lunes, 13 de mayo de 2013

AQUÍ HAY QUE PROCESAR TAMBIÉN A VARIOS



AQUÍ HAY QUE PROCESAR TAMBIÉN A VARIOS
La condena del general (r) José Efrain Ríos Montt, ex-dictador guatemalteco, por los atroces crímenes de lesa humanidad cometidos bajo su mandato en contra de la mayoría indígena guatemalteca, bajo la excusa de luchar contra la guerrilla, es un paso de avance hacia la decencia, el Estado de derecho, el respeto a los derechos civiles, constitucionales y humanos, y contra la impunidad.
Es inaceptable y totalmente reprobable que el Estado viole sus propias normas éticas y de salvaguarda de la integridad de todos sus ciudadanos bajo el pretexto de que se lucha contra los violentos que actúan de manera semejante.
Aquellos crímenes contra campesinos y gente humilde, aquellos excesos imperdonables, tienen que ser castigados.
¿Que los terroristas y violentos de la izquierda extremistas incurrían en masacres iguales o peores? Sí, es verdad. Su estrategia es someter por el terror a la población, obligarla por el terror a subordinarse. Pero eso no da derecho a violentar la legalidad que da sentido y propósito al Estado.
Hacerlo retrotrae todo a la ley de la selva y desata lo peor en individuos llamados a preservarles y defenderles sus vidas y haciendas a los ciudadanos, aún sean humildes, o de etnias sometidas.
Las acciones que se verificaron en Guatemala fueron típicamente genocidas.
Y Ríos Montt fue el responsable mayor de ellas.
También aquí faltan juicios y condenas, incluso en defecto o póstumas, que ejemplifiquen que ciertas acciones tarde o temprano son condenadas por la sociedad.
Demasiados criminales impunes.
Demasiados abusos tapados.
Ahí están los crímenes del trujillismo, impunes aún, incluyendo genocidios y masacres.
O los cometidos en la Operación Limpieza.
O aquella masacre de 1984 irresponsablemente ordenada por Jorge Blanco.
Demasiada impunidad.
Demasiada complicidad.
Demasiada permisividad y abuso.
Nos faltan personas de honor que hagan lo mismo acá.

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