viernes, 6 de junio de 2014

UNA CALUMNIA DE EUCLIDES GUTIÉRREZ


UNA CALUMNIA DE EUCLIDES GUTIÉRREZ
Por Aquiles Julián 

Un artículo del señor Euclides Gutiérrez Félix en que cuestiona a los que él tilda de "mitómanos historiadores dominicanos antitrujillistas" se dedica a la mitomanía trujillista de la historia, algo en lo que él ha destacado.
Así, Gutiérrez Félix no tiene empacho en escribir, sin prueba alguna de su aserto, salvo su malignidad, que los norteamericanos, para la supuesta ejecución de un plan ZR/Rifle que "servía como guía política a la Agencia Central de Inteligencia (CIA)" decidieron infiltrar "en el grupo de los hermanos Díaz, al cual se había sumado Antonio de la Maza, a Donald Reid, abogado, rico empresario dominicano, ligado por vínculos familiares a los Vicini, e infiltraron también, sin lugar a dudas con el consentimiento de los jefes de esta importante familia, a Severo Cabral, empleado de ellos."
Esa declaración es una calumnia y una infamia (y recordemos, para la época, quién era y en qué andaba el que escribe esas cosas: senador de Trujillo, puesto de dedo, y colaborador de Johnny Abbes en Radio Caribe, para los que no lo saben aún).
Resulta que la embajada norteamericana tuvo noticias del complot contra Trujillo vía un empresario norteamericano asentado en la isla, dueño del primer y único supermercado que existía en el país, Lorenzo Berry, Wimpy, ex-piloto de la CDA, y casado con una ferviente antitrujillista, Flérida Yabra.
Berry fue contactado por el Contraalmirante Cortiñas, quien lo visitó junto a Ángel Severo Cabral, quien ya complotaba contra Trujillo con un partido, Acción Revolucionaria, para explorar la reacción norteamericana a la deposición de Trujillo del poder, aprovechando el hecho de que Berry era quien proveía a la embajada norteamericana de vituallas, que era norteamericano y que tenía buenas relaciones con el entonces embajador norteamericano en el país, Joseph Farland.
Aunque Severo Cabral trabajaba para la Casa Vicini y era pariente por los Cabral de esa familia, las actividades políticas de Severo Cabral no eran ni dirigidas por los Vicini ni por nadie más que su propia conciencia y su rechazo visceral al trujillismo.
Y si no era dirigida por los Vicini, mucho menos por los norteamericanos, con los que Severo Cabral no tenía un contacto estrecho, pues de haberlo tenido se habría hecho sospechoso a los ojos siempre vigilantes del SIM.
Así que es pura fantasía "el plan ZR/Rifle" o como quiera Gutiérrez Félix inventar. 
Sí existía el interés de los norteamericanos de que Trujillo abandonara el poder, algo que le sugirieron. Temían que la permanencia de Trujillo en el poder diera origen a una revuelta que degenerara en una segunda Cuba. Y eso Trujillo y sus colaboradores lo entendieron y procedieron a explotarlo, trayendo al país al MPD para hacerles sentir a los norteamericanos que la salida de Trujillo del poder sería aprovechada por "los comunistas del MPD" para dominar el país. Claro, aquella entelequia fue infiltrada hasta los tuétanos por el SIM y constituyó una trampa mortal para muchos jóvenes ingenuos que se sentían incómodos con la tiranía.
La malignidad del comentario, totalmente inventado por Gutiérrez Félix, pinta a Donald Reid Cabral, un empresario, y a Ángel Severo Cabral, un empleado de la Casa Vicini (y en alguna forma a la misma familia Vicini), como agentes y empleados de los norteamericanos, al decir que ambos, Donald Reid y Severo Cabral, fueron "infiltrados" por los norteamericanos en "el grupo de los hermanos Díaz".
Es una tergiversación grosera de la verdad histórica y una desinformación cargada de malas intenciones.
No existía el tal "grupo de los hermanos Díaz", para empezar.
La conspiración contra Trujillo reunió grupos de distintos orígenes. Severo Cabral organizaba algunos de ellos. Había el grupo que lidereaba Salvador Estrella Sadhalá y estaba el grupo de Juan Tomás Díaz y estaba el grupo de Antonio de la Maza.
Y también estaban activistas del "14 de Junio" que sobrevivieron a la cacería que se desató sobre esa organización y que se integraron al complot, como Antonio Imbert Barrera.
Esos grupos, de distintos orígenes, se conocieron y vincularon por coincidir en su propósito.
Si bien se buscó la anuencia y la ayuda externa de los norteamericanos (porque Trujillo tenía un control estrecho de las armas y para eliminarlo se necesitaban armas, y porque, además, el apoyo norteamericano a Trujillo había sido firme hasta entonces y se necesitaba explorar cuál sería la reacción del poderoso vecino al suceso que se planificaba), estos no controlaban ni mucho menos aquel movimiento.
Se tuvo la suerte de contar en el país con el cónsul Henry Dearborn que detestaba aquella tiranía y actuó como un amigo de los dominicanos. 
Y cuando el Departamento de Estado intentó detener el atentado contra Trujillo y por vía de Dearborn y el agregado político de la embajada, John Barfield, recomendaron no ajusticiar a Trujillo, la respuesta dominicana fue que eso era un asunto de los dominicanos y que los norteamericanos no tenían que meterse en eso, que el atentado iría pésele a quien le pese. Y así fue.
El intentar arrojar sombras sobre los héroes del 30 de Mayo y sus motivaciones, o el querer hacerles parecer como "agentes de los norteamericanos" y otras estrategias trujillistas de desmeritar la acción heroica del 30 de Mayo y a sus realizadores no cesa.
Sólo que serán respondidas en toda su extensión.
El señor Gutiérrez, quién sí es un mitómano historiador trujillista, un apologista vergonzante del tirano y su régimen, al cual sirvió y del cual lucró (por ahí andan facsímiles de cheques, por cierto, a su nombre), prosigue el empeño trujillista.
Así como hay ese facsímil de un cheque expedido a nombre de él, Euclides Gutiérrez, pagándole sus "servicios al régimen" ¿podría él, Euclides, enseñar copias de los cheques que recibían Severo Cabral y Donald Reid para "infiltrar" el complot? No los puede enseñar porque nunca existieron.
Es simplemente una calumnia.
Y él, un calumniador.

ALGUNOS COMENTARIOS

Si Euclides sigue como va, de momento nos sacará a relucir la versión ficticia de El Día del Chacal, novela de 1971 del británico Frederick Forsyth, en que aquel inventó (en todo su derecho como novelista) que un killer, El Chacal, había sido el autor del magnicidio del 30 de Mayo. Y citará la novela como prueba.

Todos los que no tuvieron pantalones para enfrentar a Trujillo y eliminarlo, buscan atribuir a la CIA o a un poder externo la acción heroica de este puñado de valientes que lo arriesgaron todo y lo perdieron todo por darle a este país la libertad. Es que ellos no pueden concebir que hombres igual que ellos hicieran los que ellos nunca se atrevieron ni a pensar. Juzgan desde su propia cobardía a los demás, miden a los otros por su misma pusilanimidad, su misma abyección, su mismo servilismo.

Un pastiche al título de García Márquez: "El trujillismo tiene quien le escriba". Y sus escribas y amanuenses.

 A él le gustan los tiranos. Migró de adorador de Trujillo a adorador de Fidel Castro, sin eruptar ni acto de contrición alguno. De mis tiranos vengo y a mis tiranos voy.

Lo que pasa es que hay que justificar por qué unos tuvieron pantalones y otros no; por qué unos tuvieron decoro, y otros no; por qué unos tuvieron vergüenza, y otros no. Por qué unos fueron héroes y otros cómplices. Por qué unos se bañaron en gloria y otros se bañaron en inmundicias en Radio Caribe. La CIA sirve para todo, hasta para encubrir la abyección.


 Y ahora que caigo, resulta que Gutiérrez es el orientador ideológico de un viceministro chikungunyado de Epidemia Pública, que repitió esas mismas infamias, y al que encaré, lo que aparece en mi libro El Crimen que Nadie Quiere Recordar, para que quede constancia de la vocación trujillista de cierta izquierda marxana.

No hay comentarios:

Publicar un comentario