domingo, 24 de junio de 2012

Y EL PEPE MUJICA Y SUS TUPAHUANOS TAMBIÉN PIENSAN SALTARSE TRATADOS Y ACUERDOS INTERNACIONALES, PARA LEGALIZAR LA MARIHUANA


Y TAMBIÉN SE PIENSAN SALTAR LOS TRATADOS Y ACUERDOS INTERNACIONALES, PARA LEGALIZAR LA MARIHUANA
La Convención de Viena, de 1988, estableció un acuerdo internacional sobre el tráfico de estupefacientes y sustancias sicotrópicas. Uruguay suscribió ese acuerdo. Pepe Mujica y sus tupahuanos piensan saltársela, así como otros convenios.
Piensan aportar a la cultura política mundial el primer Estado Narcotraficante, que cultive, distribuya y comercialice marihuana.
Todo bajo la falaz excusa de que "se perdió la guerra contra el narcotráfico". ¿Según quién?
Si Colombia, México y otros países han padecido las acciones criminales del narcotráfico se debió a que los narcos fueron protegidos, favorecidos, estimulados, cuidados y apoyados desde el poder, ya que sobornaban y se mostraban generosos con sus ganancias.
Se les dejó operar hasta convertirse en ejércitos privados, gobiernos autónomos.
No se les enfrentó y reprimió a tiempo. Y, como la vida es dinámica, aquello produjo esto.
También es oportuno decir que las drogas fue empleada, sobre todo en las décadas del 60 y el 70 del siglo pasado como política de Estado para desactivar la protesta social y desviar el activismo político juvenil.
El ensayo lo iniciaron los gobiernos norteamericanos, que fomentaron la cultura de las drogas en el movimiento hippie y luego expandieron hacia el mundo la práctica que les resultó para amansar a sus jóvenes rebeldes.
Luego las izquierdas vieron las drogas como:
1. Un medio de socavar al "imperio" y golpearle
2. Una fuente de recursos y poder
Y de ser fuertes críticas a la difusión de los narcóticos pasaron a inmiscuirse en el negocio y a justificarlo.
La ventaja siempre es que, al vincular narcotráfico y política, cualquier persecusión siempre podría alegarse que era una persecusión por los ideales políticos y no por las prácticas delictivas.
Y ahora el destape del Pepe Mujica y sus tupahuanos, que aspiran a que el Estado uruguayo cultive, distribuya y venda marihuana, es como para orinarse de la risa, sino fuera por la tragedia que subyace: gente destruyendo sus cerebros con la aprobación estatal.
¿A cuántos años estamos del momento en que otra marcha como la del sábado 5 de mayo pasado en Montevideo pida sustituir el sol uruguayo por la hoja de marihuana? Los tecatos dan para eso y más.

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