domingo, 16 de febrero de 2014

METERSE EN LÍOS POR DESCRIBIR LOS VÍNCULOS DEL CRIMEN


METERSE EN LÍOS POR DESCRIBIR LOS VÍNCULOS DEL CRIMEN


Roberto Saviano fue condenado a muerte por la Mafia napolitana, ya que escribió un libro: "Gomorra" en que fue más allá de lo prudente, citando nombres, lugares, acciones... Un libro incriminante.
Ahora vive escondido, protegido por un escudo policial (como si la Mafia no tuviera sus agentes en la misma carabinería, como si el crimen organizado no fuera parte misma del Estado, de sus instituciones, de su judicatura, de todo), con la esperanza de que anulen la orden, de que lo dejen vivir.
La Mafia, él bien lo sabe, tiene que dar un escarmiento para mandar un mensaje.
Tal vez lo que ahora vive sea suficiente: decirle a cualquier periodista el infierno en que pasará el resto de su vida si devela más allá de lo mínimo permitido, si pone en peligro el negocio.
Así vive, por igual, Salman Rushdie, el novelista hindú, nacionalizado británico, y contra el cual el todopoderoso ayatollah Jomeini dictó el 14 de febrero de 1989 una Fatwa, edicto religioso, instando a que fuera asesinado. Aquella aberración la leyó por Radio Teherán el mismo Jomeini, al considerar "blasfemo" contra el Profeta el libro Los Versos Satánicos de Rushdie.
Sea por razones de religión o por el crimen organizado, escribir a veces se torna en algo bien peligroso. Aquí algunos como Andrés Requena, el novelista dominicano asesinado por órden de Trujillo en New York el 2 de octubre de 1952 a manos del sicario Félix Wenceslao Bernardino Evangelista, padecieron su Fatwa caribeña. O aquel amigo de la buena vida a costillas del erario público que fue Ramón Marrero Aristy, también escritor, a quien le ensuciaron el agua con Trujillo (el chisme y la serruchadera de palo eran un deporte muy popular en tiempos de la tiranía. Todos veían al otro como un obstáculo y buscaban malquistarlo para granjearse ellos la simpatía del tirano. Y todavía esas prácticas perviven), y al que asesinaron y luego le simularon un "accidente automovilístico" por Constanza.
Más recientemente, dos periodistas, uno cercano al Poder (fue incluso amigo personal de Balaguer, representante político de Balaguer en Puerto Rico y miembro en sus inicios del Partido Reformista), Gregorio García Castro, mandado a asesinar por un sector militar de mucho poder y mayor letalidad el 28 de marzo de 1973, y dos años después, el 17 de marzo de 1975, Orlando Martínez, muerto igualmente por órdenes del mismo sector militar que dos años antes había dispuesto la muerte de García Castro, muestran claramente que a veces escribir es peligroso.
Sea la Mafia, el extremismo religioso o el Poder, ninguno permiten o gustan de otra cosa que no sea el servilismo, la subordinación, el abrillantar y exaltar conductas, el mentir y desinformar, el escribir al servicio de ellos, la abyección y el rebajamiento moral. Eso sí, lo premian: cargos, canonjías, puestos, pagos y sobornos. Se compra el silencio, pero mayormente se paga la complicidad, el cantar loas al ser iluminado que es el presidentico de turno, el patricio eclesiástico, el empresario bondadoso y dadivoso que es la imagen que el mafioso quiere brindar de sí mismo.
Encuerarlos y mostrar sus pústulas despierta sus iras.
Y salen las fatwas, las órdenes de matar. Y siempre aparecen quienes las ejecutan.

http://cultura.elpais.com/cultura/2014/02/15/actualidad/1392488387_415955.html

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