LA
MAFIA METALERA Y SU IMPACTO
Hace
tal vez quince años o más, se comenzó con el lucrativo negocio de desmantelar
el tendido telefónico y quemarlo para separarle el caucho del aislamiento, de
manera que se tenía al cobre que era luego vendido a metaleros para exportarlo
a otros países.
Codetel
y Tricom, las dos compañías que poseían tendido telefónico fueron robadas y
abusadas frente a la total indiferencia de las autoridades. Si no, pregúntese
cuántas personas fueron apresadas, entre los desmanteladores y los
"exportadores" de cobre, por sus desafueros.
Luego
siguió la CDEE.
Aprovechando
los apagones, se encaramaron y robaron cables eléctricos.
Y de
ahí en lo adelante, al ver la pasividad oficial, la impunidad con que esas
tropelías eran tratadas, la depredación subió de nivel y otros actores, dado lo
lucrativo del negocio: "marotear" metales, entraron en acción.
Ya hay
toda una industria montada.
Sin
tener mina alguna de cobre, somos un gran exportador de cobre a costillas de
las telefónicas y la CDEE.
Antes,
se depredaban tapas de filtrantes y alcantarillas para fundirlas. Ahora verjas,
puertas metálicas, bustos, tarjas... Y todo eso contó con la indiferencia
oficial.
Para
colmo, nuestros legisladores, dados a levantar la mano, politiquear y no pensar
mucho o nada, aprobaron un Código de Protección al Delincuente que facilitó que
la impunidad campeara.
Los
sometimientos se hacían inútiles.
Y los
policías, como máximo, ayudaban a que fiscales y jueces "picaran" lo
suyo, ya que los puestos son para lucrarse, no para servir ni cumplir nada.
Las
leyes son para el infeliz o para quien no paga.
Ahora
desmantelan torres eléctricas y puentes, actos abiertamente de terrorismo, no
ya simples hurtos o ratería, pues ponen en peligro las vidas de los ciudadanos.
Aquellos
vientos trajeron estas tempestades.
El
concepto indecente de que Codetel y Tricom eran ricos y que eso no era nada
creó verdaderas estructuras delictivas habituadas ya a depredar y lucrar
despojando al Estado, a las empresas y a los ciudadanos. Auténticas mafias.
Y con
complicidades y apañamientos oportunos en las estructuras punibles del Estado.
Y un Código de Protección al Delincuente que los favorece.
Así
que, no nos queda más que decir: "Y ahora, ¿quién podrá
defendernos?".
Peor
todavía, el Chapulín Colorado ya se retiró de la televisión.
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