¿HAY UN
PLAN PARA LEGALIZAR LA MARIHUANA MONTADO POR INTERESES QUE NO DAN LA CARA O NO?
VEAMOS
“En
Suiza, un parque llamado Platzpitz, se definió como lugar de tolerancia para
usar drogas. En 1987 tenía 300 visitantes permanentes. Para 1992, eran 20 mil.
En 1992 tuvieron que cerrar el parque, como única forma de acabar con el
lastimoso espectáculo de gente inyectándose y drogándose a toda hora.”
Gerardo Ochoa Vargas
“Nos toman por idiotas. La mentira de la despenalización del consumo de drogas”.
No
seamos ingenuos, cuando el río suena, agua trae. Cuando se monta una campaña
como la que se tiene montada y que congrega los 7 de mayo, desde el 1999 a
miles de tecatos para promover la legalización de la marihuana (paso previo a
la legalización de otras drogas), con mil y una justificaciones,
argumentaciones y hasta con desinformación y exageraciones, uno tiene siempre
que preguntarse: ¿qué intereses subyacen? ¿Quiénes serían los beneficiarios?
¿Quiénes subsidian y dan soporte financiero a la campañita?
Ya
hemos visto a expresidentes como César Gaviria, de Colombia, Ernesto Zedillo,
de México, Fernando Enrique Cardoso, de Brasil, Vicente Fox, de México, que
cuando gobernaron no lo hicieron, promover que las drogas sean legalizadas o “reguladas”,
un eufemismo para salvar la cara.
El
presidente de Guatemala, Otto Pérez Molina, favoreció “despenalizar las drogas”,
al igual que el de Colombia, Juan Manuel Santos, y, en poco tiempo, el de
Uruguay, José Mujica, lo presentó como proyecto de ley, y su ministro de
Defensa declara que será “una causa internacional del Uruguay”.
Súmeles
los apoyos de personalidades mediáticas como el cantante Juanes, el
exsecretario general de la ONU Kofi Annan, escritores bien conectados como
Mario Vargas Llosa, Richard Branson, fundador de Virgin Group, la ex alta
comisaria para los Derechos Humanos de la ONU, Louise Arbour; el ex
representante de asuntos exteriores de la Unión Europea, Javier Solana y el ex
presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, Paul Volcker.
Se
trata, de seguro, de “una idea cuyo tiempo ha llegado” o, quizás, de un mercado
a cuyo potencial se le quiere hincar el diente.
Y
conocido el hecho de que “por la plata baila el mono” y también por la plata
muchos opinan, promueven y abogan, siguiendo aquella cínica frase de un corcho
mayor, Arturo Logroño, que le dijo a Trujillo que el gorrión para cantar
necesita alpiste, tenemos que preguntarnos ¿quién pone el alpiste para que la
orquesta esté tan afinada tocando la misma melodía?
El
periodista Gerardo Ochoa Vargas, de México, difunde unos datos que nos deben
servir como contraste a las argumentaciones de los que se suman
irreflexivamente a la campaña internacional por legalizar las drogas.
Dos
párrafos de su lúcido artículo son
lapidarios. Veamos:
“
Los promotores de la legalización dicen que las drogas legales, alcohol
y tabaco, matan mucha más gente que las drogas ilícitas, y es cierto. Pero no
mencionan que eso es en un contexto de prohibición. Si se legalizaran, la
mortalidad crecería enormemente. Estas sustancias alteran gravemente la
conducta. Cerca del 70 por ciento de los presos en 12 áreas metropolitanas de
Estados Unidos cometieron su delito bajo influencia de las drogas. Un tercio
las había usado inmediatamente antes. El 28 por ciento de los homicidas y el 20
por ciento de los violadores cometieron sus delitos bajo influencia de drogas.
En el 80 por ciento de los casos de maltrato infantil en que el niño murió, el
agresor se encontraba bajo influencia del crack.
Es ingenuo pensar que un narcotraficante, que se ha dedicado al delito
buena parte de su vida, se convertirá en un respetable hombre de negocios o
que, al menos, dejará su actividad ilegal. Si todas las drogas no se legalizan
absolutamente para todos con el mismo precio, el esquema fracasará. Si no se
legalizan para los niños, o no se legalizan las mal llamadas drogas duras,
entonces no faltarán delincuentes que se las vendan. Y el esquema, insisto,
fracasará en ese caso en su faceta de inhibir al narcotráfico, porque la
epidemia de adicciones y toda la mortalidad relacionada con la droga ahí
estaría.”
Pero,
admito, aquí podremos cantar aquella canción de la Trova castrista: “No lo van
a impedir”. Así que nada de lo que yo escriba o argumento va a impedir que ese
despropósito ocurra.
Como a
los políticos les encanta disfrazar con “apoyo de masas” sus medidas (por lo
general, contra los mismos que vociferan, aplauden y alaban), el plan de
legalización de la marihuana y otras drogas (hay quienes plantean
despenalizarlas todas, que todo se vuelva alucinación, gente drogándose a
diestra y siniestra), la Global Marijuana March, GMM, o Marcha Mundial de la
Marihuana, condujo el primer sábado de mayo a miles de adictos en más de 420
ciudades y en 71 países del mundo a gritar a voz en cuello que se legalice el
cultivo, distribución y comercialización de marihuana.
El
presidente uruguayo pretende que el Estado sustituya y compita con los narcos
en un esquema ingenuo y destinado al fracaso, orientado a incrementar las
recaudaciones fiscales y a gravar la tecatería.
Ya el
alcalde de Rasquera, Bernat Pellisa, en España, logró un sólido 56.3% de
aprobación a su propuesta de que la comunidad facilitara terrenos a la Asociación
Barcelonesa Cannábica de Autoconsumo (ABCDA), para que cultivara marihuana, con
la excusa de que “supondrá la creación de 40 puestos de trabajo y permitirá
ingresar 1,3 millones de euros (1,7 millones de dólares) en dos años.”
Y de
seguro los políticos, que han instrumentalizado la marihuana y otras drogas
como medio de desactivar la protesta social y la inclinación contestataria de
los jóvenes, desviándolos a los paraísos artificiales de los narcóticos, en
nada se sienten molestos porque, adjunto a ese beneficio, masas domesticadas,
sumergidas en sus alucinaciones y delirios, ineptas para la lucha social,
también venga una jugosa fuente de ingresos para las arcas del Estado y sobre
todo, y principalmente, las propias.
Pero a
lo que voy es que se trata de un plan ingeniosamente orquestado y cuyos
financiadores se mantienen en bajo perfil.
¿Quiénes
serían? En mi modesta opinión, las grandes corporaciones multinacionales que
ven en un mercado de más de 224 millones de adictos, una fuente billonaria de ingresos que bien vale la pena
captar.
Las
condiciones están más que maduras.
Expresidentes,
presidentes en ejercicio, faranduleros como Juanes, empresarios como Branson,
intelectuales como Vargas Llosa, personalidades mediáticas como Kofi Annan,
toda una vasta vocinglería de artífices de opinión pública están dedicadas a
justificar de mil y una manera que eso conviene.
Incluso
animan a Barack Obama para que se sume y despenalice oficialmente la marihuana
para todos los Estados Unidos. Es más, lo colocan como algo en lo que está de
acuerdo la mitad de la población y que le daría la ventaja electoral en los
próximos comicios.
Y si
usted tiene alguna duda, observe esto: Time, revista que expresa los intereses
de las grandes corporaciones norteamericanas, está 100% comprometida en la
campaña. Vean, si no artículos como “Marijuana Should Be Decriminalized” o
“Uruguay’s Plan to Legalize Marijuana Sales: Should
the Rest of the World Follow?” para que entendamos qué se mueve.
A fin
de cuentas, Pepe Mujica terminará haciéndole el trabajo sucio “a la derecha” y
sirviendo a los planes siniestros de las grandes corporaciones por ir a lucrar
a costillas de más de 224 millones de adictos emperrados por la yerba.
Paradojas
de la vida, ¿eh?
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