SI SE
FRACASÓ, ¿CÓMO ES QUE PIENSAN "CONTROLARLA"?
Hay
algo que se llama sentido común y otra cosa que se llama lógica.
También
está la capacidad humana de prever y anticipar.
Todo
funciona con preguntas, pues las preguntas son los únicos activadores del cerebro.
Y las preguntas, sobre todo las incómodas, nos obligan a explorar con valor las
opciones y sus posibles consecuencias, antes de tomar una decisión.
En
Uruguay aprobaron el plan de José Mujica de legalizar la marihuana,
supuestamente para darle una opción "light" a los tecatos de manera
que no sigan consumiendo pasta base de cocaína.
¿Qué
les asegura que todo una estructura de producción, distribución y
comercialización de estupefacientes dejará de existir, simplemente porque el
Estado quiera distribuir 40 porros por mes a tecatos previamente registrados?
Nada.
¿Dejarán
los consumidores de pasta base de cocaína de consumir el narcótico para buscar
consuelo legal en la marihuana? No, seguirán en lo mismo.
¿Limitarán
los marihuaneros su vicio a los 40 porros de cantidad tope que el gobierno les
autoriza? No creo.
Ya
ellos se habituaron a comprar y consumir a espaldas del gobierno, tienen
vínculos con redes de comercialización y no van a reducir o limitar su vicio a
lo que el Estado uruguayo quiera imponerles.
¿Renunciarán
los narcos a su lucrativo negocio? ¿Desmantelarán sus laboratorios?
¿Abandonarán su actividad? ¿Evolucionarán a dueños de estanquillos oficiales
para vender marihuana? ¿Qué le dicen la lógica y el sentido común a usted?
Así
que, previsiblemente, las cosas cambiarán poco, salvo que si se relajan los
mecanismos de represión y persecusión, habrá más cancha para que los narcos
hagan su deletérea tarea de enviciar y degradar personas.
El
"enganche" a las drogas se hace, y se seguirá haciendo, en liceos,
colegios, escuelas y esquinas. Es algo que ocurre en la preadolescencia y la
adolescencia. Entre los 12 y los 19 años, básicamente. Es en ese período en que
los niños empiezan a destetarse emocionalmente y socialmente de sus padres, a
explorar el mundo y construir relaciones sociales externas a la familia, y que
quieran experimentar, incluso hacer cosas prohibidas, en que los narcos
"enganchan" a las drogas, dándolas a probar, a sus futuras víctimas.
Eso
seguirá siendo así, pues si la persona no cayó en vicios antes de los 20 años,
difícilmente los adquiera después.
¿Se
reprimirá y sancionará el enganchar preadolescentes y adolescentes a las drogas
o se les permitirá a los narcos hacerlo? De eso fundamentalmente trata la
guerra al narcotráfico: de impedirles a las pandillas de narcotraficantes
seguir enviciando y arrastrando al abismo a jóvenes inexpertos e incautos.
Y como
en los tecatos se da que se elevan los umbrales de tolerancia, como sucede con
el alcohol en que, a mayor consumo se demanda mayor cantidad para alcanzar
igual nivel de intoxicación, ¿quienes tienen tan escasa fuerza de voluntad que
un porro puede más que ellos, tendrán la fuerza de voluntad para limitar a los
40 porros aprobados su vicio?
Así
que, ¿en qué disminuirá la necesaria persecusión y represión, la guerra al
narco? Tendrá obligatoriamente que proseguir, ahora complicada por perseguir a
los que se fumen más de 40 porros, a los que comercialicen sus porros, a los
que vendan a compradores no autorizados, a los que participan en el proceso de
cultivo, distribución y comercialización y distraigan parte del producto o las
ganancias (y ya ustedes saben cómo son las cosas cuando son el alma, la cosa
pública siempre tiene gente que quiere hacerla cosa privada, jejejeje).
Seguirán
los narcos haciendo su labor deletérea en esquinas, colegios, liceos, escuelas,
donde quiera que preadolescentes y adolescentes se reúnan y socialicen sin el
control estrecho de sus padres o de un adulto responsable, enganchando nuevas
víctimas, engrosando el número de viciosos.
Y
tendremos que oír a Mujica mugir: "Nos equivocamos. Fue un error.
Perdónennos." O quizás no. Como no vivo en Uruguay, país donde tengo, eso
sí, muchísimos amigos queridos que me aprecian y a los que aprecio, no sé si ya
él, el Pepe Mujica, el "presidente más pobrecito de América" según la
tenaz campaña de relaciones públicas montada al efecto, dijo esas tres frases
con respecto a su pasado como terrorista tupamaro, cuando asesinaban humildes
policías y soldados uruguayos, atracaban y cometían mil y una diabluras,
buscando provocar, como lo lograron hacer, a las Fuerzas Armadas a que se
embarcaran en aquella guerra sucia de tan trágicos y amargos resultados.
Dudo
que lo haya hecho. No suele ser un rasgo decente de la izquierda el admitir sus
tremendos errores.
Con
esta vaina será igual, pienso.
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