viernes, 14 de septiembre de 2012

¿CUÁL ES EL ORIGEN DE LA VIOLENCIA?



¿CUÁL ES EL ORIGEN DE LA VIOLENCIA?
El poeta Javier Sicilia anda por Washington pidiendo a los norteamericanos que legalicen las drogas para "detener la violencia que ellas causan".
Es una acción bien intencionada pero mal enfocada.
No es la prohibición de las drogas la que produce la violencia sino la lucha feroz entre cárteles por controlar territorios, mercados y vías de trasiego.
También es cierto que autoridades civiles, policiales y militares se han confabulado con los barones de las drogas, sirviéndoles como testaferros, sicarios y padrinos.
Se agita la matraca de la llamada "guerra contra las drogas", como si los narcos no actuaran de manera pública y desembozada. 
Los puntos de drogas operan de manera abierta.
Los microtraficantes, apandillados, son dueños de barrios y tienen sobornados a los policías del lugar.
Y la violencia ocurre porque la ambición hace que quieran dar tumbes o despojar de una zona a una banda más débil.
¿Cómo evitaría que eso ocurra el hecho de que las drogas se legalicen? 
Habría que aceptar que las bandas tienen todo el derecho de hacer lo que les venga en ganas.
Y que el Estado se abstendría de intervenir.
Permitir la Ley del Más Fuerte en beneficio del grupo más despiadado.
En suma, regalarles el país a los narcos, más de lo que se le ha regalado, que ya es mucho.
Las drogas, sabemos, las van a legalizar porque en su despenalización las grandes corporaciones y las burocracias políticas cifran la posibilidad de capear la actual crisis financiera mundial.
Entienden que todos esos billones de dólares bien podrían engrosar las arcas de corporaciones, bancos y gobiernos.
¿Eliminaría esa despenalización la acción de los cárteles? En modo alguno.
La obligatoria reglamentación de la producción, distribución y comercialización (incluyendo el consumo), crearía el espacio natural para que las bandas pervivan.
Y las haría más violentas, para defender sus mercados, sus negocios, sus ingresos, afectados por corporaciones privadas y gobiernos que irían tras ellos.
El problema mayor es la complicidad de políticos, jerarcas policiales y militares con los cárteles y su participación activa en las guerras por dominar mercados, territorios y vías de acceso.
Ese, no otro, es el problema en México, en Colombia, en República Dominicana y en mismo Estados Unidos.
Demasiado dinero envuelto para que personas que ganan salarios insuficientes no sean tentados. Demasiados intereses que le parten el cuello a todo aquel que interfiera.
Una de las que marcha con Sicilia en Washington, María Guadalupe, denuncia cómo su hermano, el teniente de infantería Miguel Orlando Muñoz Guzmán, fue desaparecido luego de que denunciara los vínculos entre los comandantes de Chihuahua y Ciudad Juárez con uno de los cárteles de las drogas. Y cómo en el ejército mexicano falsificaron la firma para hacerle creer que él había desertado. El gobierno de Felipe Calderón no movió un dedo para averiguar la suerte del oficial mexicano. A ese grado llega la complicidad.
Ahora, tras la caída de uno de los cabecillas del Cártel del Golfo, se prevee una lucha entre los cárteles de Sinaloa, los Zetas (ex-policías de las fuerzas especiales que actuaban como sicarios y se independizaron) y los remanentes del Cártel del Golfo por controlar esa ruta.
Pero Juan Nepomuceno Guerra en los años ´70, todo un padrino local, actuaba públicamente como juez y señor en Tamaulipas. Y búsquenlo: gobernadores, jefes militares y policiales, políticos locales, todos comían de su mano. Fue el fundador del Cártel del Golfo.
No ha existido ninguna guerra contra las drogas. Sí ha existido guerra entre cárteles por controlar el negocio y complicidad mayúscula de organismos que debían combatirlos y proteger a los ciudadanos.
Pregúntese, si no, por qué si Quirino, el coronel Nin, Figueroa Agosto, "Toñoleña" y demás han caído en manos de la DEA, hecho acuerdos con la fiscalía norteamericana y "confesado", aquí no se conoce del primer funcionario civil, policial o militar destutanado por complicidad y encubrimiento. Porque hablaron, su confesión fue la base de la ligera penalización recibida.
¿O se los llevaron precisamente para que no hablaran?
http://www.el-nacional.com/noticia/52242/24/el-violento-futuro-del-cartel-del-golfo.html

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