UNA OPINIÓN DE MI AMIGO LING ALMÁNZAR SOBRE EL 30 DE
MAYO, Y UNAS PUNTUALIZACIONES OPORTUNAS DE MI PARTE.
LING ALMÁNZAR ESCRIBIÓ:
30 de Mayo: el crimen heroico
Nuestra memoria histórica es un cántaro vacío: frágil y hueco, requiere tiempo y dimensión para llenarse. Ciertos hechos aún se pierden en la vergüenza y el deshonor. Todo conspira contra la verdad: componendas, amarres familiares, tretas y distorsiones -más conscientes que inconscientes. Nuestra historia oscila entre las sombras y el desaliento: somos desmemoria y desventura. Sólo ahora, medio siglo después, el tiranicidio cobra su verdadero sentido. Ahora descubrimos las verdaderas motivaciones: venganza de sangre, recuperación del honor, restitución de la dignidad. En lugar de patriotismo, encontramos una trama de enconos personales. Los ajusticiadores actuaron por instinto sangriento: fueron presas de las pasiones humanas. Antonio de la Maza vengó a su hermano Octavio, Imbert Barrera a su hermano Segundo, y el teniente García Guerrero recuperó su dignidad. Juan Tomás Díaz vengó una doble humillación: la suya y la de su hermano Modesto. Ambos trataron infructuosamente de sacar de la embajada brasileña -a donde se habían asilado en febrero de 1960- a su hermana Gracita y su sobrino Nabú Henríquez. Trujillo los recriminó, humillándolos con palabrotas y bofetadas. A Amadito lo obligaron a romper su compromiso sentimental con una joven que tenía un hermano "desafecto", y lo obligaron también a matar a un opositor indefenso. Esta mancha de sangre se rebeló contra el tirano.
Casi todos, sin embargo, tenían algo en común: eran colaboradores del régimen. Pedro Livio Cedeño administraba la fábrica de baterías, Imbert Barrera dirigía Mezclalista, De la Maza había sido gobernador y operaba aserraderos en la Línea Noroeste. A Juan Tomás Díaz lo habían desplazado del centro de operaciones del Cibao -donde protegió al capitán Eugenio Generoso de Marchena, y donde fue "benévolo" con los expedicionarios de 1959. Modesto también colaboró con la dictadura. Aunque bañados en agua sucia, los ajusticiadores se lavaron la conciencia cometiendo ese crimen heroico que fue el tiranicidio. ¡Gloria al 30 de Mayo!
MIS PUNTUALIZACIONES
Ling, las mismas motivaciones las tenían otros que no hicieron nada. Te ensañas con los que actuaron ¿y los que no actuaron? No eran los únicos a los que Trujillo había humillado, a los que les había matado un familiar, a los que había ofendido o perjudicado. Toda la sociedad dominicana había padecido lo mismo. Ellos fueron los que se atrevieron. Pudieron seguir medrando del poder. Como era un país totalitario, era difícil no trabajar directa o indirectamente con los Trujillo (Mezclalista no era del Estado, pero sí de uno de los Trujillo). Pasas por alto a Luis Amiama, dueño de una compañía de acarreos, La Cigüeña. Pasas por alto a Ángel Severo Cabral, antitrujillista de toda la vida, y quien nunca trabajó para los Trujillo gracias a que era pariente de los Vicini y estos le dieron empleo. Pasas por alto a Miguel Ángel Bissié, que ni era dominicano y, sin embargo, colaboró. a Manuel de Ovín Filpo, por igual. Es lógico que en cualquier decisión humana, sobre todo de esa trascendencia, medien factores personales. No dices que Imbert Barrera fue del "14 de Junio" y que intentó antes dinamitar a Trujillo en sus paseos por el Malecón. Reducir todo a "venganza de sangre, lavar afrentas, recuperación del honor..." es ignorar que ese no era el caso de Salvador Estrella Sadhalá, miembro de una familia hipertrujillista, ni el de su hermano César. Tampoco era el caso de Tunti Cáceres ni de Roberto Pastoriza. Ni el de Huáscar Tejeda. Ni el de Flérida Yabra. Ni el de Lorenzo Berry. Ni el de Gianni Vicini. Ni el de Donald Reid, ni el de Robert Reid Cabral. Ni el de la pléyade de dominicanos que en a un mes y pico de la muerte de Trujillo, con Ramfis persiguiendo, torturando y acosando a diestra y siniestra, se empantalonaron y salieron a la luz pública rompiendo con el trujillismo y lanzando Unión Cívica Nacional. ¿Hubo motivos personales en varios de los participantes? Sí. ¿Lo hicieron únicamente por esos motivos personales? No. Si hubiese sido exclusivamente por deseos de venganza, reparar afrentas y otras razones particulares, muchos otros participantes no se hubieran arriesgado a perderlo todo. De hecho, Ling, lo que sí deberías destacar es cómo, torturados hasta la muerte como sucedió con varios de ellos, no delataron ni incriminaron a los que no habían sido detectados como cómplices del magnicidio. Fue un acto de valor y entereza más allá de lo imaginable, porque las torturas eran particularmente cruentas. Emilio Rodríguez Demorizi, que era cómplice de esas torturas y abusos, y que envió cabitos de lápices y papel para que los supliciados "contaran su versión" desde las cámaras de tortura, se dedicó a transmitir que todo se debió a ambición de poder, a deseos de apropiarse de los bienes de los Trujillo y a otras pasiones similares. Sólo que nada hay que confirme eso. Por el contrario, había una proclama y había una intención. Eran grupos de distintos orígenes a los que los unía un sólo propósito: eliminar la tiranía y darle al país libertad y democracia. No tenían mayor vínculo que su repudio a la dictadura, con la que muchos de ellos habían colaborado y que la veían por fin como una retranca al país y una amenaza para todos. Estaba varios movimientos que articulaba Ángel Severo Cabral, el grupo de Salvador Estrella Sadhalá, el grupo de Antonio de la Maza, el grupo Altagracia de Gianni Vicini y el grupo de Juan Tomás Díaz y su hermano, Modesto.Yo tú, revisaría mejor tu texto para morigerar algunas aseveraciones. No es cierto eso que escribes de que "Sólo ahora, medio siglo después, el tiranicidio cobra su verdadero sentido. Ahora descubrimos las verdaderas motivaciones" para a seguidas hablar de "venganza de sangre, recuperación del honor, restitución de la dignidad.". Tú mismo sabes que Juan Tomás y Modesto rechazaban eliminar físicamente a Trujillo del cual eran amigos personales y con el que se habían criado en San Cristobal. Sólo que ajusticiarlo era innegociable, pues aquel criminal vivo era un serio peligro para los propósitos de la conjura. Decir que esas fueron las motivaciones es caer en la trampa de Rodríguez Demorizi. Tantos no se hubiesen arriesgado a morir (y todos los que participaban en la conjura, que no eran dos o tres sino cientos de dominicanos, sabían que arriesgaban la vida, los bienes, la familia, si eran descubiertos), por los deseos de venganza de unos pocos. Revisa eso, Ling. Evalúalo. En fin, si era así ¿qué pasó son todas esas familias a las que Trujillo deshonró, le mató parientes, las degradó, les robó bienes, les ultrajó sus mujeres, etc.? ¿Acaso no tenían ellas "venganzas de sangre qué reparar, honores que recuperar, dignidad que restituir"? ¿Por qué no lo hicieron y prefirieron seguir sirviendo bovinamente a su verdugo? Ese simple razonamiento muestra que hubo más que eso que dices, sin negar que influyó en algunos, no en todos.
30 de Mayo: el crimen heroico
Nuestra memoria histórica es un cántaro vacío: frágil y hueco, requiere tiempo y dimensión para llenarse. Ciertos hechos aún se pierden en la vergüenza y el deshonor. Todo conspira contra la verdad: componendas, amarres familiares, tretas y distorsiones -más conscientes que inconscientes. Nuestra historia oscila entre las sombras y el desaliento: somos desmemoria y desventura. Sólo ahora, medio siglo después, el tiranicidio cobra su verdadero sentido. Ahora descubrimos las verdaderas motivaciones: venganza de sangre, recuperación del honor, restitución de la dignidad. En lugar de patriotismo, encontramos una trama de enconos personales. Los ajusticiadores actuaron por instinto sangriento: fueron presas de las pasiones humanas. Antonio de la Maza vengó a su hermano Octavio, Imbert Barrera a su hermano Segundo, y el teniente García Guerrero recuperó su dignidad. Juan Tomás Díaz vengó una doble humillación: la suya y la de su hermano Modesto. Ambos trataron infructuosamente de sacar de la embajada brasileña -a donde se habían asilado en febrero de 1960- a su hermana Gracita y su sobrino Nabú Henríquez. Trujillo los recriminó, humillándolos con palabrotas y bofetadas. A Amadito lo obligaron a romper su compromiso sentimental con una joven que tenía un hermano "desafecto", y lo obligaron también a matar a un opositor indefenso. Esta mancha de sangre se rebeló contra el tirano.
Casi todos, sin embargo, tenían algo en común: eran colaboradores del régimen. Pedro Livio Cedeño administraba la fábrica de baterías, Imbert Barrera dirigía Mezclalista, De la Maza había sido gobernador y operaba aserraderos en la Línea Noroeste. A Juan Tomás Díaz lo habían desplazado del centro de operaciones del Cibao -donde protegió al capitán Eugenio Generoso de Marchena, y donde fue "benévolo" con los expedicionarios de 1959. Modesto también colaboró con la dictadura. Aunque bañados en agua sucia, los ajusticiadores se lavaron la conciencia cometiendo ese crimen heroico que fue el tiranicidio. ¡Gloria al 30 de Mayo!
MIS PUNTUALIZACIONES
Ling, las mismas motivaciones las tenían otros que no hicieron nada. Te ensañas con los que actuaron ¿y los que no actuaron? No eran los únicos a los que Trujillo había humillado, a los que les había matado un familiar, a los que había ofendido o perjudicado. Toda la sociedad dominicana había padecido lo mismo. Ellos fueron los que se atrevieron. Pudieron seguir medrando del poder. Como era un país totalitario, era difícil no trabajar directa o indirectamente con los Trujillo (Mezclalista no era del Estado, pero sí de uno de los Trujillo). Pasas por alto a Luis Amiama, dueño de una compañía de acarreos, La Cigüeña. Pasas por alto a Ángel Severo Cabral, antitrujillista de toda la vida, y quien nunca trabajó para los Trujillo gracias a que era pariente de los Vicini y estos le dieron empleo. Pasas por alto a Miguel Ángel Bissié, que ni era dominicano y, sin embargo, colaboró. a Manuel de Ovín Filpo, por igual. Es lógico que en cualquier decisión humana, sobre todo de esa trascendencia, medien factores personales. No dices que Imbert Barrera fue del "14 de Junio" y que intentó antes dinamitar a Trujillo en sus paseos por el Malecón. Reducir todo a "venganza de sangre, lavar afrentas, recuperación del honor..." es ignorar que ese no era el caso de Salvador Estrella Sadhalá, miembro de una familia hipertrujillista, ni el de su hermano César. Tampoco era el caso de Tunti Cáceres ni de Roberto Pastoriza. Ni el de Huáscar Tejeda. Ni el de Flérida Yabra. Ni el de Lorenzo Berry. Ni el de Gianni Vicini. Ni el de Donald Reid, ni el de Robert Reid Cabral. Ni el de la pléyade de dominicanos que en a un mes y pico de la muerte de Trujillo, con Ramfis persiguiendo, torturando y acosando a diestra y siniestra, se empantalonaron y salieron a la luz pública rompiendo con el trujillismo y lanzando Unión Cívica Nacional. ¿Hubo motivos personales en varios de los participantes? Sí. ¿Lo hicieron únicamente por esos motivos personales? No. Si hubiese sido exclusivamente por deseos de venganza, reparar afrentas y otras razones particulares, muchos otros participantes no se hubieran arriesgado a perderlo todo. De hecho, Ling, lo que sí deberías destacar es cómo, torturados hasta la muerte como sucedió con varios de ellos, no delataron ni incriminaron a los que no habían sido detectados como cómplices del magnicidio. Fue un acto de valor y entereza más allá de lo imaginable, porque las torturas eran particularmente cruentas. Emilio Rodríguez Demorizi, que era cómplice de esas torturas y abusos, y que envió cabitos de lápices y papel para que los supliciados "contaran su versión" desde las cámaras de tortura, se dedicó a transmitir que todo se debió a ambición de poder, a deseos de apropiarse de los bienes de los Trujillo y a otras pasiones similares. Sólo que nada hay que confirme eso. Por el contrario, había una proclama y había una intención. Eran grupos de distintos orígenes a los que los unía un sólo propósito: eliminar la tiranía y darle al país libertad y democracia. No tenían mayor vínculo que su repudio a la dictadura, con la que muchos de ellos habían colaborado y que la veían por fin como una retranca al país y una amenaza para todos. Estaba varios movimientos que articulaba Ángel Severo Cabral, el grupo de Salvador Estrella Sadhalá, el grupo de Antonio de la Maza, el grupo Altagracia de Gianni Vicini y el grupo de Juan Tomás Díaz y su hermano, Modesto.Yo tú, revisaría mejor tu texto para morigerar algunas aseveraciones. No es cierto eso que escribes de que "Sólo ahora, medio siglo después, el tiranicidio cobra su verdadero sentido. Ahora descubrimos las verdaderas motivaciones" para a seguidas hablar de "venganza de sangre, recuperación del honor, restitución de la dignidad.". Tú mismo sabes que Juan Tomás y Modesto rechazaban eliminar físicamente a Trujillo del cual eran amigos personales y con el que se habían criado en San Cristobal. Sólo que ajusticiarlo era innegociable, pues aquel criminal vivo era un serio peligro para los propósitos de la conjura. Decir que esas fueron las motivaciones es caer en la trampa de Rodríguez Demorizi. Tantos no se hubiesen arriesgado a morir (y todos los que participaban en la conjura, que no eran dos o tres sino cientos de dominicanos, sabían que arriesgaban la vida, los bienes, la familia, si eran descubiertos), por los deseos de venganza de unos pocos. Revisa eso, Ling. Evalúalo. En fin, si era así ¿qué pasó son todas esas familias a las que Trujillo deshonró, le mató parientes, las degradó, les robó bienes, les ultrajó sus mujeres, etc.? ¿Acaso no tenían ellas "venganzas de sangre qué reparar, honores que recuperar, dignidad que restituir"? ¿Por qué no lo hicieron y prefirieron seguir sirviendo bovinamente a su verdugo? Ese simple razonamiento muestra que hubo más que eso que dices, sin negar que influyó en algunos, no en todos.
COMENTARIOS
Hubo al menos cinco grupos distintos implicados: 1. Los grupos que
organizaba para formar un partido que derrocara a los Trujillo el
antitrujillista de toda la vida Ángel Severo Cabral, Acción Revolucionaria. 2.
El grupo de Salvador Estrella Sadhalá. 3.
El grupo de Antonio de la Maza y su familia. 4. El grupo Altagracia, que
dirigía Gianni Vicini, Mr. X, y el grupo que encabezaba Juan Tomás Díaz. Todos
esos grupos convergieron en la decisión de eliminar a Trujillo físicamente,
derrocar la tiranía e instaurar la democracia y la libertad. Hubo personas que
reaccionaban a ofensas de sangre, pero también hubo las que simplemente estaban
decididas a acabar con la tiranía a cualquier precio. Y todos arriesgaron
todos, y muchos de ellos perdieron todo: la vida, vidas de familiares, bienes,
etc., en aras de darle a los dominicanos una oportunidad de ser libres y vivir
en democracia. Como la gran mayoría de los líderes fueron asesinados por los
Trujillo y sus cómplices, sus planes no llegaron a concretarse. Y quienes
vivimos no fuimos consecuentes ni estuvimos a la altura de la oportunidad, y hemos
permitido que las prácticas trujillistas pervivan y se vuelvan una cultura de
gobernar en perjuicio de la mayoría de los ciudadanos.
Lo que sucede es que aquí el trujillismo, que quedó en el poder tras la
muerte de Trujillo y asesinó a la mayoría de los líderes y participantes
directos en el magnicidio, encabezado por esbirros intelectuales como José
Ángel Saviñón y Emilio Rodríguez Demorizi,
montó una campaña sucia para desmeritar la acción de los héroes del 30 de Mayo.
Mientras esas familias, asesinados sus cabezas y algunos de sus hijos, eran
acosadas, se les despojó de sus propiedades, residencias, bienes, las mujeres
fueron apresadas, así como familiares cercanos e incluso empleados (y muchos de
esos mismos empleados asesinados, como sucedió con unos quince militares que
trabajaban al servicio de Pupo Román), Rodríguez Demorizi y otros cómplices
intelectuales arrojaban todo tipo de bajas pasiones, intereses mezquinos y
acusaban de traidores a los que complotaron para librar a la República de su
verdugo. No eran santos, pero ¿quiénes lo eran acá? Lo último es que quieren
echarles la culpa de los malos gobiernos que hemos padecido, pasando por alto
que culpables somos los dominicanos que hemos vivido estos últimos 50 años,
porque aquellos héroes en su mayoría fueron masacrados. ¿Qué culpa podrían
tener ellos de que el trujillismo se aliara con Bosch y ganaran las elecciones
de 1962? ¿y que luego volvieran al poder en 1966 con Balaguer? 'Y que las
prácticas trujillistas y balagueristas hayan contaminado a los dirigentes del
PRD y el PLD? ¿Qué tiene eso que ver con los líderes que lo arriesgaron todo y
lo sacrificaron todo: vidas, familias, bienes..., para librar a los dominicanos
del monstruo y sus parientes? Y eso es lo que me preocupó del texto de Ling,
que en algún momento se hizo eco de las infamias de Rodríguez Demorizi, el
mentor y testaferro de Ramfis (manejaba capitales de Ramfis, que prestaba. Era su usurero).
No hay comentarios:
Publicar un comentario