquisitivo” que ellos.

A los programados para producir se les valora en función de la adquisición y desarrollo de activos y el volumen de dinero que esos activos les generan.

Los programados para consumir dejamos en herencia corotos, alguna que otra propiedad (carro, una vivienda) y también deudas y cuentas por pagar.

Los programados para producir dejan en herencia activos y fortunas, además de una preparación para crear activos y ampliar la fortuna, que vale más que los activos mismos.

Los programados para consumir se nos enseña a prepararnos para “ocupar una buena posición” (empleo gerencial) y ascender en la escalera corporativa, o para como máximo “independizarnos” y montar un autoempleo (pequeño o mediano negocio).

Los programados para producir se les enseña a apalancarse en los talentos, capacidades y energías de otros (los empleados) así como en los recursos de otros (financiamiento) para desarrollar activos que engrosen sus fortunas.

Los programados para consumir se nos educa en la gratificación inmediata: goce ahora y pague después.

Los programados para producir se les educa en la gratificación diferida: sacrifícate ahora para gozar después.

Los programados para consumir se nos aturde con mitos e imágenes seductoras a través de la publicidad y las relaciones públicas, que nos empujan en la dirección en que quieren que gastemos el dinero (siempre hay un motivo para gastar: un show del año, una súper rebaja, un no te lo puedes perder, una marca de moda, un sitio al que hay que ir, una mejor película del año, un sitio nuevo que abrieron, etc.).

Los programados para producir aprenden a crear esos mitos e imágenes para obtener el dinero del 95% de la población enseñada a consumir. Su éxito depende de qué proporción de ese dinero sean capaz de recaudar en relación al costo implicado en recolectarlo.

Los programados para consumir no entendemos a los programados para producir, pues sus valores, enfoques y propósitos, así como su manera de pensar y actuar son distintos. Así que siempre armamos frases como: “Si yo tuviera el dinero que tiene Fulano, yo me compraría…”, porque nuestro enfoque es gastar, comprar, consumir.

Los programados para producir no les interesa que cambiemos de opinión y permiten que nos burlemos de ellos porque no corren alucinados tras marcas y símbolos de estatus, y les tildemos de tacaños y otros motes injuriosos.

Los programados para consumir podemos coincidir en tiempo y espacio con los programados para producir (como empleados o servidores de los primeros, como suplidores o asesores), pero cada grupo siempre buscará a sus semejantes. Somos como el agua y el aceite.

Así, los programados para consumir creemos que las personas nacen para vivir una rutina de trabajar, cobrar y gastar, trabajar, cobrar y gastar, trabajar, cobrar y gastar, buscar nuevas maneras de aumentar los ingresos para comprar símbolos de estatus más costosos y decirles a nuestros semejantes que podemos más que ellos, y disfrutamos exhibir nuestros símbolos de estatus, que nos mantienen en una espiral de gastos cada vez más alucinante.

Los programados para producir entienden que las personas de su élite nacen para desarrollar activos que capten el dinero que los programados para consumir nos ufanamos de gastar (como hay personas que presumen de la cantidad de botellas vacías que acumulan al beber, de la marca de whisky que toman, del sitio al que van a tomar, del casino en que juegan, de la marca de ropa, perfume, reloj, etc., que usan, de la marca de carro que conducen, etc.).

Los programados para consumir, en tanto la vida se agota y los años pasan factura, las energías disminuyen y los conocimientos y habilidades se hacen obsoletos, al gastar siempre por encima de las posibilidades (gracias a la trampa de las tarjetas de crédito, a los préstamos, etc.), estamos condenados a una vejez precaria o a ir vendiendo para poder sobrevivir lo poco que se acumuló y mantiene algún valor.

Los programados para producir cosechan los resultados de invertir su tiempo y sus energías en construir activos. Se enriquecen con el paso del tiempo.

Los programados para consumir fuimos programados para perder.

Los programados para producir son programados para ganar.

Unos, los programados para consumir, somos el 95% de la población. Mientras más tengamos, más gastaremos, pues eso es lo que nos enseñaron a hacer, a ganar dinero para gastar más.

Otros, los programados para producir, son el 5% de la población. Mientras más activos desarrollan, más dinero obtienen, lucrándose del consumo del 95% restante.

Yo sé que pertenezco al 95% y mi intención es ser parte del 5%.

Aprender a crear activos en vez de convertirme en una máquina de consumir y enriquecer a otros con mi dinero, que es lo mismo que con mi vida (en tanto mi dinero es la expresión financiera de mi tiempo, mi talento, mi capacidad y mis esfuerzos condensados en mi trabajo productivo).

¿En cuál de los dos grupos tú eliges estar?

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