BÁSICOS
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¿QUÉ SUCEDE CUANDO NOS AFILIAMOS AL NEGOCIO?
Precisamente, cuando nos afiliamos al negocio, cuando
nos asociamos, la falta de conocimiento y experiencia como empresario es
nuestro principal inconveniente.
Nos entusiasma la idea de ser dueño de nuestro propio
negocio.
Nos anima la posibilidad de lograr libertad financiera
para nosotros y nuestra familia.
Nos emociona el sueño de ser diamantes, viajar el
mundo, ganar mucho dinero.
Nuestros sueños y aspiraciones de infancia reverdecen.
Nos sentimos capaces de lograr la meta, construir un
equipo.
De hecho, de inmediato pensamos que nuestros
familiares, amigos, vecinos y conocidos, desde que les expliquemos que también
ellos podrán ser dueños de negocio, lograr libertad financiera, viajar el
mundo, ganar mucho dinero y vivir una calidad de calidad, secundarán nuestros
propósitos y se afiliarán con nosotros.
O por lo menos nos apoyarán y se convertirán en
nuestros clientes, porque nos quieren y aprecian.
Y ahí llega el primer trancazo, las primeras
decepciones, a las que muchos no sobreviven.
Esos amigos, parientes, vecinos entrañables, esa gente
que creíamos que nos quería, apoyaba y respaldaba incondicionalmente, son las
primeras que se ríen de nuestra “candidez”, rechazan nuestra proposición, se
niegan a comprarnos y nos aconsejan salir “de esa pirámide”.
¿Sería que de verdad nos engañaron y caímos de bobos
en una “pirámide”?
Nuestra falta de conocimiento y experiencia de negocio
aquí nos desconcierta y nos sentimos asustados y arrepentidos.
Algunas personas se evaporan, desaparecen del mapa, no
contestan llamadas, no se dejan ver.
Dejan que personas sin conocimiento y experiencia de
negocio sean quienes las asesoren, aconsejen y tomen decisiones por ella.
Primer gran bache a sortear.
¿QUÉ PASA CON LAS QUE SOBREVIVEN A ESA DURA EXPERIENCIA DE FALTA DE
APOYO?
Una parte deserta y se hace invisible, pero hay otra
parte que persiste y se dispone a “demostrarles” a esos parientes, vecinos,
amigos y conocidos que ellos eran los que estaban equivocados.
Muestran carácter e independencia de criterio, algo de
lo que carecían los que se dejaron guiar por las opiniones superficiales y
equivocadas de su círculo social.
El asunto es que la decisión es importante, pero no
sustituye ni elimina la necesidad de la preparación.
Y entonces hay algo que nos juega un trastada: el ego.
Resulta que podemos ser personas con mucha preparación
como especialistas, pero si no hemos sido nunca empresarios, no somos generalistas.
Podemos creer que porque hemos alcanzado posiciones
ejecutivas en una compañía y tenemos un gran salario, una gran oficina,
excelente paquete de compensaciones, un cargo glamoroso, etc., ya tenemos los
requisitos que se necesitan para triunfar en la nueva economía.
El asunto es que carecemos de formación empresarial,
incluso si tenemos pequeños emprendimientos o negocios, porque estos suelen
depender precisamente de que somos “especialistas”. Por ejemplo, un abogado
puede ser dueño de su propio bufete, un odontólogo de su clínica odontológica,
un contador de su oficina de servicios de contabilidad, y aún así no son
generalistas, sino especialistas que operen como suplidores independientes de
servicio.
Pero el Ego nos hace creer que si tuvimos éxito como
especialistas, con poco esfuerzo tendremos éxito en un negocio de la nueva
economía.
Y nos hacemos expectativas de triunfo fácil.
La realidad nos muestra que no es tan sencillo, tan
rápido, tan fácil.
Y eso desalienta y hace desertar a otros.
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