Antecedentes de la poesía centroamericana del siglo XX y el XXI
Por
Aquiles
Julián
A
finales del siglo XIX la renovación mayor de la poesía escrita en español
provino de un poeta centroamericano: el nicaragüense Rubén Darío, que ventiló
las anquilosadas maneras del parnasianismo decimonónico, aquellas
versificaciones soporíferas, e introdujo la musicalidad, el donaire, la gracia,
la invención, el spleen y el espíritu
franceses en los adormecidos territorios de la poesía escrita en castellano.
El
modernismo fue la clarinada que despertó de nuevo el espíritu de
experimentación, de juego verbal, de creatividad, y descerrajó los goznes
enmohecidos que aprisionaban la creatividad verbal.
Así,
debemos a Centroamérica la renovación de la poesía en castellano. Sin Rubén
Darío fuera impensable la poesía escrita en español en el siglo XX y en el siglo
XXI. Fue el libertador.
Todo
rompimiento termina esclerosándose, creando un decir que es mimado y estatuido
como la nueva normativa. Así sucedió con el modernismo.
Lo
que inicialmente fue fresco aliento de renovación del idioma, las formas y la
poesía, se convirtió en caricatura, en modo de escribir, y el arte dio paso a
la artesanía, a la mímesis en vez de a la poiesis.
En
la segunda década del siglo XX el modernismo había agotado sus cartuchos y ya
lo que quedaba eran fuegos de artificio, pura pirueta verbal, cisnes decrépitos
en jardines orientales desvencijados.
Entonces,
la conflagración en Europa hizo estallar la autopercepción complaciente de la
sociedad occidental, que descubrió horrorizada a qué niveles de demencia podía
llegar.
Eso
originó en la poesía, la literatura en general y en las artes un movimiento
rebelde de negación de los valores tradicionales, de las formas y maneras de
una sociedad que había demostrado los niveles de irracionalidad y bestialidad a
los que era capaz de llegar, con una
matanza nunca vista.
Así
surgieron el dadaísmo, el futurismo, el expresionismo, el cubismo y otras formas
de escandalizar y desmontar las maneras
expresivas de la sociedad decimonónica, buscaban producir en las artes la misma
conflagración que las bombas provocaron en la sociedad.
Y
de este lado surgieron el ultraísmo, en Argentina, y el creacionismo, en Chile.
Fue
la negación de la imaginería modernista.
Posterior
a la experiencia terrible de la Gran Guerra, surge el surrealismo, por un lado,
y la poesía política por el otro.
La
sociedad europea se radicaliza y los extremismos, tanto el fascista como el
comunista/estalinista dominan la escena política y arrinconan a los partidos
moderados, imponiendo una dinámica que provocó, en la poesía y en la
literatura, un movimiento en dos direcciones antagónicas:
1.
Una poesía que excluía la política y el tema
social, centrándose en movimientos como la poesía pura, neogongorina,
neosimbolista, surrealista
2.
Una poesía de fuerte adscripción política,
vinculada a los dos extremismos en pugna: el fascismo o el comunismo, la poesía
comprometida.
Y
es partiendo de la realidad de las vanguardias de los años 20 y 30 que podemos
abordar la poesía centroamericana no sólo del siglo XX , sino de los comienzos
del siglo XXI.
El
itsmo centroamericano, esa delgada franja de tierra que une al subcontinente
norteamericano, vía México, con Estados Unidos y Canadá, y con el subcontinente
sudamericano, a través de Colombia, tiene, pese a su pobreza y atraso
socioeconómico, a la violencia de su historia, sobre todo en la segunda mitad
del siglo XX con tempestuosas guerras civiles, dictaduras feroces, ensayos
populistas, intervenciones militares encubiertas o desembozadas, una historia
poética que destaca y brilla.
Veámoslo
por países.
PANAMÁ
El
renovador y la figura mayor de la poesía panameña en el siglo XX lo fue Rogelio
Sinán.
Frecuentó
en los años 20 a los surrealistas en París y llevó a Panamá los recursos de la
nueva escuela. A través de la revista Antena toda una generación de poetas
jóvenes marcan distancia de la retórica modernista y exploran las distintas
corrientes que se imponían por entonces en las letras. Sinán publica en 1929 “Onda” que es el primer libro
vanguardista y renovador en la poesía panameña del siglo XX, fuertemente
influido por entonces por la poesía pura, una de las corrientes que primó por
entonces.
“Traje a ti
mi soledad
para que
le dieras alma.
Pero la dejaste sola
en el camino,
¡qué sola
dejaste mi soledad!...
(¡Pensar que la traje a ti
para que le dieras alma!)”
(Soledad, Rogelio Sinán)
Autores
como Ricardo J. Bermúdez, Demetrio Herrera Sevillano, Antonio Isaza fijaron las
pautas expresivas por las que posteriormente emergieron poetas como Esther María Ossess, Tristán Solarte, José
Guillermo Ross-Zanet y otros.
Tras
ellos, llegarían voces que renovarían e insuflarían nuevos bríos a la poesía
panameña, como Bertalicia Peralta, Giovanna Benedetti, Enrique Jaramillo Levi,
Héctor Collado, Eric Arce, entre otros.
“Recuperar la voz.
Y desde su eco desplegar
una y otra vez
mi verdad
que tal vez alguien comparta.
Salvarla, en fin, del naufragio
de los atardeceres de la
memoria,
de la anquilosada fiebre
de los cuerpor amándose en el
espejo,
de la neblina necia
de mis muchas fugas y
engranajes,
de la siempre triste noche de
mis extravíos
con sus siluetas y clamores
que al madurar
caen rotundas de las ramas
de mis sueños
sin que apenas se note.”
(Recuperar la voz, Enrique
Jaramillo Levi)
COSTA RICA
Los
traumas políticos y el enfrentamiento
que durante la mayor parte del siglo XX sostuvieron las corrientes políticas
totalitarias: el fascismo y el comunismo, con las que propugnan por una
sociedad abierta, han sido los que mayormente han permitido proyectar,
beneficiándose de esos sucesos, la literatura y la poesía de una nación.
Tal
vez precisamente por eso es que un país excepcional como Costa Rica, que
gracias a la revolución reformista de José Figueres, en 1948, eliminó el ejército, fuente continua de golpes
de estado y dispendio, y afianzó el modelo democrático , constituyendo un oasis de libertad en medio de las
turbulencias políticas de la región: tiranías, gobiernos de fuerza, populismo,
guerras civiles, terrorismo, etc., no ha tenido tanta proyección en su poesía.
La
poesía costarricense, lejos de los cataclismos políticos que han sumergido a
los demás países de la región en masacres despiadadas, tiranías atrabiliarias,
pasión totalitaria, terrorismo de Estado y terrorismo subversivo, ha discurrido
por otros canales, si bien menos glamorosos y estridentes, no menos valiosos y
significativos en tanto poesía.
Así,
un autor como Isaac Felipe Azofeifa fue uno de los que inicialmente acogió la
vanguardia y la renovación de las letras costarricenses, al igual que la poeta
Eunice Odio y Francisco Amighetti, entre otros, que se congregaron alrededor de
la revista Repertorio Americano, que dirigía Joaquín García Monge:
“Oh, tempestad de formas!
Que la estéril rutina no me
encadene a su vil gramática,
a su camino donde las estatuas
ya son blancas vacas muertas,
y los paseantes se saludan -qué
tal, qué tal-, mientras adulan
el pasado, y escupen juicios
hacia el presente sin futuro,
hasta que el día es una alberca
de peces muertos y agua inmóvil.
Dame la llama interior, dame la
rebelión, dame lo real,
dame la puerta abierta hacia
los otros,
dame aceptar activamente,
libremente vivir aún lo que es
necesario.
Oh, aventura!”
(Oh, tempestad de formas, Isaac Felipe Azofeifa)
Tras
ella, vino la Generación del 40 con nombres como Joaquín Gutiérrez, León
Pacheco y Julián Marchena.
Y
ya para 1960, en que empieza el proceso de urbanización creciente y
desplazamiento del peso productivo progresivamente del campo a las ciudades,
emergen autores que expresan la vida urbana como tema, más que la propiamente
rural.
De
esa generación son los poetas del Círculo de Poetas Turrialbeños, que luego cambió su nombre a Círculo
de Poetas Costarricenses, y que en 1977 lanzaron su Manifiesto
Trascendentalista, que promueve alejar la poesía del tono social que se
propiciaba por entonces.
De
la generación urbana de los 60 hasta los 80 son poetas como Alfonso Chase,
Jorge Debravo, Carmen Naranjo, Laureano Albán y otros.
A
partir de los años ochenta se produce un alejamiento del realismo formal hacia
maneras de exploración verbal más atrevidas.
De
ellos sobresale Ana Istarú, poeta de tono erótico y desenfadado:
“Ábrete sexo
como una flor que accede,
descorre las aldabas de tu
ermita,
deja escapar
al nadador transido,
desiste, no retengas
sus frágiles cabriolas,
ábrete con arrojo,
como un balcón que emerge
y ostenta sobre el aire sus
geranios.”
(Ábrete sexo, Ana Istarú)
La
poesía costarricense actual tiene como autores en plena producción a poetas
como Luis Chaves, Camilo Retana, Paula Piedra y Alfredo Trejos, entre otros,
dados a una poesía de tinte oral e irónico, influidos por la antipoesía de
Nicanor Parra.
NICARAGUA
La
poesía nicaragüense es, por mucho, la más conocida de la región. Y la que más
nombres con proyección internacional ha aportado.
También,
caso extraño, una poesía que en sus orígenes se vinculó fuertemente al fascismo
y al extremismo político de derechas.
Y
que tuvo, por igual, mayor influencia de la poesía norteamericana que de la
española o la francesa.
Siendo
la patria de Rubén Darío, la renovación llegó de manos del poeta José Coronel
Urtecho, quien El 29 de mayo de 1927, “El
Diario Nicaragüense”, de Granada, publicó la hoy famosa “Oda a Rubén Darío”, poema escrito por
éste un año antes, en 1926, en San Francisco, California, al calor del encuentro
de Coronel Urtecho con la new american poetry.
Tenía
como antecedente de relevancia al poeta Salomón de la Selva, el primero que
rompió en las letras nicaragüenses con la tradición modernista.
“En fin, Rubén,
paisano inevitable,
te saludo
con mi bombín,
que se comieron los ratones en
mil novecientos veinte y cinco.
Amén”
(Oda a Rubén Darío, José
Coronel Urtecho)
Era
una reacción, empleado en humor, la parodia, la irreverencia, la vocación de
escándalo, mismas armas que en su momento esgrimió el mismo Darío, para
subvertir un hacer esclerosado. Darío mismo llegó a expresar: “El clisé verbal es dañoso porque encierra en
sí el clisé mental, y, juntos, perpetúan la anquilosis, la inmovilidad”.
En
1931, un grupo de poetas, encabezados por Coronel Urtecho, forman lo que
llamaron la Anti-Academia de la Lengua, que integraban José Coronel Urtecho,
Luis Alberto Cabrales, Cristino Paguaga Núñez, Manolo Cuadra, Octavio Rocha,
Pablo Antonio Cuadra, José Román, Joaquín Pasos y otros. De ahí derivó luego el
grupo Vanguardia.
La
poesía nicaragüense es influida por la reacción nacionalista frente a la
intervención norteamericana, la guerra de Sandino en Las Segovias, la
influencia, simultánea, de la vanguardia norteamericana y de un extremismo en
particular: el fascismo y en falangismo español.
Los
poetas nicaragüenses, en reacción contra los norteamericanos, afirman su origen
hispano y en julio de 1934, los poetas granadinos junto a otros intelectuales
jóvenes crearan los “camisas azules”,
versión local de los “camisas negras”
fascistas italianos.
Y
buscarán localmente su hombre fuerte, su Mussolini local. Asesinado Sandino, se
vuelcan en apoyo a Somoza. Y en la guerra civil española, tomaron partido por
Franco y sus huestes sublevadas.
Luego,
los poetas se distanciaron de su frankenstein: En uno de sus “Epigramas
”, el VIII, Pablo Antonio Cuadra escribió:
Tanta vileza preñó la ciudad
Ciro: esta ciudad está preñada
y temo
que alumbre un nuevo tirano
Será el hijo bastardo de todos.
(Epigramas, Pablo Antonio
Cuadra)
Un
epígono de ese grupo de poetas granadinos lo será Ernesto Cardenal, bajo una
fuerte influencia del norteamericano Ezra Pound. Cardenal, vinculado a la
convulsa política nicaragüense, es hoy por hoy, el mayor poeta vivo de toda
Centroamérica y el de mayor proyección internacional.
A
partir de la caída de Somoza, Nicaragua, tierra de poetas, ha visto multiplicar
sus autores, en una poesía conversacional, lúdica, o erótica o existencial, que
explora las distintas corrientes de la poesía contemporánea, con figuras como
Gioconda Belli y Eric Blandon, entre otros.
“Uno no escoge el país donde
nace;
pero ama el país donde ha
nacido.
Uno no escoge el tiempo para
venir al mundo;
pero debe dejar huella de su
tiempo.
Nadie puede evadir su responsabilidad.
Nadie puede taparse los ojos,
los oídos,
enmudecer y cortarse las manos.
Todos tenemos un deber de amor
que cumplir,
una historia que nacer
una meta que alcanzar.
No escogimos el momento para
venir al mundo:
Ahora podemos hacer el mundo
en que nacerá y crecerá
la semilla que trajimos con
nosotros.”
(Uno no escoge, Gioconda Belli)
.
HONDURAS
Honduras
fue, más que todas, la nación que mereció el sobrenombre humillante de
república bananera. Eran los feudos de la Mamita Yunai, la United Fruit
Company, que ponía y quitaba gobiernos. A aquellos prepotentes abusadores cuyas
tropelías y explotación despiadada son escandalosas, hoy los sustituyen los barones de la droga,
que ensangrientan Centroamérica, y las feroces maras que expresan la violencia
social de los marginados. Y siempre los generales de horca y cuchillo y las
oligarquías locales.
La
poesía hondureña tiene en el siglo XX dos grandes nombres: Oscar Acosta y
Roberto Sosa, que trascienden sus fronteras.
La
renovación poética en Honduras comenzó tardíamente, con los miembros de la
llamada generación del 50. Oscar Acosta y Pompeyo del Valle, dos de sus
integrantes, fueron atraídos por la poesía política cuya mayor figura lo era
Pablo Neruda. Otros, como David Moya Pozas tomaron como modelo a García Lorca.
Y también destaca Clementina Suárez.
Así,
Oscar Acosta escribe:
“Mi patria es altísima.
No puedo escribir una letra sin oír
el viento que viene de su
nombre.
Su forma irregular la hace más bella
porque dan deseos de formarla,
de hacerla
como a un niño a quien se enseña a hablar,
a decir palabras tiernas y
verdaderas,
a quien se le muestran los
peligros del mundo.”
(El nombre de la patria, Oscar
Acosta)
Otra
voz mayor de la poesía hondureña, Roberto Sosa, ganó en 1968 el prestigioso
premio Adonais, de España, con su poemario Los Pobres, y luego, en 1971, el
Casa de las Américas, de Cuba, con su libro Un mundo para todos dividido,
brillante poemario, del que escogemos, como muestra, su poema Dibujo a pulso:
“A como dé lugar pudren al
hombre en vida,
le dibujan a pulso
las amplias palideces de los
asesinados
y lo encierran en el infinito.
Por eso
he decidido —dulcemente—
—mortalmente—
Construir
con todas mis canciones
un puente interminable hacia la
dignidad, para que pasen
,uno por uno,
los hombres humillados de la
Tierra.”
(Dibujo a pulso, Roberto Sosa)
Junto
a ellos, poetas como Rigoberto Paredes, José Adán Castelar y José Luis Quezada
son los que marcan la renovación formal de la poesía hondureña en el siglo XX.
De
los poetas actuales destacan Samuel Trigueros, Waldina Medina, José González, José Antonio
Funes, Marco Antonio Madrid, Giovanni Rodríguez, Rolando Kattan, Salvador
Madrid y Gustavo Campos. Rubén Izaguirre,
Rebeca Becerra y César Indiano. Por igual Amanda Castro y José González.
La
influencia de las corrientes actuales, signadas algunas por el tono existencial
o por el conversacional, más que nada, señala a esta poesía. Cerremos acá con
un fragmento de José Antonio Funes:
“Yo también soy Nadie, hermano
Ulises.
Cada día, o más bien cada
noche,
el Cíclope me interroga, y yo
contesto: Soy Nadie.
Nadie por mi color, por ser
portador de indocumentados sueños.”
(Habla el inmigrante, José
Antonio Funes)
EL SALVADOR
País
desgarrado por dictaduras sanguinarias, extremismos, terrorismo de izquierda y
de derecha, violencia política y radicalismos, El Salvador también posee una
poesía que tiene, como signo trágico, la muerte a manos de sus propios
conmilitones de su poeta de mayor proyección internacional: Roque Dalton.
En
los años ´30 se populariza en El Salvador la teosofía y alrededor de esta
corriente místico-religiosa se agrupa una gran cantidad de escritores, entre
ellas su narrador de mayor relevancia: Salarrúe, así como la poeta Claudia
Lars.
En
la década del ´40 surge un grupo más definido desde el punto de vista de la
ruptura vanguardista. Así están Pedro Geoffroy Rivas, cuya poesía está marcada
por las corrientes de vanguardia; Hugo Lindo, voz influida por la poesía pura y
la sobriedad verbal; Oswaldo Escobar Velado y Ricardo Trigueros de León.
“Teníamos que decirnos muchas
cosas
y no hallábamos cómo.
Era mejor así. Corría el tiempo
y envejeciamos con él.
Y eso era hermoso.
Porque pensando apenas, o
sintiendo y pensando,
o nada más sintiendo,
adivinábamos
lo que es el zumo de este
testimonio:
teníamos que decirnos muchas
cosas,
pero ¿cuáles?
¿Y cómo?”
(Fácil palabra, Hugo Lindo)
En
los años ´50, bajo la influencia del existencialismo, sale a la luz el grupo “Octubre”, con autores como Waldo Chávez
Velasco, su esposa Irma Lanza, Mauricio de la Selva y otros. En 1956 surge el Círculo Literario Universitario, del que
salen Roque Dalton, Roberto Armijo y Manlio Argueta.
“País mío no existes
sólo eres una mala silueta mía
una palabra que le creí al
enemigo
antes creía que solamente eras
muy chico
que no alcanzabas a tener de
una vez
Norte y Sur
pero ahora sé que no existes
y que además parece que nadie
te necesita
no se oye hablar a ninguna
madre de tí
Ello me alegra
porque prueba que me inventé un
país
aunque me deba entonces a los
manicomios
soy pues un diocesillo a tu
costa
(Quiero decir: por expatriado
yo
tú eres ex patria)”
(El gran despecho, Roque
Dalton)
En
los años ´70 aparece “Piedra y Siglo”
que reúne a escritores como Ricardo Castrorrivas, José María Cuellar, Uriel
Valencia y otros, al igual que otros grupos como La Cebolla Púrpura.
Tras
la feroz guerra civil salvadoreña, que se llevó entre sus víctimas a Roque
Dalton, asesinado por sus propios cofrades, surgen nuevas voces, una de ellas,
la de Otoniel Guevara:
“Amonestan al hombre
que en harapos
busca a Dios en un bote de
basura
¿Qué si en ningún corazón tuvo
tal suerte?
¿Qué
si a los niños vio muertos en
la calle?
¿Acaso usted, lector, puede
ayudarle?
¿Acaso usted ha secuestrado a
Dios
y por eso este hombre
ya no puede salvarse?”
(Responda)
GUATEMALA
Dos
autores introducen las nuevas corrientes que rompen con el modernismo en
Guatemala: uno, el único premio Nobel de Centroamérica: el poeta y narrador
Miguel Ángel Asturias. El otro, Luis Cardoza y Aragón.
Ambos,
fuertemente influidos por el surrealismo, del que bebieron directamente en
París, de manos de sus creadores.
“Yo canto porque no puedo eludir la muerte,
porque le tengo miedo, porque
el dolor me mata.
La quiero ya como se quiere el
amor mismo.
Su terror necesito, su hueso
mondo y su misterio.”
(Poema, Luis Cardoza y Aragón)
El
rompimiento arranca en los años ´30 con el movimiento de los
tepeus, un vocablo maya-quiché, que significa formador, creador. Y es que el vanguardismo en Guatemala fue
voltear la mirada hacia su realidad, esa inmensa comunidad maya sometida que
era la indudable mayoría del país y a la que el europeísmo negaba y buscaba ocultar.
La
obtusa vida política, de tiranía en tiranía, lleva a vincular el hacer
literario con la denuncia, la rebeldía y la oposición. Durante la tiranía de
Ubico, los poetas se nuclean alrededor de la revista Acento, dirigida por Otto-Raúl González. Y este grupo trabaja más
una poesía de tono social y político.
La
revolución de octubre de 1944 inicia una escasa década democrática que permite
florecer las artes. La intervención auspiciada por la CIA en 1954, en aquella
rebelión militar de Castillo Armas (que Trujillo, por cierto, respaldó),
provoca el exilio de los escritores guatemaltecos de mayor renombre, como
Miguel Ángel Asturias, Luis Cardoza y Aragón, Mario Monforte Toledo, Raúl
Leiva, Carlos Illescas y Otto-Raúl González, entre otros.
En
Guatemala, escritores como Francisco Méndez y César Brañas quedan brindando
estímulo y guía a las jóvenes generaciones que emergen, en tiempos difíciles.
En
1962, bajo el estímulo del modelo castrista, surge una guerrilla que sumerge a
Guatemala en una espiral mayor de violencia, que se expresó en masacres y
abusos crueles contra la mayoría maya.
En
ese contexto, surge en 1968 Nuevo Signo, que agrupa a creadores
como Delia Quiñónez, Julio Fausto Aguilera, José Luis Villatoro, Roberto
Obregón, Luis Alfredo Arango y Francisco Morales Santos.
La
convulsión política llevó a muchos escritores y poetas a la militancia. Y de
allí a la rebelión armada. Así murieron, desaparecidos o caídos, poetas como
Roberto Obregón, Otto-René Castillo, Luis de Lión y otros.
Autores
talentosos como Manuel José Arce murieron en el exilio. Otros escogieron vivir
extrañados como Luis Eduardo Rivera.
Surgen,
forjando una obra ajena a grupos, poetas como Ana María Rodas, Enrique Noriega
y Luis Eduardo Rivera, que hicieron sus primeras armas en la revista Alero, publicada por la universidad San
Carlos, de Guatemala.
Independiente
también es Rafael Gutiérrez, voz lírica relevante de la poesía guatemalteca
actual:
“No hay remedio, compañera.
En este país
Hasta las hormigas confabulan
contra la alegría.
Roguemos que mañana
lluevan sobre nosotros
bestias de amnesia
para quedar, ahora sí,
soterrados todos
bajo
un
alud
de
bruma
De la que nunca, oh efímeros,
debimos haber salido.”
(Roguemos que mañana, Rafael
Gutiérrez)
BELICE
Durante
muchos años colonia británica, envuelta en conflictos territoriales con
Guatemala, Belice es la única nación centroamericana de habla inglesa.
Poblada
por inmigrantes hindúes, negros y de otros países centroamericanos, Belice es
la nación más joven del Itsmo.
En
la poesía de Belice sobresalen nombres como el de Leroy Young, autor que se
inscribe en una corriente contestataria y rebelde y reproduce el ritmo
sincopado de la cultura hip hop:
“Este hombre enfermo
y tembloroso
Debemos ejecutarlo pronto
Asesino en serie
Queremos tu cabeza en una
bandeja
Asesino en serie
Es por ti por quien voy.”
(Asesino en serie, Leroy Young)
y Osmer E. Balam, de mayor fuerza expresiva e
inquietudes más amplias:
“Sólo toma mi mano;
La bulliciosa ciudad de América
ante nosotros poco a poco se convertirá en un cementerio de la posguerra;
Escuchar la sinfonía de mis
miserias desconocidas ya que se ejecuta como una descarga eléctrica
Y empieza a sonar en su alma
Cada minuto, cada vez más
fuerte.
No hay dos cuerpos, sino un
mirar hacia atrás en mi oscuridad para siempre.”
(Otoño, Osmer E. Balam).
Ahí
concluye el recorrido. Faltan nombres, muchos. Una ausencia debidas a la
ignorancia, al descuido y a la premura, tanto como a la limitación de tiempo y
espacio.
Sirva
esta como reto, desafío, ánimo a emprender la tarea de llenar lagunas, aclarar,
completar cuando no enderezar.
Y
de mí, su autor, tengan algo de
misericordia.
Un poema de un/a poeta de cada uno de los paises de habla hispana.
ResponderEliminarBELICE
LEROY YOUNG (1967- )
CANTO POR LEROY YOUNG
Mágico, conectado,
sufrible, detenido
invasor de las calles del silencio.
Dejaste aquella vida placentera
aplausos y canciones se murieron
en tarimas de fuego agonizante
y volviste a la calle para verlo,
por sentir la presencia, calle Pink,
de tu asesino en serie
Y lo buscas y buscas su cabeza
postrada en la bandeja,
ofrecida a tu gente,
que esperando de ti su salvación
exploran la canción de tu poesía
en esa peligrosa calle Pink,
sin tu asesino en serie
Serás para la gente de tu calle
el que aleja secretos,
prestándole tu rostro
para encontrar debajo de la fuerza
la fuerza acobardada del silencio.
Canciones con la sangre derramada
por la furia que mata en calle Pink.
Ese asesino en serie
cuya cabeza quieres
presentarle a tu pueblo
en bandeja de alpaca.
(J.A.S.E.)