LA
RAMPLONERÍA DE NUESTRA EDUCACIÓN AL DESCUBIERTO
Lamentablemente
nuestras universidades avergüenzan.
Su
oferta académica ajena a nuestra realidad, sus demandas y oportunidades.
Su
personal docente de escasa calificación.
Sus
modelos educativos abiertamente obsoletos.
Su
proclividad a funcionar como fábricas en serie de analfabetos funcionales que
son estafados en su intención de adquirir conocimientos, destrezas y
experiencias básicas para insertarse con éxito en el mundo productivo.
Su
tendencia a operar de espaldas a la ciencia, la tecnología y las corrientes
pedagógicas modernas.
La
educación ha devenido un fraude mayúsculo en perjuicio de los estudiantes y sus
padres.
En
perjuicio del país que ve proliferar ineptos togados. Incompetencia avalada por
un título. Incapacidad incluso de pensar con cierto nivel de sentido y lógica
certificadas con una licenciatura.
Ya en
una ocasión se llegó a comerciar con títulos inorgánicos.
En esas
prácticas anduvieron los Lockward y aquel mamotreto de universidad que
montaron, encompinchado con el peruano Pedro de Messones, viejo calié
trujillista. Así hubo otras.
El
escándalo trascendió y hubo que cerrarlas.
Y no
hablemos de ese elefante blanco que es la universidad pública.
Hay
noticias que nos retratan crudamente. Como esta.
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