HABRÁ
EN CHINA UN CHEN CAO PARA EL CASO DE BO XILAI
Las
luchas intestinas en el PCCh arrecian. El último en caer es Bo Xilai, a quien
han destituido de sus altos cargos y hundido políticamente.
El
Partido Comunista Chino es un partido elefantiásico, un dinosaurio que maneja
al país más poblado del mundo y la que se presume será la mayor economía
mundial.
Aquel
partido único, pasó de la fraseología extremista de Mao Zedong y sus
improvisaciones fallidas, con los millones de muertos provocadas por aquellas
iniciativas carentes de sentido, como El Gran Salto Adelante o la Revolución
Cultural, al pragmatismo que le imprimió Den Xiaoping, quien no tuvo empacho en
decir que "hacerse rico es glorioso" y lanzó iniciativas para sacar a
China de la postración económica provocadas por los desaciertos maoístas, el
PCCh ha ido convirtiéndose en una gran corporación económica, política y
militar, y las ambiciones se destapan.
Tal vez
la visión más aguda, multilateral y emocionante de los dilemas en que se debate
esa sociedad y aquel partido se dé en las novelas de Qiu Xiaolong que hemos
compartido en Muestrario de Literatura.
Qiu
tiene un personaje, el inspector jefe Chen Cao, que tiene que descubrir
crímenes complejos en que participan o que salpican a altos cargos políticos y
el inspector tiene que moverse con suficiente destreza para no ser víctima de
su propia eficiencia.
La
corrupción perseguible es la pequeña, la de los rateros.
Nunca
la alta.
Habrá
que lograr que un inspector jefe Chen emerja en China. El asunto es que todos
están implicados en la cogioca. Son mafias internas que pulsean por controlar
ese aparato de dominio y lucro que es el PCCh.
Bo
Xilai, como Trotsky en su tiempo, simplemente perdió la partida de adversarios
más astutos e implacables.
No por
ello era menos bandido ni menos culpable.
Ni más
ni menos.
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