LA PROSTITUCIÓN INFANTIL EN CUBA Y EL TURISMO PARA IR A
"RETOZAR" CON MENORES. TAMBIÉN SUCEDE AQUÍ.
Los
gobiernos de nuestros países, mientras hacen discursos estentóreos y
demagógicos, nos venden por divisas y usan a nuestros pobres como carne de
cañón, cuerpos para la lujuria o la depravación o la codicia de extranjeros
dispuestos a pagar.
Toda la
retórica seudorevolucionaria de la tiranía castrista se estrella contra la
realidad de la prostitución infantil que asola aquella isla, espoleada por la
miseria y la pobreza extremas que padece su población.
Los
Castro se hacen de la vista gorda y personajes tan asqueantes como James
McTurk, el pedófilo canadiense que acaba de ser enjuiciado por turismo sexual
en Cuba, en Canadá, no en Cuba que lo permitía (con consciencia de ello, pues
como Estado policial graban y controlan esas inconductas para luego chantajear
con ellas), abundan.
Aquí
mismo, dominicanos viajan a Cuba a turismo sexual por chilatas.
Y a
nuestro país vienen a lo mismo.
Discursos
altisonantes y prácticas nauseabundas. Palabrería huera y comercio humano.
Ahora
veremos cómo justificarán al camarada McTurk, con su imagen del Che, víctima de
la "justicia imperialista" por vivir según la consigna Hasta Los
Menores Siempre!!
¿Al
camarada James McTurk le montarán también su Comité Pro Libertad, le escribirán
poemas, dedicarán actos y se hará recolección de firmas? ¿Lo declararán héroe
socialista? ¿Dirán que es víctima de una conjura por su identificación con la
revolución cubana? ¿O callarán?
Ahoritica
McTurk se dispara con una arenga denunciando la moral imperialista y
reivindicando el derecho al placer sexual de los menores de edad y su derecho a
elegir a viejos verdes como él. A la vez, condenará la discriminación sexual
por edad y reclamará el mismo trato que reciben figurones pedófilos, como el
cineasta Polanski, que padece la misma proclividad.
En su
momento denuncié la impunidad en el caso de Roman Polanski, quien sedujo a una
menor con promesas de llevarla al estrellato y se fugó de los Estados Unidos.
La pedofilia no es una enfermedad, es una elección conductual, una proclividad
porque está vinculado, al igual que la violación, más al poder que al sexo. No
es tanto placer sexual como el placer de sentirse al margen y por encima de
toda norma de convivencia, de toda regla moral, y tener a su merced a otro ser
humano sobre el cual se ejerce la lascivia y la depravación, sintiendo que está
libre de castigo. Sólo hay una solución: hacerle sentir que la sociedad no
tolerará esa conducta y penalizarla con rigor. No es "salvar" al
pedófilo de su vicio, sino a sus víctimas de su aberración lo que realmente
cuenta. Si no es se es capaz de convivir respetando los derechos, fueros y la
integridad de los demás, entonces la sociedad tiene que apartar y aislar a la
bestia, para protegerse a sí misma.
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