¿PARA QUÉ FUTURO ESTUDIAS Y
TE PREPARAS?
Por AQUILES JULIÁN
Especialista en redes de negocio de la nueva economía / 829-766-6156
Email: triunfar.org@gmail.com
Vivimos la transición del modelo social y económico industrial a un modelo en formación, social y económico, de redes sociales y de la información.
Muchas instituciones, características, funciones y profesiones típicos de la sociedad industrial, en decadencia, dejan de poseer la importancia que tenían y dan paso a nuevas instituciones, características, funciones y profesiones acordes a la nueva sociedad que emerge.
El asunto es que las instituciones que existen fueron las formadas por la sociedad industrial. Y estas instituciones, por inercia, siguen repitiéndose, haciendo lo mismo.
Esto, aunque son cada vez más obsoletas, incompetentes, inútiles.
Tomemos el caso de las universidades. Preparan profesionales en carreras súper saturadas, carentes en su gran mayoría de utilidad social (¿necesitamos más periodistas? ¿más publicistas? ¿más psicólogos? ¿más abogados? ¿más contadores? ¿más sociólogos?) y para las que no hay puestos de trabajo.
¿Cómo reacciona la universidad? Ofreciendo entonces maestrías, post-grados y doctorados. Pero el asunto es que, aunque el estudiante acumula más títulos, honores académicos, grados y anillos, más álbumes fotográficos, aunque tales inversiones de su tiempo y dinero le engrosen el currículum y le permitan extender el nombre con sus títulos y distinciones, eso no asegura un puesto de trabajo.
Y hay muchas probabilidades que entonces se le niegue por sobrecualificación.
Una palabreja inventada para justificar que el mismo puesto que antes se te negaba por no calificar por hache o erre, ahora no se te da por exceso de cursos, certificaciones, talleres, maestrías y diplomados.
Lo último es incentivar el emprendedurismo. Lo cual está muy bien, salvo que no son emprendedores los que intentan enseñar a emprender, sino empleados. ¿Y qué sabe un empleado sobre emprender?
Son fábricas de frustrados y realmente una formidable pérdida de tiempo, recursos y valor.
Pero la inercia predomina. Y todos marchamos al matadero esperando que a nosotros las cosas nos salgan distintas.
Einstein creo que fue quien dijo que eso era el colmo de la locura.
Tal vez no fue él, pero de que la frase tiene sentido, tiene sentido: El colmo de la locura es hacer mismo y esperar resultados distintos.
¿Aprenderemos?
Por AQUILES JULIÁN
Especialista en redes de negocio de la nueva economía / 829-766-6156
Email: triunfar.org@gmail.com
Vivimos la transición del modelo social y económico industrial a un modelo en formación, social y económico, de redes sociales y de la información.
Muchas instituciones, características, funciones y profesiones típicos de la sociedad industrial, en decadencia, dejan de poseer la importancia que tenían y dan paso a nuevas instituciones, características, funciones y profesiones acordes a la nueva sociedad que emerge.
El asunto es que las instituciones que existen fueron las formadas por la sociedad industrial. Y estas instituciones, por inercia, siguen repitiéndose, haciendo lo mismo.
Esto, aunque son cada vez más obsoletas, incompetentes, inútiles.
Tomemos el caso de las universidades. Preparan profesionales en carreras súper saturadas, carentes en su gran mayoría de utilidad social (¿necesitamos más periodistas? ¿más publicistas? ¿más psicólogos? ¿más abogados? ¿más contadores? ¿más sociólogos?) y para las que no hay puestos de trabajo.
¿Cómo reacciona la universidad? Ofreciendo entonces maestrías, post-grados y doctorados. Pero el asunto es que, aunque el estudiante acumula más títulos, honores académicos, grados y anillos, más álbumes fotográficos, aunque tales inversiones de su tiempo y dinero le engrosen el currículum y le permitan extender el nombre con sus títulos y distinciones, eso no asegura un puesto de trabajo.
Y hay muchas probabilidades que entonces se le niegue por sobrecualificación.
Una palabreja inventada para justificar que el mismo puesto que antes se te negaba por no calificar por hache o erre, ahora no se te da por exceso de cursos, certificaciones, talleres, maestrías y diplomados.
Lo último es incentivar el emprendedurismo. Lo cual está muy bien, salvo que no son emprendedores los que intentan enseñar a emprender, sino empleados. ¿Y qué sabe un empleado sobre emprender?
Son fábricas de frustrados y realmente una formidable pérdida de tiempo, recursos y valor.
Pero la inercia predomina. Y todos marchamos al matadero esperando que a nosotros las cosas nos salgan distintas.
Einstein creo que fue quien dijo que eso era el colmo de la locura.
Tal vez no fue él, pero de que la frase tiene sentido, tiene sentido: El colmo de la locura es hacer mismo y esperar resultados distintos.
¿Aprenderemos?
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