AQUÍ HAY QUE PROCESAR TAMBIÉN A VARIOS
La
condena del general (r) José Efrain Ríos Montt, ex-dictador guatemalteco, por
los atroces crímenes de lesa humanidad cometidos bajo su mandato en contra de
la mayoría indígena guatemalteca, bajo la excusa de luchar contra la guerrilla,
es un paso de avance hacia la decencia, el Estado de derecho, el respeto a los
derechos civiles, constitucionales y humanos, y contra la impunidad.
Es
inaceptable y totalmente reprobable que el Estado viole sus propias normas
éticas y de salvaguarda de la integridad de todos sus ciudadanos bajo el
pretexto de que se lucha contra los violentos que actúan de manera semejante.
Aquellos
crímenes contra campesinos y gente humilde, aquellos excesos imperdonables,
tienen que ser castigados.
¿Que
los terroristas y violentos de la izquierda extremistas incurrían en masacres
iguales o peores? Sí, es verdad. Su estrategia es someter por el terror a la
población, obligarla por el terror a subordinarse. Pero eso no da derecho a
violentar la legalidad que da sentido y propósito al Estado.
Hacerlo
retrotrae todo a la ley de la selva y desata lo peor en individuos llamados a
preservarles y defenderles sus vidas y haciendas a los ciudadanos, aún sean
humildes, o de etnias sometidas.
Las
acciones que se verificaron en Guatemala fueron típicamente genocidas.
Y Ríos
Montt fue el responsable mayor de ellas.
También
aquí faltan juicios y condenas, incluso en defecto o póstumas, que
ejemplifiquen que ciertas acciones tarde o temprano son condenadas por la
sociedad.
Demasiados
criminales impunes.
Demasiados
abusos tapados.
Ahí
están los crímenes del trujillismo, impunes aún, incluyendo genocidios y
masacres.
O los
cometidos en la Operación Limpieza.
O
aquella masacre de 1984 irresponsablemente ordenada por Jorge Blanco.
Demasiada
impunidad.
Demasiada
complicidad.
Demasiada
permisividad y abuso.
Nos
faltan personas de honor que hagan lo mismo acá.
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