lunes, 30 de mayo de 2011

LAS INSUFICIENCIAS DE NUESTRA DEMOCRACIA Y LA REIVINDICACIÓN DEL TRUJILLISMO, Y SUS RESPONSABLES


Las insuficiencias de nuestra democracia y la reivindicación del trujillismo, y sus responsables

Por Aquiles Julián

Desde aquí podremos transmitir a todas las generaciones todo el sacrificio, toda la heroicidad de quienes lucharon para que en la República Dominicana exista libertad, democracia, independencia y justicia social”.

Leonel Fernández Presidente constitucional de la Rep. Dominicana

Acto inauguración Museo de la Resistencia.

Un artero movimiento en pinzas, desde un supuesto radicalismo de boca e izquierdismo trasnochado, en el fondo trujillismo vergonzante, como veremos; y por el otro, desde la desvergonzada reivindicación del nefasto régimen que encabeza la hija del tirano y su pareja, se pone en evidencia, para echar lodo y calumniar a los héroes del 30 de Mayo con motivo del quincuagésimo aniversario de la única acción heroica que logró su meta en todo el siglo XX dominicano.

¿Cuál es el propósito velado de toda la estrategia? Lograr instalar en el país una “fundación cultural” que sirva para estructurar un partido político trujillista y postular a Luis José Ramfis Domínguez Trujillo, alias “Ramfito”, su hijo, como candidato, aprovechando la ignorancia, confusión, desinformación y carencias formativas de la población, y reiniciar la tiranía, capitalizando cierta tendencia antidemocrática y pro gobiernos autoritarios que prevalece en América Latina.

Así, tanto los trujillistas como los falsos “radicales izquierdizantes” echan pestes de nuestra maltrecha democracia, de sus lacras, insuficiencias, permisividades, impunidades y limitaciones. Lo que no dicen es que si nuestra pobre democracia es tal, no se debe a los héroes del 30 de Mayo, sino a ellos, a los trujillistas que recuperaron el control del poder en 1966 y a los sectores supuestamente liberales y de izquierdas que se aliaron con ellos en 1961 y 1964-65, y que empezaron a denostar la democracia como régimen de gobierno y a vindicar la dictadura, enalteciéndola como el tipo de gobierno mejor para este país. ¿Qué gran diferencia tendría el apellido que le pongan a la dictadura? ¡Era dictadura! Sea trujillista, del “proletariado” o con “respaldo popular”.

Ante los actos de este quincuagésimo aniversario de la gesta heroica que nos libró del malhechor ensorbecido, han emprendido una renovada alianza antipatriótica, antinacional y desvergonzada, para elevar el nivel de ruido y confusión, de manera que la conciencia ingenua del dominicano sea sorprendida por falsedades que arrojen dudas y provoquen desconfianza sobre su historia reciente, doren y magnifiquen la tiranía mostrándola como un “tiempo mejor” donde sólo los que se oponían a Trujillo sufrían las consecuencias de enfrentar al poder, pero en la que el pueblo dominicano “progresó” y “vivía mejor” (mentiras de un descaro total), y provoquen suspicacias y recelos sobre la conducta y la acción viril de los héroes del 30 de Mayo, a los que se intenta desacreditar por todos los medios posibles.

¿POR QUÉ TIENE TANTAS LIMITACIONES NUESTRA DEMOCRACIA?

¿A qué se debe que, 50 años después de la muerte de Trujillo, nuestra democracia tenga tantos rasgos autoritarios, prevalezca tanta concentración de poder en el Ejecutivo, las instituciones sean más formales que reales, la Constitución siga siendo “un pedazo de papel”, la impunidad y la corrupción permanezcan intocadas, y la justicia sea un mercado en que jueces y fiscales se lucran de manera descarada y el dinero opere como el real código penal o civil, y no las leyes?

Tanto trujillistas como estos seudo radicales izquierdófilos (y reales trujillistas vergonzantes), suelen echar pestes de nuestra endeble democracia, a la que acusan de todos los males y todas las maldades habidas y por haber. Y tras toda esa campaña contra nuestros magros avances se esconde un propósito que los une: desacreditar la democracia para enaltecer… ¡la dictadura!

Ciertamente, tenemos muchas insuficiencias, lacras y deformaciones. Ahora, pregúntese, ¿debido a qué? ¿Quiénes son los responsables de que no hayamos avanzado? ¡Oh, pues los trujillistas y los sectores supuestamente liberales y de izquierdas que se aliaron a ellos! Son los reales responsables del mamotreto de democracia que todavía exhibimos y lo crearon para poder desacreditarlo a gusto y provocar que la náusea que ciertas prácticas deleznables que todavía se cometen con total impunidad y descaro lleven a los cándidos dominicanos, que son la mayoría, a darle espacio a la reinstauración de la tiranía.

Desde el equivocado pacto de Juan Bosch y Balaguer en el Waldorf Astoria de Nueva York en 1961 por el cual el PRD recibiría el apoyo de los remanentes del Partido Dominicano, único partido que existía totalmente estructurado en el país, a cambio de impunidad (política de “borrón y cuenta nueva”), los sectores que se han presentado una y otra vez como liberales y prodemocracia y de tendencia izquierdizante, han en realidad legitimado y servido al peor de los enemigos de este país: el trujillismo.

A los dirigentes y miembros del Partido Dominicano se les informó, comunidad por comunidad, que serían perseguidos, desconsiderados, humillados, arrestados y despojados si la Unión Cívica Dominicana, entidad que agrupaba a las fuerzas sociales que habían descabezado la dictadura ganaba las elecciones del 1962, primeras elecciones libres en nuestro país, tras 31 años de dictadura.

Ese hecho, la alianza entre Bosch y Balaguer en 1961, produjo una aberración: que la muerte de Trujillo no trajera aparejada la desaparición del trujillismo.

Los trujillistas se inscribieron en masa en el PRD, entelequia que existía sólo de manera formal en el exilio, pues su negación a participar en la gesta de Constanza, Maimón y Estero Hondo lo había aislado y desacreditado. Eso explica por qué un partido que eran una siglas sin militancia (¿pregúntese cuántos perredeístas arribaron al país, fuera de Ángel Miolán, Ramón Castillo, Nicolás y Lucy de Silfa y Juan Bosch, y verá que el llamado PRD no era más que una entelequia que no llenaba un cuarto? ¿Cómo entonces ganó las elecciones de diciembre del 1962? ¡Oh, y con los votos del Partido Dominicano y los trujillistas! ¿No lo sabía usted? Pues entérese), al proponer la errónea táctica (útil a corto plazo, inmoral y dañina a largo plazo, como demostró ser) del “Borrón y cuenta nueva” que amnistiaba al trujillismo y a los trujillistas, se impuso electoralmente.

Calieses, esbirros, personeros de los que hostigaron a la Iglesia Católica a finales de la dictadura (lo que explica las reservas que la jerarquía católica tuvo frente al PRD y no el “consevadurismo” como han querido pintarlo), ex empleados de Johnny Abbes García en Radio Caribe como Euclides Gutiérrez Félix, ex diputados y senadores trujillistas, ex alcaldes y figuras del trujillismo local como los Sánchez Barets de Cotuí, hijos y parientes de connotados trujillistas como Ivelisse Prats Ramírez, la hija del esbirro Francisco Prats, entraron por montones a blanquear con el “cloro revolucionario” del PRD su pasado de colaboración activa con el régimen depuesto.

Al legitimar el trujillismo y exonerarlo de culpas, y limitar el trujillismo a Trujillo, sosteniendo que muerto Trujillo el trujillismo había acabado, se le dio un respiro a las estructuras políticas y sociales que servían de sostén al régimen que terminó por ser mortal para nuestra incipiente democracia. De ahí sus insuficiencias y la permanencia de prácticas y añagazas trujillistas que perviven 50 años después de muerto el tirano.

LA ALIANZA PARA DESACREDITAR LA DEMOCRACIA

¿Qué hicieron posteriormente los sectores formalmente de izquierda y los sectores supuestamente liberales? La emprendieron contra la democracia como modelo político y social, desacreditándola ferozmente y promoviendo como lo que debía ser la aspiración de este país que se instaurara… ¡una dictadura!

Se predicó por ciudades y campos que la democracia no servía, que no funcionaba, que no era lo que los dominicanos tenían que valorar, defender y perfeccionar. Se vindicó el gobierno de fuerza, el aplastamiento de toda disidencia o discrepancia, el imponerse a las malas, por la fuerza, el culto al fusil (porque “el poder viene del fusil” como se voceaba en la UASD y en los liceos públicos), y se llamó a los dominicanos a reinstaurar en el país una dictadura a la que se le daba apellido: “del proletariado”, “con respaldo popular”, “revolucionaria”, “de nuevo tipo”, etc. Y en eso, de nuevo, coincidieron con los intereses estratégicos de los trujillistas.

¿Cómo podía mejorar nuestra democracia si se le descartaba como modelo? ¿Quién la iba a defender si todas las fuerzas existentes en el país con cierta significación la menospreciaban y la consideraban inútil o innecesaria, considerando que lo que el país precisaba era instalar de nuevo una dictadura?

Ese fue el pecado en que todos incurrimos. Y el que nos hace responsables a todos los que sobrevivimos estos últimos 50 años de existencia republicana de que el trujillismo perviva como una amenaza para el país.

Y ahora mismo, disfrazado como radicalismo izquierdizante, enumerando las lacras y deficiencias que lastran nuestra democracia más formal que real, vemos cómo siguen en un ejercicio de trujillismo vergonzante haciendo causa común con los desembozados partidarios de reinstalar en el país el régimen de terror y oprobio del que el valor temerario y la determinación heroica de los héroes del 30 de Mayo nos libró.

¿USTED CREE QUE LA VERDAD DE LA GUERRA DE ABRIL SE CONOCE?

Voy a aventurar ahora una hipótesis que sospecho tiene fuertes posibilidades de ser verdad y que es probable que permanezca conveniente en la sombra: la real razón de que una buena parte de los militares que hoy pasan por “constitucionalistas” y “partidarios del retorno al poder de Juan Bosch” al poder se involucraran en la conspiración contra el “triunvirato” en 1964.

La revuelta militar y la guerra civil desatada en abril de 1965 ha sido mitificada y manipulada a conveniencia tanto por el PRD y las “izquierdas” a un grado tal que han escamoteado y estafado a este país la verdad de ese hecho histórico.

Se sabe que hubo un sector militar, encabezado por el coronel Rafael Tomás Fernández Domínguez, que hizo el compromiso de retornar al poder a Bosch. Y que hubo otro grupo, el llamado Grupo de San Cristóbal uno de cuyos líderes lo era el coronel Neit Rafael Nivar Seijas, partidario de la deposición del Triunvirato y la convocatoria a elecciones libres, pues tenía compromisos políticos con la candidatura del Dr. Joaquín Balaguer. Y aquí va mi hipótesis: hubo un tercer sector militar, que respondía a las órdenes de Ramfis Trujillo, comprometido en un plan inicuo de restaurar la dictadura trujillista y traer de nuevo al país al hijo mayor del dictador. Este sector se encubrió bajo el ropaje conveniente de los otros dos, pero tenía su agenda oculta. Y en particular creo que a este sector es que pertenecían Francis Caamaño (que partidario de Bosch no era en nada), Manuel Ramón Montes Arache (que cumplió para Ramfis una tarea inmunda: mandar a asesinar al héroe nacional Ángel Severo Cabral en 1965), Hernando Ramírez y otros.

Lavados por el “cloro revolucionario” del PRD y las izquierdas, estos militares trujillistas en forma alguna, llevados al nivel de “héroes nacionales”, no van a clarificar su posible papel en pro de la restauración del trujillismo en aquella conjura. Sin embargo, ¿podía Francis Caamaño ser partidario del retorno de Bosch al poder, cuando pidió en 1963 que “le dejaran al Ovejo para él tirarlo al mar”? El incidente en que Bosch dijo que él nunca se sentaría a la mesa a cenar con el hijo de Fausto Caamaño y en que Caamaño, irritado, pidió que le entregaran a Bosch para tirarlo por la borda de la goleta en que lo extrañaban del país estaba lo suficientemente fresco como para que Francis Caamaño cambiara sus simpatías y pusiera en riesgo su rango militar y su familia. Él tenía que tener otras motivaciones: su trujillismo (fue ayudante militar de Trujillo, un puesto altamente comprometer y era hijo del único secretario de las fuerzas armadas que no fue miembro de la familia Trujillo en los 31 años de la Era infame), tiene mayor posibilidad de ser. De una posición mimada, como hijo de Fausto Caamaño, ahora estaba en malas. El retorno de Ramfis aprovechando la destitución del Triunvirato sí podía motivarlo.

La conducta de Montes Arache revela claramente cuál era su compromiso. No sólo su pasado: fue de los implicados del atentado terrorista contra Rómulo Betancourt; tras el final de la guerra de abril fue la eminencia gris tras la turba que asaltó la residencia de la familia Cabral en Ciudad Nueva y el sufragante de los autores del asesinato del héroe del 30 de Mayo Ángel Severo Cabral, cumpliendo un pedido de Ramfis Trujillo de que se diera muerte a todos los que complotaron para matar a su padre.

Y posteriormente, estuvo implicado en la conjura que se montó para dar un golpe de estado (¿revolucionario?) a Joaquín Balaguer y reponer en el poder a Ramfis Trujillo, complot en que muchos militares “constitucionalistas” hicieron causa común con militares que lucharon en el bando del “gobierno de reconstrucción nacional”. Sólo el conveniente accidente en que perdió la vida Ramfis Trujillo (y que tengo la sospecha de que fue provocado, pues no es verdad que a los norteamericanos, avisados como estaban de la conjura, iban a permitir que un grupo de nostálgicos de la tiranía armaran otro rebú y desestabilizaran el país, sobre todo sabiendo, como sabían, las actitudes antinorteamericanas de Ramfis), hizo a Montes Arache desistir de su intención. Y la foto del supuesto “constitucionalista” en el sepelio de su líder real, Ramfis Trujillo, está ahí, para que nadie se llame a engaño.

Y por último, la carta de Hernando Ramírez a Ramfis Trujillo que aparece publicada en el libro de los archivos de Ramfis Trujillo entregados a Rodríguez Demorizi que editó el historiador y economista Bernardo Vega, deja bien claro que el cabecilla de la conjura militar no era un partidario del retorno de Bosch al poder sino un servil instrumento de las aspiraciones de recuperar el poder que exhibió poco después Ramfis Trujillo, animado por sus partidarios en las fuerzas armadas que le instaban a ello.

Ahí está mi hipótesis y algunos de los hechos en que se fundamenta. ¿Podrá ser probada? Lo dudo. Hay demasiados intereses envueltos. He públicamente y en persona reclamado a mi amigo, el poeta y político Tony Raful, que tiene una serie de datos sobre la conjura para dar un golpe de estado (¿revolucionario?) a Balaguer y reponer a Ramfis Trujillo, que los haga público. Pero eso, sin dudas, le crearía más de una dificultad en el PRD, partido que vive de mitos y mentiras. Así que creo que todo permanecerá convenientemente callado. Así es que se construye la “historia a la carta” que padecemos los dominicanos.

¿DÓNDE ESTOS RADICALES ANTIDEMOCRÁTICOS REVELAN SU TRUJILLISMO REAL?

Ya establecí que la prueba ácida, lo que deslinda a trujillistas vergonzantes o a las claras, de los que sostenemos en algo la bandera de la democracia y el honor legados por los héroes del 30 de Mayo es, precisamente, su valoración de la única acción histórica exitosa de carácter patriótico, la más importante y significativa, del siglo XX dominicano y de sus ejecutores.

Ramfis, Angelita y los Trujillo no sólo han pretendido eliminar físicamente a los que se conjuraron para eliminar a Trujillo (y el atentado contra el general Antonio Imbert Barrera en 1967 es, junto al asesinato de Ángel Severo Cabral, “Plutarco”, demostraciones de este plan criminal), también y, sobre todo, han urdido una estrategia de desinformación, calumnias, incriminaciones, acusaciones y una sórdida malla de infamias para enlodar sus figuras, retorcer sus motivaciones, empañar su acción y deslustrar su heroísmo.

Y a ese plan antinacional y antipatriótico se suman una serie de personajillos sin mérito ni moral, que atacan desde “el radicalismo izquierdizante” a los héroes del 30 de Mayo, en una operación de pinzas para hacer el ruido suficiente como para que el ejemplo de ellos en este quincuagésimo aniversario de la gesta heroica no prenda en la conciencia y el corazón de los dominicanos.

Todavía es todavía, y algunos implicados en la trama contra Trujillo prefieren mantener el anonimato, sabedores de que los Trujillo mantienen sectores incluso en las mismas Fuerzas Armadas del presente que sueñan con su retorno. ¿Acaso el presidente anterior no levantó a Angelita y a su esposo el impedimento de entrada y no le hizo una fiesta en la Base Aérea de San Isidro en que la orquesta de la aviación le tocaba a la hija del tirano los temas musicales trujillistas, violando el entonces presidente de forma descarada la ley 58-80, la Constitución de la República, ese pedazo de papel que una y otra vez ultrajó con sus prácticas autoritarias, y afrentando a tantas víctimas de los crímenes de la Era infame? Y no dudemos que los Trujillo aspiren a que una posible vuelta de “Papá” les premie con la derogación de la ley 58-80 y les dé carta blanca para sus planes de operar como partido político organizado en el país.

Sumarse de forma alegre a la campaña sucia contra los héroes del 30 de Mayo, haciendo causa común con Angelita Trujillo y su banda los desenmascara.

No sólo amplifican mentiras y calumnias contra los héroes del 30 de Mayo, también amplifican el mito del “período de mayor esplendor que jamás haya conocido la historia de la república”, ¿juicio valorativo basado en qué? ¡En el libelo trujillista de Angelita!

Cuando estudié Programación Neuro-Lingüística, PNL, una de las cosas que aprendí fue que ese tipo de juicio partía de la eliminación del referente comparativo, así que es conveniente desafiarlo: ¿período de mayor esplendor con respecto a cuál otro? Se trata de un mito mal disimulado, basado en que la mayoría de los dominicanos ni siquiera han conocido aquellos tiempos infames y cualquier mentira dicha puede pasar por verdad.

No es contra el pasado ni contra el futuro contra el cual debemos contrastar ese período, sino contra el mismo período en un país muy similar al nuestro, así que escojo a la Cuba precastrista. Y ahí se muestra, sin dudas, el formidable retroceso que significó el trujillismo para el país.

Mientras Cuba desarrollaba un empresariado nacional, aquí se descabezó toda posibilidad de tener uno. Mientras Cuba desarrollaba instituciones modernas, aquí se creaban mamotretos formales sin contenido, pues la voluntad omnipotente del tirano y su familia era la única institución, la única ley y el único derecho real. Mientras Cuba desarrolló una clase media pujante, aquí Trujillo y sus secuaces acogotaban al país.

El gusto por el fascismo y su parafernalia que es típica de los partidarios del totalitarismo, sea estalinista o pronazi, hace que los desfiles, los monumentos y edificaciones, los obeliscos y aquellas industrias montadas sobre el monopolio y leyes que les fabricaban un mercado por la fuerza al tirano (por ejemplo, montar una fábrica de pintura y lanzar una ley que obligaba so penalización de no hacerlo, a pintar el frente de las viviendas), sean vistos como pruebas de progreso. ¿En qué el obelisco o el Monumento a la Paz es prueba de progreso? ¿En qué lo es la Feria de la Paz y Confraternidad del Mundo Libre, aquella teatralización en que el tirano quiso halagar a su hija haciéndola sentir una Isabel II cualquiera, luego de su retorno de la coronación de la reina británica?

La total carencia de criterio de qué es lo que significa el desarrollo y el progreso de un país hace que se repita la atroz mentira del progreso bajo Trujillo. ¿Qué hubo obras públicas? ¿Oh, y acaso este no era el corral del tirano, su finca, su propiedad? ¿Qué pretendían, que en 31 años no hicieran ni una letrina?

A 50 AÑOS DE LA GESTA HEROICA UNA AMENAZA Y UNA TAREA PENDIENTE

Que todavía haya actores implicados en la trama del 30 de Mayo que prefieran el anonimato, como hizo ver el Dr. Eduardo Díaz, presidente de la Fundación 30 de Mayo en el conversatorio que se realizó en FUNGLODE el pasado jueves 26 de mayo, con la presencia del Señor Presidente de la República, no deja de alertarnos de los peligros que todavía persisten para nuestra frágil democracia.

El retorno de los servidores de Trujillo al poder en 1966, con el triunfo de Joaquín Balaguer, al que financiaron significó una involución del proceso democrático, una mediatización que caricaturizó la democracia naciente y la lastró con las viejas prácticas antidemocráticas de la tiranía.

No menos daño recibió la democracia de los errores cometidos por el principal líder de oposición, el escritor Juan Bosch, quien inició una feroz campaña contra la democracia y las elecciones, tildadas de “mataderos”, proclamando que el país lo que necesitaba era ¡una dictadura “con respaldo popular”! Ya supongo la risotada que tal disparate le provocó al entonces presidente Balaguer: ¡Juan Bosch promoviendo una dictadura en un país que recién se había librado de una bien larga, de 31 terribles años de duración!

Las izquierdas marxanas, por otro lado, denunciaban a la democracia y abjuraban de ella, proclamando la inutilidad de las elecciones (“¡Los electoreros son traidores!”), y promoviendo que este país lo que necesitaba era ¡una dictadura “del proletariado”!

La pervivencia de prácticas y esquemas culturales y políticos trujillistas hace que nos quede la tarea pendiente de liquidar el trujillismo de una vez por toda.

Hemos fracasado, quienes sobrevivimos a los héroes del 30 de Mayo en esa impostergable tarea, en esa responsabilidad que nos legaron. El mismísimo presidente de la República actual decía anoche, en el acto de inauguración del Museo de la Resistencia en la Arzobispo Nouel, evento al que tuve la cortesía de ser invitado por la Federación de Fundaciones Patrióticas a instancia de mi querido amigo Nelson Báez, hijo del héroe del 30 de Mayo Miguel Ángel Báez Díaz, que “todavía existen carencias que ameritan cambios y reformas” (Listín Diario, lunes 30 de mayo del 2011, Pág. 4A).

La alianza que en los hechos muestran los supuestos “radicales antisistema” con las huestes del trujillismo que encabeza Angelita Trujillo indica claramente que la amenaza del trujillismo es una realidad de la que no debemos descuidarnos.

Hay que educar a nuestra población, hay que asumir la responsabilidad de perfeccionar y profundizar nuestra democracia, destrujillizarla; hay que responsabilizarse del legado recibido y sellado con su sangre generosa y sus vidas, de los héroes del 30 de Mayo.

Y hay que cerrarle el paso al trujillismo, se declare de forma desembozada o nos llegue de manera taimada y vergonzante, disfrazado de crítica radical y “antisistema”.

Porque, como dijo el presidente Fernández anoche, tenemos actuar, los buenos dominicanos, para que se eleve y concretice “la sensibilidad y el compromiso para que jamás se repita en la República Dominicana la tiranía, la opresión y la dictadura”, y yo añado ni trujillista, ni del “proletariado”, ni “con respaldo popular” o cualquier otro apellido con el que quiera disfrazarse.

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